4 ene 2014

Los Mochis de entonces


MÚSICA DE ROCK, AFICIÓN CARA ABRAZADA POR JÓVENES POBRES/José Refugio Haro
 Publicado en Riodoce. 17-XI-13;
Los Mochis abría los ojos a una nueva década, la de los sesenta, poco a poco quedaban atrás las calles de tierra y lodo, los transportes de tracción animal, habían empezado a circular los camiones de servicio colectivo urbano. La gente ya no tenía que caminar forzadamente a realizar sus compras en los mercados, que estaban en el mero centro de la ciudad. Prácticamente habían salido de circulación las “Arañas”, que eran unas carretas de dos ruedas jaladas por un caballo.

La gente se revolvía a lo largo de una cuadra del callejón Agustín Melgar donde funcionaba una especie de tianguis mañanero. Aún prevalece, pero en aquellos tiempos era casi el único con tales características. 
Las señoras llenaban sus canastas de toda clase de verduras regionales y luego contrataban una arañita de aquellas para que les llevara los víveres a sus casas, que se ubicaban generalmente en el primer cuadro. No había más, fuera de las colonias Insurgentes y Anáhuac, que habían nacido junto con la ciudad como equipamiento urbano del ingenio azucarero que fue base y desarrollo de la ciudad de Los Mochis.

Era el Mochis somnoliento del azúcar cúbica y el dulce de caña llamado “norote””; de los prohombres Canuto Ibarra Guerrero, Carlos Torres, “El Sordo” Ceceña, el Billy Guillot, Leonardo Félix senior y los nacientes hoteleros Balderrama, Próspero y sus hijos Enrique y Roberto, donde la vida transcurría entre las noticias locales y comentarios de la sección de sociales de El Debate, que tecleaban en sus negras “Remington” José Ángel Sánchez y Alma Carmina Rosas; así como los programas musicales radiofónicos que sostenían los populares locutores José “Chitole” Torres, José Luis Elizondo, Ángel Renato Cruz, Manuel Hernández, Manuel Bojórquez, Julio Manuel Zamarripa, Jorge López Traslaviña, Arnoldo Corrales, Evaristo Fregozo, Camilo Robles, Octavio Ibarra. Gregorio Becerra y otros.
Se tomaban los refrescos ‘’Oso Polar”, de don Carlos Ramírez; Coca Cola, Pepsi Cola, Mister Q, Lucerito, Dellaware Punch, Orange Crush, Spur Cola, Missión, Lux. Se fumaban Raleigh, Rialtos, Montecarlo, Dominó, Delicados, Alas, Del Prado, Fiesta, Excélsior, La Conquistadora
En tal ambiente pueblerino aparecen ruidosamente “Los Jets del Ritmo”, “Los Mosin y Las Siluetas del Ritmo queriéndose comer el mundo. Su música rocanrolera estridente y pegajosa empezó a predominar en las fiestas juveniles, de los que tenían para pagarla. Los que no, recurrían a los tradicionales “negritos”, o sean los discos de acetato.
Hugo Ramírez, pionero de Los jets del ritmo, recuerda la formación del grupo. “En la prepa conocí a Rubén Longoria y también sabía de Chuy María Rodríguez, un muchacho que tocaba la guitarra acústica. Le dije al Chuy ¿Sabes qué? Ahí hay un muchacho que tiene una tarola, era Rubén Longoria, a quien precisamente decíamos ‘El Tarolas’, porque era una tarola nada más; no tenía ni tamboras ni nada, solamente una tarola, y así empezamos a tocar copiando las canciones que oíamos en la radio y en los discos de 45 revoluciones y en los LP.
Ello y las radiodifusoras fueron el motor que impulsó aquella nueva música estridente pero apasionante que enloqueció al mundo y a los mochitenses a mitad del siglo 20.

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