16 abr 2010

Transferir los casos de pedofilia a Roma

La oportunidad de transferir la competencia en casos de pedofilia a Roma
Un caso francés muestra la importancia de la decisión de Juan Pablo II
CIUDAD DEL VATICANO, viernes 16 de abril de 2010 (ZENIT.org).- Un caso francés en el que el obispo no “denunció” a un sacerdote de su diócesis -denunciado por las víctimas- ha reaparecido en la prensa.
El Vaticano ha respondido manifestando la validez de la decisión de Juan Pablo II en 2001 de transferir ese caso a Roma.
En referencia a una carta del cardenal Darío Castrillón Hoyos, entonces prefecto de la Congregación para el Clero, al obispo de Bayeux-Lisieux, con fecha del 8 de septiembre de 2001, el director de la Oficina de Información de la Santa Sede, el padre Federico Lombardi, SI, realizó este jueves por la tarde una declaración.
“Este documento es una confirmación de cuán oportuna fue la unificación del trato de los casos de abusos sexuales a menores por parte de miembros del clero bajo la competencia de la Congregación de la Doctrina de la Fe para garantizar una conducción rigurosa y coherente, como ocurre de hecho con los documentos aprobados por el Papa en 2001”, declaró.
La dificultad para un obispo de denunciar a un sacerdote de su presbiterio provocó la reforma de Juan Pablo II.
Ahora todos los casos deben ser transferidos a la competencia de Doctrina de la Fe, en Roma, tal y como indica el motu proprio Sacramentorum sanctitatis tutela del 30 de abril de 2001.
Para que los culpables rindan cuentas de sus actos ante los tribunales, la Iglesia anima a las víctimas a denunciarlo y a quejarse, mientras pide a los culpables que se entreguen a la Justicia.
Recientemente, la prensa ha publicado la copia de una carta dirigida por el cardenal Castrillón Hoyos a monseñor Pierre Pican, obispo de Bayeux-Lisieux.
El obispo no había “denunciado” por sí mismo a un sacerdote de su diócesis en razón del “secreto profesional”.
Por ello, monseñor Pican fue acusado en aquel momento y, en una declaración del 7 de septiembre de 2001, él anunció su decisión de no apelar a su condena para evitar un nuevo proceso a las víctimas y a la diócesis.
“Después de haber tomado un tiempo para reflexionar, he decidido no apelar a la decisión del tribunal correccional de Caen, en fecha del 4 de septiembre de 2001, que me ha condenado a tres meses de prisión condicional por no denunciar abusos sexuales a menores”.
Destacó que lo que está en juego es el secreto “profesional”: “Este proceso extremadamente complejo va más allá de mi propia persona. Intentando tomar distancia para referirme a lo que me afecta, constato que han sido reafirmados los vitales principios referentes al respeto a las personas, a través de la objeción de conciencia y el secreto profesional de los ministros de culto”
Lamentó esta “restricción del ámbito del secreto profesional que no deja de preocupar” y consideró que “una reconsideración así -incluso parcial- de la jurisprudencia aceptada y constantemente refirmada hasta el momento” le obligaría a apelar.
Él pensaba en las víctimas y en sus diocesanos: “No podría olvidar la prueba sufrida por las víctimas de la abadía Bissey. Aunque algunos no lo hayan percibido, siempre he llevado dentro la magnitud de su drama, y los sufrimientos que se han expresado durante este juicio me han marcado profundamente”.
“También he querido manifestar mi voluntad de calma respecto a las partes civiles y de no reavivar las heridas, en un nuevo proceso que se desarrollaría ante el tribunal de apelación de Caen”.
“He pensado mucho en mi diócesis, en la Iglesia, en todos aquellos que, en muchos sentidos, han sido afectados por esta situación”.
La carta del cardenal Castrillón Hoyos está fechada el día siguiente de esta declaración, el 8 de septiembre: no es pues, un estímulo a priori o una directriz de conducta ante el caso. Es una reacción a la elección de monseñor Pican y a su declaración.
La asamblea plenaria de los obispos franceses en Lourdes, en noviembre de 2000, abordó abiertamente el problema de la pedofilia de algunos sacerdotes.
Monseñor Louis-Marie Billé, arzobispo de Lyon -que después se convirtió en cardenal- y entonces presidente de la Conferencia episcopal, publicó una declaración en la que afirmaba que “los sacerdotes que son culpables de actos de carácter pedófilo deben responder de esos actos ante la justicia”.
La conferencia episcopal publicó posteriormente un folleto titulado Lutter contre la pédophilie, repères pour les éducateurs [Luchar contra la pedofilia, orientaciones para los educadores].
[Por Anita S. Bourdin, traducción del francés por Patricia Navas]

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