6 abr 2008

Gastos secretos


Millonaria partida para gastos secretos/reportaje.
Jorge Carrasco Araizaga, reportero.
Revista Proceso 1640, 6/04/2008;
La decisión del gobierno federal de impedir que se conozcan las partidas secretas, según lo publicó el Diario Oficial de la Federación, las deja a salvo de cualquier supervisión. A partir de ahora el Congreso no podrá auditar las compras, arrendamientos o pagos de servicios que realicen por lo menos 11 dependencias gubernamentales, con el argumento de que son erogaciones relacionadas con la seguridad nacional.
El gobierno de Felipe Calderón decidió mantener en secreto, y aun incrementar, el gasto discrecional que cualquier área de su administración haga en servicios considerados necesarios para la seguridad nacional.
El pasado 10 de marzo, el Diario Oficial de la Federación publicó las Reglas de Operación del Comité Técnico del Consejo de Seguridad Nacional (CSN) emitidas por la oficina de la Presidencia de la República. En la práctica, estas reglas crean partidas secretas de gasto público en dicho rubro.
Además de los recursos que cada secretaría de Estado tiene asignados para este tipo de gasto, principalmente los dedicados al combate a la delincuencia organizada, el presidente Calderón cuenta con un presupuesto propio de seguridad nacional, que este año ascendió de 12 y medio millones de pesos a 33 millones y medio.
Con el establecimiento de estas reglas, el mandatario extiende a su gabinete de seguridad nacional una carta blanca en lo que respecta al manejo de recursos, pues con ellas evitará que la Cámara de Diputados audite las compras, arrendamientos o pagos de servicios que se realicen con el argumento de que abarcan aspectos de dicho rubro.
Además, las reglas aumentan la discrecionalidad para que ese gabinete, formado por los integrantes de 11 dependencias, haga adjudicaciones directas. Evitan incluso la supervisión por parte de los órganos internos de control (OIC) de cada dependencia involucrada y mandan a la reserva, hasta por 12 años, la información implicada, con la agravante de que cualquier infracción grave en el manejo de los recursos prescribe a los cinco años.
Vigentes desde el mismo 10 de marzo, las Reglas de Operación cierran el paso a revisiones como la practicada el año pasado por la Auditoría Superior de la Federación (ASF) al presupuesto ejercido en 2006 por el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), dependiente de la Secretaría de Gobernación.
A pesar de que sólo auditó una muestra de 257 millones de pesos –21.7% de los mil 187 millones de pesos presupuestados para el Cisen en el último año del gobierno de Vicente Fox–, la ASF encontró que 20 millones se entregaron a proveedores de servicios sólo mediante un acta circunstanciada y que otros 22 millones de pesos se ejercieron con cargo al presupuesto de años posteriores.
En su reporte, dado a conocer el 27 de marzo, la auditoría comprobó además que un vehículo y 19 equipos de cómputo fueron transferidos a la Presidencia; y más grave aún, que un avión del Cisen fue utilizado por funcionarios de otras dependencias gubernamentales.
Al revisar 59 órdenes de vuelo de la aeronave Lear Jet 45, matrícula XC-VMC, por el período enero-diciembre de 2006, la ASF encontró que trasladó a funcionarios ajenos al Centro sin contar con la autorización del titular de la Secretaría de Gobernación, en ese momento Carlos Abascal Carranza.
Por este hecho, que implicó la utilización de recursos del Cisen para fines ajenos a sus tareas de investigación y análisis, el organismo fiscalizador dependiente de la Cámara de Diputados pidió una investigación para el posible establecimiento de responsabilidades del funcionario o los funcionarios que permitieron esa desviación.
Si las Reglas de Operación hubieran estado vigentes al momento de la auditoría, no se habría conocido que el Cisen gastó 54 millones y medio de pesos en la contratación de servicios de noticias en español, de telefonía, de comunicación de voz satelital, de renovación y actualización de licencias de software o en el mantenimiento de una aeronave.
La opacidad promovida por la Presidencia de la República quedó establecida en las Reglas de Operación del Comité Técnico de Seguridad Nacional, publicadas en el Diario Oficial de la Federación bajo la certificación de Sigrid Arzt Colunga, secretaria técnica del CSN, cargo que depende directamente del presidente de la República.
Ese comité fue creado el 10 de diciembre de 2007 por el CSN, instancia que se formó a finales del sexenio pasado luego de que en enero de 2005 entró en vigor la Ley de Seguridad Nacional.
El CSN se ha convertido en uno de los principales actores del gobierno calderonista. Lo preside el propio Calderón y lo integran los secretarios de Gobernación, de la Defensa Nacional, de Marina, de Seguridad Pública, de Hacienda y Crédito Público, de la Función Pública, de Relaciones Exteriores, y de Comunicaciones y Transportes. También participan el procurador general de la República y el director general del Cisen.
El CSN cuenta con un secretario ejecutivo, que recae en el secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, y con un secretariado técnico, que está bajo el mando de la académica Sigrid Arzt como parte de la estructura de la Oficina de la Presidencia de la República.
En el primer año del gobierno de Calderón, el secretariado técnico tuvo un presupuesto de 12 millones 581 mil 233 pesos. Para 2008 dispondrá de 33 millones 556 mil pesos, casi el triple.
Esta instancia tiene un gran poder de operación. De acuerdo con la Ley de Seguridad Nacional, además de manejar la información generada por el CSN, propone lineamientos y la ejecución de acciones, controla el inventario de la infraestructura estratégica del país y mantiene la relación con la comisión bicameral de Seguridad Nacional, entre otras facultades.
Reservas
La Presidencia de la República mantiene en reserva la información sobre la estructura de la oficina que encabeza Arzt, y ahora pretende que tampoco se conozca la manera en que ejercerá su presupuesto en caso de que la Cámara de Diputados quiera revisarlos mediante la Auditoría Superior de la Federación.
De los 33 millones y medio de pesos que dispondrá esa oficina de Los Pinos, 23 millones y medio serán para “servicios personales”, 1 millón 247 mil para “materiales y suministros” y 8 millones 771 mil para “servicios generales”.
Es decir, más allá de los 20 millones de pesos que en su mayor parte se destinan al pago de sueldos, quedará en secreto la forma en que se gasten por lo menos 10 millones, pues de acuerdo con las Reglas de Operación no se sabrá qué empresas o personas serán quienes cobren ese dinero ni bajo qué concepto.
En teoría, el comité se encargará de “agilizar la adquisición de bienes, arrendamientos y servicios en materia de seguridad nacional”. Pero en los hechos su tarea consistirá en garantizar el secreto de los gastos discrecionales que haga el gobierno de Calderón en el sector.
Sus operadores serán Salvador Vega Casillas, secretario de la Función Pública –dependencia que pretende mantener como reservada por tres años la declaración patrimonial del expresidente Vicente Fox– y Dionisio Pérez-Jácome Friscione, subsecretario de Egresos de la Secretaría de Hacienda.
Vega es el presidente del Comité Técnico, que además de Pérez-Jácome tendrá “un representante con nivel de oficial mayor u homólogo” de las dependencias que integran el CSN.
Calderón cuidó que ese Comité no se salga de su control, pues en las reglas estableció que en todas las sesiones de aquél “asistirá con el carácter de invitado permanente, con voz pero sin voto, un representante de la Oficina de la Presidencia de la República”.
La regla quinta de la publicación crea un régimen de excepción que no sólo garantiza el secreto, sino una mayor discrecionalidad en el manejo de los recursos y la impunidad en caso de que se incurra en irregularidades graves.
Según esa disposición, el Comité Técnico del CSN tiene la tarea de integrar un catálogo con la descripción de los bienes muebles, arrendamientos y servicios en materia de seguridad nacional, un registro general de proveedores y otro de precios de referencia.
Con el registro del nombre, razón social, domicilio, apoderados, experiencia, bienes o servicios y antecedentes de los proveedores, el comité pretende que el Consejo de Seguridad Nacional contrate bajo criterios de “economía, eficacia, eficiencia, imparcialidad y honradez que aseguren las mejores condiciones para el Estado”.
En esas bases de datos quedarán las compras “que por sus características básicas relevantes y finalidad intrínseca encuadren en el régimen de excepción previsto en el artículo 41, fracción IV de la Ley de Adquisiciones, Arrendamientos y Servicios del Sector Público”.
Ese artículo establece también que las dependencias y entidades “bajo su responsabilidad, podrán contratar adquisiciones, arrendamientos y servicios, sin sujetarse al procedimiento de licitación pública, a través de los procedimientos de invitación a tres personas o de adjudicación directa”.
En su fracción IV precisa que ese tipo de contrataciones se podrá hacer cuando “se realicen con fines exclusivamente militares o para la Armada, o sean necesarias para garantizar la seguridad nacional, de acuerdo con lo que establece la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública Gubernamental”.
La referencia a la Ley de Transparencia alude a su artículo 13, según el cual este tipo de información tiene el carácter de reservado. Más aún, cuando se trata de seguridad nacional, la misma Ley de Adquisiciones establece, en su artículo 40, excepciones relativas a la transparencia en el manejo de los recursos públicos.
Dice esa disposición que el titular del área responsable de la contratación de adquisiciones, arrendamientos y servicios de seguridad nacional no está obligado a rendir ningún informe al Órgano Interno de Control de la dependencia cuando esas operaciones se realicen con fundamento en el artículo 41 de la ley.
Lo que hizo el gobierno de Calderón a través del Comité Técnico fue fijar reglas para obstruir la revisión de los gastos que las dependencias aduzcan como de seguridad nacional y ampliar las facultades discrecionales de su gabinete de seguridad para hacer compras, arrendamientos o pago de servicios por adjudicación directa o invitación a terceros.
Pero como la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública Gubernamental reserva por 12 años lo referente a seguridad nacional, extiende también una garantía para que queden sin castigo los posibles abusos cometidos al amparo de esta discrecionalidad.
La Ley Federal de Responsabilidades Administrativas de los Servidores Públicos señala en su artículo 34 que en el caso de infracciones graves en el manejo de recursos públicos las sanciones prescriben a los cinco años, un tiempo muy inferior al permitido para que se conozca la información reservada como de seguridad nacional.
La información sobre ese tipo de gasto ni siquiera podrá ser conocida por la Comisión Bicameral de Seguridad Nacional, creada como un pretendido control a las acciones del Ejecutivo federal en esa área. La Ley de Seguridad Nacional señala que en sus relaciones con ese órgano legislativo, la oficina que ahora está bajo el control de Sigrid Arzt omitirá “cualquier información cuya revelación indebida afecte la Seguridad Nacional, el desempeño de las funciones del Centro (Cisen) o la privacidad de los particulares. Para tal efecto, ningún informe o documento deberá revelar información reservada”.
Blindaje presidencial
De acuerdo con el diputado del PRD Alfonso Suárez del Real, integrante de la Comisión de Defensa Nacional, los candados puestos a la supervisión del gasto por parte de la ASF van contra el artículo 74 de la Constitución. Este artículo le da a la Cámara de Diputados la facultad exclusiva de fiscalizar el ejercicio del gasto público.
En el caso de las partidas secretas, ese mismo ordenamiento señala que no las habrá “fuera de las que se consideren necesarias”, con ese carácter, en el presupuesto de egresos de la federación. Además, las “emplearán los secretarios por acuerdo escrito del presidente de la República”. Más allá de lo establecido en la Constitución, Calderón le da ese trato al gasto de su gabinete de seguridad nacional.
Suárez del Real asegura que “la rendición de cuentas quedaría sepultada por este esquema de discrecionalidad en el que se quiere esconder el gasto en áreas que no reúnen las características de alta seguridad”.
Y señala una paradoja: “Si tanto queremos proteger los asuntos de seguridad nacional, por qué no tenemos un satélite propio que se encargue de la transmisión de datos”. Recuerda que sólo 7% de Satmex es propiedad pública. “Como Estado somos un cliente más de una empresa particular”.
las Reglas de Operación van más allá de las excepciones, como las encontradas en la revisión del gasto ejercido por el Cisen en 2006. Una de éstas fueron los 20 millones de pesos auditados que se pagaron mediante “actas circunstanciadas” por no requerir de comprobantes.
Según la regulación de las partidas de seguridad pública y nacional, en los casos en que no exista documentación que compruebe las erogaciones, la instancia gubernamental que las haya dispuesto deberá acreditarlas mediante actas circunstanciadas en las que se asiente el motivo y el monto de la erogación, ante la presencia de dos testigos designados por esa misma instancia y, posteriormente, formalizada por el titular de la unidad.
Además de los recursos, la ASF también revisó el desempeño del Cisen. La conclusión no fue nada favorable. Según el fiscalizador, “no se identifican mecanismos de control interno para evaluar el impacto de las acciones que en materia de seguridad nacional el Cisen realiza para contribuir a preservar la integridad, estabilidad y permanencia del Estado mexicano, dar sustento a la gobernabilidad, y fortalecer el estado de derecho”.
Directo, le dice que carece de “indicadores de desempeño y de instrumentos formales de retroalimentación” que permitan la evaluación de su trabajo. Más: le indica que “no elaboró los lineamientos generales del plan estratégico” de seguridad nacional que le ordena la Ley de la materia.
La ASF señala también que la Agenda Nacional de Riesgos que por ley el Cisen debe elaborar cada año, en 2006 la formuló sin respetar los procedimientos establecidos en el “Acuerdo por el que se establecen las normas generales de control interno en el ámbito de la Administración Pública Federal”, publicado por la Secretaría de la Función Pública el 27 de septiembre de 2006.
Ante esas observaciones, el Cisen apeló al secreto por razones de “seguridad nacional” y coincidió con el argumento esgrimido por el Comité Técnico para reservar cualquier información relacionada con la materia.
“Es necesario advertir que la publicación de datos asentados en los resultados de la Auditoría de Desempeño número 234, aun tratándose del producto de ejercicio de facultades de fiscalización, deberá apegarse (a la Ley de Transparencia y la de Seguridad Nacional).”
Por lo tanto, expone, “está vigente una reserva por ministerio de ley sobre la información cuya difusión implique la revelación de normas, procedimientos, métodos, fuentes, especificaciones técnicas, tecnología o equipos útiles a la generación de inteligencia para la seguridad nacional, así como aquella cuya revelación pueda ser utilizada para actuar o potenciar cualquiera de las amenazas” a la seguridad del país.
Y continúa: la publicación de información no reservada que está en poder del Cisen “debe apegarse invariablemente al principio de información confidencial gubernamental” establecido en la Ley de Seguridad Nacional.

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