19 ago 2008

La Biblia, el libro de Monsiváis


El País Semanal preguntó a 100 escritores cuales erán los 10 libros que les habían cambiado la vida, concretamente ¿Qué 10 libros han cambiado tu vida?
Carlos Monsiváis (1938-) quién se denomina el "último escritor público de México" dijo que en primer lugar La Biblia, para su amiga Elena Poniatowska el texto segarado esta en segundo lugar; y en seguida:

2. En busca del tiempo perdido, Marcel Proust;
3. Obra completa, Jorge Luis Borges;
4. Don Quijote de la Mancha, Miguel de Cervantes;
5. Canto general, Pablo Neruda;
6. Adiós a Berlín, Christopher Isherwood;
7. España, aparta de mí este cáliz, César Vallejo;
8. Piedra de sol, Octavio Paz;
9. Los miserables, Víctor Hugo; y
10. Casa sombría, Charles Dickens.
***
Pero la pregunta tenía trampa.
Dice Benjamín Prado, que la pregunta de EL PAÍS parece sencilla, pero tenía trampa. Ya que de lo que se trataba "era entre otras cosas, qué obras y autores nos habían abierto la puerta de la literatura o metido en la sangre la vocación de escribir. No se trataba de saber cuáles nos gustan más, nos han influido más profundamente o consideramos más importantes. Por eso es rara la poca presencia de libros infantiles o juveniles, que son los primeros que suelen llamar la atención y marcar la línea de salida del futuro.
En efecto, la idea era recabar la opinión de 100 escritores de habla hispana para que recomendaran los 10 títulos que más huella les han dejado.
Pero bueno la pregunta fue interesante. Hoy conocemos más de esos escritores.
Aprovecho para compartir parte de una entrevista que le hizo Jorge Ricardo a Monsiváis en el suplemento cultual de Reforma, (2/04/2008), con motivo de sus 70 años de vida.
No está de más decir, que Carlos es autor de Días de guardar, Amor perdido, Entrada libre, Escenas de pudor y liviandad; ganador de los premios Nacional de Periodismo, Xavier Villaurrutia, Anagrama de Ensayo, Nacional de Ciencias y Artes y de Literatura de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, entre otros muchos galardones.
-¿Su definición de Dios sigue siendo: "Es algo que me excede, pero no es algo que me nulifique al excederme"? ¿Agregaría algo al respecto?
-Muy poco, la trascendencia ocupa un lugar distinto en cada una de las vidas. Yo la vivo a fondo leyendo poesía, escuchando música, analizando los procesos de la épica, un género literario y una realidad extraordinaria. El lugar de los seres humanos en el cosmos es insignificante o nulo, pero cada uno persiste en las tareas inevitables porque, aparte de las grandes razones (formar un hogar, deshacerlo, construir la Patria desde el sueño, etcétera), está el atisbar la trascendencia, que, como nadie, despliegan los poetas, por ejemplo San Juan de la Cruz: "Y todos cuantos vagan/ de ti me van mil gracias refiriendo,/ y todos más me llagan/ y déjame muriendo/ un no sé qué que quedan balbuciendo". Esta última línea, por sí sola, me resulta una prueba de la existencia de Dios sin adjuntarle iglesias.
Carlos Monsiváis supo desde niño que pertenecía a las minorías religiosas, es o era Anabaptista. Actualmente pertenece a las minorías que combaten la homofobia, la discriminación, a la derecha política, a la izquierda acrítica y de las causas perdidas y "cada vz mas ganables".
-¿Usted siempre ha sido de izquierda?
-Creo que sí. O sé que sí, desde mi primer impulso radical que me vino de la fe sentimental en la República española, y desde mi primera filiación ideológica, concentrada en la Reforma liberal y en don Benito Juárez.
-¿Qué es ser de izquierda actualmente?
-Las respuestas son amplias y desbordan la entrevista, incluso la ahogarían. Sé lo que me interesa de la izquierda, que sea crítica, que no admire incondicionalmente la dictadura de Fidel Castro, que sitúe en perspectiva el autoritarismo con frecuencia inadmisible de Hugo Chávez, que se oponga a la derecha, que denuncie sin tregua a la corrupción, que saque conclusiones del fracaso del socialismo real, que sea antirracista a fondo, que no sea nacionalista pero que sí defienda los intereses nacionales, que se oponga a la desigualdad, el mayor problema del País...
-¿Es cierto que usted tiene el récord del mexicano con mayor asistencia a marchas?
-Tanto como eso no, pero sé que desde 1953, a mis 15 años de edad, asistí a la marcha en contra de la ejecución de los esposos Rosenberg, electrocutados por ser espías atómicos. Desde entonces, sí que he fatigado el cemento, como se decía antes. Sin embargo, tuve una mala experiencia en 2003, en la segunda marcha contra la invasión de Iraq. Al verme, un grupo de jóvenes creo que de la UAM, devotos del comandante Fidel Castro, y al tanto de que yo había presentado el libro de Huber Matos, el revolucionario al que se acusó de "traición a la patria" y que se pasó casi treinta años en la cárcel, comenzaron con su rosario de insultos, felices con su intolerancia. El razonamiento más conspicuo fue "¡Mierda!", aderezado con la bisutería homofóbica de la izquierda más tradicional. No conozco a esos jóvenes pero los imagino tomando en este mismo instante el Cuartel Moncada.
-¿Cuántos versículos de la Biblia memorizó?
-Los suficientes como para que al leer en la secundaria un relato de Mark Twain (aquél donde aparece un personaje que sufre un debilitamiento mental luego de memorizar quinientos versículos) me dominase un miedo pavoroso, el mismo que desde entonces me ha impedido llevar la cuenta.
-En su autobiografía apuntó: "Me correspondió nacer del lado de las minorías", ¿considera que aún es parte de alguna minoría? ¿Cuál?
-Cuando escribí esa frase me refería necesariamente a la minoría protestante. Ahora pertenezco a varias minorías, que ya apunté en la respuesta a una de sus preguntas.

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