1 jul 2008

El Chompiras

Juan Pablo Becerra-Acosta entrevista a Ruben Figueroa
• A 13 años de la masacre de Aguas Blancas
El más triste acontecimiento de mi vida política: Figueroa
El ex mandatario asegura que la matanza “fue un acto de contrainsurgencia del EPR y un grave error policial... es falso que yo haya querido matarlos y que me haya ufanado de lo ocurrido”.
Publicado en Milenio Diario, 1 de julio de 2008;
Luego de 13 años de la matanza de Aguas Blancas, ocurrida el 28 de junio de 1995 en el municipio de Coyuca de Benítez, donde 17 campesinos murieron y 21 más resultaron heridos bajo fuego policial, el ex gobernador de Guerrero, Rubén Figueroa Alcocer, accede a hablar del tema en entrevista con MILENIO.
De acuerdo con su interpretación de los hechos, esto fue lo que ocurrió:
—Fue una provocación del EPR. No lo digo yo, lo dijeron los guerrilleros en una entrevista publicada hace unos meses en la revista Día Siete de El Universal, dijeron que lo de Aguas Blancas se trató de su mejor acto de guerra, su mejor trabajo de contrainsurgencia en el que tontamente, erróneamente, cayeron los policías. Porque eso es la contrainsurgencia: provocar que el enemigo cometa un error.
—Las dos personas que brincan del camión con la pistolita y el machete fueron preparados por ellos. La policía cayó en la provocación y reaccionó con una violencia desmedida.
—El director de Gobernación, Esteban Mendoza, llevaba a un auxiliar que no me acuerdo de su nombre. Era un tipo de Chihuahua que iba armado, sin tener por qué estar armado, y fue el primero que disparó ante la provocación. Este tipo se dio a la fuga y nunca lo aprehendieron ni apareció. Y entonces los policías lo imitaron y se generalizó la balacera en la que murieron todas esas personas inocentes que no tenían nada que ver (con la Organización Campesina de la Sierra del Sur, OCSS).
Le leo a Figueroa lo que este lunes se publica en MILENIO: la trascripción de dos llamadas telefónicas que supuestamente se dieron entre él y María de la Luz Núñez Ramos —según la versión de ésta—, quien a la sazón era alcaldesa de Atoyac de Álvarez, lugar al que se dirigían los campesinos de la OCSS para manifestarse aquel día. La Suprema Corte de Justicia de la Nación dio por buena la versión de Núñez, ya que la incluyó en su informe final sobre el caso. —En la primera llamada, un día antes de la matanza, usted le dice a la alcaldesa que al día siguiente montaría un operativo policial para detener, “a como de lugar”, a los campesinos de la OCSS…
—No, no es cierto. Es una distorsión de la plática. Yo le dije que íbamos a hacer todo lo posible para detenerlos, pero no a detenerlos “a como dé lugar”. En las reuniones de la casa de gobierno del día anterior previmos que si esas personas se ponían excesivamente violentas, las dejábamos pasar. La manifestación era contra ella, no contra mí. Esa fue mi instrucción y está en todas las actas de la investigación que tiene la Corte. Yo tenía que hacer todo lo posible para evitar un conflicto entre el ayuntamiento y esas personas, pero eso no quiere decir que los fuéramos a matar. Es una verdadera tontería…
—En la segunda llamada, el día de los hechos, al explicarle a la alcaldesa lo que ocurrió, usted dice: “¡Venían a la guerra y guerra tuvieron! ¿Somos autoridad o no somos?”… —le leo a Figueroa. Se molesta muchísimo.
—¡Es una mamada, cómo voy a decir eso! ¡No es cierto, eso no es cierto! ¡Nombre!…
—Daba la impresión de que usted se ufanaba… —lo interrumpo, y él no oculta su enojo.
—Es una de tantas mentiras que esta señora declaró y los ministros que llevaron el caso la tomaron como verdad, pero en la Corte desmentí eso. En mi declaración precisé que eso no era exacto, que no era correcto, y que era una mentira. ¡Punto!
—¿Cómo fue entonces?
—Yo le dije lo que había ocurrido, y ya. Punto. Nada más. ¡Qué voy a estarle diciendo que “guerra”, que o no sé qué! ¡Si no estoy loco! ¡Cómo voy a decir ese nivel de tonterías!
—Ella dice que no quiere revivir heridas, pero asegura que usted dijo eso…
—Ella tiene su verdad porque tiene su posición y cosechó de ahí para su vida pública y política. Aprovechó este acontecimiento triste en la vida de los guerrerenses, y triste en mi vida política, porque eso terminó con mi vida política en Guerrero y en el país.
—Políticamente lo sepultó…
No, no me sepultó… Terminó con mi vida política en Guerrero y en lo nacional. Jamás quise volver a participar en la vida política, porque era una cosa que a mí me había dejado seriamente lesionado en lo personal, y en mi prestigio político también. Ya no tuve, por edad física, como por voluntad personal, deseos de seguir en la vida pública y me dediqué a mis actividades personales. Y ya… —agrega con voz firme pero con cierto pesar en la mirada.
—¿El Presidente le pidió que se fuera?
—No, cuando el Presidente le pide a la Corte que investigue, pedí licencia, porque dije: “Si esto quiere el Presidente, pues me voy”. ¿Por qué? Porque yo no voy a dar margen a que crean que maté a estas personas, que sería lo último que podría pasar en un caso así. Yo fui a gobernar mi estado, no a matar a mis coterráneos al amparo de ser gobernador. Preferí irme y dejar que se hiciera la investigación libremente y se viera que yo no tenía absolutamente nada que ver, como fue.
—Quedó usted marcado en la historia como el que lo hizo. ¿O no quedó marcado?
—Yo pienso que no. Al paso del tiempo las cosas se colocan en su lugar. La historia y el tiempo van ubicando lo que pasó verdaderamente. Ahí están los mismos grupos armados dándome la razón 13 años después, diciendo que ellos generaron eso y la policía, por un error tonto, manejó mal la provocación y cayó en el acto de contrainsurgencia. Nosotros nos equivocamos, pero reitero: aunque te hayan hecho la provocación de contrainsurgencia, fue un error de la policía que costó la vida a 17 gentes que no tenían nada que ver… Pero todos los que participaron tuvieron una sanción.
Fueron sentenciados a 20 años y penaron 10 o 12 años. Todos. Y a mi procurador (Antonio Alcocer) y a mi secretario de Gobierno (Rubén Robles Catalán) los removí de su puesto, aunque no habían participado en el operativo... Se queda un momento en silencio y repite: “Todos tuvieron una sanción… Yo la mía: terminar con mi vida pública y terminar con mi gobierno”.
—¿Está tranquilo en su conciencia?
—Estoy tranquilo porque no tuve jamás el deseo de que se cometiera un acto tan atroz y tan tonto: tan así, que me costó a mí mismo mi gobierno. Ni modo que quisiera atentar contra mí mismo ni que estuviera yo loco… Pero bueno, así es la vida política de las personas, y así fue mi destino, y se acabó… Esta triste historia la han aprovechado muchos para llevar agua a su molino en su vida pública. Yo no. Yo la recuerdo como el más triste acontecimiento en mi vida política en la que perdieron la vida 17 personas que no tenían por qué haberla perdido y no he dejado de lamentarlo siempre… —dice con la mirada que parece genuinamente dolida.
—¿No teme que el EPR lo ajusticie? Porque usted está en su lista…
—Yo pienso que no hay motivo ni razón para que eso ocurra, pero… En la vida uno tiene un destino: no sé cuál vaya a ser el mío, pero tampoco tengo ni preocupación ni miedo. Del destino, como decía la película, nadie huye, mano....
Juan Pablo Becerra-Acosta

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