31 may 2013

Palabras de Jesús Murillo Karam, XXIX Asamblea Plenaria de procurares


  •  XXIX Asamblea Plenaria de la Conferencia Nacional de Procuración de Justicia

 30 de mayo de 2013, Hotel Hiltón de la Ciudad de México.
Palabras de Jesús Murillo Karam, Procurador General de la República y Presidente de la Conferencia Nacional de Procuración de Justicia,
Señor Presidente, señor Jefe de Gobierno; señores funcionarios del Gobierno del Distrito Federal; señor Presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos; señor Gobernador (Mario López Váldez)r, en representación de CONAGO; señor Presidente de la Cámara de Diputados; compañeros de trabajo, de aspiración y de esperanza.
El día de hoy, nos reunimos los procuradores y fiscales del país en el instrumento que hemos denominado Conferencia Nacional de Procuración de Justicia, con el propósito de aportar la experiencia de los ámbitos local y Federal, que si bien son diferentes por su competencia, están estrictamente igualados en el territorio y por la sociedad a la que van dirigidos.

La aplicación de normas del ámbito Federal y la aplicación de normas del ámbito estatal tienen diferente asignación de autoridad pero, sin duda, el mismo espacio geográfico, las mismas condiciones socio-políticas y tienen que ver con el mismo grupo humano, con las mismas contradicciones, las mismas esperanzas comunes y, por desgracia, también, las mismas desesperanzas.
Formamos parte de la última instancia a la que recurren los miembros de nuestra sociedad, en la búsqueda de los valores fundamentales de la civilización moderna: la búsqueda de la justicia. Lo define el nombre de nuestra responsabilidad: Procuradores de Justicia, o Fiscales, con el mismo propósito, la misma esencia.
Nos corresponde, en ese concepto, aplicar los principios derivados de la más importante, dice García Ramírez, fuente del derecho. No la costumbre, no la jurisprudencia. El pacto social que comparte los principios fundamentales de la mayoría de las voluntades que crean las reglas de la convivencia, para que la comunidad logre la armonía que genera la certeza que da la confianza del previo conocimiento de las reglas de conducta para cada uno de los miembros de la sociedad, las que aseguran equidad y el logro de las principales aspiraciones, el único ámbito posible para este fin: la paz.
La paz derivada de la seguridad, en el más amplio de sus conceptos, no sólo de la seguridad a la que hoy apellidamos pública, y que tiene que ver con el ejercicio de los órganos del Estado, cuya misión es garantizar los principios ya señalados, sino la seguridad que tiene que ver con las posibilidades de cada persona de lograr su desarrollo personal.
El económico que significa la posibilidad de cubrir sus necesidades, el político que duplica el ejercicio de su libertad, que implica el pleno ejercicio de sus derechos.
Para que dentro del marco de estas normas pactadas, pueda generarse la posibilidad de construir su esperanza, rompiendo los diques de las dificultades del presente que nos limitan a pensar en el futuro.
En el debate no podemos quedarnos en la disyuntiva de un Estado pasivo, pero menos aún, en la de un Estado represivo.
En conclusión. La libertad y la paz están ligadas de manera indisoluble a la certeza de la justicia y esa es, precisamente, nuestra tarea.
A la hora de debatir, que sean éstas siempre nuestras razones, acompañadas de algo todavía más profundo, tal vez hasta indefinible, la emoción y yo diría, hasta la pasión por tener la enorme oportunidad que nos ha concedido la vida o la circunstancia del privilegio de ser parte en la construcción de una sociedad que viva en paz y que esté cierta de justicia.
Es por ello, señor Presidente, que puedo decirle con satisfacción que los ejes del diseño de su política nacional nos placen y nos comprometen.
Cuando usted señala que no podemos construir una política de seguridad y de acceso a la justicia, sin mirar y atender los elementos fundamentales del desarrollo humano, porque no puede haber justicia cuando hay hambre, porque no se puede construir seguridad cuando no hay confianza, porque no se puede hablar de paz cuando no hay igualdad, porque no se puede hablar de justicia en concreto cuando ésta no es plena para cubrir las necesidades elementales de sociedad.
Sólo podemos decirle que hoy estamos aquí, estamos reunidos buscando la mejor manera de cumplir con nuestra parte como ciudadanos responsables entendidos y comprometidos.
Decirle, también, que por desgracia la circunstancia actual no nos permite equivocarnos, no nos permite detenernos. No nos permite y aquí quiero hacer énfasis, particularizar o parcializar los objetivos, el interés nacional tiene que ser el denominador común de esta conferencia.
Señores Procuradores de Justicia:
Hagamos con pasión, con inteligencia, con entendimiento la tarea a la que la denominación de nuestro trabajo nos obliga: procuremos justicia.
Muchas gracias.

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