19 ago 2009

Las A Erres

Las Asociaciones Religiosas y su participación en la sociedad mexicana
Muy buenos días. Agradezco al Dr. Alejandro Alfonso Poiré Romero, Subsecretario de Población, Migración y Asuntos Religiosos; y al Lic. Paulo Tort Ortega, Director General de Asociaciones Religiosas por la invitación cursada a la Conferencia del Episcopado Mexicano con motivo de la entrega de los nuevos registros a diferentes asociaciones religiosas.
Apreciados miembros del presídium y participantes en este evento.
Felicito a las Asociaciones Religiosas que hoy reciben su constancia de registro en la Dirección General de Asuntos Religiosos.
Así mismo quiero comenzar esta breve reflexión con una pregunta: ¿Cómo pueden las asociaciones religiosas y los gobiernos transitar juntos en proyectos comunes que beneficien a la sociedad a la cual desean servir?
Es propio de la estructura fundamental del cristianismo la distinción entre lo que es del César y lo que es de Dios (cf. Mt 22, 21), esto es, entre Estado e Iglesia o, como dice el Concilio Vaticano II, el reconocimiento de la autonomía de las realidades temporales. El Estado no puede imponer la religión, pero tiene que garantizar su libertad y la paz entre los seguidores de las diversas religiones; la Iglesia como expresión social de la fe cristiana, por su parte, tiene su independencia y vive su forma comunitaria basada en la fe, que el Estado debe respetar. Son dos esferas distintas, pero siempre en relación recíproca
[1].
La justicia es el objeto y, por tanto, también la medida intrínseca de toda la política. La Iglesia quiere servir a la formación de las conciencias en la política y contribuir a que crezca la percepción de las verdaderas exigencias de la justicia y, al mismo tiempo, la disponibilidad para actuar conforme a ella, aun cuando esto estuviera en contraste con situaciones de intereses personales.
La Iglesia no puede ni debe emprender por cuenta propia la empresa política de realizar una sociedad más justa posible. No pude ni debe sustituir al Estado. Pero tampoco puede ni debe quedarse al margen en la lucha por la justicia.
El Estado que quiere proveer a todo, que absorbe todo en sí mismo, se convierte en definitiva en una instancia burocrática. Lo que hace falta no es un Estado que regule y domine todo, sino que generosamente reconozca y apoye, de acuerdo con el principio de subsidiaridad, las iniciativas que surgen de las diversas organizaciones sociales y de la misma Iglesia; que unen la espontaneidad con la cercanía a los hombres y mujeres más necesitados de auxilio.
Por eso, ante una sociedad que clama cada vez con más fuerza por justicia, urge intensificar procesos de equidad y de inclusión social en el mercado de trabajo y en la vida pública a muy vastos sectores de excluidos y marginados. El capital humano y la calidad de vida, tan fundamentales en nuestro tiempo, dependen asimismo de la reconstrucción y promoción de la unidad familiar y el tejido social, de la elevación de todos los niveles educativos en cantidad y calidad y el respeto irrestricto a la vida.
El marco jurídico actual en el cual desarrollan las actividades las Asociaciones Religiosas no puede quedar atrapado en los contextos del momento, debemos buscar caminos para un mejor entendimiento y de este modo responder a los retos que se presentan hoy a la sociedad mexicana.
Finalmente haciéndome eco de lo que se ha venido diciendo en las diferentes administraciones en torno a las tareas pendientes con las Asociaciones Religiosas, hago referencia a lo que el Dr. Javier Moctezuma Barragán mencionó tiempo atrás.
· Reconocimiento de la objeción de conciencia en el sistema jurídico mexicano
· Ayuda espiritual en centros de salud, de readaptación social y de asistencia del sector público (sin tantos requisitos como los que se tienen al momento)
· Apertura a favor de las asociaciones religiosas para que puedan poseer medios masivos de comunicación.
· Derogación de la necesidad de informar a la SEGOB para la transmisión de actos religiosos a través de la radio y la televisión.
· Simplificación administrativa para la internación y regulación de la estancia en México de extranjeros, con carácter de ministros de culto y asociados de las asociaciones religiosas.
Desregulación administrativa en el ámbito de la aplicación de la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público.
· Suprimir la disposición legal que limita la asistencia de las autoridades a actos religiosos de culto público.
Agradezco su atención.
P. Manuel Corral Martín
Secretario Ejecutivo
Relaciones Públicas e Institucionales de la CEM
Discurso leído el 13 de agosto de 2009
[1] Cf. Reflexiones en torno al primer Congreso de la CEM con el tema: “La Iglesia Católica y la Libertad Religiosa”.
***
Discurso del Subsecretario de Población, Migración y Asuntos Religiosos de la Secretaría de Gobernación, Alejandro Poiré Romero, durante la entrega de certificados de registros constitutivos para asociaciones religiosas, realizada en el salón Revolución
México, D. F., a 13 de agosto de 2009
Quiero iniciar esta breve reflexión dándoles la más cordial bienvenida en nombre de licenciado Fernando Gómez Mont, secretario de Gobernación, a esta, su casa, la Secretaría de Gobernación.
Sean muy bienvenidos, muy bienvenidas, el día de hoy es un día de celebración, de orgullo, de compartir valores y de compartir compromisos.
En este día celebramos la constitución y registro de nuevas asociaciones religiosas, que representan el ámbito en el que las personas pueden ejercer sus garantías fundamentales que consagra y defiende la República: la libertad de creencias religiosas, la libertad de culto, y también la libertad de expresión.
El día de hoy estamos entregando 99 certificados a nuevas asociaciones religiosas, y en este acto la Secretaría de Gobernación reitera su compromiso para mantener una relación abierta, franca, de colaboración y con fundamento en la ley con todas las asociaciones religiosas de todas las denominaciones.
El Estado mexicano es un Estado laico y es un Estado respetuoso de las creencias de las personas y, además, convencido de que la labor social, la labor pública de las religiones juega un papel importante en la vida del país.
La laicidad no implica, en modo alguno, el rechazo a religión, todo lo contrario, implica la defensa férrea desde el ámbito del Estado y desde el ámbito del derecho de la libertad para creer, de la libertad para ejercer el culto, de la libertad para buscar la trascendencia desde la perspectiva de cada una de las personas. El Estado valora por igual a todas las religiones y a todas las asociaciones religiosas, y la contribución que con ello hacen al ámbito de su comunidad, al ámbito de la construcción de un mejor país.
Es por ello que este evento es propicio para invitarlos a todos a actuar siempre con respeto a la ley; son ustedes testigos de las relaciones abiertas y transparentes que el Estado mexicano tiene todos los días con los grupos religiosos, no solamente en el intercambio de las ideas sino en la búsqueda de acuerdos para avanzar cada quien desde el ámbito de su atribución, cada quien con su responsabilidad, por una cultura de tolerancia, de entendimiento y de construcción de lo mejor.
Ya lo decía ayer el presidente Felipe Calderón, cuando hablaba de los daños que implican las prácticas ajenas a ley; que estamos construyendo y debemos seguir construyendo un país en donde quien trabaja duro, quien cumple las reglas y se apega a lo establecido en las normas, construye un mejor país.
También debemos de conocer que existen los espacios legales, jurídicos y públicos, para promover la reforma a nuestras instituciones. Es así que hace 17 años, el 15 de julio de 1992 se publicó la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público, en el Diario Oficial de la Federación.
Este ha sido el marco que ha regido la labor del Estado en materia religiosa, y que está fundada en el principio histórico al que hemos hecho alusión todos quienes hemos hecho uso de la palabra el día de hoy, de la división del Estado y las iglesias; así como la libertad que cada individuo tiene de ejercer su profesión de fe.
Asimismo, en noviembre de 2003 se publicó el reglamente de la propia ley. Con estos ordenamientos se regula la actuación de las asociaciones, por cuanto hace a su naturaleza, a su constitución, a su organización, su funcionamiento y su régimen patrimonial.
Con estos instrumentos, se ha dado paso a la construcción de un sistema de confianza basada en el respeto a la ley entre las iglesias y el Estado; basada en el apego a la ley y el respeto a la pluralidad para el ejercicio de las libertades, eso es lo que significa un registro como asociación religiosa; es un mecanismo para el ejercicio de la libertad, es un mecanismo para el reconocimiento de derechos, para el ejercicio de esos derechos, para la accesibilidad de esos derechos. El registro constituye un mecanismo para el ejercicio de la libertad.
Por eso, también, la Secretaría de Gobernación sigue, y seguirá trabajando en la constitución de la cédula de identidad para todas las personas de este país.
Porque así en el ámbito religioso el día de hoy celebramos que las asociaciones religiosas cuenten con su registro, porque eso les permite ejercer los derechos que la Constitución les consagra, así también para todas las personas es contar con una cédula que garantice su identidad en todas y cada una de sus interacciones en lo privado y en lo público, significará, también, un mejor ejercicio de garantías, y un mejor ejercicio de libertad.
El día de hoy celebramos la obtención de registro constitutivo de 99 asociaciones religiosas, y esto conlleva el mejor y más eficaz ejercicio de libertades y también de cumplimiento de obligaciones; y estamos claros todos los que estamos aquí, que a eso nos comprometemos. También a eso el Estado se compromete; al ejercicio de sus atribuciones en el marco del respeto a la ley y en el ejercicio de sus responsabilidades, y en el cumplimiento de sus obligaciones.
Sujetarnos a los preceptos de la Carta Magna y de nuestras leyes, abstenerse, en el caso de las asociaciones religiosas de perseguir fines de lucro o preponderantemente económicos; promover el respeto y la tolerancia religiosa, abstenerse del proselitismo político, con estas limitaciones a las que hoy nos comprometemos, reconocemos la división del Estado y las iglesias, y también reconocemos las libertades que nos garantiza la constitución, como es fundamentalmente la libertad de expresión, y a construir a través de ellas un México más plural, más diverso, más libre, más democrático, más rico en su expresión, más abierto a las opiniones, en particular a aquellas que vienen de organizaciones que tienen como objetivo la expresión de la fe religiosa.
La libertad de creencia es parte esencial de muchas libertades, por cuanto a que se refiere, como ya lo he mencionado, a las convicciones más íntimas de ser, de deber ser y de trascendencia de las personas.
Es por ello que tenemos la obligación de preservar ese derecho a ejercer la libertad de creencias a través de los distintos mecanismos jurídicos e institucionales con los que contamos, y así a enriquecer nuestra democracia, porque en ella convergen diversas formas de pensamiento y en el respeto y la tolerancia a la diversidad religiosa se encuentra el camino de la consolidación de un Estado genuinamente democrático.
La asociación religiosa ha sido y debe seguir siendo el cauce ideal para el desenvolvimiento a la libertad de cultos. Por eso estamos aquí reunidos, para festejar que somos un país de libertades y que seguiremos buscando ensanchar estas libertades. Un país en el que se respeta la pluralidad y el derecho a expresarse en un marco de legalidad en el que las divergencias se canalizan en el marco de las instituciones de la Ley y de la separación de poderes.
De esta manera, nuestro país da muestra de respeto y tolerancia a la diversidad religiosa, de pensamiento y en general a todos los derechos fundamentales de las personas y también de reconocimiento al papel fundamental que el ejercicio de la libertad de cultos implica para la construcción de un Estado más rico, más democrático y más generoso para todas las personas.
Por eso reconocemos que el diálogo interreligioso es también un mecanismo de enriquecimiento y de construcción.
Las iglesias, las comunidades religiosas, tienen un papel muy relevante en nuestra sociedad, y el día de hoy festejamos ese papel, lo celebramos y lo reconocemos con los instrumentos que nos da la Ley.
Extiendo por ello mi más sincera felicitación a las nuevas asociaciones religiosas. Les agradezco a todos su presencia en este evento y les deseo el mayor de los éxitos en su nueva faceta como asociaciones religiosas.
Enhorabuena y muchas gracias.

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