4 feb 2008

El expediente del Guero Castañeda


De traidor a la patria a canciller
Desde 1979 y por más de tres años, Castañeda Gutman espió para Cuba. Tras tachar de “estúpidos” a los líderes del régimen al que servía rompe con ellos. A su paso por la Cancillería destruye los puentes diplomáticos entre México y la isla
JUAN ARVIZU, reportero
El Universal, Lunes 04 de febrero de 2008
juan.arvizu@eluniversal.com.mx
Jorge Castañeda Gutman fue reclutado al servicio de la Dirección General de Inteligencia (DGI) de Cuba en México, en 1979, y por más de tres años entregó a La Habana información estratégica de la Cancillería, del gobierno federal y del mismo Presidente de la República, revela un expediente de la desaparecida Dirección Federal de Seguridad (DFS), ubicado en la Galería 1 del Archivo General de la Nación (AGN).
Los documentos oficiales de la época detallan la forma “altanera, exigente, denigrante”, con que Castañeda Gutman presionaba a su padre, el entonces secretario de Relaciones Exteriores del gobierno de José López Portillo, para que tomara decisiones de política exterior, bajo los dictados de La Habana.
El expediente comprende los años de 1979 a 1985, y acaba con una ficha en la que se anota que, perdida la confianza de los cubanos, Castañeda ocasiona su ruptura con la DGI y tacha de “estúpidos” a los líderes del régimen al que había servido.
Quince años después, como secretario de Relaciones Exteriores de Vicente Fox, emprendió la demolición de los puentes diplomáticos entre México y Cuba.
En abril de 2002, Fidel Castro, en la declaración en que dio a conocer la grabación de sus telefonemas con Vicente Fox [donde se revela el famoso “comes y te vas”], el líder cubano señala que como canciller, “el señor Castañeda se dedicó a intrigar y conspirar” contra Cuba.
El caso de Castañeda, como un ciudadano mexicano al servicio del espionaje de un gobierno extranjero, fue documentado por la DFS, con reportes de vigilancia y monitoreo de sus actividades, firmados por Miguel Nazar Haro, director del organismo.
Jorge Luis Joa Campos, miembro de la Dirección General de Inteligencia (DGI) del Partido Comunista de Cuba, fue el jefe de la sección México, que reclutó al mexicano, a la par que el prestigiado embajador Jorge Castañeda y Álvarez de la Rosa asumió el cargo de canciller en Tlatelolco, según la documentación de la DFS.
El joven barbado de 26 años, que se desenvolvía en las exclusivas esferas del poder, se inscribió en el Partido Comunista Mexicano (PCM), salido de la clandestinidad un año antes.
Centroamérica era teatro de la Guerra Fría. Cuba necesitaba apuntalar en su ajedrez geopolítico al Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN). Allí encajó Castañeda.
Fue muy natural la militancia comunista de ese integrante de la “izquierda exquisita”, ajena a la pobreza, que lideraba marchas y mítines.
Hijo de canciller, con estudios en París, crecido en los ambientes diplomáticos de Nueva York y ciudades europeas. Envuelto en esa seda, toma la bandera “del proletariado oprimido por la burguesía”; así habla.
Es un combatiente por una sociedad sin clases que se mueve en la élite. El expediente resguardado en el AGN documenta su contacto (27 agosto 1982) con un doctor en Economía en campaña por el poder: José Córdoba Montoya, vecino de la calle de Francisco Sosa, de Coyoacán, quien ya es álter ego de Carlos Salinas de Gortari.
Joa Campos y sus jefes se sorprenderían, hasta la sospecha, de lo productivo que resultó Castañeda Gutman, como informante y facilitador.
El informe “Espionaje” de Jorge Castañeda Gutman, de la DFS del 3 de septiembre de 1981, señala:
“Durante 1979, Jorge Luis Joa Campos (lo) reclutó para los intereses de su país (...) después de haberlo puesto a prueba durante varios meses”. Indica que “se le solicitaron favores de menor importancia, como la expedición de pasaportes y visas”.
Esa es técnica de reclutamiento de la Inteligencia soviética, como relata “Agente secreto; mi vida con la KGB y la élite soviética”, memorias de un ex agente, publicadas en 1987, bajo el nombre de Ilya Dzhirkvelov.
El hijo del canciller fue pródigo con su tráfico de influencias, al satisfacer las peticiones de su “intervención para solucionar problemas de asilados políticos”. Ayudó, “dentro de la competencia de la SRE, para resolver asuntos de salvadoreños, guatemaltecos y chilenos, “que en forma clandestina intentan derrocar a sus gobiernos”.
Su relación con espías cubanos
El adelanto de este infiltrado, motivó a su padrino en el espionaje, Joa Campos, a solicitar al responsable general del Departamento de Las Américas, Manuel Piñeiro Lozada, darle más injerencia en las actividades de espía y, por tanto, relacionarlo con los contactos cultivados en México.
Los informes de la DFS alertaron “de un notable incremento en las relaciones” que sostenía el hijo del titular de la SRE en la red de espías cubanos. Entabló amplia relación con “otros miembros de la DGI, que encubiertos radican en México, como Gonzalo Bassols Suárez, alias Garibaldi y Roberto González Egaña”.
Nazar Haro concluye: “Estas personas obtienen de Castañeda información de todas las actividades oficiales del secretario de Relaciones Exteriores, en virtud de que tiene gran ascendente sobre su padre”.
Dos colaboradores directos del canciller: el secretario privado, Mauricio Toussaint Ribot y el secretario particular, Miguel Marín Bosch filtraban información a Castañeda Gutman y le resolvían asuntos diversos. Desde la oficina del titular de la SRE cometían tráfico de influencias.
“Me urge (que) me mandes el télex de la India; me urge mucho”, instruyó a Toussaint Ribot, al salir de un restaurante, en una vigilancia de rutina de agentes del espionaje mexicano.
“Estas dos personas le informan a Castañeda Gutman, con todos los detalles, de las actividades, reuniones, eventos, decisiones y hasta los comentarios que el secretario de Relaciones Exteriores les hace de sus pláticas con otros ministros e, inclusive, con el propio Presidente”, asegura el reporte de ese caso de “Espionaje”.
Señala que en esas circunstancias, Castañeda “tiene posibilidad de participar en decisiones importantes del gobierno, tanto en forma directa, convenciendo a su padre (...) e, incluso, presionándolo de manera indirecta y a sus espaldas”.
Como ejemplo, se cita un caso de guatemaltecos en Chiapas para quienes gestiona el asilo político.
Pide a su padre que en una reunión intersecretarial (Segob, Sedena, SRE) obtenga ese estatus. Pero faltaban argumentos para ello.
Entonces, establece contacto “con su amigo Francis Pisani, corresponsal de Le Monde; le dicta (una nota) en francés, con ataques al gobierno mexicano, por si los guatemaltecos no obtenían el asilo político colectivo.
Viajes a Cuba
El periodista obedece; envía el texto a su redacción en París. Castañeda hace llegar la copia del télex al canciller, una hora antes de la reunión de gabinete. Sin embargo, en esa ocasión falla el engaño a su padre.
La DFS no encontró contactos directos de Castañeda con grupos guatemaltecos. “Se desprende que actuó, como en otros casos, siguiendo directrices de los cubanos”, concluye la inteligencia mexicana.
Viajó más a Cuba que a la Unión Soviética. De sus visitas a la isla se conocieron en marzo de 2002 unas fotos de una práctica de tiro, acompañado por Toussaint Ribot y otras personas, en un campo de entrenamiento guerrillero.
Los cubanos le presentaron a dirigentes del FMLN, con quienes redactaría varios borradores del reconocimiento a la guerrilla salvadoreña como parte beligerante.
Con diplomacia gestionó el respectivo comunicado de México y Francia, ante el filósofo Régis Debray, asesor de asuntos latinoamericanos del gobierno francés. En cambio, “en forma altanera, exigente e insistente”, forzó a su padre el canciller, “para que este también presionara al gobierno de Francia”.
El dirigente salvadoreño, Salvador Samayoa Leyva, “manifestó su desconfianza por tanta ayuda que Castañeda Gutman les ha prestado”. Y se preguntó: “¿No le estaremos dando mucha beligerancia?”
Guillermo Manuel Ungo, número uno en las gestiones internacionales de la guerrilla salvadoreña, no descartó la sospecha y sólo calificó la ayuda que recibían de Castañeda Gutman: “Es necesaria”.
Sus intromisiones causaron tensión diplomática en vísperas de la Cumbre Norte-Sur, de Cancún. Cuando José López Portillo cancela una entrevista con el presidente de Guatemala, Castañeda alardea con amigos: “Todo por esas pinches provocaciones monstruosas que armamos”.
La DFS sostiene en octubre de 1981: “Se encuentra preocupado. Considera que puede ocasionarse, por estos hechos, la destitución de su padre”.
En ese contexto, “de manera denigrante, instruye al secretario de Relaciones Exteriores, y le dice: ‘Si das conferencia de prensa mañana, tienes que hacer hincapié en que no hay aislamiento contra México, por la sencilla razón de que todos van a venir a lo de Cancún”.
Otra nota refleja la presión cubana sobre su infiltrado estrella, para que resuelva un asunto caliente.
El 21 de enero de 1982, el “Sector Especial” de la Dirección Federal de Seguridad emite un hallazgo de su espionaje en la embajada de Cuba. “La dirección de Inteligencia está insistiendo a Jorge Castañeda Gutman que pregunte a su padre por la situación de Jaime Guillot Lara”, colombiano, traficante de drogas y armas, miembro del M-19. Goza de relaciones con diplomáticos cubanos que “le proporcionaron dinero”, y “tiene gran importancia para el gobierno cubano”.
En octubre de 1984, desgastó su trato con los cubanos. Su padre ya no era el canciller, y él estaba fuera del tráfico de información estratégica.
“Está bastante distanciado de los diplomáticos cubanos en México”, reportan sus vigilantes.
Precipita enojos entre el embajador cubano, José Agustín Fernández de Cosío, y el ex consejero político, Fernando Comas Pérez. Ambos se molestan con Castañeda, quien pierde la confianza isleña.
Corta sus ligas, al decir en su entorno que “los cubanos, encabezados por Comas, estaban ayudando a las guerrillas en el estado de Guerrero”.

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