19 jul 2013

Democracia y tuiteos/ Shashi Tharoor


 Democracia y tuiteos/ Shashi Tharoor is India’s Minister of State for Human Resource Development. His most recent book is Pax Indica: India and the World of the 21st Century.
Traducido del inglés por David Meléndez Tormen.
Project Syndicate |17 de julio de 2013.
El 4 de Julio pasado, Narendra Modi, Ministro Jefe de Gujarat y probable candidato a primer ministro por el opositor Partido Bharatiya Janata (BJP), se convirtió en el político indio con mayor cantidad de seguidores en Twitter. (Pongamos todas las cartas sobre la mesa: me desplazó a mí, que había encabezado la lista bastante tiempo). El acontecimiento fue celebrado por partidarios del BJP en Internet y generó una seguidilla de reflexiones sobre el creciente peso de las redes sociales en la política india.

Hace cuatro años, cuando comencé a usar Twitter, muchos políticos indios veían con desagrado el uso de las redes sociales. Parecía que en la prensa cada uno de mis comentarios era sacado de contexto, inflándose hasta convertirse en una controversia política. Como me advirtiera preclaramente el presidente del BJP de esa época, Venkaiah Naidu, “Demasiado tuiteo puede acabar por hacerte perder el cargo.”
Ya en septiembre, el periódico Economic Times informó que, frente a esos riesgos, la mayoría de los políticos jóvenes indios prefería no participar de ningún sitio de redes sociales, y aquellos que tenían cuentas activas publicaban actualizaciones esporádicas y poco interesantes.
El periodista y poeta Pritish Nandy, entrevistado en el artículo del Times, señalaba que incluso él tenía más seguidores en Twitter que el Primer Ministro Manmohan Singh (que tenía cerca de 195.000 en esos momentos). Otros entrevistados manifestaron que no tenían intenciones de adoptar las redes sociales en el futuro próximo.
Sin embargo, en el último año se ha acelerado enormemente el ritmo al que el mundo político abraza los medios sociales. Además de la adopción masiva de Twitter por parte del BJP (entre los aliados de Modi en la red podemos mencionar al líder parlamentario del partido, Sushma Swaraj y a una camarilla de partidarios organizados), se han sumado importantes políticos de todos los partidos.
Un día después de jurar como presidente de la India, Pranab Mukherjee anunció que abriría una cuenta de Facebook para recibir preguntas del público y responderlas. El Ministro Jefe de Bengala Occidental, Mamata Banerjee, maneja un sitio web muy popular al que recurren diariamente los medios de prensa tradicionales. De manera similar, Omar Abdullah, el juvenil Jefe de Ministros de Jammu y Cachemira, interactúa con regularidad a través de Twitter, y sus contrapartes de Rajastán y Kerala, Ashok Gehlot y Oommen Chandy, también han abierto cuentas de Facebook.
Más de la mitad del Consejo de Ministros se puede encontrar en Internet, como la Comisión de Planificación (a cargo de la elaboración de estadísticas), y la mayor parte de las entidades de gobierno están marcando presencia en las redes sociales. La cantidad de seguidores de la cuenta de Twitter del primer ministro se ha más que triplicado en los últimos nueve meses, hasta llegar a 660.000 (cerca de un 50% más que Nandy.)
Los problemas de la política india se plantean y debaten de manera regular (y ruidosa) en los medios sociales. El ministro de finanzas habló al pueblo sobre el presupuesto no por TV, sino en Google Hangout. Tanto yo como la Comisión de Planificación y el Ministerio de Transporte Terrestre y Carreteras lo hemos emulado. Con un 12% de la población (el grado de penetración que hoy tiene Internet en el país), India es hoy el tercer mayor mercado en línea del planeta y el que más crece en tamaño. De hecho, se espera que para el año 2020 supere a Estados Unidos en cantidad de internautas.
No obstante, corresponde un poco de escepticismo sobre el alcance y el impacto político de las redes sociales en India. Un estudio realizado hace poco por la Fundación IRIS Knowledge y la Asociación de Internet y Comunicaciones Móviles de la India (AIMAI, por sus siglas en inglés) sugiere que existen unos 160 distritos electorales (de los 543 cargos parlamentarios de la cámara baja india que se eligen por votación popular) en donde el margen de victoria es inferior a la cantidad de votantes en Facebook, o donde más del 10% de la población tiene cuentas en Facebook. El estudio estima que en las próximas elecciones, que se celebrarán en 2014, unos 80 millones de indios utilizarán redes sociales: un bloque de votantes que supuestamente ningún político se puede permitir pasar por alto.
Como uno de los primeros políticos de la India en hacer uso de las redes sociales, opino que esta conclusión es prematura. Considerando las cifras, no creo que ninguna elección india se gane o pierda solamente por ellas.
Solo una ínfima minoría de los 753 millones de votantes de la India son usuarios de redes sociales; puesto que los distritos electorales abarcan cada uno a unos dos millones de personas, Twitter es de poca ayuda en cuanto a movilización política. A diferencia de EE.UU., por ejemplo, sería inútil para organizar una manifestación masiva o siquiera convocar a un encuentro público de grandes dimensiones.
Pero si bien las redes sociales no pueden sustituir las formas convencionales de hacer campaña, sí pueden ayudar a fijar los temas del debate público, porque los medios tradicionales (los periódicos y la televisión, que llegan a la mayoría de los votantes) recurren a ellas para buscar información facilitada por los políticos y escrita acerca de ellos. Este impacto indirecto las convierte en una herramienta de comunicación indispensable para el quehacer político.
Y con seguridad lo serán más todavía cuando los avances que mejoren la disponibilidad de Internet en los móviles y la llegada de los servicios 4G hagan más universal el acceso a las redes sociales. Si bien solo un 12% de los indios usan ordenadores, más de 70% poseen teléfonos móviles, pero en la actualidad a muy pocos les resulta fácil o asequible usarlos para acceder a ellas.
En cualquier caso, ningún político demócrata debería resistirse a un nuevo medio de comunicación, especialmente cuando tiene estos niveles de interactividad e incluso si algunos parecen verlo sobre todo como una herramienta de relaciones públicas. El triunfo de Modi no ha venido acompañado de acusaciones generalizadas de que el BJP esté creando cuentas “falsas” para elevar su cantidad de seguidores (lo cual, si fuera cierto, no haría más que demostrar lo que Twitter importa en India.)
Al principio la palabra Twitter me causó poco entusiasmo, y muchos autodenominados especialistas indios sugirieron que no era un medio adecuado para un político serio. Pero también Google y Yahoo! fueron en su momento nombres algo extraños que acabaron por convertirse en parte del habla cotidiana. Estoy convencido de que la mayoría de los políticos de las democracias del siglo veintiuno (India entre ellas) estarán tuiteando dentro de diez años y quienes, como yo, comenzamos antes solamente tendremos el consuelo de haber llegado primero.

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