San Juan Diego, el vidente de la Virgen de Guadalupe/Fred Alvarez
@fredalvarez
Hoy 9 de diciembre se celebra a Juan Diego, el vidente de la Virgen de Guadalupe..
No es un santo tan adorado, ya que ni siquiera se ha concluido su templo al norte de la Ciudad de México..
En su homilía de canonización - Juan Pablo II- celebrada en la Basílica de Guadalupe, señaló que “con gran gozo he peregrinado para proclamar la santidad de Juan Diego Cuauhtlatoatzin (...) En particular es necesario apoyar hoy a los indígenas en sus legítimas aspiraciones, respetando y
defendiendo los auténticos valores de cada grupo étnico. ¡México necesita a sus indígenas y los indígenas necesitan a México!”
Han pasado 17 años desde que Juan Pablo II, en su último viaje a México, canonizó a Juan Diego el 31 de julio de 2002 y, un día después, bendijo el lugar que desde hace tiempo debió convertirse en el Santuario Nacional de san Juan Diego
Sin embargo, el proyecto del santuario se quedó ahí, atrás quedó el antiguo Cine Lindavista la “Casa de Disney” construido en 1942, en la calle Montevideo 96.
El inmueble es propiedad de la Nación, se le entregó en comodato a la arquidiócesis Primada de México AR.
El proyecto contempla tener una capacidad para 1000 personas sentadas, y dentro de los espacios considerados para el santuario se edificarán alrededor de 29,000 criptas, una capilla de adoración al Santísimo, además de servicios complementarios.
El 7 de junio de 2014 se publicó en el DOF el extracto de solicitud para constituirse en asociación religiosa, derivada de la arquidiócesis Primada de México AR; su representante es Diego Monroy Ponce, fue un tiempo el rector de la Basílica.
¿Quien fue Juan Diego Cuauhtlatoatzin?
Según la tradición, San Juan Diego nació en 1474 en Cuauhtitlán, entonces reino de Texcoco, perteneciente a la etnia de los chichimecas; su nombre era Cuauhtlatoatzin, que en su lengua materna significaba “Águila que habla” o “El que habla con un águila”.
Siendo adulto y padre de familia, se sintió atraído por la doctrina de los sacerdotes franciscanos que llegaron a México en 1524 y recibió el bautismo con su esposa María Lucía. Los dos se casaron cristianamente, pero tiempo después falleció su esposa.
El 9 de diciembre de 1531 se le apareció, en un lugar denominado Tepeyac, la Virgen María, quien se presentó como “la perfecta siempre Virgen Santa María, Madre del verdadero Dios”. La Virgen le encomendó que en su nombre le pidiese al Obispo Capitalino, el franciscano Juan de Zumárraga, la construcción de una Iglesia en el lugar de la aparición.
El Obispo no aceptó la idea y la Virgen le pidió que insistiera. Al día siguiente, Juan Diego volvió a encontrar al Prelado, quien lo examinó en la doctrina cristiana y le pidió pruebas objetivas del prodigio.
El martes 12 de diciembre, la Virgen se le presentó y lo consoló, invitándolo a subir a la cima de la colina del Tepeyac para que recogiera flores y se las trajera.
A pesar de la estación invernal y la aridez del lugar, San Juan Diego encontró flores muy hermosas y la colocó en su “tilma”.
La Virgen luego le mandó que se las presentara al Obispo.
Estando frente al Prelado, el Santo abrió su “tilma” y dejó caer las flores. En la tilma pareció la imagen de la Virgen de Guadalupe, que desde ese momento se convirtió en el corazón espiritual de la Iglesia en México y en una de las mayores devociones marianas que permanece con fuerza hasta nuestros días.
Juan Diego, con el permiso del Obispo, pasó a vivir en una pobre casa junto al templo de la “Señora del Cielo”. Limpiaba la capilla y acogía a los peregrinos que visitaban el lugar, donde hoy se eleva un gran templo.
El laico murió en 1548 y gozó de tanta estima que sus contemporáneos solían decir: “Que Dios te haga como Juan Diego”.
Fue beatificado por San Juan Pablo II en 1990 y canonizado por el Papa peregrino en el 2002.
Juan Diego no es un santo tan adorado, ya que ni siquiera se ha concluido su templo al norte de la Ciudad de México.
¿Existió Juan Diego?
Para alguno si, para otros no…
El sacerdote nayarita Manuel Olimón Nolasco fue un historiador, profesor de la Universidad Pontificia y dirigió la Comisión Nacional de Arte Sacro y Patrimonio Cultural, siempre cuestionó la existencia de hoy santo, Juan Diego.
La Búsqueda de Juan Diego, ed. Plaza y Janes, 2002, fue el libro en donde con argumentos cuestionó diversos elementos de la causa para canonizar a Juan Diego, y señala los problemas surgidos en el proceso de beatificación.
Manuel Olimón Nolasco, junto con el entonces abad de la Basílica Guillermo Schulenburg y el arcipreste de ésta Carlos Warnholtz enviaron una carta al Vaticano en donde solicitaban suspender la canonización de Juan Diego hasta que se comprobará la existencia histórica de éste.
En un artículo periodístico Olimón, explicó que envió un texto a la Santa Sede “sustenté una crítica interrogante a la postura de los tres historiadores (quienes participaron en la investigación para demostrar la existencia de Juan Diego)” y reconoció que su documento mencionaba los trabajos de algunos historiadores laicos como Xavier Noguez, Richard Nebel o Miguel León Portilla y cuestionaba documentos como de 1666 clásicos de la historia del guadalupanismo.
Manuel Olimón murió en 2018.
Ego sum qui sum; analista político, un soñador enamorado de la vida y aficionado a la poesía.
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