8 ago 2014

Coalición PRI-PAS, audaz pero pragmático

Coalición PRI-PAS, audaz pero pragmática/Ernesto Hernández Norzagaray
 Revista Amanecer Sinaloa, 4 de agosto de 2014
Las coaliciones electorales son tan frecuentes como las legislativas o de gobierno. Así lo asumen tanto los diseños institucionales presidencialistas, como los parlamentarios; es una forma inteligente de sumar fuerzas para optimizar una participación y lograr mayores beneficios en cualquier competencia por los votos.
 En teoría, el propósito político de este tipo de agregación política, es que los beneficios tengan fines programáticos, es decir, que la necesidad de aliarse esté vinculada al bien público antes que a intereses individuales.
 Pero, en estos tiempos tan pragmáticos, tan locamente pragmáticos, las cosas no suelen ser tan programáticas sino domina el puro cálculo político. Tú ganas, yo gano, es la dialéctica en este juego de coaliciones.
 Quizá, eso explica que así como en el pasado el PAN se alío con el PRD; ahora el PAS busca una alianza electoral con el PRI.

Principios, doctrina o programa pueden esperar en el archivo un momento menos pragmático.
 Esto habla de un sistema de partidos sin consistencia ideológica porque se imponen las ambiciones de la particulares sobre el bien común.
 Así, este nuevo intento de alianzas supone preguntas obligadas: ¿Realmente el PRI necesita la alianza total o parcial con el PAS para salir airoso en estos comicios? o es ¿un preámbulo de las alianzas que se celebrarán en 2016? aun así,  ¿Tiene acaso el PRI adversarios competitivos en esta y en la siguiente contienda?
 Sumar, sumar
 Reza así un principio agregativo de la política. El PRI seguramente vivirá una contienda interna intensa por la candidatura a gobernador en 2016, es más, podríamos decir que ya la está viviendo si atendemos la exposición pública de funcionarios, diputados, senadores y hasta cercanos al gobierno de Peña Nieto.
 Vargas, Millán, Amador, Irízar, Hadamira, Vizcarra, Galindo y López. La contienda entre el priimismo-malovismo versus peñismo, se definirá en los resultados que obtengan ambos grupos en el verano de 2015, o quizá en un acuerdo cupular donde estén los que deciden estos asuntos.
 Pero a diferencia de 2010, la sangre no habrá de llegar al río con un nuevo “malovazo”, por el estilo hegemónico que ha adquirido el peñismo que cuando no se impone, concilia o presiona a los grupos locales.
 Además, en el paisaje político no hay a la vista ningún Malova bis. Y quizá, ni quien quiera serlo, luego de la estela de muertes que propició este triunfo que disgustó a algunos que seguramente están detrás de estos crímenes impunes.
 Así que seguiremos viendo los jaloneos y la exhibición pública, de todos estos personajes  donde los tintes, las arrugas, las papadas y las barrigas muestran que ahora no hay espacio para jóvenes (salvo, el hijo de Juan Millán, que se encuentra lejos de lograr la nominación).
 Entonces, el ejercicio del PRI de sumar al PAS a la alianza que sostiene con la dupla PVEM-PANAL es previsor para alcanzar mayores ventajas electorales en 2015 y hasta el 16, si bien con el dúo PVEM-PANAL lo regular es que negocien cargos de gobierno o una pluri que les permita sobrevivir  a sus élites en el caso del PAS la situación parece distinta, buscan tener un diputado federal que en realidad sería su operador en la Cámara de Diputados.
 Lo curioso es que el PAS es un partido local que aspira a tener representación federal y esto es algo inédito en Sinaloa y quizá en todo México. Postular como candidato al ex rector de la UAS, Víctor Antonio Corrales Burgueño, quien salió en medio del escándalo de la reelección universitaria, si se acuerda, será un regalo el distrito VI, donde el PRI nunca ha perdido una elección incluso sin moverse más allá de las cabeceras municipales.
 Se trata del distrito federal más grande del estado pues abarca desde los límites de  Nayarit hasta la parte sur del municipio de Culiacán exceptuando la parte urbana de Mazatlán.
 En la mayoría de los municipios-distritos el PAS obtuvo en 2013 pocos votos en la elección de diputados y presidentes municipales aunque mejor que otros partidos: En Cósala donde fue en coalición con el PRI obtuvo 4 167, mientras en la elección por la presidencia sólo 1 563 votos; en ese mismo orden en Elota 3 219 y 2618; en San Ignacio 1128 y 1243; en Concordia 2460 y 1580; en Rosario 2245 y 1393 y finalmente en Escuinapa 1346 y 1537 votos, respectivamente. Para cerrar el círculo electoral en el distrito  20 que corresponde al sur y la zona rural de Mazatlán este partido obtuvo 3020 votos. Si bien se puede argumentar que la mayoría de estos distritos tienen una lista nominal pequeña los votos pasistas son todavía testimoniales.
 Entonces, la respuesta a la pregunta de si el PRI necesita al PAS es no, al menos que esté en juego otra cosa.
 2015-2016
 Quizá Héctor Melesio Cuén al buscar el acuerdo federal con el PRI y sus aliados históricos, lo que pretende además de colocar como candidato a Corrales Burgueño en el sexto distrito, busca más bien posicionarse en perspectiva del 2016, donde las elecciones tienden a ser más competitivas que una intermedia federal y seguramente buscará hacer lo que ya hizo en Cosalá y San Ignacio, donde fue con el PRI y el PAN en coalición. 
 Cuén sabe que su potencial candidatura a gobernador en 2016 no tiene futuro con el PRI y sus aliados, entonces de decidir postularse iría solo, sea para medir su fuerza o satisfacer su ego personal. El PRI llevará su candidato y el ex rector tendrá que decidir entre postularse y conservar o incrementar el número de diputados incluso alguna alcaldía.
  Ahí, si el PAN y el PRD más un PT todavía más testimonial, llevaran como candidato común a  Heriberto Félix Guerra o a otro con ese perfil, y éste hace una campaña como en 2004, de mucho roce popular, las posibilidades de una competencia cerrada no son menores, sobre todo si la coalición hegemonizada por el PRI lleva finalmente como candidato a un metropolizado, que es un riesgo añadido al voto de castigo que pudieran traer la aprobación de las reformas estructurales para el 2016, ya estaríamos viendo sus consecuencias en los bolsillos de los mexicanos (New York Times está semana publicó como cae la percepción de Peña Nieto y con él su partido).
 Si esto no ocurre, y la dupla PAN-PRD va separada y con candidatos de bajo perfil estaremos en la antesala de una derrota mayor que la sufrida en 2013, máxime cuando ambos partidos compartirán sus votos con el Humanista y Morena que podrían ofrecer candidaturas más frescas y alternativas. Además, el voto de castigo seguramente los alcanzará con imágenes como la del senador López Brito votando a favor de la eliminación de los subsidios a la luz eléctrica.
 En definitiva, si se concreta la alianza del PRI con el PAS para 2015, lo que podríamos ver además de los operadores movilizando o chantajeando a franjas de profesores y estudiantes de la UAS con fines no académicos, es que el PRI pudiera alcanzar nuevamente un “carro completo” en los ocho distritos electorales, y eso podría derivar en un sistema multipartidista con un partido súper hegemónico.
 Así las cosas, estaríamos retrocediendo casi las cuatro décadas de transición a un sistema de equilibrios interpartidarios. A los tiempos del viejo PRI.
 Esa sería la contribución sustantiva de esta coalición electoral, si no aparece una opción alternativa creíble para muchos ciudadanos que esperan con incertidumbre el efecto que tendrán las reformas estructurales sobre sus vidas y menos todavía logran aceptar, una democracia cada vez cara y de bajo rendimiento social.
 En fin, estamos ante coaliciones lejos de las preocupaciones de los ciudadanos.

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