10 feb 2008

El CISEN

Cisen: palos de ciego
Reportaje de Jorge Torres
Publicado en la Revista Proceso, 1632, 10/02/2008;
La crisis en el Cisen, que se evidenció tras los atentados del EPR contra los ductos de Pemex, se tradujo ya en la determinación de volver a infiltrar a los grupos subversivos. Especialistas consultados por Proceso atribuyen dichos ataques guerrilleros a que Vicente Fox prácticamente abandonó y propició el desmantelamiento del Cisen. Según ellos, la seguridad nacional no mejorará porque más que operaciones encubiertas y dinero, lo que falta es una política coherente y una verdadera dirección…
Después de los atentados que el Ejército Popular Revolucionario (EPR) perpetró contra instalaciones de Pemex el año pasado, el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), severamente cuestionado durante la administración calderonista, decidió reactivar sus programas secretos de infiltración a grupos subversivos.Hasta finales del sexenio del presidente Ernesto Zedillo –explica a Proceso un alto exfuncionario del Cisen en entrevista concertada bajo términos de anonimato–, este organismo “tenía infiltrado al EPR” y a toda la guerrilla, pero en el gobierno de Vicente Fox “se soltaron los hilos” de esas organizaciones armadas. Antes, refiere, “los grupos armados estaban infiltrados por agentes encubiertos o por personas que reclutaban estos agentes del entorno de la guerrilla”, aunque “toda esa red que se tejió en la clandestinidad se deshizo en el sexenio de Vicente Fox”.
A lo largo de esa administración, precisa el exfuncionario, “el Cisen no sólo se estancó en términos operativos, sino que retrocedió, y ahora está volviendo a hacer todo lo que hacía antes”, a raíz de que los ataques a las instalaciones de Pemex –el 5 de julio y el 10 de septiembre de 2007– evidenciaron la crisis del Cisen y cimbraron las estructuras burocráticas de los servicios de inteligencia civil del gobierno mexicano. Sin embargo, los programas secretos de infiltración y las operaciones encubiertas que ha realizado el Cisen a lo largo de casi dos décadas se han mantenido sin controles de ninguna especie y al cobijo de la ambigüedad jurídica.
La infiltración, como concepto jurídico, aparece en la Ley Federal Contra la Delincuencia Organizada, que faculta a agentes de la Procuraduría General de la República (PGR) para realizar operaciones encubiertas contra el crimen organizado. El artículo 11 de esa normatividad establece que “el procurador general de la República podrá autorizar la infiltración de agentes” en las organizaciones delictivas sometidas a investigación para determinar sus “estructuras de organización, formas de operación y ámbitos de actuación”. A su vez, la Ley de Seguridad Nacional que, desde enero de 2005, rige al Cisen indica en su artículo 31: “Al ejercer atribuciones propias de la producción de inteligencia, las instancias gozarán de autonomía técnica y podrán hacer uso de cualquier método de recolección de información…” (subrayado del reportero).
Un documento confidencial consultado por Proceso indica que la Dirección de Investigación del Cisen tiene entre sus atribuciones proponer “los operativos especiales de investigación para la recolección de información”, y que a la Dirección de Contrainteligencia corresponde “dirigir, coordinar y supervisar el diseño, formulación, ejecución y evaluación de acciones conducentes a la obtención de información estratégica”. Pero en ningún caso se precisa qué tipo de “acciones” o de “operativos especiales” pueden realizar los agentes del Cisen.
Hasta el sexenio pasado, la Dirección de Investigación contaba con cuatro departamentos operativos, tres de coordinación y uno de planeación; dos oficinas operativas, una de supervisión, una de evaluación y otra de administración operativa. Conforme al documento interno de organización del Cisen, la Dirección de Contrainteligencia dispone de una oficina denominada Radicales y Subversivos, mientras que la Dirección de Análisis lleva un seguimiento informativo pormenorizado de las actividades del EZLN, del ERPI y del EPR, información que fluye de los agentes de campo a los seis departamentos que dependen de la Subdirección de Análisis de Subversión.
El tema de la infiltración de agentes aparece en documentos internos del Cisen y en reportes de inteligencia clasificados. Proceso tuvo acceso a uno de ellos que, elaborado en noviembre de 1995 y titulado Plan General de Infiltración, asienta que se debe “plantar o ubicar, mediante el ingreso abierto o ilícito, a un agente dentro de un grupo u organización, con el fin de conocer y reunir información, desde adentro, de sus actividades”.
El reportero consultó así mismo una serie de “reportes unitarios” del Cisen sobre las acciones encubiertas y la forma de proteger a sus agentes, resumida por un exanalista del Centro en los siguientes términos: “Cuando iban por una célula de la guerrilla a un lugar determinado, sabían quién de los suyos estaba adentro; sabían a quién proteger”.
Según el organigrama oficial –clasificado como secreto por el Cisen–, Recursos Humanos cuenta con dos áreas clave para la formación de estos agentes de operaciones especiales, una de reclutamiento y otra de capacitación, tanto técnica como operativa. “Llegué a ver a agentes en las aulas de las instalaciones del Cisen aprendiendo a armar y desarmar bombas; era gente que se movía en las zonas de Guerrero y Oaxaca”, asegura el especialista.
En los “reportes unitarios” consultados se registra que, a mediados de los años noventa, una agente del Cisen, a la que se le impuso el nombre clave de “Ana”, se le adjudicó la misión de infiltrarse en una organización clandestina del estado de Chihuahua, hasta que la operación encubierta fue congelada por el entonces director del Centro, Alejandro Alegre.
Deterioro institucional
El 25 de septiembre del año pasado, el secretario de Gobernación, Francisco Ramírez Acuña, reveló ante el Congreso que la actual administración de Felipe Calderón recibió una agencia de inteligencia con un elevado nivel de “deterioro”, lo que “afectó la detección de los atentados” del EPR contra las instalaciones de Pemex.
Ese “deterioro” del Cisen, agregó, se debió a la reducción de presupuesto a la que se vio sometido en la pasada administración y a que más de mil agentes abandonaron sus filas. Pero el gobierno de Calderón, aseguró en su comparecencia ante la Comisión Bicamaral de Seguridad Nacional del Congreso, había decidido fortalecerlo.
Por cierto que uno de los diputados integrantes de esa comisión, el general retirado Roberto Badillo Martínez, criticó el hecho de que, en su comparecencia tras los atentados del EPR, el director del Cisen, Guillermo Valdés, sólo dijo a los congresistas que el organismo estaba investigando… “¿Considera eso información?”, le preguntó el diputado Badillo Martínez, y añadió: “El director del Cisen ha ido dos veces (al seno de la Comisión Bicamaral) y dice lo que quiere; una de las funciones de la Comisión Bicamaral es revisar la actuación del Cisen; en ese sentido, el director del Cisen se presenta a la comisión, pero dice lo que quiere y contesta lo que quiere”. Luego, el legislador concluyó: “Mi diagnóstico sobre lo que pasó con el Cisen el sexenio pasado es que se desmanteló; muchos de los investigadores que se habían formado a través de los años ya no estaban, y eso es algo que también se dijo desde el gobierno”.
Un exconsejero adjunto de Seguridad Nacional, Raúl Benítez, explicó que una de las principales causas del abandono y desmantelamiento del Cisen durante la primera administración panista del país, la de Vicente Fox, fue la desconfianza que generaba su estructura y su personal. Había, precisó Benítez, un “cuestionamiento al trabajo del Cisen porque respondía al PRI. El Cisen navegó sobreviviendo a este fantasma” durante todo el sexenio de Fox…
El regreso de los espías
Raúl Benítez fue un hombre muy cercano al ahora fallecido Adolfo Aguilar Zinser, quien fue consejero de Seguridad Nacional del gobierno foxista y embajador de México ante la ONU. Desde su posición de consejero adjunto del Consejo de Seguridad Nacional –que funcionó de diciembre de 2000 a junio de 2002–, Raúl Benítez conoció de cerca los procesos de inteligencia y el flujo de información. A su juicio, “aun con todas las deficiencias que tiene, el Cisen cuenta con una estructura sólida”, y dispone de “un seguimiento muy detallado sobre el EPR, pero le falta la información precisa, táctica, de la célula que está haciendo los atentados”. Y explica: “Parece ser que el EPR no tiene muchas estructuras celulares dispersas, porque no ha actuado; dice que levanta la tregua al gobierno y anuncia acciones armadas, y no las hace. O no las hace porque no puede, o no las hace porque el gobierno lo tiene neutralizado. Lo que creo es que el EPR cuenta con una pequeña célula que se está moviendo por el Bajío, que es la responsable de los atentados a Pemex. Creo que no tiene más capacidad operativa”.
En cuanto a los programas secretos de infiltración del Cisen, Benítez recuerda que ese es uno de los métodos más socorridos por las agencias de inteligencia de todo el mundo y está aceptado como una de las reglas del juego en el campo del espionaje. “Ninguna ley te prohíbe infiltrar un grupo, no está tipificado como delito”, sostiene, y asevera que el Cisen, como agencia de inteligencia, “tiene la obligación de hacer esta investigación. Es necesario. Es más, si no lo hiciera, podría caer en omisión”.
Pero no todos comparten la visión de Benítez. Tal es el caso del diputado Cuauhtémoc Sandoval, quien advierte que el Cisen “no está facultado” para disponer infiltraciones, “ni es correcto” que lo haga. “El Cisen –manifiesta– tiene otras facultades. Sería equivocada la política de infiltrar (a los guerrilleros). Es lo peor. Es la típica política que ha fracasado históricamente; meterles topos da resultados coyunturales, pero es una política totalmente equivocada.” Añade que “la Ley de Seguridad Nacional en algunos temas es tan ambigua que permite esa clase de interpretaciones; la ambigüedad desde la ley permite que haya irregularidad en el manejo de estos organismos, y aprovechando esas lagunas, el Cisen hace y deshace. Es un organismo sin control, y la Comisión Bicamaral sencillamente no ha podido entrar al tema”. Como sea, dos semanas después del segundo ataque guerrillero, Francisco Ramírez Acuña anunció en el Congreso, el 25 de septiembre de 2007, la creación de un nuevo organismo de combate a la subversión, al que denominó “Grupo Central de Atención a la Subversión”. Ante una pregunta de Sandoval, el titular de Gobernación le respondió que se trataba de “una estructura interna en donde de manera coordinada participan la Secretaría de la Defensa, la Secretaría de Seguridad Pública Federal, la Procuraduría General de la República y el Centro de Investigación y Seguridad Nacional”. No dio más detalles ni se precisaron los alcances de este nuevo grupo, observa ahora Sandoval. “Con el EPR se ha dado una política de palos de ciego. Aunque aumentó la partida presupuestal del Cisen –que en 2008 podrá ejercer más de mil 300 millones de pesos–, el problema es que no se tiene una política concreta de Seguridad Nacional ni hay una dirección. Se trata de un trabajo muy improvisado. Están dando palos de ciego.

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