8 sept 2007

A seis años del 11-S

A seis años del 11-S: más vigilancia, más inseguridad/Oscar Raúl Cardoso
Tomado de Clarín ocardoso@clarin.com
En la orilla del sexto aniversario de los ataques del 11/S parece inevitable que nuevos episodios —aun violentos— jalonen la memoria presente de la fecha en que Occidente ingresó en la interminable "guerra contra el terrorismo" y lo hizo, además, imponiéndose un "paradigma de prevención", definiciones ambas que formuló el gobierno de George W. Bush.
Es algo más que esperar —ya se lo ha anunciado— un nuevo mensaje en video de Ossama bin Laden o, lo que es más temible, uno o más atentados.
Basta preguntarle ahora a la canciller alemana Angela Merkel, cuyos servicios de seguridad aseguran haber descubierto una conspiración para cometer atentados en el país que involucra a una decena de potenciales terroristas de los cuales tres ya han sido arrestados.
Es interesante notar que esos servicios aseguran que, con excepción de uno de los sospechosos que puede haber abandonado Alemania, la policía conoce las identidades y los lugares en que están los que aun gozan de libertad y que si no han sido detenidos es porque "la evidencia" resulta insuficiente. Apenas un par de días antes la policía dinamarquesa anunció el desbaratamiento de otro complot por el que detuvo a ocho personas. Un día después seis de estas fueron liberadas.
Este es uno de los problemas centrales del "paradigma de prevención": su credibilidad deviene de que son funcionarios gubernamentales los que reparten las culpas sin que sientan la obligación de ofrecer las pruebas que permitirían identificar a los responsables.
Ah, sí, también esperan que perfilar racialmente a los acusados —musulmanes asiáticos— hará que nadie pregunte otra cosa y dé por sentado que los anuncios son verdad. Parece ser esta un suerte de "cualidad" del Tercer Reich que algunos han decidido sacar del archivo.
Hace unos meses Londres afirmó haber desbaratado una célula que estaba a punto de cometer atentados contra vuelos comerciales transatlánticos.
¿Qué más se supo de este complot y de sus participantes? Nada, excepción hecha de que eran "islámicos radicalizados".
El ambiente parece estar a punto en Alemania para creer lo peor. País que no tiene fuerzas militares en Irak y cuya presencia en Afganistán se ha vuelto más simbólica que otra cosa, los alemanes parecían convencidos que el terrorismo era un problema del resto de Europa y no de ellos.
En 2005, un estudio reveló que solo el 38% de los alemanes creían seriamente que un atentado mayor podría afectarlos durante la década siguiente. El Fondo Marshall de Estados Unidos en Europa realizó el mismo estudio este año y descubrió que el temor se había casi duplicado. El 70% de la sociedad cree ahora que será afectado en el futuro por el terrorismo internacional.
La coalición de gobierno que preside Merkel debe decidir en los próximos días si vota una serie de reformas legales que limitarán seriamente los derechos de los ciudadanos a defenderse del escrutinio invasivo del Estado. La puja entre su propio partido, el democristiano, y sus socios, los socialdemócratas, que no desean más seguridad a cambio de menos libertades y garantías es fuerte.
Una de esas disposiciones permitiría a las autoridades, por ejemplo, enviar correos electrónicos falsos a las computadoras de presuntos sospechosos. Los correos llevarían adosado uno de los denominados "virus troyanos" que permitiría rastrear los contenidos de esas computadoras y también establecer un patrón de vigilancia de largo plazo de los equipos sin necesidad de autorización judicial.
Los cambios prevén también la prohibición para algunos individuos —aunque no estén detenidos ni acusados— de usar teléfonos celulares, un modo de restringir la posibilidad de comunicación de potenciales terroristas. ¿Pero si la decisión es burocrática, no judicial, qué seguridad habrá de que no afecte a inocentes?
Detenciones preventivas
Esta es una línea de acción que uno puede rastrear a lo largo del hemisferio norte. Los juristas David Cole (Universidad de Georgetown) y Jules Lobel (Universidad de Pittsburgh) quienes sostienen que Bush está en verdad perdiendo su guerra contra el terrorismo ofrecen este ejemplo, entre otros.
En el marco de su paradigma de prevención, el gobierno de Bush convocó a 80.000 musulmanes extranjeros residentes para efectuar un "registro especial", detuvo en el exterior a unos 8.000 jóvenes para que fuera escrutados por el FBI y colocó a más de 5.000 en "detención preventiva".
Hasta aquí ni uno solo ha sido condenado de un acto terrorista. Los dos juristas dicen: "El registro del gobierno, en lo que sin duda es la campaña más amplia de perfiles étnicos desde la internación de japoneses durante la II Guerra Mundial es de 0 contra 93.000".
Seis años después, parece necesario pensar cuál es la senda que estamos recorriendo en materia de garantías democráticas y quizá recordar la admirable sentencia de Aharon Barak, recientemente retirado como miembro de la Suprema Corte de Israel.
En el fallo que hace algunos años prohibió a los militares y policías israelíes emplear "presión física moderada" —esto es, tortura— contra sus detenidos palestinos, el juez escribió: "Una democracia debe, algunas veces, combatir el terror con una mano atada a su espalda. Pero aun si la democracia tiene la mano ganadora. El imperio de la ley y la libertad de un individuo constituyen importantes componentes en su comprensión de la seguridad. Al fin del día son las dos las que dan fuerza a su espíritu y esta fuerza le permite superar sus dificultades".
Copyright Clarín, 2007

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