13 nov 2020

El rey Ackerman...

Cuando Ackerman se despidió de su programa, y lo salvaron/Peniley Ramírez

Ackerman culpó, descalificó, ridiculizó, ofendió, humilló en público, intimidó y pretendió controlar a Berman desde Twitter


El Universal, 13/11/2020 ;

Cuando Ackerman se despidió de su programa, y lo salvaron

–Se ha acabado el tiempo, nos vemos la próxima semana –dijo Sabina Berman al final de la grabación de su programa John & Sabina esta semana en el canal Once, de la televisión pública.

–De ninguna manera. Este es el último programa. No habrá otro –replicó él, me dijeron para esta columna dos personas que presenciaron la grabación en vivo.

Este despido –o renuncia al aire– no se vio en la televisión. En la pantalla apareció otro final del programa, que en apariencia se grabó poco después, en el que John Ackerman se despedía casi normalmente, solo que ignoraba a Berman, su coconductora, como si ella no existiera.

Al principio de esa emisión, Ackerman hizo lo mismo. Durante seis minutos él, que estaba en el estudio, condujo el programa como si Berman, quien grababa desde casa, no estuviera allí. Ella hablaba, le preguntaba algo, y él se dirigía a su invitado, como si no la hubiera escuchado. Ni Berman ni Ackerman respondieron a solicitudes de entrevista para esta columna.

El Canal Once es el canal del Instituto Politécnico Nacional. En ese Instituto se creó el violentómetro, una tabla que permite a una persona –casi siempre mujer– darse cuenta de cómo otra –casi siempre hombre– va escalando la violencia en su contra. La “ley del hielo” (o ignorar, lo que él hizo en esos minutos), es el nivel 4 del violentómetro.

Pero no fue lo único. En los días anteriores a la grabación del programa, Ackerman culpó, descalificó, ridiculizó, ofendió, humilló en público, intimidó y pretendió controlar a Berman desde su cuenta en Twitter. Todo esto está incluido en los niveles 6,7,8,9,10 y 11 del violentómetro. ¿No me cree? Revise la cuenta del doctor Ackerman en los últimos días.

Estos comportamientos no comenzaron en Twitter, me contaron personas cercanas al programa. En los últimos tres meses, Ackerman impuso a los entrevistados –con las únicas excepciones de la escritora Olga Wornat y la antropóloga Rita Segato, que propuso Berman– no dejaba hablar a su co-conductora, siempre mandaba él. Para confirmarlo, eche un vistazo a los últimos meses de emisiones.

Ackerman quería un programa bajo su control y lo ha conseguido. Este 12 de noviembre, el Canal Once no solo no se pronunció enérgicamente contra la violencia, sino que informó que “de común acuerdo”, los conductores terminaban anticipadamente la tercera temporada de John & Sabina. Así, sin una palabra sobre los motivos, como si fuera un divorcio porque se acabó el amor.

No solo eso. Después, el Once anunció que “ha iniciado los trámites para contratar” a Ackerman para un programa de opinión para 2021. Sobre Berman, avisaron que han “iniciado conversaciones” para coproducir un programa con ella. Léase la diferencia entre “iniciar trámites para contratar” con una fecha, 2021, e “iniciar conversaciones” para hacer un eventual programa, en una eventual fecha, que no sabemos si llegará.

Ackerman no es cualquier persona en este país, sino un hombre, académico de la universidad más importante de México, investigador del Sistema Nacional y esposo de Irma Sandoval, una secretaria de Estado. También es, según múltiples fuentes, uno de los candidatos hoy a dirigir el Canal Once. Si un hombre con ese poder, privilegios y exposición pública puede comportarse de ese modo con una mujer conocida, cuya carrera inició mucho antes del obradorismo, como Berman, qué podemos esperar para una chica en cualquier rincón de México, o para cualquier mujer, a quien le estén diciendo ahora mismo: te callas, ahí te quedas, no te hablo, no existes.

Por eso nos tiene que importar este caso y que esto suceda en la televisión pública. A diferencia de lo que algunos columnistas han escrito, o lo que puede interpretarse del comunicado del Once, esto no es un “pleito entre comadres”, no es un tema privado, ni una diferencia de caracteres. Es un asunto público, que pasa por el género, pero también por el derecho a disentir, a cuestionar al gobierno, a invitar a voces críticas, a respetar la pluralidad en los espacios periodísticos, a respetar a los otros, aunque piensen distinto. Por nuestras hijas, nuestras hermanas, nuestras madres, la igualdad y el respeto nos conciernen a todos. 

@PenileyRamirez


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