3 jul 2006

Camino al cielo



Este fin de semana se puso en marcha el primer tren que une a Pekín con el Tíbet: el Qingzang.
Los primeros viajeros fueron trabajadores que participaron en la construcción, periodistas y representantes del Partido Comunista.

La obra, pretende decir al mundo que el país asiático, en el mejor momento económico de su historia moderna y sobretodo que es capaz de logros más espectaculares que los de cualquier nación.

El presidente chino Hu Jintao, ha destacado en inauguración que el nuevo ferrocarril es "otro magnífico logro" que el régimen ha conseguido "en el impulso de modernización socialista" y se pretende sobretodo mostrar al mundo que sólo comunicándose mejor con China puede el Tíbet salir de su atraso.
China promete ampliar la red de ferrocarriles tibetana en los próximos 10 años, para que no sólo sea una vía de "entrada y salida" sino un instrumento de comunicación entre las distintas ciudades del Tíbet y también de acceso a la frontera con India.

"El tren va a cambiar radicalmente la atrasada situación del sistema de transportes del Tíbet. Ser una vía económica eficaz para transportar la energía y los materiales que necesita para mejorar la vida de su pueblo", señalaba esta semana un comunicado del Ministerio de Exteriores chino.

Pero lo que China ha destacado más de este tren no son los beneficios para la industria energética, el turismo o el comercio, sino las maravillas técnicas que rodean el proyecto, para despertar la admiración mundial.

Y es que no fue cualquier cosa construir más de 960 kilómetros de vía por encima de los 4,000 metros y 550 sobre hielo perpetuo.

La propaganda china repite con orgullo que el tren es el más alto del mundo, derrocando a los ferrocarriles peruanos de los Andes, pues cruza a 5,072 metros de altura las montañas de Tanggula, una de las grandes barreras naturales del Tíbet.

China ya tenía desde 2003 el tren más rápido del mundo, el maglev de Shanghai, que se desliza sobre los raíles a 430 kilómetros por hora, pero éste fue fabricado con tecnología alemana, mientras que el tren tibetano (el Qingzang, según la abreviatura en mandarín) es una obra principalmente nacional.

El Qingzang esta dotado con mascarillas de oxígeno y cristales protectores de los rayos ultravioleta.

Los grandes fastos continuarán para mayor gloria del Partido Comunista, que prepara para 2008 la inauguración de la presa de las Tres Gargantas, coincidiendo con los Juegos Olímpicos de Pekín, y dos años después la Expo Universal de Shanghai.

En tanto, el exilio tibetano, desaprueba la obra y la considera un instrumento para poblar el Tíbet de "colonos".

Incluso la fecha escogida para la inauguración del tren es el 85 aniversario de la fundación del Partido Comunista, no es del agrado de los independentistas tibetanos, país invadido por China desde 1951.

La gente suele asociar China con dos aspectos: el de su enorme y prolongado crecimiento, y el de la mítica amenaza china, militar o comercial. Las dos visiones convergen en la imagen del dragón emergente y no hay animal que peor simbolice la China actual que el dragón.

China lanzó hace unos meses al espacio su segundo vuelo tripulado, dos años después del primero. Los vuelos espaciales iluminan un aspecto esencial, no siempre percibido, del trepidante proceso de desarrollo económico de China: su enorme ambición en el terreno tecnológico.
Y casi muchos no recordamos que China ocupó la vanguardia tecnológica mundial durante siglos, con descubrimientos tan trascendentales como la pólvora, el papel, la imprenta, la brújula o el timón para navegar. Luego perdió el tren de la revolución industrial y la consecuencia fue la humillación y la sumisión a los países desarrollados desde mediados del siglo XIX a mediados del XX.

China ha aprendido la lección: quiere estar, al precio que sea, entre los países más avanzados en nuevas tecnologías.
El Qingzang, en cifras

- Es la línea más alta del mundo: el paso Tanggula está a 5.072 metros sobre el nivel del mar. Casi la mitad del recorrido, 960 km, transcurre por alturas superiores a los 4.000 metros y 550 km atraviesan hielos perpetuos.

- Su velocidad media es de 120 km/h, salvo en los hielos perpetuos, en que desciende a 100.
- En las obras participaron 30,000 obreros, 6,000 de ellos de la etnia tibetana. Cobraron una media de 1,000 dólares anuales, un poco menos que la renta per cápita china pero dos o tres veces más que los ingresos de un campesino del Tíbet.

- La línea tiene siete túneles, entre ellos el más alto (a 4,64 metros) y 33 pasajes bajo la vía para permitir el paso a los antílopes tibetanos en sus migraciones de todos los veranos. Pasa por 45 estaciones, 38 de ellas apeaderos, entre ellas la más alta del mundo, también en Tanggula.

- El tren tiene 16 vagones, fabricados por la empresa chino-canadiense Bombardier Sifang, que tienen capacidad para 98 pasajeros cada uno.
- El boleto de ida cuesta 48 dólares en la clase más barata casi seis veces menos que en avión. La clase media cuesta 101 y la más cara 157.
¡Pues a la primera a viajar!

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