18 ago 2009

Martí y Medina Mora

Respuesta a Medina Morra: la delincuencia sigue en aumento: Alejandro Martí
Martí recibió un reconocimiento por sus aportes a la sociedad en la Universidad La Salle.
Aseguró que los delitos que se cometen en contra de los ciudadanos han ido en aumento y señaló que desconoce qué tipo de violencia es la que ha disminuido, en referencia a las declaraciones que hizo ayer el Procurador General de la República, Eduardo Medina Mora. "No se a qué delincuencia se refiere el Procurador, a lo mejor tiene datos más actualizados, pero lo que nosotros tenemos que el secuestro ha subido 9 por ciento.
"Yo respeto mucho al Procurador, pero lo que sí, en lo que atañe a nuestros ciudadanos, ha ido en aumento y eso es una vergüenza", indicó luego de una ceremonia en la Universidad La Salle, en donde se le reconoció por su trayectoria empresarial y servicio a la ciudadanía.
Medina Mora señaló ayer, en una comida de la Asociación Nacional de la Publicidad, que la violencia que vive el País es menor a la que había hace 15 años, ya que disminuyó la tasa de homicidios intencionales.
El empresario afirmó que a un año de la firma del Acuerdo Nacional por la Seguridad, la Justicia y la Legalidad, en el que lanzó el reto a los funcionarios de "si no pueden renuncien",
existen varias autoridades que deberían dejar sus cargos. (no dijo quienes, pero parece que hace alusión al Procurador). "En efecto, hay muchos que no han cumplido, creo que ya hemos sido pacientes en todo este año y en este aniversario hacemos un llamado a la conciencia y a la responsabilidad de cada uno porque los que no han podido deben renunciar", dijo.
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Este es parte del discurso de Eduardo Medina Mora durante la sesión-comida con integrantes de la Asociación Nacional de la Publicidad, A.C. en el Museo Interactivo de Economía; 17 de agosto del 2009:
"(...) La otra gran precondición es la seguridad, la certidumbre ciudadana, la certidumbre que los ciudadanos debemos de tener respecto de nuestra integridad física, de nuestra integridad patrimonial, de nuestra vida, al final, de nuestro derecho de vivir en paz, en tranquilidad en nuestras comunidades.
Seguridad jurídica, en términos de que las garantías individuales y derechos humanos que todos tenemos y que consagra la Constitución van a ser respetados sistemáticamente cada vez que nos relacionemos con la autoridad.
Seguridad jurídica también, en el sentido de que las disputas que los ciudadanos tenemos entre nosotros, los podemos resolver por vías institucionales, que las promesas recíprocas que nos hacemos cotidianamente y que nosotros los abogados llamamos contratos, tienen y encuentran una manera eficaz de resolverse, sin necesidad de recurrir a medios o métodos extra legales.
Al final, esta es la tarea pendiente que el Estado mexicano tiene con respecto a sus ciudadanos, esta es la gran deuda y es la otra gran precondición para poder, entonces sí, desplegar todo nuestro potencial productivo, imaginativo y creativo, que es la tarea de ustedes, precisamente en la comunicación y la publicidad, respecto de esta construcción y creación de certidumbre ciudadana.
Aquí entonces, tenemos que desentrañar a la realidad. Todos tenemos la certidumbre de que estamos en la incertidumbre, de que tenemos una condición de seguridad mucho menos que satisfactoria, que como Estado, y el Estado es el gobierno y la sociedad en conjunto, no hemos sido capaces de construir ni instituciones ni políticas públicas que puedan dar a los ciudadanos estas certidumbres cotidianas. Y esta es pues la tarea que tenemos frente a nosotros. Pero como se pudo hacer en el caso de la estabilidad macro económica, se puede hacer en esto. De este tema no nos ocupamos quizá con seriedad nunca. Tuvimos la percepción de que teníamos una circunstancia de seguridad pública, sobre todo en los aglomerados urbanos más grandes del país, razonablemente aceptable; pero esto escondía, digamos, grandes deficiencias y grandes agujeros que se compensaban con un sistema autoritario que era capaz de imponer ciertas reglas, pero que no estaban basados ni en el estado de derecho ni en instituciones sólidas ni confiables.
Esa ilusión de seguridad se desmanteló, la circunstancia que percibíamos como ciudadanos en esta ciudad de México, por ejemplo, al final de la administración del presidente López Portillo, pues fue desmantelada, con el jefe de la policía metropolitana, el general llamado Durazo, pues era la expresión quizá más folklórica pero la más difícil que hayamos tenido en la historia, y con toda razón esto se desmanteló, pero lo sustituimos por nada, no nos ocupamos como país de desarrollar una estrategia, un proyecto, un diseño de políticas públicas y de instituciones que se hiciera cargo de atender y resolver este problema.
Y todo vacío se llena; al final, el crimen organizado desde el poder, se convirtió en el crimen organizado desde afuera del poder, era impertinente. El problema es que no nos ocupamos de construir lo que estamos obligados a construir. Esta es quizás exacerbada por el enorme poder económico, el enorme poder de fuego y de intimidación que acumuló la delincuencia organizada en los últimos 25 años a partir de que los Estados Unidos de América cerraron la ruta del Caribe, que era la ruta histórica y tradicional para el trasiego de drogas desde sur de América hasta la Florida, como punto de entrada al mercado más importante del mundo, el Scarface y el Miami Vice, eran las expresiones que hubiera podido inventar Pedro, en esta caricaturización que hacía más asible este fenómeno. Se cierra está ruta y el corredor Centroamérica se vuelve precisamente el de elección para hacer este trasiego y entonces estos grupos comienzan a acumular crecientemente poder económico del juego de intimidación, comienzan a poder arrebatarnos nuestro derecho a vivir en paz.
Tenemos una gran crítica en los medios todos los días, respecto a si la estrategia es la correcta, si vamos avanzando o no, en realidad yo quiero decirles que, vamos avanzando de una manera muy consistente, que vamos consolidando ganancias importantes en el desmantelamiento de este enorme poder de la delincuencia organizada y por consecuencia la generación de condiciones para construir esta estrategia y estas instituciones que nos pueden dar esta condición, estado de cosas, de certidumbres ciudadanas.
En muchos sentidos, el debate público, el debate mediático es muy sano, porque nos permite mirar esto son seriedad, porque no nos da espacio a las autocomplacencias, porque refleja también nuestra condición democrática en la que la critica tiene, no sólo un espacio reconocido, aceptado y demandado por la sociedad, sino también, un espacio ciertamente fundamental en la propia construcción de los consensos hacia delante.
Las cosas en este sentido, van evolucionando en la dirección correcta, el problema es cómo transmitimos esto, y aquí es donde ustedes son expertos, cómo transmitimos mensajes que sean creíbles, que sean confiables, que sean memorables y que generen actitudes distintas, cómo hacemos que los ciudadanos entiendan que los niveles de violencia que vive el país con gravísimos, inéditos, pero son mucho menos de los que teníamos hace 15 años.
Hace 15 años, el índice de homicidios intencionales por cada 100,000 habitantes en México era de 18, el año pasado, 2008, tuvimos 10.7 homicidios intencionales por cada 100,000 habitantes.
Colombia, país con el que nos comparamos con frecuencia llegó a tener 75 homicidios intencionales por cada 100,000 habitantes, sólo la ciudad de Medellín en el año 93 tuvo 204 homicidios intencionales por cada 100,000 habitantes. A Medellín le costó 70,000 muertos y 16 años resolver su situación.
Colombia, el año pasado, 2008, tuvo 33 homicidios intencionales por cada 100 mil habitantes; Brasil tuvo casi 40; Guatemala y El Salvador tuvieron más de 50; el Distrito de Columbia en los Estados Unidos tuvo más de 30, el estado de Louisiana tuvo 10.9. Nuestra circunstancia es sin duda de una gravedad muy grande, no puede desestimarse, pero tenemos que ubicarlo también en su dimensión numérica y geográfica pues la concentración geográfica de esta violencia que todos vivimos como algo cotidiano que nos roba esta certidumbre porque la socializamos precisamente en la cobertura mediática y la sentimos como algo que pasa en nuestro patio trasero, en nuestra vida cotidiana en todo el país a lo largo, de hecho, y no se puede desestimar la violencia, nadie puede decir que estamos en una circunstancia de normalidad, no lo estamos.
La violencia también tiene esta expresión que nos arrebata la tranquilidad por la manera en la cual se despliega, que tiene un propósito comunicacional por parte de los delincuentes. Es igualmente efectivo asesinar a una persona con una garra florentina en el hígado que con varias descargas de un rifle automático de repetición como un AK 47 o con una decapitación. El hacerlo de esa manera tiene un propósito intimidatorio de los grupos contrarios de la autoridad y de la población y eso es lo que nosotros vivimos.
El gobierno del presidente Calderón inició precisamente la batalla por recuperar la paz, la tranquilidad de las familias y las comunidades mexicanas porque es un objetivo impostergable y es la principal obligación del Estado.
Nuestra batalla, la que desarrollamos el Estado, es decir, todos ustedes y los que tenemos el privilegio de servir en el gobierno es una batalla por la seguridad por la certidumbre, no es una batalla en contra del narcotráfico no porque ese no fuere un objetivo deseable, sino porque no está a nuestro alcance, lo que nosotros tenemos que hacer es quitarles a estos grupos el enorme poder económico, el enorme poder de fuego y por consecuencia el enorme poder de intimidación y de destrucción de las instituciones y de la tranquilidad y la paz pública que han acumulado a lo largo de todos estos años.
Y paralelamente construir instituciones confiables, sólidas, que sean capaces de llevar a los ciudadanos esta certidumbre cotidiana. Lo vamos a hacer, está en nuestras manos, sabemos cómo, tenemos la estrategia perfectamente articulada con sus secuencias, hay ajustes tácticos en el camino, como en cualquier batalla, como en cualquier negocio, como en cualquier campaña publicitaria, se prueba, se corrige y entonces se logra el impacto que se está buscando.
Y yo quiero asegurarles que se tiene en este gobierno no sólo la determinación que quizás es lo que se trasmite con más facilidad, esa está, el compromiso indeclinable del presidente de la república en precisamente recuperar para nuestras familias y comunidades esto que se llama normalidad, el pasar de la atención de este problema como un problema de seguridad nacional a un problema de seguridad pública como es prácticamente en cualquier lugar del mundo, el impedir que estos grupos puedan reproducir su modelo criminal en el tiempo y en el espacio, es decir, cortarles la capacidad de intimidación e ingresos para cortar su capacidad de reclutamiento de más elementos, para cortarles la capacidad de extender su actividad general en otros espacios geográficos.
Esta lucha desde luego que rompe los espacios geográficos de impunidad, los lugares y retaguardias donde ellos se desarrollan y desempeñan su actividad criminal con confort, con impunidad, con comodidad, y de otra parte estrangular su acceso a las drogas, a las armas y al efectivo con el cual alimentan su máxima de destrucción y muerte.
Yo estoy cierto que a veces en las coberturas mediáticas y en los hechos nuevas expresiones de fuerza de estos grupos sin duda son muy preocupantes, nosotros no estamos en lo absoluto desestimando la enorme gravedad del problema, este es un problema de seguridad nacional y por eso es la prioridad del gobierno.
Todo eso que expresan esos grupos no tiene una racionalidad intelectual que a veces los analistas queremos darles, son expresiones de fuerza, sin duda, visibles, episódicas, pero no son expresiones de fortaleza, son actos precisamente de hacer lo que provocan estas respuestas violentas y son sin duda defensivos.
La iniciativa estratégica, la iniciativa táctica la tiene el gobierno y estoy cierto de que podremos ganar esta batalla, la vamos a ganar, no hay opciones, el Estado sin duda es mucho más fuerte que cualquier grupo de criminales y esto no es un tema de discurso, simplemente es un tema de análisis de capacidades y sobre esa base podemos confiar en que primero vamos a ver reducirse la violencia, todavía no necesariamente estamos en el pico de ella pero la violencia va a comportarse como se ha comportado en otros países con problemas similares, como una curva de campana, campana de (inaudible) y a partir de esto generaremos un espacio más sólido, para construir instituciones de seguridad pública y procuración de justicia más sólidas y confiables.
En este caso más complejo porque nosotros tenemos un sistema federal que sitúan en los municipios, en los estados y en la federación esta responsabilidad compartida y tenemos que construir esta fuerza pública confiable en cada uno de estos elementos y segmentos, y también paralelamente cómo vamos a lograr que los ciudadanos nos ocupemos realmente de la responsabilidad que nos corresponde para construir la certidumbre en nuestra comunidad y en nuestro espacio geográfico que nos toca.
No se trata que los ciudadanos desarrollen la tarea que corresponde a los policías, pero la seguridad no la hacen los policías, la hacemos los ciudadanos y podemos poner ejemplos en lugares de esta ciudad que tienen niveles socioeconómicos similares que en este momento tienen circunstancias de seguridad muy distintas precisamente porque en algunos hay ocupación del espacio público por los ciudadanos y en otros no.
Hago simplemente el ejemplo, en la colonia Del Valle en donde yo nací y crecí que tienen problemas muy serios de índice delictivo y la Condesa, los niveles socioeconómicos de ambos lugares en términos de ingresos familiares son muy parecidos, solo el valor inmobiliario de la Condesa es mucho mayor, que refleja un estado de cosas distinto. ¿Qué es diferente? Que los espacios geográficos, físicos de La Condesa están ocupados por los ciudadanos y los otros no.
Es un poco injusta la comparación en función nada más que de la organización del espacio físico y de la tranquilidad de los lugares pero refleja muy bien este fenómeno de seguridad que construimos pues los ciudadanos cotidianamente.
Yo creo que, estoy cierto que como se dijo aquí es un problema de confianza en nosotros mismos, de confianza en nuestras instituciones y también de confianza en el hecho de que vamos a lograrlo porque está en nuestras manos.
Muchas gracias.
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