17 jun 2008

Ministro de Defensa de Ecuador


Mario Mendoza entrevista a Javier Ponce, Ministro de Defensa de Ecuador.
El arcángel Juan
Tomado de la revista donjuan.com, No. 21, junio-julio
El Ministro de defensa de Ecuador habla de sus desacuerdos con el ministro de defensa de Colombia, confiesa que fumó marihuana en 68 y que las fuerzas armadas siempre le han parecido de una teatralidad impresionante, habla de por qué él, un poeta y novelista medianamente reconocido, es ahora el hombre fuerte de una nación que ha desplegado toda su fuerza de combate en la frontera, y para finalizar, cuando le hablan de los computadores de Raúl Reyes dice que Colombia se los robó.
javier ponce nos recibe en su estudio personal, en el tercer piso de una casa sobria y elegante. Los muebles de madera y el diseño colonial de la edificación dan la sensación por momentos de estar en una casa de campo. Ponce es un hombre de ademanes lentos, parsimoniosos, que habla en voz baja y que fuma su tabaco con deleite mientras sopesa cada una de sus respuestas. Los años dedicados a la literatura dejaron en él una marca imborrable: el exceso de introspección. Se nota que le cuesta trabajo atender esa realidad exterior que como ministro le es fundamental, pero que como escritor quizás le es indiferente e incluso deleznable.
Su biblioteca (Foucault, Deleuze, Celan) demuestra su gusto por los intelectuales franceses. Estudió en París en los años setenta y pertenece a esa generación de latinoamericanos que vivieron una época de contracultura ligada a la Revolución Cubana y a Mayo del 68. Cuando uno le pregunta por esa parte de su biografía, Ponce habla de los escritores del boom, del debate sobre los montoneros, de pequeñas dosis de marihuana que les llegaban en latas de Nescafé, de cómo se buscaban para hablar, para debatir, para compartir, de cómo iban descubriendo a América Latina estando en París.
Ponce ha escrito varios libros de poesía (A espaldas de otros lenguajes,
Afuera es la noche), novelas (Es tan difícil morir), ensayos sobre cultura y cientos de artículos sobre política, comunicación y educación.
Se nota en sus escritos la influencia de Saint-John Perse y de Pessoa. Cuando habla de literatura, Ponce alude a una figura clave para él: Paul Celan. Y de los latinoamericanos quizás la presencia más notoria en sus libros es la de Octavio Paz. El periodismo ha sido la forma de vincularse a un mundo exterior que la literatura le niega, porque la fuerte introspección artística lo ha dejado encerrado en sí mismo.
Lo curioso, la pregunta que surge entonces, es cómo un intelectual
de estas características acaba de ser nombrado como ministro de Defensa de Ecuador. Sobre el presidente Correa hay una amplia información en los medios, pero sobre este hombre reposado y cauto no se sabe nada todavía en nuestro país. Un hombre sobre el cual descansa la responsabilidad de las operaciones militares ecuatorianas, un hombre que fue nombrado en el cargo justo en la mitad de la crisis del bombardeo al campamento de Raúl Reyes, y un hombre sobre el que oiremos hablar permanentemente de aquí en adelante.
Cuando Ponce habla de los “tigres” (fuerzas especiales de la selva)
hace comparaciones teatrales y recuerda autos sacramentales y obras sobre la Revolución Francesa. Alguna vez, en medio de la jungla, Ponce fue recibido por uno de estos escuadrones especiales en un fuerte camuflado entre el follaje. Un guardia con la cara pintada y con un pañuelo en la cabeza recitó un texto sobre el sentido de la vida y de la muerte, sobre la necesidad del sacrificio por la patria. La puerta se abrió, un fuego se encendió, y, unos instantes después, Ponce caminó sobre las cenizas. Ya dentro del fuerte, vio un espectáculo sorprendente: soldados cruzando por pasarelas colgantes,otros practicando boxeo y ejercicios de gimnasia, otros lanzándose
al agua para hacer investigaciones subacuáticas. Y fue entonces cuando Ponce pronunció un discurso en el cual explicó que la base de la disciplina militar no consiste en el respeto a la jerarquía, sino en prepararse para la guerra sabiendo que lo importante es la paz. Es decir, que la base de la disciplina militar consiste en prepararse para un enfrentamiento que ojalá nunca se vaya a presentar.
Ése es el hombre que he venido a entrevistar, y, detrás de sus gestos imperceptibles y de su voz pausada y susurrante, está claro el dilema
que enfrenta: debe cambiar a las Fuerzas Armadas del Ecuador antes de que ellas lo cambien a él. Su colega en el Ministerio de Educación, el también escritor Raúl Vallejo, dice de él: “Javier ha sido una persona que ha escrito mucho sobre cuestiones militares, ha reflexionado sobre el tema, ha sido un crítico muy puntual. Yo creo que está muy capacitado para el cargo”. Sin embargo, esa proximidad con lo que criticó en el pasado es también su talón de Aquiles: puede terminar convertido en lo que tanto detestaba.
M. M. -Usted venía desempeñándose como secretario privado del presidente Correa, y todo el mundo esperaba un nombramiento en el Ministerio de Cultura. Sus antiguos compañeros de prensa recibieron la noticia con gran sorpresa e incluso el ex ministro José Gallardo afirmó que era un grave error.
J. P. La verdad es que yo fui el primer sorprendido. En ese momento
el Presidente necesitaba en ese cargo a alguien muy cercano a él para tener una comunicación más directa con las Fuerzas Armadas.
Y fue entonces cuando en el gobierno tomamos conciencia de dos cosas: de la importancia de la política internacional (porque por primera vez nos abríamos de esa manera al mundo), y de la importancia de la relación con nuestras Fuerzas Armadas. Y la actitud de los antiguos generales se explica por mis artículos críticos con respecto a las Fuerzas Armadas en el pasado.
M. M. -Después del bombardeo al campamento de Raúl Reyes vienen una serie de cambios en el interior de las Fuerzas Armadas Ecuatorianas. Se habla de una injerencia de la CIA en los organismos de inteligencia. Pero era de público conocimiento que periodistas, políticos y militares visitaban a la representante de la CIA (alias Madame Swat) aquí en Quito. ¿Por qué el presidente Correa espera el altercado con Colombia para hacer esas denuncias y esos cambios?
J. P. Desde hace varias décadas se habla de la presencia de la CIA en todos los estamentos ecuatorianos. Y durante este gobierno ese rumor ha continuado. Hasta que suceden los hechos de Angostura –la zona del bombardeo– y comenzamos a manejar la hipótesis que no hemos abandonado y que es la base de las últimas declaraciones que yo hice: la posible participación norteamericana en el ataque a Angostura. Ahora, hay cosas que son bastante evidentes: hay toda una unidad de investigación de la policía que está financiada por los Estados Unidos, por la CIA. Y toda la formación se da en torno a las estrategias y a las políticas norteamericanas. Los dos ejes de la doctrina de las amenazas son el narcotráfico y el terrorismo, que son los dos ejes norteamericanos. Se tiene una doctrina de seguridad heredada de la guerra fría. Los cambios fuertes en las Fuerzas Armadas todavía no se han dado. Tenemos que fortalecer nuestra capacidad operativa: necesitamos radares para saber qué pasa en la frontera. Los aparatos de inteligencia tienen que estar controlados por el poder político. No estamos en una carrera armamentista porque estamos muy lejos de competir con Colombia o con Perú en este aspecto, pero sí necesitamos mejorar nuestras estrategias de vigilancia de la soberanía.
M. M. -Se dijo que el coronel Mario Pazmiño Silva estaba involucrado
en un supuesto grupo de ultraderecha llamado la Legión Blanca, que amenazaba a periodistas, activistas de derechos humanos
y dirigentes sociales. Y se dijo también que el coronel Pazmiño
tenía nexos con los servicios de inteligencia de Colombia. ¿Esa investigación ya arrojó resultados concretos?
J. P. No, nosotros recién hemos integrado la comisión. El asunto de la Legión Blanca es un poco como el de la CIA: es un fantasma que flota. Quiénes son, quiénes no son. Es una especie de masonería. Lo que es evidente es que el coronel Pazmiño ocultó información, y fue un ocultamiento premeditado. La inteligencia militar ecuatoriana se apoyaba muchísimo en la colombiana. Y claro, por esa vía podía estarse sustentando la inteligencia norteamericana, que está actuando con mucha fuerza en el Plan Colombia. Algo que sí está muy claro es que el coronel Pazmiño se entera a las seis y media del ataque en la frontera y el presidente Correa hacia las ocho de la mañana. Es decir, Pazmiño está enterado mucho antes. Y esas primeras
informaciones son equívocas: se dice que ha habido un enfrentamiento
en Colombia y que están intentando introducir herido a Raúl Reyes al Ecuador. Además, a lo largo de todo ese primer día, la actitud del coronel Pazmiño coincide con la de los jefes militares colombianos, que nos dan sucesivas coordenadas equívocas.
M. M. -¿Los organismos de inteligencia ecuatorianos ya confirmaron
que en el bombardeo al campamento de Raúl Reyes hubo participación
efectiva del gobierno de Estados Unidos?

J. P. El tema es muy simple. Las muestras encontradas en Angostura
nos indican que las bombas utilizadas fueron bombas de tecnología
norteamericana, y que fueron bombas manejadas por GPS.
La forma regular de los cráteres así lo comprueba. Y ni los kafir ni los mirage de la Fuerza Aérea Colombiana pueden transportar bombas GPS. La única posibilidad es que las conduzcan los supertucanos, pero con una adaptación especial que dura alrededor de diez meses. Ahora, siempre es posible un robo de tecnología. Y le exigimos a Colombia dos cosas: una, que haga públicos los videos de los aviones que intervinieron en el ataque, y dos, que demuestre
fehacientemente que esos aviones fueron adaptados para ese tipo de bombas.
Porque la única respuesta que ha dado el ministro Santos es que yo estoy mal informado. Lo que tienen que hacer es darnos pruebas y punto.
(DONJUAN habló con el ministro de defensa Santos y, literalmente,
repitió que el señor ministro de Defensa del Ecuador estaba mal informado. “Colombia”, dijo, “no sólo cuenta con los aviones que él menciona, sino con otros con capacidad para transportar bombas GPS”).
M. M. -¿El caso Aisalla –el ciudadano ecuatoriano muerto en el ataque– no vino a confirmar que había una falta de comunicación entre el Gobierno del Ecuador y sus Fuerzas Militares, es decir, que el Presidente Correa no estaba bien informado a nivel de inteligencia militar?
J. P. Sí, sin duda. El caso Aisalla precisamente es el que de manera más clara demuestra el vacío y el ocultamiento de información. Lo que sucede es que Aisalla murió de un golpe en la cabeza y otros indicios nos conducen a la hipótesis de que pudo haber ajusticiamientos en el ataque a Angostura. Eso es lo que estamos estableciendo. Y este tipo de cosas son las que no podemos soportar.
M. M. -La marcha que hace poco se dio en Colombia y otros países es el clamor de un pueblo en contra de las Farc. ¿Por qué parecería que el presidente Correa se solidariza con los victimarios y no con las víctimas?
J. P. Lo que pasa es que Ecuador no maneja el concepto de terrorismo
desde la perspectiva norteamericana. Y entonces no llama terroristas a fuerzas que considera, de hecho, irregulares. Nosotros no podemos permitir la presencia en nuestro territorio ni de fuerzas regulares ni de fuerzas irregulares. El Ecuador tampoco ha hablado del reconocimiento de beligerancia para las Farc. Si uno revisa la historia de Colombia no puede ignorar el origen político de las Farc. Lo que pasa es que la masacre de la Unión Patriótica hace parte de la pérdida de las Farc de todo rumbo y de todo eje político. Y luego su vinculación al narcotráfico les complica las cosas aún más.
M. M. Chávez ha dicho que los Estados Unidos tiene intereses de crear una guerra en la zona. ¿Está el gobierno de Ecuador de acuerdo
con esas declaraciones?

J. P. No. El gobierno ecuatoriano es un gobierno que se identifica con tesis de izquierda y eso puede crear la imagen de una relación con las Farc, de la misma manera que hemos pasado un año con la historia de que somos un clon de Chávez. Nosotros somos independientes.
Por otro lado, el Ecuador ha procurado tener una relación amigable, pero franca y transparente con Estados Unidos. Nosotros hemos dicho desde el primer día que no vamos a prolongar la estadía norteamericana en la base de Manta. Eso no significa que la colaboración con Estados Unidos se detenga.
M. M. -¿Qué sigue ahora?
J. P. Nosotros exigimos que Colombia atienda su frontera sur. Yo acabo de recorrer la frontera y es realmente desolador ver el abandono en que Colombia tiene a la gente que vive en la frontera. Y finalmente, hay una cosa que para el presidente Correa resulta insólito e incomprensible, y es por qué, en el mejor momento de las relaciones entre los dos gobiernos, Uribe le ocultó un operativo preparado con anticipación. Eso resulta insoportable y es el origen del resentimiento del presidente Correa.
M. M. -¿Qué opina de los documentos que han encontrado en los computadores de Raúl Reyes?
J. P. Si sacan los documentos de la computadora de Raúl Reyes, nosotros podríamos acusarlos de habérselos robado, porque eso estaba en territorio ecuatoriano.

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