10 ago 2019

Marcados por Melville

Marcados por Melville
Han pasado ya 200 años desde el nacimiento de aquel neoyorquino que se embarcó como camarero en un vapor rumbo a las islas del Mar del Sur. Foto: Especial

Israel Sánchez
Reforma, Cd. de México (04 agosto 2019).- La obsesiva cacería de un cachalote albino; la venganza imposible de un tullido marinero, y una tripulación entera arrastrada a un fatal destino. Los avatares inconfundibles del relato marítimo más célebre de la literatura universal: Moby Dick.
Su singular autor, el marinero, novelista y poeta neoyorquino Herman Melville (1819-1891) -cuyo bicentenario se recordó este jueves 1 de agosto-, surcó con esta titánica obra las aguas profundas del género humano, explorando la soberbia y aquella absurda y obstinada maldad del hombre en contra de la naturaleza que, inevitablemente, siempre devendrá en autodestrucción.
Si bien no tuvo buena acogida entre los contemporáneos de Melville, el tiempo le hizo justicia y la instauró como la novela referencial de las letras estadounidenses, con un impacto en varias generaciones de escritores a lo largo de todo el globo, quienes encontraron en ella una elaborada obra simbólica de la condición humana.
"Moby Dick es un libro en el que cabe la experiencia humana en toda su complejidad: la ira del Capitán Ahab, obsesionado con vengarse de la ballena blanca que le arrancó la pierna; las ganas que tiene Ismael de irse lejos, y su excepcional amistad con el arponero Queequeg; la emocionante vida marinera, y el amor por la aventura", estima en entrevista la autora y poeta Isabel Zapata.
"Es una novela asombrosamente moderna si uno la examina, si uno la lee con lupa", expone, por su parte, el escritor Vicente Quirarte.
"Está hecha de fragmentos: tiene ensayo, tiene piezas de obras dramáticas, tiene poemas en prosa; de ahí que es una obra múltiple, plural, que anticipa muchas de las deconstrucciones de la literatura moderna que borra todos los géneros".
Autor de la puesta en escena Melville en Mazatlán -escrita a partir de la probable breve estadía de Melville en el puerto de Mazatlán durante su época de marino-, Quirarte rememora sus días de adolescente acudiendo con su hermano al Cine Ópera a ver, con la novela bajo el brazo, la adaptación cinematográfica de Moby Dick dirigida por John Huston, con guion de Ray Bradbury.
El editor y ensayista Sergio Téllez-Pon también recuerda haberla leído muy joven junto con otras obras clásicas de aventuras, como Robinson Crusoe, de Daniel Defoe, o Las aventuras de Huckleberry Finn, de Mark Twain.
"Pero ésta, (Moby Dick), fue la que más me dejó impresionado, justamente por su enciclopédica visión del mundo. Es decir, no solamente trata de ir a cazar una ballena, sino que en ese trayecto, en esa aventura, hay muchísimas virtudes, contrastes, información", sostiene. "Es un monumento a la sabiduría".
Creada entre 1850 y 1851 en Pittsfield, Massachusetts, en un recinto que hoy funge como casa museo del autor, Moby Dick parte de la propia experiencia marítima de Melville, inspirado, además, por el hundimiento del barco ballenero Essex, que fue embestido por un cachalote -especulativamente el famoso Mocha Dick- en el Pacífico Sur en 1820.
El paso del escritor por las filas de la tripulación de otro ballenero, uno australiano, nutrió la magistral exposición que hace sobre la caza de ballenas, la mayor industria económica de los siglos 18 y 19.
"(Pero) el libro no sólo es un hermoso catálogo de cómo cazar ballenas, no es un instructivo, sino que habla literariamente, espiritualmente, humanamente, de cosas grandísimas, de cosas inabarcables", comenta el escritor Gabriel Rodríguez Liceaga.
"Lo que me cautivó la primera vez que tuve Moby Dick entre mis manos fue sentir que el mundo estaba contenido en él, con sus mares, sus cielos y todas sus criaturas. Y eso es lo que me sigue encantando hasta la fecha, que cada vez que lo abro encuentro en él algo distinto", añade Zapata, autora del poemario Una ballena es un país.
Inspirado en las prolijas descripciones de Melville sobre un oficio, específicamente el ballenero, Rodríguez Liceaga escribió el cuento Desenlace sobre Tlalpan en día de clásico, donde marinero y arponero pasan a ser el chofer de un microbús y su "cacharpo".
A decir suyo, Moby Dick, su novela favorita y "una de las cúspides a las que uno quiere ingresar en el momento que se asume como lector", debe leerse para llegar a ser mejor persona, para fortalecer el vínculo con los congéneres, como fue en su caso.
"Si hay un grupo de seres humanos con los que me he identificado plenamente en todo rubro es con el grupo de arponeros y marineros que se lanzan a la caza de Moby Dick.
"El mes y cacho que me tomó leer ese libro para mí fue como hermanarme con la humanidad. Creo que las pasiones que me son más importantes en el género humano están ahí representadas", comparte.
Fallecido en la soledad, la pobreza y el olvido, muy lejos del reconocimiento que logró granjearse con sus primeras dos novelas, la gloria literaria no llegó a Melville, sino hasta que autores como William Faulkner, John Dos Passos o D. H. Lawrence lo reivindicaron varios años después.
Y aunque su producción incluye piezas ampliamente celebradas, como Bartleby, el escribiente -traducida por Jorge Luis Borges- o Billy Budd -publicada póstumamente, y donde estudiosos de la teoría queer identifican un marcado homoerotismo-, su grandeza permanece anclada a aquel elogio de la naturaleza, que parece contener el germen de la cosmovisión de los norteamericanos.
"En Moby Dick, entre todas las interpretaciones que hay, por supuesto, está esta aventura que es muy del sino de los estadounidenses de ir a no solamente explorar, sino a conquistar el mundo más allá de sus territorios", precisa Téllez-Pon.
"Es la obra representativa de la literatura, de la cultura y del patriotismo estadounidense".
Han pasado ya 200 años desde el nacimiento de aquel neoyorquino que, cansado de lo que la granja o el trabajo en el banco podían ofrecer, se embarcó como camarero en un vapor rumbo a las islas del Mar del Sur.
Un viaje que continuó el Pequod, cuya tripulación sigue engrosando con nuevos lectores dispuestos a recorrer las regiones inefables del espíritu, justo detrás de Moby Dick. ..


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