22 may 2007

También son héroes

Jorge Fernández Menéndez dice hoy en su columna Razones que “los hechos de Sonora del miércoles (16 de mayo) pasado, con su secuela de 24 muertos, 13 vehículos incautados con un alto nivel de blindaje, un centenar de armas de alto poder decomisadas, han permitido hacer un diagnóstico bastante claro de cómo están las cosas en el ámbito del combate contra el narcotráfico.”
Y el diagnostico es grave, la corrupción permea.
El gobernador Eduardo Bours dio entender que hubo signos evidentes de corrupción de parte de los mandos federales al no actuar y ni siquiera percatarse de que por la carretas federales iba un convoy fuertemente armado, por lo que ordenó la intervención inmediata de las fuerzas de seguridad estatales.
Dos días después de los hechos fueron destituidas la estructura de mando de Seguridad Regional de la PFP, sin mayores explicaciones.
Pocos pero efectivos.
Octavio Rodríguez Araujo, nos recuerda que la guerra de Eliot Ness contra Al Capone, empezó por depurar la corrupción entre la policía hasta quedarse con sólo nueve elementos de su absoluta confianza.
Y, quizás más grave aún, sea el hecho -como lo confirmó, este lunes 21 de mayo la Procuraduría de Justicia de Sonora-, que la mayoría de los gatilleros que murieron en el combate eran ex militares; se sabe que 14 de éstos ya fueron identificados por las familias; el resto sigue en investigación. Procedían de Tamaulipas, Sinaloa, Chihuahua, Estado de México y Michoacán y fueron, en diferentes fechas, integrantes de las Fuerzas Armadas antes de vender su inteligencia y destrezas al cartel del Golfo.
El General Secretario de la Defensa Nacional nos los dijo recientemente, que de diciembre de 2000 a noviembre del 2006 se registraron 107,128 deserciones, mientras que entre diciembre pasado y abril del 2007 lo han hecho 5,116 elementos. No, dijo cuántos de estos se han incorporado a la Delincuencia Organizada. Lo que sí dijo es que sería presentado a la Consejería Jurídica del gobierno, para que a su vez lo presente al Congreso, un proyecto de reformas y de modificaciones al Código de Justicia Militar, para que a los militares y desertores que participen en actividades de delincuencia organizada como narcotráfico se les considere responsables del delito de traición a las fuerzas armadas.
Dice el colega Luis Astorga que “el hecho de que los militares se vendan al narcotráfico es traspasar toda la inteligencia, los conocimientos y la lógica de las estrategias militares al enemigo, usando las mismas armas, las mismas tácticas para la confrontación”; agrega que el problema es “mucho más grave que una simple deserción”.
Y quizás lo mejor de Arizpe, Sonora es que los policías locales se reivindicaron. Hicieron lo que nadie había hecho- quizás sólo el Ejército- enfrentar sin miedo al crimen organizado. Hay que reconocerlo, en la policía hay buenos elementos que traen el uniforme puesto, aunque no tengan recursos suficientes; también desafortunadamente hay corruptos; uno de los presuntos sicarios detenidos en la sierra es miembro activo de la Policía Municipal de Hermosillo.
Y el presidente Calderón hace –por primera vez-, un reconocimiento a los policías muertos en la lucha contra la delincuencia organizada, a los que dice también deben ser reconocidos como héroes, y al igual que lo hizo con los militares al inicio de su gobierno ofreció un sistema de estímulos adecuados para los policías que actúen con honestidad, integridad y sacrificio en el combate a la delincuencia.
Admitió el Presidente que en México los policías viven permanentemente acosados por la amenaza, la presión y el chantaje de los delincuentes.

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