Reconocido
como el eterno aspirante a ocupar la rectoría de la Universidad Autónoma de
Guerrero (UAG), cercano al poder político sin distinción partidista y confeso
admirador del defenestrado Ángel Aguirre, el gobernador interino de Guerrero,
Salvador Rogelio Ortega Martínez, tiene un pasado alejado de la imagen de
hombre de izquierda radical, e incluso guerrillero, que se le ha endilgado tras
su nombramiento.
En
tiempos de crisis ideológica, sobre todo de la izquierda, Ortega Martínez
tampoco se ha esforzado en desmentir las versiones de su presunta participación
en la lucha armada en Guerrero, estado pródigo en movimientos sociales en el
cual nacieron los guerrilleros Genaro Vázquez Rojas y Lucio Cabañas Barrientos.
En
su columna del 31 de octubre en el diario Reforma, el escritor Juan Villoro
recuerda su estancia en Acapulco el fatídico 26 de septiembre, donde dio una
conferencia sobre José Revueltas y tuvo como anfitrión a Ortega Martínez, en
ese momento secretario general de la UAG.
“Recibimos
con estupor las noticias de Ayotzinapa. Indignados por los hechos, (Ortega) me
contó de su largo camino en la izquierda. Participó en la Asociación Cívica
fundada por un normalista que después optaría por las armas: Genaro Vázquez.
También conoció a otro maestro guerrillero, Lucio Cabañas, con quien subió a la
sierra, aunque sólo para recibir la orden de volver a la ciudad, donde podría
expresar su rebeldía a través de la enseñanza”, escribió Villoro.
El
26 de octubre, en Chilpancingo, tras su toma de posesión como gobernador
interno, Ortega Martínez reveló haber recibido instrucciones de Aguirre para
conformar una comisión de la verdad a fin de esclarecer los ataques armados
contra los normalistas de Ayotzinapa, y añadió que la localización de los 43
desaparecidos era su prioridad.
Al
día siguiente, mientras expresaba su agradecimiento a Enrique Peña Nieto y se
comprometía a entregarle “buenas cuentas” al término de su interinato, los
medios informaban sobre su “pasado guerrillero” en las Fuerzas Armadas
Revolucionarias (FAR) y a su supuesta relación
con la Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que Ortega Martínez
se apresuró a desmentir.
Sin
embargo, esa imagen de izquierdista radical es desconocida para quienes en la
década de los setenta optaron por el camino de las armas, como Arturo Gallegos
Nájera, antiguo integrante de las FAR y preso político.
Autor
de La guerrilla en Guerrero y A merced
del enemigo, Gallegos Nájera ubica a Ortega Martínez como dirigente estudiantil
de la UAG durante el gobierno de Rubén Figueroa Figueroa (1975-1981), quien
puso al frente de la seguridad estatal al general Arturo Acosta Chaparro,
señalado como autor de desapariciones forzadas y ejecuciones arbitrarias
durante el periodo de la llamada “guerra sucia”.
Jubilado
universitario, Gallegos formó parte de equipo de la Comisión de la Verdad de Guerrero (Comverdad).
Ortega
relata a Proceso que “fue desaparecido el 11 de mayo de 1977 y lo presentaron
el 19 del mismo mes, gracias a que su madre (Rosaura Martínez), una maestra que
cumplía 25 años de servicio, hizo una denuncia pública cuando el gobernador le
iba a entregar una medalla. Dijo: ‘Yo
renuncio a ese premio a cambio de que me entreguen a mi hijo’”.
Siendo
Figueroa Figueroa un gobernador malhablado y temido, agrega el entrevistado, volteó a ver a sus colaboradores y les
preguntó: “¿Quién es el hijo de esta pinche vieja?” La profesora Rosaura era
reconocida ampliamente en Acapulco, donde había fundado el Jardín de Niños Club
de Leones y era una oradora destacada.
De
inmediato, los colaboradores investigaron el paradero de Salvador Rogelio
Ortega, confinado “en alguna de las cárceles clandestinas, y lo soltaron”.
El
investigador Gallegos detalla que Ortega Martínez, originario de Taxco y quien
en 1977 estudiaba en la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM, fue detenido
cuando era profesor de filosofía de la Preparatoria 17, “porque tenían
literatura de la izquierda y había un señalamiento de que participaba en las
FAR”.
Tiempos
difíciles
En
aquella época, según recuerda el excombatiente de las FAR, el gobernador Figueroa Figueroa consideraba a la UAG como “nido de guerrilleros” y
pretendía desaparecerla.
“Muchos
dirigentes estudiantiles y maestros fueron acusados de presuntos vínculos con
la guerrilla. Los estudiantes eran detenidos y
torturados para que declararan que Rosalío Wences Reza (entonces rector y promotor del proyecto
Universidad Pueblo) auspiciaba a la guerrilla. Debo reconocer que Rogelio no
cedió, aunque le dieron su madriza”, comenta Gallegos.
Mauro
García Medina, exdirigente estudiantil contemporáneo de Ortega, comenta a la
reportera que en los setenta y los ochenta la UAG se distinguió por su
solidaridad con los movimientos sociales de América Latina. Es probable que en
ese contexto Ortega haya conocido a personas que venían de El Salvador, del
Movimiento de Izquierda Revolucionaria chileno, del Movimiento 19 de Abril de Colombia y que haya
tenido amistad con algunos de ellos.
Miembros
de la UAG recuerdan que en 1979 Ortega formó parte de las brigadas
internacionales que participaron en la toma de Managua por parte del Frente
Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), pero no se le recuerda haber
combatido, toda vez que el FSLN procuraba no exponer a los brigadistas
extranjeros a los que se les asignaban trabajos sociales.
De
las versiones de la participación de Ortega en organizaciones guerrilleras como
las FAR, García Medina insiste en que durante los setenta y ochenta “los
universitarios nos movilizábamos para pedir la liberación de presos políticos,
muchos de ellos guerrilleros; participábamos en marchas a la Ciudad de México
para pedir recursos al gobierno federal, apoyábamos la toma de tierras de
colonos en Acapulco. Y no dudo que como dirigente estudiantil Rogelio haya
pronunciado algún discurso radical, pero era parte del contexto que vivía”.
Como
líder estudiantil, Ortega también tendió lazos con movimientos sociales de
otras entidades, como la Organización Revolucionaria Punto Crítico y la
Organización de Izquierda Revolucionaria-Línea de Masas, agrupaciones en las
que militaron los exdirigentes del PRD Guadalupe Acosta Naranjo y Rosario
Robles Berlanga.
Como
dirigentes estudiantiles –primero de la Unión de Estudiantes de Guerrero (UEG)
y después en la Federación Estudiantil Universitaria de Guerrero (FEUG)–,
resalta García Medina, él participó en la formación de la Asociación Cívica
Guerrerense (ACG), heredera de la Asociación Cívica Nacional Revolucionaria
(ACNR) de Genaro Vázquez Rojas, que “se fue desintegrando tras la muerte del
comandante en 1972”.
En
los ochenta, retoma, se refundó la ACNR, pero “con la lucha política de 1988
encabezada por Cuauhtémoc Cárdenas nos desintegramos y nos sumamos a la lucha
política”.
Y
añade: En ese momento “Rogelio decidió que iba a reflexionar si participaba en
el movimiento del Frente Democrático Nacional, pero decidió irse a España a
estudiar su posgrado. Estuvo cuatro años fuera del país; al regresar, se
integró a la política universitaria”.
En
la UAG, Ortega participó en tres ocasiones como candidato a la rectoría. En
2002 se postuló sin el apoyo de Wences Reza ni de Armando Chavarría, sus jefes
políticos, quienes impulsaron a Nelson Valle. De esa campaña se le recuerda en
huelga de hambre, que fue respaldada por los priistas Héctor Astudillo y Héctor
Vicario Castrejón.
Durante
el sexenio de René Juárez Cisneros (1999-2005) y la rectoría de Florentino Cruz
Ramírez, el hoy gobernador interino fundó el Instituto de Estudios Políticos y Avanzados Ignacio Manuel
Altamirano, que pretendía ser un centro de estudios en el que participaran
líderes latinoamericanos de Cuba, Venezuela y
Colombia, principalmente. La iniciativa no prosperó, por lo que se
contrató a profesores de la Universidad Complutense de Madrid, donde Ortega
estudió sus posgrados.
En
2003 Ortega incursionó en política partidista, al fundarse México Posible, de
Patricia Mercado. Después impulsó la candidatura de Zeferino Torreblanca
Galindo a la gubernatura de Guerrero; durante 2005 y 2006 incluso fue
subsecretario de Educación Media; para 2012 apoyó la candidatura a la alcaldía
de Acapulco de Gloria Sierra, comadre de Torreblanca Galindo, quien perdió ante
Luis Walton.
García
Medina, amigo de Ortega, retoma: “Rogelio nunca ha sido antisistémico ni ha
pertenecido a la izquierda radical; al contrario, ha sido un político
conciliador”.
Recuerda
su cercanía con Aguirre Rivero: “Rogelio escribió un libro en el que planteaba
que si Ángel se postulaba para gobernador para un segundo periodo, iba a
ganar”.
Y
en el texto “Un nuevo horizonte para Guerrero –financiado por Aguirre– hacía un
perfil en el que le daba muchos créditos para volver a ser gobernador”.
Partícipe
el 24 de octubre en una manifestación por la presentación con vida de los 43
estudiantes de la Escuela Normal Raúl Isidro Burgos en representación del
rector de la UAG, Javier Saldaña Almazán, a quien se identifica con el PRI,
Ortega no tuvo empacho en describir al defenestrado Aguirre como un político
“seductor, carismático, de apapacho, de sonrisa fácil, coqueto, bohemio,
declamador, excelente orador: ¡Un tanque de la política”, según informó El
Universal el 30 de octubre.
Respaldado
por Peña Nieto a través de la secretaria de Desarrollo Social, Rosario Robles,
el gobernador interino aprovechó la oportunidad para colocar en su gabinete a
viejos conocidos, dirigentes universitarios que en los tiempos de la
Universidad Pueblo –en las décadas de los setenta y los ochenta– llegaron a
Guerrero a respaldar el movimiento universitario guerrerense.
Uno
de ellos es Salvador Martínez della Rocca –exdirigente del movimiento
estudiantil de 1968, fundador del PRD,
legislador federal y del Distrito Federal, delegado en Tlalpan y exsecretario
de Educación con Marcelo Ebrard–, a quien designó como secretario de Educación.
Como
secretario de Finanzas, Ortega colocó a Eliseo Moyao Martínez, perredista
originario de Chilpancingo, diputado federal y exjefe delegacional en Tlalpan.
Siendo
dirigente nacional del PRD, Rosario Robles tuvo ascendencia sobre Moyao
Martínez y Martínez della Rocca, quienes hoy ocupan posiciones claves en el
gobierno interino de Ortega.
El
30 de octubre, Ortega también dio posesión como secretario de Salud a Edmundo
Escobar Habeica, que ocupa el lugar de Lázaro Mazón Alonso, obligado a
renunciar por sus vínculos con José Luis Abarca, el exalcalde de Iguala que hoy
se encuentra prófugo; también nombró al periodista Cuauhtémoc Saavedra,
exvocero del rector Javier Saldaña, como
director de Comunicación Social.
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