28 feb 2009

Los sueños

Sacar partido a los Sueños/JENNY MOIX
El Pais Semanal, 01/03/2009
Todos soñamos aunque no lo recordemos. Hacer memoria es, por tanto, el primer paso; después, interpretarlos para aprovechar las ideas creativas o manipularlos para disfrutar.
Cada noche traspasamos los bastidores de nuestra conciencia para adentrarnos en un mundo oculto que se encuentra dentro de nosotros. Un lugar donde la lógica se esfuma y nos sumergimos dentro de las vivencias más surrealistas: somos capaces de volar, andar flotando, saltar los escalones de tres en tres; las personas con las que estamos de repente se transforman en otras; abrimos una puerta de nuestra casa y nos encontramos en algún terreno totalmente desconocido; los animales nos hablan; los seres queridos que ya han fallecido vuelven a estar con nosotros… Un
mundo en el que todo, absolutamente todo, es posible.
Artemidoro de Daldis visitó recónditos lugares recopilando sueños. Llegó a reunir más de 3.000. En esa época (siglo II después de Cristo), los sueños eran tenidos por mensajes cifrados de los dioses en los cuales se manifestaba el futuro. Artemidoro logró romper con esa consolidada visión y contempló los sueños como algo totalmente humano, un fenómeno natural repleto de símbolos que se pueden interpretar y nos hablan de nuestras vidas.
Sigmund Freud, el patriarca de las teorías modernas de interpretación de los sueños, al igual que su predecesor griego, contemplaba los sueños como libros escritos por nuestro inconsciente con símbolos casi crípticos. Según el padre del psicoanálisis, lo que soñamos significa lo que de un modo secreto deseamos vivir opuesto al modo al que estamos viviendo. Así, los sueños los concibe llenos de deseos normalmente sexuales o agresivos inaceptables por nosotros mismos.
Actualmente, una de las concepciones más investigadas es la hipótesis de la continuidad, una teoría donde los sueños simplemente son la continuación de nuestra vida diurna. Nuestras preocupaciones, vivencias y fantasías diurnas siguen expresándose, pero de otro modo, en los sueños. Las teorías son numerosas, pero si vamos al terreno de lo práctico, la pregunta crucial es: ¿cómo podemos sacarles partido?
Interpretar los sueños
"Los sueños son intérpretes fieles de nuestras inclinaciones, pero se necesita arte para ordenarlos y comprenderlos" (M. de Montaigne)
La principal función de interpretar nuestros sueños es conocernos mejor. Existen muchos libros, reediciones o imitaciones de los "libros de los sueños" con raíces en las creencias supersticiosas de los antiguos en donde, por ejemplo, si uno sueña con un gato negro significa buena o mala suerte. No hagamos caso de esa especie de diccionarios. Cada uno de los símbolos que aparecen en nuestros sueños son totalmente individuales, un terapeuta nos puede ayudar a interpretarlos formulándonos preguntas, pero sólo nosotros podemos llegar a dilucidar lo que significan.
Para interpretarlos, primero hay que recordar todos los detalles, incluso los que nos parecen poco relevantes. Después analizar qué emociones nos ha producido el sueño y preguntarnos en qué situaciones de la vida diurna solemos experimentarlas. Igual de esencial es asociar nuestros sueños a todos los recuerdos, experiencias actuales o pensamientos. Asociar es la clave, porque en algunos casos eso nos llevará a saber el porqué de nuestro sueño. Muchas investigaciones demuestran que las personas que realizan esta práctica no sólo manifiestan entenderse cada vez más a sí mismas, sino que este conocimiento les motiva a introducir cambios en su vida.
Interpretar los sueños nos puede servir para conocernos mejor, pero también para ser más creativos. Existen muchas anécdotas de investigadores que han llegado a su descubrimiento a través de los sueños. Por ejemplo, el químico alemán F. A. Kekulé dedicó una parte de su vida a descubrir cuál era la estructura del benceno, y un día tuvo un sueño con una serpiente que se mordía la cola. Kekulé descubrió que la estructura del benceno era circular, un anillo. Recordar e interpretar nuestros sueños nos puede ayudar a cazar las ideas creativas que habitan dentro.
Para promover que en nuestros sueños aparezcan ideas creativas que nos ayuden a solucionar nuestros problemas existe una técnica que se denomina incubación. Consiste en escribir en una línea una pregunta o petición de algo que creemos importante saber para solucionar un problema. No un deseo, sino una información que necesitamos: "ayúdame a entender por qué mi amigo…", "dame una idea para el proyecto…". Una vez escrita, repetir la frase, no de una forma automática, sino centrándonos en el significado, de cinco a diez minutos antes de ir a dormir. Y al despertar, intentar recordar nuestro sueño.
¿Interpretar nuestros sueños nos podría ayudar a predecir el futuro? Aquí entramos en un terreno resbaladizo, es la cuestión de si existen o no sueños premonitorios. Muchas personas afirman haberlos tenido, pero no existen estudios rigurosos que lo confirmen. Sin embargo, el efecto Poeltz podría explicar desde la óptica de la psicología y no de la parapsicología el porqué a veces nuestros sueños pueden anticipar acontecimientos. A lo largo del día, nuestro cerebro capta muchísima información, mucha más de la que somos conscientes. A veces ocurre que información que ha captado nuestro cerebro de forma subliminal o acontecimientos totalmente irrelevantes a los que casi no hemos prestado atención aparecen en nuestros sueños.
Imaginemos que mientras estamos leyendo estas líneas tenemos la televisión conectada y en estos momentos están emitiendo un anuncio de colonia al que no prestamos atención. Pues podría pasar que esta colonia apareciera en nuestros sueños. Esto es el efecto Poeltz. Si esta noche soñáramos que sacamos a pasear al perro y se rompe la cadena, y al día siguiente nos pasara en la vida real, lo podríamos interpretar a través de este efecto, quizá nosotros ya hubiéramos advertido de forma inconsciente que la correa tenía alguna parte dañada.
A veces ocurre que mientras estamos dentro de nuestro sueño ¡somos conscientes de que estamos soñando! A este fenómeno se le denomina sueño lúcido. Hay personas que nunca han vivido esta experiencia, pero muchas dicen haberla experimentado al menos una vez en su vida.
Saber que estamos dentro de un sueño es el primer paso para manipularlo. Para conseguir mientras soñamos ser conscientes de que estamos en un sueño se emplea una técnica denominada "chequeo de la realidad": a lo largo del día nos iremos preguntando frecuentemente: ¿estoy soñando? Y comprobarlo. Suena raro, porque mientras estamos despiertos es obvio que sabemos que estamos despiertos, pero si nos lo preguntamos a menudo, al final nos lo preguntaremos cuando estemos dentro del sueño y entonces sí que podremos ver que estamos soñando. Un ejemplo: intentemos a lo largo del día mirar al reloj con frecuencia y cada vez que lo miremos intentemos mentalmente mover las agujas del reloj, con toda nuestra fuerza mental, con toda nuestra concentración; cuando logremos mover las manecillas del reloj con nuestro poder mental ¡es que estamos soñando!
Manipular los sueños
Soñaba el ciego que veía, y soñaba lo que quería" (refrán)
Existen otras técnicas que se emplean para promover esa consciencia dentro del mundo onírico. Una de ellas es la denominada WILD (wake induced lucid dream; en español: sueño lúcido inducido en la vigilia). Esta estrategia debe aplicarse cuando nos vamos a dormir. El primer paso consiste en relajarnos; se puede emplear cualquier técnica de relajación que conozcamos, por ejemplo, ir tensando y destensando diferentes partes del cuerpo mientras respiramos pausadamente, empezando por los pies hasta la cabeza. O simplemente respirar lenta y profundamente mientras visualizamos un paisaje agradable. Una vez relajados, el siguiente paso consiste en prestar atención a las imágenes que se presentan en nuestra conciencia; a veces, en este estado nos aparecen puntos, rayas o cualquier tipo de imágenes. Si vamos prestando atención a estas imágenes, pueden ir transformándose en escenas completas. Y aquí ya estamos entrando en el mundo onírico a la vez que nos damos cuenta de ello. A veces no se nos aparecen este tipo de imágenes; en este caso, podemos ir contando mientras nos quedamos dormidos. Podemos contar hasta cien y cuando lleguemos a este número nos decimos: "estoy soñando", y verificamos si realmente lo estamos o no. Si no nos encontramos en el sueño, vamos repitiendo el conteo.
Otra manera consiste, simplemente, en fijarnos en nuestra respiración constantemente hasta que entremos en el sueño. Esto es, se trata de mantener la conciencia fija en algo (los números, la respiración…) mientras el resto de nosotros se va quedando dormido. Es como mantenernos parcialmente despiertos. No se trata de obsesionarnos, sino de practicarlo a diario con tranquilidad hasta que por fin lo consigamos.
Una cosa es experimentar sueños lúcidos y otra distinta es cambiar el argumento de nuestros sueños a nuestro antojo. A veces podemos ser muy conscientes de que soñamos, pero queremos cambiar el argumento y nos resulta imposible. Aquí también se trata de practicar, empezando por lo más fácil; por ejemplo, es más viable cambiar nuestra conducta en el sueño que modificar el escenario.
¿Para qué puede servir manipular nuestros sueños? Si tenemos pesadillas, para acabar con ellas. Y soñar lo que queramos puede servir para algo muy importante en nuestras vidas: ¡disfrutar! Uno de los sueños preferidos por la gente que logra manipularlos es el de volar. No hay nada igual a la sensación de volar por los paisajes más bellos que podamos imaginar, sintiendo el aire y esa descomunal libertad.
Memoria onírica

Si queremos aprovecharnos de nuestros sueños para que nos sirvan en el día a día, el paso imprescindible es recordarlos. Hay personas que afirman que no sueñan nunca; lo que ocurre es que no lo recuerdan. Para tener presentes los sueños, debemos ir a dormir repitiéndonos que al día siguiente los recordaremos. Al despertar es importante intentar recordar sin movernos, en estado de somnolencia. Si los sueños vienen a la memoria, aunque sólo sean fragmentos, debemos anotarlos rápidamente. Si no lo hacemos así, es posible que cuando empiece el día caigamos en que hemos recordado el sueño al despertar, pero que no nos viene a la memoria su contenido. Los sueños se escapan con mucha rapidez, por tanto se trata de cazarlos justo en el primer instante de leve consciencia.

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