2 oct 2007

La opinión de Leo Zuckermann

  • Columna Juegos de Poder/Leo Zuckermann
Publicado en Excelsior, 1/10/2007;
Diez apuntes sobre el EPR y la inteligencia del Estado
1. El Ejército Popular Revolucionario (EPR) es un grupo que pretende implantar el comunismo en México por la vía de la Revolución. Así lo dice el sitio de internet del EPR (www.pdpr-epr.org). Ni ellos esconden lo que es obvio y que soslayan algunos políticos y periodistas. Este grupo subversivo busca la “lucha de los pobres contra los grandes propietarios y capitalistas”; procura el enfrentamiento entre los “grandes sectores de obreros, campesinos, estudiantes y profesionales” con “la burguesía nacional y los explotadores extranjeros”.
2. El método de lucha del EPR es a través de guerrillas con la misión de destruir el “poder económico, político y militar, así como la ideología y la cultura de los enemigos nacionales y extranjeros”. Hasta ahora, su modus operandi ha sido la de detonar inmuebles sin víctimas humanas que lamentar. En años pasados lo hicieron en la sede del PRI, en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y en sucursales bancarias.
3. Sin embargo, ahora están atacando las redes del sistema energético del país siguiendo el ejemplo de otros grupos guerrilleros latinoamericanos. Como lo comenta Donald Hamilton en un artículo reciente de Foreign Affairs en Español: “Las FARC y el ELN comenzaron a atacar los oleoductos colombianos hace una generación. Sendero Luminoso atentaba de rutina contra las sobrecargadas redes de energía eléctrica de Perú a finales de las décadas de 1980 y 1990. Durante la mayor parte de la década de 1990 el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN) fue implacable en sus atentados contra la red eléctrica de El Salvador”.
4. El EPR ha escalado sus operativos atacando los ductos de Pemex. En julio detonó cargas explosivas en diversos puntos de los estados de Guanajuato y Querétaro, lo cual provocó escasez en el suministro de energéticos en el Bajío y el Occidente del país. En septiembre, el EPR se adjudicó seis explosiones más en 12 ductos de Pemex en Veracruz. De acuerdo con la prensa, cientos de personas huyeron de los sitios siniestrados “por temor a nuevas explosiones y a la intoxicación generada por las nubes de gas y humo”. Estas nuevas explosiones afectaron el suministro energético de por lo menos diez entidades federativas. Se calcula que las pérdidas económicas de este último atentado podrían alcanzar los mil millones de dólares.
5. El EPR ha justificado estos ataques por la desaparición de Gabriel Alberto Cruz Sánchez y Edmundo Reyes Amaya. Los dos militantes de la guerrilla se encuentran efectivamente desaparecidos. “Vivos se los llevaron y vivos los queremos”, fue la leyenda escrita que apareció en los más recientes atentados del EPR. Las autoridades gubernamentales juran y perjuran que ellos no los tienen. La realidad es que no se sabe de su paradero. Ni se puede descartar que alguna organización policiaca o castrense los haya desaparecido ni que hayan sido víctimas de un ajusticiamiento interno del EPR, lo cual es común en este tipo de organizaciones revolucionarias. Que estos dos individuos estén desaparecidos es terrible. Pero no justifica los ataques terroristas de una organización que quiere la Revolución.
6. El EPR hace ver mal y débil al gobierno federal. Máxime cuando el procurador general de la República, Eduardo Medina-Mora, afirma que este grupo está integrado por “decenas o algunos cientos de personas”. El Estado mexicano, con sus miles de policías y soldados, se ve más chiquito que un EPR que atenta generando pérdidas millonarias. Indignado, un amigo empresario que tuvo que parar su planta por una semana debido a la falta de combustible me preguntó el otro día: ¿y para qué pagamos impuestos?
7. La mejor herramienta del gobierno para combatir el terrorismo de grupos subversivos es la inteligencia. Los guerrilleros, siguiendo los consejos de Mao Tse Tung, evitan los enfrentamientos directos con el Ejército y atacan los puntos débiles que no pueden ser protegidos por el Estado, como los miles de kilómetros de ductos de Pemex. Para combatirlos, el gobierno debe infiltrar y espiar a los grupos guerrilleros; tener la información para evitar los atentados y eventualmente arrestar a las células de terroristas que pretendan ejecutarlos.
8. Sin embargo, el órgano de inteligencia del gobierno federal está deteriorado. Así lo ha reconocido el secretario de Gobernación, Francisco Ramírez Acuña, quien informó que en los últimos años el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) sufrió una disminución de recursos económicos y humanos; más de mil agentes fueron removidos. Santiago Creel, secretario de Gobernación durante buena parte del sexenio pasado, admitió el recorte y dijo que el Congreso fue corresponsable de la situación. Como siempre, los políticos encuentran excusas para diluir su responsabilidad en este importante asunto.
9. Habría que aprovechar la actual crisis para rehacer la inteligencia del Estado. Así lo ha dicho Jorge Tello Peón, ex director del Cisen, quien explicó que los sistemas de inteligencia en el mundo se construyen por sus fracasos y no por sus éxitos que, por razones obvias, no se publicitan. Para el experto en seguridad, hay que dotar al Cisen de los recursos económicos y jurídicos necesarios para que efectivamente pueda ejercer su labor de inteligencia.
10. Esto es lo que debía estar discutiendo el Congreso y no abriendo mesas de negociación. Y es que el senador panista Ulises Ramírez anunció que el Senado va a crear una comisión especial que sirva de enlace con el EPR. La medida parece políticamente correcta. Sin embargo, los legisladores no han aprendido de la historia: con los terroristas, no se puede negociar. Este concepto no entra en su lógica revolucionaria. Para más referencias podrían hablar con el presidente español, José LuisRodríguez Zapatero, de los resultados que obtuvo al tratar de negociar con la ETA.

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