¡Por la reconciliación! Ricardo Alemán
Columna Itinerario Político
Excélsior, 19 de septiembre de 2011
- El jefe de Gobierno le apuesta a una candidatura incluyente.
- Beltrones propone un partido institucional y un gobierno eficaz.
Por lo regular, cuando se analizan las posibilidades electorales de tal o cual precandidato presidencial, las más importantes variables que toman en cuenta los especialistas son las encuetas. Es decir, que las posibilidades de éxito del aspirante en cuestión suelen medirse a partir de la popularidad.
Acaso por eso —y porque vivimos en el imperio de la percepción y del marketing—, pocos se han percatado que dos de los candidatos presidenciales mejor dotados para desempeñar la encomienda de Presidente de la República, no están entre los más populares, no han renunciado a sus cargos y, lo más importante, que son los únicos que, hasta ahora, ofrecen la más clara visión de país.
Nos referimos a Marcelo Ebrard y a Manlio Fabio Beltrones, acaso los más acabados ejemplos de que no todo apesta en la política mexicana y quienes, por separado, con agendas y objetivos distintos, parecen haber entendido que la elección de 2012 no puede ser otro eslabón de la pesada cadena de polarización, revancha, venganza y confrontación política.
Parecen ser los únicos que entienden que llegó el tiempo de la eficacia, los resultados y, por extremo que parezca, de la reconciliación política.
Marcelo, el estadista.
El primero en predicar con el ejemplo se llama Marcelo Ebrard, quien en los últimos cinco años se negó —de manera sistemática—, a construir su candidatura presidencial sobre la tumba de su principal adversario; Andrés Manuel López Obrador.
Todos saben que, desde el inicio de su gobierno en el DF, Marcelo pudo hacer lo mismo que hizo AMLO al arrancar su gestión. ¿Qué hizo López Obrador?
Si lo olvidaron, vale recordar que mató a su padre político y, sobre la tumba política de Cuauhtémoc Cárdenas, Obrador construyó su liderazgo.
Marcelo tuvo todo para hacer lo mismo; para perseguir política y judicialmente al lopezobradorismo, pero siempre dijo “no”.
Y es que contra lo que muchos suponen, Marcelo siempre defendió la tesis de que todos pierden en un país sembrado por cadáveres políticos.
También por eso, desde el inicio de su gestión al frente del Gobierno del Distrito Federal, le apostó a la imagen de tolerancia y rechazó al radicalismo en su gobierno y en su imagen como gobernante.
Y el mayor gesto público del pensamiento tolerante, de avanzada y de un estadista que pregona con el ejemplo, una propuesta política de centro izquierda —diametralmente opuesta al trasnochado populismo priista de AMLO—, lo dio Marcelo Ebrard en el acto en donde sin las telarañas de los políticos, los intelectuales y los medios del lopezobradorismo, saludó al presidente Felipe Calderón.
El saludo Calderón-Ebrard, o Ebrard-Calderón, quiso ser presentado como “el beso del diablo”.
Pero en realidad fue la mayor señal de que la propuesta político electoral de Marcelo Ebrard va en dirección diametralmente opuesta a la de AMLO.
El saludo entre el Presidente y el jefe de Gobierno acabó con el mito lopezobradorista de que no hay más vida política en México que la vida animada por la revancha, la venganza, el odio y la polarización.
Marcelo Ebrard acabó con ese mito y de inmediato sus bonos en las encuestas se movieron para arriba.
Anteriormente, en un evento que semanas antes encabezó en el Polifórum Cultural Siqueiros, Marcelo había rechazado el radicalismo del lopezobradorismo y abrió una carretera para sumar a todos aquellos que se identifiquen en la lucha contra el PRI.
En unas horas, el próximo martes, durante su V Informe de Gobierno, Marcelo Ebrard le pondrá “la cereza al pastel”.
Su propuesta de gobierno —en lo que ya es visto como el arranque de su campaña—, será incluyente y contra la revancha, la venganza, el odio y la polarización. Marcelo Ebrard tenderá la mano para empujar, con su candidatura, la reconciliación nacional.
¿Y eso que significa, para el beneficio de la gente?
Casi nada; es la promesa de un gobierno eficaz. Y punto.
Beltrones, el ideólogo.
Y precisamente en esa dirección —la de ofrecer garantías de un gobierno eficaz, eficiente y un Estado funcional—, van las propuestas de otro de los políticos mexicanos que se ha escapado de las catacumbas en las que cohabitan la mayoría de la clase política mexicana.
El senador Manlio Fabio Beltrones ha insistido —por meses—, que su partido, el PRI, no puede seguir siendo la misma maquinaria que fabricaba figuras y gobiernos sexenales, sin tener un “atlas del gobierno” que se quiere.
Por eso ha propuesto que antes del hombre, exista el programa. Algunos dicen que se trata de la reedición del apotegma reyesheroliano que, de manera grosera, mandó a la basura el déspota presidente José López Portillo.
Muchos han especulado que el senador Beltrones lo que intenta es una posición en el “ya seguro” gobierno de Enrique Peña Nieto. Pero lo cierto es que la iniciativa va en otra dirección. Y parte de la idea de evitar los mismos vicios que hicieron caer al PRI del poder, y con los cuales hoy pretende volver de nueva cuenta a ese poder.
En pocas palabras, lo que busca Beltrones es acabar con la cultura del “dedo”, del “tapado”, del “ungido”… Y para ello propone legitimar mediante una elección al candidato presidencial. Con ello le dará fuerza institucional al PRI.
El segundo paso, parecido al propuesto por Marcelo Ebrard, es pariente de la eficacia del gobierno y la funcionalidad del Estado.
Apenas el pasado miércoles, el senador Beltrones propuso al Congreso una iniciativa de reformas que van en dirección a la aprobación de los llamados “gobiernos de coalición”.
¿Y eso que quiere decir?
Es una propuesta para que, en forma independiente al resultado electoral —más allá de qué partido y qué candidato ganen—, el partido en el gobierno y una de las fuerzas mayoritarias del Congreso establezcan un acuerdo de coalición, para conseguir mayoría parlamentaria y, con ello, llevar adelante las reformas que le urgen al país.
¿Qué significa esa reforma?.
Precisamente que Manlio Fabio Beltrones tiene claro que la elección de 2012 no puede ser un eslabón más de las venganzas, las rencillas, las vendettas y, con ello, la ineficacia. ¿Quiénes más, además de Marcelo y de Beltrones tienen claro que México ya no soportará más polarización política, más chantajes, venganzas y cobro de facturas?
Cordero, igual que AMLO
Por desgracia, dos tendencias opuestas, como el rancio priismo populista de AMLO, y el trasnochado derechismo de Ernesto Cordero, parecen hermanadas en sus estrategias de campaña. ¿De qué hablamos? De que los dos le apuestan a la polarización, la venganza, la vendetta. Al tiempo.
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