25 mar 2008

Calderón rechazó la renuncia...

Columna Serpientes y Escaleras/Salvador García Soto
Publicado en El Universal, 25 de marzo de 2008
Calderón rechaza renuncia de Mouriño
El Presidente, afirman fuentes de Los Pinos, ni siquiera dejó terminar su explicación a Juan Camilo. “Tú sigues siendo el interlocutor de este gobierno”, le dijo
“Lo que no mata fortalece. Tú sigues siendo el interlocutor político del gobierno y cualquiera que quiera hablar con este gobierno tiene que hablar contigo”. Con esa frase, y en ese tono contundente, el presidente Felipe Calderón le respondió a su secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, cuando éste acudió a Los Pinos a presentarle su renuncia, tras los escándalos que lo involucran en un presunto tráfico de influencias.
El hecho ocurrió el pasado lunes 10 de marzo en la residencia oficial de Los Pinos. Apenas había vuelto de su gira de trabajo por Centroamérica, el Presidente recibió en privado, en su despacho, a Juan Camilo, quien solicitó verlo con carácter urgente. En la ausencia del mandatario, el escándalo por los contratos con Pemex firmados por Mouriño como apoderado de las empresas de su familia había crecido, y las voces y rumores que hablaban de un relevo en Bucareli aumentaban, tanto en el círculo rojo como en los corrillos del gobierno y el PAN.
Cuando Mouriño puso sobre el escritorio presidencial su carta de renuncia, la explicación fue que lo hacía para evitar dañar la imagen del gobierno, al tiempo que informaba a Calderón que ya había pedido que se investigara a fondo el tema y había entregado los documentos en su poder —siete contratos entre Pemex e Ivancar suscritos en 2003— para las indagatorias correspondientes.
El Presidente, afirman fuentes de Los Pinos, ni siquiera dejó terminar su explicación a Juan Camilo. “Tú sigues siendo el interlocutor de este gobierno”, le dijo y le soltó la frase aquella de que si este escándalo no lo mató terminará por fortalecerlo.
Así, en privado y sin hacer ningún pronunciamiento público sobre el escándalo que envuelve al número dos de su gobierno y quien era identificado como su hombre de mayor confianza, el presidente Felipe Calderón tomó la decisión de mantener en el cargo a su secretario de Gobernación, con todos los costos que esa decisión puedatener.
Pero aunque Calderón haya decidido privilegiar la amistad y cercanía por encima de la eficacia en el puesto político por excelencia del gabinete, es claro que el golpe certero que dieron a Juan Camilo Mouriño, al exhibir el modo en que aprovechaba su posición de funcionario público en beneficio de sus empresas familiares, lejos de “fortalecerlo”, dejó al encargado de la política interna del país en extrema vulnerabilidad y con nulo margen para fungir como interlocutor entre la oposición y el gobierno federal.
Si bien el PRI, o más bien las cúpulas de ese partido, defendieron a Mouriño, ni siquiera los priístas que controlan al viejo partido desde el Congreso, léase Manlio Fabio Beltrones y Emilio Gamboa Patrón, ven al inquilino de Bucareli como su interlocutor con el gobierno. Beltrones siempre ha puesto como condición en sus negociaciones con la administración calderonista un diálogo directo y sin intermediarios con el Presidente.
Tal vez por eso Calderón decidió mantener en su puesto a un secretario tocado políticamente, que no le es indispensable en sus alianzas y negociaciones con el PRI. La misma lógica opera en el caso del Panal y sus votos en el Congreso; Elba Esther Gordillo siempre ha tenido línea directa y abierta en Los Pinos. Y si se trata de los votos del Partido Verde, son los priístas los que negocian el apoyo de los verdes a las iniciativas del gobierno.
El único caso en el que no habría comunicación ni negociación de ningún tipo con Mouriño es con el Partido de la Revolución Democrática; de cualquier modo al Presidente no le preocupan los votos perredistas y sabe que, salvo los contactos con Nueva Izquierda, también vía Beltrones, difícilmente las bancadas del PRD apoyarán iniciativas como la reforma en Pemex y mucho menos tendrán un diálogo abierto con su administración. Si los perredistas no hablan con Mouriño, a Calderón poco le importa.
Eso no quita que el costo de mantener a su joven y desgastado secretario será alto. Tal vez el Presidente no lo resienta en lo inmediato; pero 2009 está a la vuelta de la esquina y quizá el PAN termine pagando los platos rotos de Juan Camilo en las votaciones al Congreso.

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