22 nov 2009

Viajar en avión

Control de líquidos ágil y cómodo/Antonio Tajani, comisario de Transportes de la UE
Publicado en EL PERIÓDICO, 21/11/09
Los viajes en avión son símbolo de libertad y prosperidad. Muchas personas viajan por todo el mundo para reunirse por razones personales, por sus actividades o por razón de sus negocios. Los grupos terroristas han adoptado este símbolo como blanco y a veces han cosechado siniestros éxitos: la fecha del 11 de septiembre del 2001 nos recuerda lo que puede suceder si la protección del transporte aéreo civil frente a tales atentados es insuficiente. Por ello, los gobiernos y los ciudadanos están dispuestos a aceptar las incomodidades derivadas del refuerzo de estos controles.
En el 2006, siete aviones que se dirigían a EEUU desde el aeropuerto londinense de Heathrow sufrieron la amenaza de un atentado terrorista que podría haber resultado en la pérdida de un gran número de vidas humanas inocentes. Los medios de detección tradicionales permitían que los terroristas introdujeran con relativa facilidad líquidos explosivos a bordo de los aviones. Se hizo necesario actuar rápidamente para garantizar la seguridad de los pasajeros y mantener la confianza en la protección y seguridad del transporte aéreo.
Esta fue la razón de las normas impuestas en toda la Unión Europea en cuanto a los líquidos contenidos en el equipaje de mano de los pasajeros. Desde entonces, los líquidos solo se admiten en pequeñas cantidades, depositados en bolsas especiales transparentes. Deben presentarse separadamente a los inspectores encargados de la seguridad. Esta fue considerada, y lo sigue siendo, una medida provisional necesaria hasta que surja una tecnología avanzada de detección que permita unos métodos de control más ágiles y menos engorrosos.
Las citadas normas expirarán en abril del 2010. Esta fecha se fijó con la esperanza de que, para entonces, se hayan descubierto nuevas tecnologías de control de los pasajeros. Desgraciadamente, está claro que será necesario más tiempo para encontrar una solución alternativa susceptible de ser aplicada en los aeropuertos.
Cabe preguntarse: ¿podemos suprimir esta normativa sin contar con una solución alternativa? Mi respuesta es que, desgraciadamente, no podemos. La amenaza continúa, como sostienen todos los expertos en seguridad. Poner fin a estos controles sería animar a los terroristas a que recurran a estas técnicas para sus atentados.
La siguiente pregunta sería la siguiente: ¿prolongamos indefinidamente las normas actualmente vigentes? A mi juicio, esta no sería una respuesta adecuada al problema. Los pasajeros tienen todo el derecho a esperar que sus autoridades hagan lo posible para instaurar unos procedimientos de control más ágiles y menos engorrosos. Se han realizado ya grandes progresos para poner a punto un equipamiento capaz de detectar líquidos peligrosos de forma segura, fiable y sin provocar retrasos en los aeropuertos ni causar molestias a los viajeros. Es necesario mantener esta presión si queremos llevar a la práctica estos progresos.
Por todas estas razones, tengo la intención de insistir en la fijación de una fecha límite para acabar con las actuales restricciones que se aplican a los líquidos en todos los aeropuertos de la UE, sustituyéndolas por un procedimiento de control tecnológico de los líquidos. Ahora bien, para sustituir las prohibiciones por soluciones tecnológicas, lo mejor es proceder mediante un método progresivo, dividido en fases.
Tengo la confianza de que nuestras instituciones, y en primer lugar el Parlamento Europeo y el Consejo Europeo, comparten mi convencimiento de que un alto nivel de seguridad, unas operaciones más ágiles en los aeropuertos y una mayor comodidad en los viajes son factores conciliables si luchamos todos conjuntamente y con empeño por conseguir una implantación rápida de las nuevas tecnologías de detección.
Como comisario encargado del transporte, pero también como pasajero, observo con detenimiento lo que sucede en los controles de seguridad de los aeropuertos. No cabe duda de que los pasajeros preferirían acabar con la confiscación de los líquidos y los controles rigurosos. Los inspectores encargados de la seguridad desempeñan una tarea difícil que, a veces, desemboca en situaciones de enfado, estrés y, esporádicamente, en episodios de falta de respeto.
Es necesario encontrar un equilibrio entre seguridad y libre circulación de viajeros. Esto solo podrá lograrse si los ciudadanos se dan cuenta de que se hace todo lo posible para facilitar los controles sin mermar la seguridad. No es posible prolongar estas prohibiciones indefinidamente

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