17 sept 2012

CCII Aniversario de la Gesta Heroica de la Independencia de México:

Diversas intervenciones durante la Ceremonia del CCII Aniversario de la Gesta Heroica de la Independencia de México:
Mitzy Ramírez Flores su trabajo:"México en el Corazón de un Tarahumara";
El Senador Ernesto Javier Cordero Arroyo, Presidente de la Mesa Directiva de la Honorable Cámara de Senadores;
El Ministro Juan Silva Meza, Presidente de la SCJN, y;
El diputado Jesús Murillo Karam, Presidente de la Mesa Directiva de la Honorable Cámara de Diputados.
Ciudad de México, 16 de septiembre del 2012
-MODERADORA: Hace uso de la palabra la niña Mitzy Ramírez Flores, Galardonada.
-MITZY RAMÍREZ FLORES: Licenciado Felipe Calderón Hinojosa, Presidente de los Estados Unidos Mexicanos; distinguidas personalidades que nos acompañan; señoras y señores.
Mi nombre es Mitzy Ramírez Flores y vengo de Nuevo Casas Grandes, en el Estado de Chihuahua.
Érase una vez, una familia tarahumara que vivió en un pueblo llamado Estación Creel, un lugar recóndito, ubicado en la Sierra del Estado de Chihuahua, en donde los veranos son cortos y en el invierno hace mucho frío.
Ahí vive Ariché, una pequeña niña de tan sólo 11 años de edad, que tenía cabello negro. Sus padres eran Rahui, un hombre que se dedicaba a trabajar en el campo, y su madre Bimorí, una mujer fuerte, así como su pequeño hermano Suré.
Todos ellos compartían una humilde choza, que habían construido con pedazos de tronco de los pinos.
Ariché era muy alegre y tenía muchos amigos. Estaba en sexto grado, pero para poder ir a la escuela, tenía que caminar muchísimos kilómetros para llegar, y eso si el clima estaba agradable, porque siempre solía estar nevado.
Un día llegó a casa, muy triste, y su padre Rahui,  porque lo poquito que había podido cultivar, se había secado por completo, ya que llevaba meses sin llover, y si no hacían algo, iban a morir de hambre.
Cuando Rahui le platicó a su familia esta desagradable noticia, todos se pusieron muy afligidos y desconsolados, pero tenían que tomar una decisión para poder seguir vivos. Así que, decidieron salir ese mismo día de aquella hermosa Sierra, en busca de alimentos.
Caminaron durante varios días, hasta que se encontraron con el bello lugar de Nuevo Casas Grandes. En esta ciudad se quedaron para descansar  y buscar algún trabajo. Cuál fue su sorpresa, que después de tres días, le ofrecieron a Rahui trabajar en la pizca del durazno y les ayudaron para  que se alojaran en el albergue del municipio.
La familia de Ariché celebró porque iban a tener un techo y un poco de alimento. Conforme pasaban los días, ya era tiempo de que Ariché asistiera a la escuela, así que la pusieron en la primaria que les quedaba más cerca. Pero la mañana del día siguiente, llegó Ariché a la escuela, cuando la maestra la presentó a sus compañeros, todos se burlaron de ella por su vestimenta y color de piel.
La maestra inmediatamente regañó a todo el grupo y les pidió respeto y compañerismo para Ariché, sin embargo, ella se sentía muy sola y extrañaba a sus amigos de la sierra.
Así pasaban los días, pero ella en el fondo de su corazón tenía la esperanza de que algún día la iban a aceptar y a querer mucho. Se llegó el mes de febrero y la maestra encargó un escrito, porque ya se acercaba el Día de la Bandera mexicana.
Por la tarde, Ariché se sentó a hacer su tarea y empezó así:
La Bandera es como un hermoso arcoíris en donde el verde representa los bosques de mi querida Estación Creel.
El blanco, es un color puro y transparente, el cual simboliza la paz, al ganar la lucha con esfuerzos y sacrificios por obtener su libertad, como nosotros los tarahumaras, que somos gente honrada, sincera y muy trabajadora.
Y el rojo, nos manifiesta la sangre derramada en la lucha, pero, también, la unión de todos los mexicanos al igual que en mi pueblo nos ayudamos unos a otros siempre que lo necesitamos.
El Escudo es la es la huella que portamos todo mexicano en nuestra fe. Ahí, está escrita toda la historia de nuestro país, la lucha y el sacrificio de nuestros héroes.
El Himno Nacional es el canto que enaltece a México por haber ganado una gran batalla donde hombres y mujeres entregaron su corazón a la Patria en busca de libertad tan anhelada.
La Bandera, el Escudo y el Himno Nacional son muestra del espíritu de Nación y de identidad como mexicano, donde no importa si eres alto, chaparro, blanco o moreno, porque todos somos mexicanos.
Yo, por eso me siento orgullosa de ser una niña tarahumara, porque sé que soy una mexicana y que no debo de ser discriminada. Mis compañeros pronto lo entenderán.
El día siguiente todos comenzaron a leer sus trabajos en donde hablaban de la Bandera como algo tan insignificante para México. No se sentían dichosos de su país. Pero tocó el turno de Ariché y empezó a leer.
Todos se quedaron impactados por el excelente trabajo que había hecho, pero, también, estaban muy apenados porque era muy grande su nobleza, tanto que insinuaba en su sentir ser respetada y, además, la admiraron por su muestra de amor a México y su felicidad por ser una niña tarahumara.
Así fue como Ariché sin pensarlo ni planearlo, les dio una gran lección de cariño, respeto y hermandad a todos sus compañeros como una gran Nación.
Gracias.
-MODERADORA: Tiene la palabra el ciudadano Senador Ernesto Javier Cordero Arroyo, Presidente de la Mesa Directiva de la Honorable Cámara de Senadores.
-SEN. ERNESTO JAVIER CORDERO ARROYO: Licenciado Felipe Calderón Hinojosa, Presidente de los Estados Unidos Mexicanos; Ministro Juan Silva Meza, Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación; Diputado Jesús Murillo Karam, Presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados.
Doctor Raúl Plascencia, Presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos; licenciada Margarita Zavala, Presidenta del DIF Nacional; estimadas y estimados Secretarios de Estado.
Niños, jóvenes y maestros ganadores del Concurso Interpretación del Himno Nacional Mexicano y del Concurso de Expresión Literaria sobre los Símbolos Patrios; señoras y señores:
La felicidad del pueblo y de cada uno de los ciudadanos consiste en el goce de la igualdad, seguridad, propiedad y libertad. La íntegra conservación de estos derechos es el objeto de la Institución de los gobiernos y el único fin de las asociaciones políticas.
Estas palabras contenidas en el Artículo 24 de la Primera Carta Magna de México, conocida como la Constitución de Apatzingán de 1814, resume las causas centrales de nuestra lucha de Independencia.
El anhelo de igualdad, seguridad, propiedad y libertad fue lo que movió a Hidalgo, a Allende, a Morelos, a Abasolo, a Aldama, a Josefa Ortiz de Domínguez, y a miles de mexicanas y de mexicanos a luchar por un país independiente.
Desde entonces, México ha emprendido un camino de lucha por construir las instituciones que le den a nuestro país independencia, libertad y bienestar. Los derechos establecidos en la Constitución de Apatzingán: igualdad, seguridad, propiedad y libertad, siguen siendo los destinos que guían nuestro camino.
En todos nuestros años de vida independiente hemos encontrado retos, amenazas internas y externas que hemos sabido enfrentar unidos. El camino no ha sido fácil, pero nunca hemos olvidado hacia dónde nos dirigimos.
Hoy, México camina en la dirección correcta. Es cierto que todavía existen contrastes lacerantes que no hemos podido resolver, pero no podemos negar que estamos avanzando.
En México, hoy, casi todos los niños en edad de asistir a una escuela primaria lo pueden hacer, y cada vez más jóvenes tienen la oportunidad de seguir estudiando la secundaria, la preparatoria o ir a la universidad.
En México, hoy, casi todos los mexicanos tenemos acceso a servicios de salud. En México, hoy, cada vez más familias tienen una casa. En México, hoy, existen condiciones para invertir y generar empleos.
En México, hoy, existen libertades políticas y democráticas que hubieran sido impensables hace dos décadas. México, hoy, ejerce un liderazgo real en el mundo, se nos respeta y se pondera nuestra opinión en cualquier foro internacional.
México es un país solidario y libre que lucha por avanzar y superar los retos y desafíos que seguimos enfrentando, retos que requieren de todo nuestro esfuerzo y de toda nuestra convicción.
El reto de nuestra generación invoca la inacabada aspiración de la insurgencia independentista, ofrecer oportunidades a los más desprotegidos, brindar educación y servicios de salud de calidad a las familias mexicanas, dar a los jóvenes empleo y educación, dar a todas las familias la posibilidad de formar un patrimonio y tener certeza del futuro.
Así como la convicción de enfrentar, sin titubeos, a todos aquellos que intenten por la vía de la delincuencia arrebatarnos nuestras libertades, nuestro futuro, hacerle daño a nuestras familias.
En este momento histórico, una de las tareas más apremiantes fue la de defender a nuestras familias de quienes han afectado de manera violenta la convivencia entre los mexicanos.
El Presidente de la República, como Jefe del Estado mexicano, cumplió con su obligación de implementar una estrategia contundente para proteger la seguridad de todos.
Han sido las Fuerzas Armadas, el Ejército, la Marina, así como la Policía Federal y la Procuraduría General de la República las que, durante estos años, han jugado un papel central para preservar la seguridad de nuestras instituciones y nuestras familias y para proteger todos los días la vida de los mexicanos.
Los mexicanos y nuestras familias se los agradeceremos por siempre.
Señoras y señores:
No podemos equivocarnos, México debe seguir avanzando en la consolidación de los logros alcanzados con el anhelo y el entusiasmo de lo que está por venir.
Sin duda alguna, falta mucho por hacer, pero no podemos, ni debemos olvidar que hoy estamos mejor que hace dos siglos, mejor que hace dos décadas y, con el esfuerzo de todos, espero que en dos décadas estemos mejor que hoy.
Con profunda honestidad y convicción, debemos reconocer nuestra realidad y redoblar el paso para consolidar un país más igualitario y más justo; más incluyente, más tolerante. Un país de oportunidades.
Debemos seguir trabajando incansablemente, por un futuro de libertades para todos los mexicanos. La aspiración independentista que despertó a los primeros Insurgentes continúa vigente. Es indispensable dejar a un lado los intereses particulares y encauzar la participación ciudadana para aspirar a un buen Gobierno y para alcanzar el bien común.
Es momento de enterrar los discursos derrotistas y de reconocer, de una vez por todas, que México está llamado a ser un protagonista de este siglo. México tiene un gran futuro, por todo lo que se ha construido. No perdamos esta oportunidad. Seamos fieles a los principios y valores que nos identifican como Nación.
Como cada año, celebremos nuestra Independencia. Celebremos nuestra libertad y, sobre todo, celebremos nuestra disposición a seguir luchando unidos por el México que todos anhelamos.
Qué viva México.
-MODERADORA: Toma la palabra el ciudadano Ministro Juan Silva Meza, Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
-MINISTRO JUAN SILVA MEZA: Señor licenciado Felipe Calderón Hinojosa, Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos; Senador Ernesto Cordero Arroyo, Presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Senadores; Diputado Jesús Murillo Karam, Presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados; distinguidos miembros del presídium; señoras y señores:
Un aniversario más del Inicio de la Gesta de 1810, es la mejor oportunidad que la Nación tiene para reflexionar acerca de lo que hemos sido, de lo que somos, de lo que seremos.
Ese es un ejercicio de reconocimiento que debemos realizar, que vale la pena hacer, pues todos los retos que a lo largo de más de 200 años hemos enfrentado como país soberano, no han destruido nuestro legado más preciado que es, también, nuestro rasgo común: el privilegio de habitar un país independiente, en el que, por ese mismo estatuto, todas las personas tienen un derecho idéntico a construir y perseguir los planes de vida que, dentro del marco de la ley, les parezca mejor.
La posibilidad de ser individuos autónomos en una Nación libre y armónica, es el gran legado que las y los fundadores de la Patria nos dieron. Ese es el tesoro por el que ofrendaron, incluso, sus vidas en beneficio de todos nosotros.
Debemos estar conscientes de que ese acto de generosidad nos da origen, y como tal, debemos obrar en consecuencia cada día, cada momento, para estar a la altura de ese sacrificio, para ser dignos del mismo.
Hoy, más de 202 años después, todos los mexicanos sin importar el lugar que ocupemos en la sociedad, debemos saber que es nuestra responsabilidad lograr que la Nación independiente y libre que heredamos, que nos ha sido encomendada temporalmente, pase a nuestros hijos sin menoscabo.
Que la promesa surgida en Dolores de que ésta será siempre una Nación que permite a todos un futuro mejor, no sufra merma o menoscabo.
Sin duda, debemos sentirnos orgullosos de México, y de lo que los mexicanos hemos construido, pero, de igual forma, no debemos dejar estar insatisfechos y tratar así de lograr que el país sea cada vez más justo, más generoso. Nunca rindamos nuestra búsqueda por un país mejor, no para nosotros, quizá, sino para los que vienen después.
Ese es el sacrificio al que estamos llamados, aceptémoslo honrosamente, en la mejor tradición nacional. En estos siglos y, en particular, en las últimas décadas, hemos construido, entre todos, un país que cuenta con instituciones cada vez más sólidas ancladas a una Constitución palpitante, viva, vigente.
Hoy, nuestra Constitución que es el fruto más acabado de la lucha por la Independencia Nacional y cuyo texto contiene las demandas de independencia, de libertad, de justicia, de igualdad social, se caracteriza, hoy, por normas propias de cualquier democracia.
Un régimen de protección de los derechos humanos consagrados en la Constitución y en los Tratados Internacionales, que obliga a todas, a todas las autoridades del país a ajustarse a ese mandato.
Un sistema de justicia penal más humano, avanzado, más actual, más atento a las demandas que la sociedad del Siglo XXI exige en la materia.
Caracterizan a éste, instituciones como nuestro casi bicentenario Juicio de Amparo, que han servido y sido, también, renovadas, puestas al día para mejor servir a los  ideales de impartición de justicia que nacieron con la Independencia.
También, se caracteriza por normas derivadas de una serie de reformas a nuestro sistema político que hoy por hoy, reconoce, con todas sus letras, que los mexicanos tienen derechos, no meras prerrogativas graciosamente otorgadas por los gobernantes.
Se caracteriza por un sistema de transparencia y rendición de cuentas que aún siendo como todo mejorable, seguramente ya es referente de muchas naciones, al significar un medio de prevención y reparo de conductas indebidas cometidas por los encargados de la Función Pública.
Señoras y señores:
En el Poder Judicial de la Federación sabemos bien cuál es la responsabilidad que la Nación nos ha conferido: vigilar la buena salud de nuestro régimen constitucional, mantener intacta su vitalidad, ya bicentenaria.
 Nuestra labor es proteger la plasticidad de la Constitución, que norma los derechos de las personas; permitir que se ajuste a los reclamos de una sociedad que cambia, protegiendo, a la vez, la esencia del Estado democrático de derecho, que la sostiene.
 Nuestra labor es vigilar que la Constitución cambie, de forma tal que todos, todo el tiempo, nos identifiquemos en ella.
Los honradores de la Federación hemos cumplido con esa responsabilidad y lo seguiremos haciendo sin titubeos, sin confusiones, porque nuestra Constitución ni se confunde, ni titubea, al ordenar que el nuestro sea un país de leyes, de paz, de instituciones.
Festejemos, como cada año, el nacimiento de la Patria y reflexionemos, no sólo acerca de lo que nos pertenece por derecho, sino de lo que estamos obligados a entregar como país a quienes después tomarán las riendas para andar los nuevos rumbos de la historia nacional.
Trabajemos sin descanso, para asegurar que ese camino sea siempre el mejor posible, para evitar sobresaltos, desviaciones; para que cada persona que vea la luz en esta tierra se sienta orgullosa de reconocerla como su Nación. Nosotros, orgullosos, gracias al esfuerzo de nuestros mayores, así la llamamos, así la reconocemos.
Señoras y señores:
Festejemos, recordemos, pero no olvidemos nuestro compromiso.
Muchas gracias.
-MODERADORA: Hace uso de la palabra el ciudadano Diputado Jesús Murillo Karam, Presidente de la Mesa Directiva de la Honorable Cámara de Diputados.
-DIP. JESÚS MURILLO KARAM: Muchas gracias.
Señor licenciado Felipe Calderón Hinojosa, Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos. Saludo con mucho respeto a su esposa, Margarita Zavala.
Señor Ministro Juan Silva Meza, Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación; señor Senador Ernesto Javier Cordero Arroyo, Presidente de la Mesa Directiva del Senado de la República.
Señores funcionarios; señoras y señores; alumnos de las escuelas que hoy han sido premiados:
Conmemoramos hoy los acontecimientos de aquellos momentos cruciales en el que los mexicanos de entonces, tomaron la decisión de hacerse cargo de su propio destino.
Desde ese momento hasta hoy, hemos ido tomando las riendas de nuestra historia, vida y futuro común. Lo que este día conmemoramos no es sólo la fecha o la coyuntura histórica en la que nos declaramos independientes, sino que es, fundamentalmente, la suma de todos los momentos, dramáticos algunos, muy dolorosos algunos, pero que han hecho de este país lo que es hoy.
La transición democrática de nuestros días nos brinda una gran oportunidad para pensar y repensar nuestro futuro. Para tomar las decisiones sobre lo qué queremos lograr, a dónde queremos ir, qué queremos combatir para saber qué debemos evitar.
Que no sea la circunstancia la que configure las decisiones de nuestro futuro. No debemos mirar al destino como algo predeterminado o inmutable, necesitamos ser capaces de construirlo a partir de nuestras esperanzas y de nuestros anhelos y debemos ser capaces de crearlo con las herramientas de justicia en el entorno de libertad en el que vivimos.
Cuando el mundo definió el sistema republicano, marcó claramente las funciones de cada uno de los Poderes. Al Legislativo le dio la facultad de elaborar las leyes; es decir, en el sentido más profundo de la intención, la dio la facultad de recoger las coincidencias de la población para convertirlas en normas de conducta para que pueda generarse un entorno legítimo surgido del entendimiento y de la concertación.
Las leyes e instituciones que los mexicanos decidimos o decidamos crear o preservar, son las que deben dar a México aliento y fuerza para ser, como la enorme mayoría de los mexicanos deseamos, un país en el que prevalezcan la justicia y la igualdad, en el que las oportunidades sean para todos, y el ambiente de paz sea el espacio ideal para la concordia y la armonía.
Hoy, en el Poder Legislativo nos enfrentamos a decisiones de la mayor importancia para el país. No puede haber tiempos perdidos, tampoco prisas febriles. No puede haber salidas circunstanciales, ni obstáculos estructurales.
Esta tarea requiere, fundamentalmente, de escuchar todas las voces, de estar dispuestos a escuchar con la mente abierta, buscar en la razón de todos las relaciones comunes para lograr la razón de la mayoría. Esto es crucial para que las instituciones del Estado no sólo tengan la legalidad que otorga el voto, sino la legitimidad que otorga la credibilidad ganada en el ejercicio del Gobierno.
Gobernar es asumir responsabilidades, pero la categoría de ciudadano, también, obliga. Obliga a asumirse como tal. Si bien es cierto, que el combate a los principales problemas que padecemos requieren de un Gobierno eficaz, la responsabilidad del cambio más profundo y necesario, en nuestro país, es de todos.
Requerimos con urgencia un cambio social que genere valores y prácticas distintos a los de hoy o a los que hoy prevalecen, y que nos lleven a sembrar el valor de la ley y la justicia, la libertad, la transparencia, la igualdad, en la mente de cada uno de los mexicanos.
Un cambio que implante de noción, en su más amplia expresión de la esencia y significado del Estado de Derecho. Una cultura ciudadana, que no permita más, ni las pequeñas infracciones a la ley, que han conducido con el tiempo a una perniciosa cultura de corrupción y de delito; ni las fallas de autoridades, que conducen a un sistema de impunidades reiteradas.
Si los mexicanos somos capaces de lograr esto sin profundizar las divisiones y divergencias que se han generado y que  generan, a lo largo de la historia, un obstáculo, a veces, infranqueable. Si somos capaces de subirnos en los hombros de quienes nos han precedido y entender lo bueno, aprovecharlo y sacarlo adelante, estaremos dando los primeros pasos rumbo al cambio  social que queremos.
Es momento de entender que es responsabilidad de todos detonar ese cambio.
Ésta debe ser la tarea más importante de nuestro tiempo.
Muchas gracias.

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