La cuestión kurda en el conflicto anclado en la historia/Carlos del Ama, es doctor en Economía y Relaciones Internacionales y autor de Hacia un nuevo orden mundial, AuthorHouse, 2007
Publicado en EL MUNDO, 12/12/2007:
Con la amenaza de invasión por parte de Turquía, el Kurdistán se ha abierto en los últimos meses un hueco en los titulares de prensa. Conviene recordar que no es una pequeña provincia remota que salta ahora casualmente a la actualidad; no se trata de otro Kosovo. El Kurdistán ocupa más de medio millón de kilómetros cuadrados -es decir, es tan grande como toda España- y tiene unos 35 millones de habitantes, la población que tenía nuestro país no hace muchos años.
Se trata de una región muy montañosa en la que los kurdos vienen morando ininterrumpidamente desde hace 30 siglos y que desde la Primera Guerra Mundial se encuentra dividida entre cuatro países: Turquía, Irak, Irán y Siria. Hay un quinto territorio que es el Kurdistán desplazado, fundamentalmente dentro de Turquía, pero también es numerosa la población de origen kurda en Alemania, Bélgica y Suiza. Es una comunidad muy activa que se movilizó contra Siria por las represiones de las revueltas nacionalistas, contra Irán por la guerra santa que el ayatolá Jomeini declaró a los kurdos iraníes, y que están empezando a hacerlo contra Turquía.
Hubo dos repartos del Kurdistán. El primero se produjo en el siglo XVI tras la derrota de Turquía a manos persas en la Batalla de Chaldirán, en 1514. El resultado fue que cada uno de los países nombrados anteriormente se quedó con una región kurda. El segundo se acordó en el Tratado de Lausana, tras la negativa turca a aceptar la propuesta de Inglaterra de crear un Estado kurdo independiente, bajo la protección del Reino Unido, a fin de separarlo de Turquía y poder tener acceso a las riquezas petrolíferas de la zona. Ante la negativa a este plan, se decidió ceder a Turquía la zona más occidental y menos rica en hidrocarburos, repartiendo el resto entre Irak y Siria, es decir, entre el mandato británico y el francés, pasando estas potencias a explotar las riquezas de un subsuelo que había sido turco durante siglos.
Anteriormente, en Sevres, se había acordado la creación de un Kurdistán independiente y el sultán turco llegó a ratificar el tratado, pero la rebelión de los Jóvenes Turcos y el triunfo de Ataturk frente a la flota británica en los Dardanelos llevaron a la anulación de dicho tratado para ser sustituido por el de Lausana.
Los kurdos no son árabes, ni siquiera son semitas, sino indoeuropeos. El idioma kurdo es muy parecido al persa. Sin embargo, el gran héroe de los árabes, Saladino, era kurdo. En aquel momento, turcos, árabes y kurdos se unieron bajo el liderazgo de Saladino para luchar contra los cruzados y conquistar Jerusalén.
Los kurdos, convertidos al islam a lo largo del siglo VIII, una centuria después de la invasión árabe, convivían con sus vecinos y correligionarios persas, árabes y turcos sin mayores problemas, como parte de la sultanía turca, pero conservando siempre su lengua, sus costumbres locales y sus cabecillas tribales. Aunque hubo contados episodios de rebeldía frente a las autoridades turcas en el pasado, la cuestión kurda se inició con el reparto colonial, tras haber alimentado las potencias occidentales esperanzas sobre la creación de un Estado kurdo independiente que nunca llegó a ver la luz.
La raíz del problema del Kurdistán surge de que, siendo Irán uno de los primeros productores de petróleo del mundo, la mayor parte de sus reservas están en el Kurdistán iraní, a la vez que la mayoría de las reservas petrolíferas de Irak -otro de los grandes productores mundiales de la energía negra- también están en Kurdistán, región en la que se encuentra igualmente el 100% de los yacimientos de petróleo sirios. Además, junto a una zona sumamente árida, con extensas zonas desérticas, el Kurdistán cuenta con una gran riqueza hidráulica, ya que tanto el Eufrates como el Tigris nacen allí y surcan la región.
El Kurdistán ha estado ocupado por potencias extranjeras desde el siglo VI antes de Cristo, desde que en el 550 a.C. sus habitantes fueran derrotados por los persas. Tras éstos, fueron ocupados por los macedonios, los romanos, los armenios, los bizantinos, los árabes, los mongoles, los turcos y, finalmente los ingleses, para pasar a formar parte de los cuatro países que actualmente poseen una provincia kurda. Un factor determinante de las sucesivas ocupaciones fue la potencia de los enemigos. Estamos hablando de Persia, la Macedonia de Alejandro Magno, Roma… Pero otro aspecto a tener en cuenta ha sido la secular estructura feudal y tribal de los kurdos, quienes fraccionados por su montañoso territorio, con frecuentes enfrentamientos internos, nunca llegaron a formar un gran Estado. No olvidemos que no hace muchos años había una guerra civil entre kurdos.
Tanto árabes como kurdos están resentidos por la alianza de Turquía con Israel, firmada en marzo de 1996, un tratado de cooperación militar e hidráulica con otras implicaciones -son numerosos los árabes que atribuyen al Mossad la detención del líder del PKK Abdalá Ocalan en Nairobi-. Respecto al problema del agua, acordemos que el llenado de la presa Ataturk supuso el desvío de las aguas del Eufrates y, por último, la reclamación por Siria de la provincia de Hatay, antigua Iskandarilla, provincia siria que fue cedida por los franceses a Turquía cuando estaban al mando del protectorado.
Los intereses de las grandes potencias tienen su reflejo en la cambiante apreciación que en Occidente se tiene sobre la causa kurda. Tras la ocupación por los rusos de una franja en el norte iraní, se fundó en 1946 la República de Mahabat, un Estado kurdo independiente bajo protectorado ruso. Este hecho conllevó que se relacionara a los kurdos con la amenaza comunista en todas las cancillerías occidentales cuando tanto Turquía como la Persia del sha eran los dos bastiones contra la Unión Soviética en la zona.
Sin embargo, ahora que los kurdos iraquíes han apoyado a las fuerzas de la coalición contra Sadam Husein y tanto Turquía como Irán han perdido gran parte de su valor estratégico ante Rusia, son vistos como aliados de Occidente, habiendo alcanzado los kurdos iraquíes un alto grado de autonomía respaldado por Estados Unidos, aunque sobre el papel sigan dependiendo de Bagdad. En la actual coyuntura, EEUU se ve ante el enfrentamiento de dos aliados: Turquía y el Kurdistán iraquí, ambos importantes en su lucha en Irak.
A lo largo del siglo XX, ha habido revueltas kurdas en las cuatro zonas. Los cuatro estados dominantes del Kurdistán, a la vez que reprimían a los kurdos de su zona, auxiliaban o incitaban a los kurdos vecinos en sus luchas contra sus respectivos gobiernos centrales. En la actualidad, Turquía se ve presionada por la UE para resolver el problema kurdo, pero los ataques del PKK a instalaciones y ciudadanos turcos, actuando desde bases en el Kurdistán iraquí, han llevado a Ankara a planificar una intervención militar en el norte de Irak. Recordemos que esa zona fue turca hasta el tratado de Lausana, es riquísima en petróleo y la actual independencia de facto de los kurdos en Irak supone el germen de un posible Estado kurdo que los generales turcos no pueden tolerar y puede que sea lo que más teman.
Habría que llegar a un acuerdo antes de que la situación se haga irreversible. Las manifestaciones del PKK a favor de una tregua van en la buena dirección, pero sería necesaria una paz definitiva que incluya garantías por parte de la Unión Europea sobre la integración de Turquía tras la paz con los kurdos.
Contra ello se alzan las opiniones públicas de países como Francia, Austria o Alemania, donde la incorporación de Turquía se ve como una amenaza. Sólo en Alemania, viven ya más de seis millones de turcos. Un posible plan B sería poner en práctica la propuesta que se hace en el libro Hacia un nuevo orden mundial de ayudar a Turquía a formar una Unión Turca con las ex-repúblicas soviéticas turcas, en la que podría integrarse un Kurdistán reunificado e independiente y que la nueva Unión Turca, junto con la Unión Europea y Rusia, formasen una gran Confederación del Mar Negro.
Ego sum qui sum; analista político, un soñador enamorado de la vida y aficionado a la poesía.
13 dic 2007
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