4 dic 2020

Alfonso Romo se fue!.., y por ley está impedido a trabajar en la IP.

Pierde Romo..La Ley señala que "los servidores públicos no podrán ocupar puestos en empresas que hayan supervisado, regulado o respecto de las cuales hayan tenido información privilegiada en el ejercicio de su cargo público, salvo que hubiesen transcurrido al menos 10 años”..

Con la entrada en vigor de la Ley de Austeridad Republicana, los integrantes del gabinete legal y ampliado del presidente López Obrador, al culminar sus encargos o en caso de renunciar, estarán impedidos de trabajar en la Iniciativa Privada por 10 años.

A menos que sea un negocio propio...

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Designado formalmente como Jefe de la Oficina de la Presidencia, pero concebido en los hechos como un enlace directo entre López Obrador y el sector privado, Alfonso Romo enfrentó resistencias internas, críticas y desencuentros en el proyecto de la 4T.

Su salida de la Administración, luego de dos años en el cargo, se registra tras diversos desacuerdos, entre los que destaca uno reciente sobre la estrategia económica aplicada durante la pandemia por Covid-19.

Como coordinador del Proyecto de Nación 2018-2024 de López Obrador, Romo tuvo su primer choque con integrantes de la Cuarta Transformación por la cancelación del aeropuerto en Texcoco.

Fuentes del sector financiero revelaron que, el 3 de octubre de 2018, durante un foro de Grupo Santander, Romo consideró que la obra se realizaría a pesar de la consulta ciudadana promovida por López Obrador.

Posteriormente, el regiomontano criticó la decisión de cancelar la terminal aérea iniciada en el Gobierno de Enrique Peña Nieto.

En marzo de 2019, durante la asamblea de socios de la American Chamber en México -tras pasar por un nuevo escándalo por la intención de morenistas de regular las comisiones bancarias-, Romo reconoció abiertamente que fue una equivocación.

En mayo de ese año, el funcionario aceptó que la decisión fue costosa, ya que había generado un castigo del sector empresarial.

"La decisión del aeropuerto costó mucho y dolió mucho. Me dolió que habíamos logrado mucha confianza y que este evento nos iba a castigar", expresó.

Choque con Bartlett

En junio y julio de 2019, cuando el Gobierno instaló una mesa de diálogo para renegociar los contratos de gasoductos con firmas nacionales y extranjeras, Romo expresó, en privado, su preocupación por la estrategia del director de la CFE, Manuel Bartlett.

Romo se mostró escéptico ante la intención de pelear la devolución de recursos o modificar las condiciones de los contratos, luego de que el tema fue llevado por la CFE a un arbitraje internacional.

En agosto de ese año, se anunció un acuerdo con tres empresas que generarían un ahorro de 4 mil 500 millones de pesos al Gobierno.

En diciembre de 2018, cuando se anunció la cancelación de dos rondas petroleras, Romo expresó su confianza en que estos instrumentos se podrían reactivar para permitir inversión sector privada en el sector.

En marzo de 2029, anunció que las rondas podrían 'revivir' en seis meses, pero tres meses después, los presidentes del Consejo Coordinador Empresarial y del Consejo Mexicano de Negocios reclamaron en Palacio Nacional la cancelación de las rondas programadas para octubre.

Las posturas encontradas de Romo con el propio López Obrador, afloraron el pasado 19 de noviembre, durante reuniones en el Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas y en la Universidad Panamericana.

"Podemos cambiar las reglas del juego que sean necesarias, pero una vez cambiadas, estas deben de permanecer y ser transparentes", expresó en el primer foro. (Nota de Claudia Guerrero/Reforma)

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Las columnas políticas hoy, viernes 4 de diciembre de 2020

CONFIDENCIAL/El Financiero

Cambio de hábitos

Muy feliz se le escuchó al exjefe de la Oficina de la Presidencia, Alfonso Romo, en las múltiples entrevistas que dio tras su salida a brazos alzados del gobierno federal, sobre todo porque podrá retomar el estilo de vida que le quitó la austeridad republicana, no sólo porque podrá volver a usar su helicóptero, sino porque –según confió en Radio Fórmula– lo que más extrañaba era montar a caballo.

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¿Y AHORA QUÉ HACEMOS CON AMLO?/Arlequín / 

El Universal

Romo ¿a la banca por 10 años?

Para acallar las voces de que Alfonso Romo renunció al gobierno federal por diferencias con el presidente Andrés Manuel López Obrador, el mandatario pidió no hacer conjeturas ni especulaciones y dijo que don Alfonso no estará en el organigrama gubernamental, pero seguirá trabajando a su lado como su principal enlace con el sector privado.

Sin embargo, nos hacen ver que el empresario regio será uno de los primeros afectados por el candado que Morena aprobó en la Ley de Austeridad que establece que al culminar sus encargos o en caso de renunciar los altos funcionarios del gobierno federal estarán impedidos de trabajar en la iniciativa privada por 10 años.

Es decir, si usted creía que don Alfonso puede regresar de lleno a sus actividades como empresario, eso no podrá ser posible del todo. 

Al menos hasta 2030, cuando culmine el plazo legal que impuso Morena para evitar el chapulineo de los altos funcionarios a la IP como en el  llamado “periodo neoliberal”, Romo estará limitado para realizar algunos negocios.

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ESTRICTAMENTE PERSONA/Raymundo Riva Palacio 

 El Financiero

Lo que se pierde con Romo

Para haber sido un funcionario disfuncional y poco eficaz, la salida de Alfonso Romo de la Oficina de la Presidencia, ha tenido una reacción desproporcionada. El sector privado lamentó la renuncia a través de sus organismos cúpulas, mientras que en los medios de comunicación fue motivo de amplia cobertura.

El interés público que causó su salida subraya, de manera subliminal, lo que significa la formalización de una renuncia que se sabía estaba sobre la mesa y era cuestión de tiempo. En dos ocasiones previas, Romo la había presentado; la primera, muy joven el gobierno, que le rechazó el presidente Andrés Manuel López Obrador, y la segunda en julio, donde la aceptó, pero con una petición: esperar a diciembre para hacerla efectiva.

La importancia de la renuncia rebasa por completo al cargo y al encargo, que era el ser enlace de la Presidencia con el sector privado. Su salida enfatiza el desprecio que tiene López Obrador con la clase empresarial, con la que nunca ha querido tener una relación institucional y considera como sus enemigos históricos.

Su visión ideológica y anacrónica sobre el capital privado y los prejuicios que lo llevan a equiparar rupestremente a los empresarios en general con la corrupción, lo ha marcado toda su vida, y utilizó a Alfonso Romo, no como un vehículo estratégico de comunicación con los empresarios, sino como un instrumento para hacerles sentir que los escuchaba, sin que realmente le interesaran.

López Obrador se aprovechó de Romo, quien tuvo aspiraciones políticas para que, en forma indirecta, pudiera incidir en la toma de decisiones. Apoyó a Vicente Fox en 2000, pero se decepcionó pronto de él. Se acercó a Movimiento Ciudadano para hablar de alianzas y candidaturas presidenciales, sin llegar a nada.

Se sumó al esfuerzo de López Obrador en las campañas presidenciales en 2006 y en 2012, donde le ayudó a matizar el discurso agresivo contra la clase empresarial, que continuó haciendo en la de 2012, donde además le acercó a varias personas que le resultaron funcionales, como Tatiana Clouthier.

El Presidente le agradeció a Romo ese apoyo, que se vio claramente cuando en la campaña de 2018, en una reunión con el Grupo Monterrey, le dijeron que tendrían diálogo con él, pero que cambiara a su enlace. López Obrador rechazó la sugerencia y les dijo que sería Romo con quien hablarían para mantener la relación con él.

Lo apoyó también en el pleito intramuros con el primer secretario de Hacienda, Carlos Urzúa, a quien derrotó políticamente en tándem con el consejero jurídico, Julio Scherer, con quien tenía una vieja amistad que nació de un cercano amigo de ambos, Pedro Aspe, secretario de Hacienda en los 90’s.

Por todos los antecedentes, Romo se veía como muy cercano a López Obrador, y con ascendencia sobre él, pero rápido se dieron cuenta que no era así. El momento que definió la relación con los empresarios fue la consulta que organizó López Obrador para que la gente –en realidad 70% de chiapanecos– decidiera si se construía o no el aeropuerto de Texcoco, escasos dos meses antes de asumir la Presidencia, donde ante el nerviosismo de los inversionistas le dijo a Romo que iba a salir positiva para su construcción. Así se los comunicó, y ya sabemos lo que sucedió.

Mensajes cruzados que lo fueron desgastando incluyeron la cancelación de la nueva planta de Constellation Brands en Mexicali, la eliminación propuesta del outsourcing, elevar la evasión fiscal al rango de delincuencia organizada, y los continuos cambios de reglas en el sector energético.

Este, quizás, fue el punto de quiebre, por la gravedad de los incumplimientos de López Obrador con los empresarios. Cambiar las reglas sobre la marcha, provocó que en la cena que le organizó el presidente Donald Trump cuando lo visitó en la Casa Blanca, los dos primeros empresarios estadounidenses que tomaron la palabra, fue este el tema que le plantearon si quería seguir teniendo sus inversiones.

López Obrador les dijo que lo vería y ahí mismo le encargó a Romo el seguimiento. Esa muestra de confianza era una simulación, y quienes fueron a la cena lo sabían. Romo acompañó al Presidente, pero en la cena lo sentó en la última mesa del salón, junto a funcionarios de menor rango, lo que para la mayoría de los presentes, que entienden de protocolos, fue la prueba final de que Romo era inexistente en términos de capacidad de maniobra en Palacio Nacional.

Lo sabía perfectamente él. Hasta julio pasado, cuando aceptó la petición de López Obrador de formalizar la renuncia hasta diciembre, Romo pagó la nómina de sus colaboradores. Es decir, para efectos prácticos, la oficina ya estaba cerrada.

Que dejara de operar institucionalmente, como se pudo apreciar, no alteró el rumbo del gobierno ni inquietó al Presidente, que continuó llevando a cabo las políticas y prácticas con las que Romo había discrepado. Oficialmente seguía funcionando como ventanilla del sector privado con el Presidente, pero era para cubrir meramente las formalidades e intentar en la medida de sus posibilidades, buscar matices en las decisiones de López Obrador.

Muy poco se ha logrado, y no necesariamente por su intervención. Para López Obrador era tan irrelevante el cargo, que ayer anunció que desaparecería la Oficina de la Presidencia. “Ya no hace falta”, dijo, porque lo seguiría ayudando con el sector privado. Tampoco es cierto. Por ejemplo, no tiene participación alguna en el tema del outsourcing. La desaparición de la Oficina emite una señal ominosa.

Si bien jamás tuvo el peso de una oficina de esa naturaleza, envía otra señal ominosa, al terminar el Presidente de cerrar la puerta institucional a los empresarios, a quien irá minando y acotando lo más que pueda para evitar, como lo dice en reuniones privadas con algunos de sus representantes, que el próximo gobierno les devuelva lo que les quitó.

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El largo adiós de Poncho Romo

RAZONES/JORGE FERNÁNDEZ MENÉNDEZ 

Excelsior,  04 DE DICIEMBRE DE 2020

Nadie se sorprendió demasiado con la salida de Alfonso Romo de la Oficina de la Presidencia. Hace meses que la labor y la opinión de Romo, que fue decisiva para que hubiera una elección y una transición de gobierno tersa con la iniciativa privada en 2018, no era tomada en cuenta en Palacio Nacional.

El empresario era escuchado, opinaba, operaba, pero las políticas públicas iban en otro sentido. Un ejemplo: desde hace exactamente un año, Romo tenía diseñado un plan de inversiones privadas de miles de millones de dólares en el sector energético, incluyendo las energías renovables. La presentación de ese programa se canceló una y otra vez y en cada ocasión que se postergaba, la causa era que se avanzaba en una contra reforma energética que no sólo alejaba inversionistas y recursos, sino que también aumentaba la confrontación con empresas nacionales e internacionales. Desde que se frustró ese gran proyecto de inversiones, la distancia de Romo con el presidente y con sus interlocutores, los empresarios, se acrecentó.

Unos días antes de la elección presidencial del 2018, tuve una larga entrevista con Alfonso Romo, hablando del futuro gobierno de López Obrador. “Ahora que fuimos a Nueva York, me decía Romo en esa entrevista del 12 de junio del 2018, aparte de las reuniones que tuvimos con los fondos y los bancos, nos sentamos con 20 de las multinacionales más grandes. Y quiero destacar los temas de la plática. En la mañana, era no mover las variables económicas porque todo el mundo está preocupado por el bono de los fondos; la segunda, eran las reformas, sobre todo la energética, darles tranquilidad de que no va a haber un cambio drástico.

JFM: O sea que no va a marcha atrás en la reforma energética… 

AR: No va a haber marcha atrás, ahorita le entramos si quieres. Pero el otra tema, lo más importante con los presidentes de consejo de compañías muy grandes, el tema, el 85 por ciento del tiempo de la reunión, fue la seguridad. A todos les cobran piso en los transportes; en los campos experimentales de compañías que tienen centros de investigación; las compañías petroleras que han ganado licitaciones tienen un problema muy serio con su gente, sobre todo en el mar. Entonces hay un problema muy serio que tenemos que atacar… Va a haber orden. Eso de la rectoría del Estado que Andrés Manuel usa como término, es un Estado fuerte que dé seguridad física y jurídica; que haya Estado de Derecho, que no haya impunidad y que haya seguridad. Jurídica y física. Si un Estado no nos da estas dos, para qué estamos.

JFM: Hablabas de la reforma energética. Dices “no va a haber marcha atrás en la reforma energética”. Hay quienes dicen, dentro del propio Morena, que sí hay que abolir la reforma energética o la reforma educativa. ¿Qué es lo que se va a hacer con las reformas en realidad, cuál es la propuesta? 

AR: ¿Qué estamos diciendo de la reforma energética en concreto?: primero, vamos a respetar todos los acuerdos y el Estado de derecho. Vamos a ver cómo están las licitaciones, por decir algo, porque la reforma es más compleja. A ver, las licitaciones, ¿cómo están? Hasta hoy lo que hemos analizado y lo que hemos visto, es que están muy bien hechas y quiero aplaudir a la autoridad. Porque nunca me he encontrado con tantas compañías extranjeras aplaudiendo la transparencia con que fueron realizadas las licitaciones de las grandes compañías. En resumen, lo que esté bien lo vamos a dejar, lo que hay que ajustar lo vamos a ajustar, lo que tenemos que quitar, porque no es bueno para el país, le vamos a proponer al Legislativo que lo cambie. Pero los primeros tres años nos estamos comprometiendo a no mover nada, a dar mucha confianza. 

JFM: ¿Lo mismo se aplica, por ejemplo, a temas delicados como el aeropuerto (de Texcoco)? 

AF: Fíjate, el tema del aeropuerto cuando me dicen que Andrés Manuel no escucha y últimamente ha dicho “estoy dispuesto a concesionar”. Cuando era cancelación, a mí esa palabra nunca me gustó…

JFM: …de cancelar a concesionar… 

AR: Hay un mundo…”.

Hasta ahí parte de esa larga entrevista, a unos días del triunfo de López Obrador, en junio de 2018. ¿En realidad hay que preguntarse porqué renunció Alfonso Romo? Simplemente hay que leer cuáles eran los compromisos y las propuestas de hace dos años y compararlo con lo que en estos temas se ha hecho como gobierno. “En los primeros tres años nos estamos comprometiendo a no mover nada, a dar mucha confianza”. Casi todo se ha modificado. Los contratos y licitaciones que no se iban a cancelar, se cancelaron. No iba a haber una contra reforma energética ni educativa, y las dos ya se han escenificado. No se iba a cancelar el aeropuerto de Texcoco, sino a concesionar (“dicen que Andrés Manuel no escucha”), y semanas después de esta declaración se canceló. La principal proridad era dar seguridad jurídica y física a las empresas y ciudadanía (“sino para qué estamos”) y esa demanda sigue más viva que nunca. Por eso se fue Romo. Fin de la historia.

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JAQUE MATE/Sergio Sarmiento / 

Reforma

Romo, ¿fuera?

"Es muy importante tener una verdadera economía de mercado". Alfonso Romo, 2018.

Para Alfonso Romo debe haber sido frustrante trabajar en el gobierno.

Su capacidad de organización le dio un papel crucial en la elaboración del Proyecto de Nación de Andrés Manuel López Obrador y en la campaña presidencial de 2018.

Él daba orden a un equipo que caía con frecuencia en lo caótico. La decisión de nombrarlo jefe de la Oficina de la Presidencia fue un reconocimiento lógico a las virtudes que mostró en la campaña.

La designación, sin embargo, no pasó de ser una mera formalidad.

No hay indicios de que Romo haya sido un verdadero jefe de oficina presidencial.

El Presidente no parece ser una persona que deje a alguien más manejar su oficina.

Lo que hizo fue darle a Romo el encargo, muy distinto, de establecer una relación con los empresarios.

Dentro de esta tarea, en enero de este 2020 lo nombró jefe de lo que llamó el Gabinete para el Fomento, Inversiones y el Crecimiento Económico.

No hay razones para pensar que AMLO pensaba entonces que la tarea de Romo concluiría al cumplirse los dos años de gobierno, como afirmó este miércoles al dar a conocer su salida del gobierno.

Al parecer el papel de Romo se mantendrá aun después de su retiro formal de la administración pública.

No solo el Presidente ha insistido en que seguirá siendo el "enlace principal" del gobierno con el sector privado, sino que Romo ha estado hablando con varios líderes del sector privado para asegurarles que seguirá siendo el interlocutor con el Presidente.

No es esta la primera vez que López Obrador vuelve innecesaria alguna tarea de un funcionario.

El titular de la Coordinación de Comunicación Social de la Presidencia era tradicionalmente el portavoz del gobierno; pero el propio coordinador, Jesús Ramírez Cuevas, ha señalado en distintas ocasiones que el único vocero del Presidente es el propio López Obrador.

Con un mandatario que es también su propio chief of staff, se entiende por qué está decidiendo abolir la jefatura de la Oficina de la Presidencia, ahora que Romo ya no la ocupará.

La salida de Romo del gobierno, sin embargo, es una derrota del ala moderada de la Cuarta Transformación.

En muchas ocasiones Romo, quien ha sido siempre un firme creyente en la economía de mercado, ha buscado impulsar políticas que favorezcan la inversión privada y la generación de empleos, pero no siempre ha tenido éxito.

En el interregnum de 2018 les dijo a los empresarios que el Presidente no terminaría por cancelar el aeropuerto de Texcoco, pero se equivocó.

Posteriormente, y en distintas ocasiones, acercó al mandatario grupos de empresarios.

Ante las posiciones prohibicionistas y poco científicas de la Semarnat, Romo defendió el uso del glifosato en cultivos.

En la convención del IMEF del pasado 19 de noviembre declaró: "No podemos manejar un país que está decreciendo a 9 por ciento como si estuviera creciendo a 9 por ciento".

Romo seguirá siendo necesario para el país y para la Cuarta Transformación.

El Presidente le tiene confianza y ha reconocido que fue el primer gran empresario que le dio apoyo.

En un gobierno dogmático en que los funcionarios no son interlocutores eficaces con los empresarios, o que incluso se niegan a reunirse con ellos por un supuesto rechazo a la corrupción, Romo puede tener un papel estratégico, incluso más que cuando estaba en la administración pública.

Solo nos queda esperar que haga bien esta función. Y que el Presidente le preste más atención que en los tiempos en que fue su subalterno.

NO ES DINAMARCA

No, no estamos ya como Dinamarca. De nada sirve que el gobierno haya decretado la gratuidad de medicamentos y servicios de salud. "Antes les dábamos a los pacientes lo que necesitaban, ahora les damos lo que hay", señala el infectólogo Francisco Moreno. Y añade: "Se rompió la cadena de distribución de medicamentos”.

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