Revista Proceso No. 1986, 1 de noviembre de 2014.
De
frente, en Los Pinos, los padres reclaman a Peña su “tardía reacción”/
JESUSA
CERVANTES
A
la desazón de los padres de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa se suma un caos
de voces contradictorias: por un lado, versiones de que los muchachos están
vivos –por aquí una mujer asegura haber visto hace 15 días a uno de ellos, por
allá otra indica hacia dónde debe dirigirse la búsqueda–; por el otro, intentos
de soborno gubernamental para que se abandonen las pesquisas y los reclamos.
Mientras tanto, el Ejecutivo sólo atina a mostrarse condolido.
Una
voz, una rendija por donde se cuela la posibilidad de que estén vivos los 43
normalistas desaparecidos hace más de 30 días, retumbó en los oídos del padre
de familia Clemente Rodríguez Moreno, cuando una amiga le aseguró haber visto a
su hijo a bordo de “una camioneta de redilas con otros muchachos” en Tixtla,
rumbo a Chilapa.
Don
Clemente dice que el domingo 26 de octubre le dieron esa versión y así como la
narró ante Enrique Peña Nieto el miércoles 29 en Los Pinos, la detalla a
Proceso:
“Una
conocida de nosotros que fue a visitarnos a la escuela el domingo nos dijo:
‘Nosotros pensamos que ya había regresado su hijo, porque el otro día pasó una
camioneta por acá por Tixtla, una camioneta con redilas y su hijo me dijo
adiós’. ‘¿Y qué, iba sólo o con quién lo vio?’ ‘Iba llena la camioneta de
muchachos, pero atrás iba otro carro grande’.”
En
el pliego petitorio de cinco cuartillas que le leyeron a Peña Nieto, los padres
de familia de los jóvenes desaparecidos entre el 26 y el 27 de septiembre
pasados, así como de los dos jóvenes asesinados por policías el 12 de diciembre
de 2011, le reclamaron insistentemente “su tardía actuación”.
Los
padres sostuvieron que se trató de “gravísimas violaciones a los derechos
humanos” y de “desaparición forzada”. Le reclamaron su primera reacción, cuando
declaró que el gobierno estatal debería asumir sus responsabilidades, “sin ver
que la desaparición de 43 estudiantes es un hecho sin precedente que interpela
directamente al ámbito de competencia de la federación”, más aún si desde el
inicio “hubo indicios de la participación de agentes estatales y de la delincuencia
organizada”.
“Durante
el último mes hemos vivido lo inimaginable, pasando del dolor a la
desesperación y a la rabia, en medio de la zozobra que nos genera desconocer el
paradero de nuestros hijos, jóvenes cuyo único sueño era ser maestros para servir
a las comunidades rurales más apartadas del país. Nuestro dolor como padres y
madres es inmenso y las palabras no alcanzan para nombrarlo ni describirlo…
Lamentamos que sea hasta este tardío momento cuando nos recibe.”
Serios,
sin caravanas ni saludos de cortesía, los padres siguieron con su reclamo a
Peña Nieto, a quien además le aclararon que el crimen organizado no ha
infiltrado a las escuelas rurales, sino al poder gubernamental: “La probada
complicidad entre la delincuencia organizada y las autoridades de Iguala
demuestra que no se ha avanzado en la depuración de los cuerpos policiales ni
en el blindaje de los cargos de elección popular frente al inmenso poder
corruptor de los cárteles del narcotráfico”.
También
le dijeron que la impunidad ante las desapariciones forzadas durante décadas
abonó a las de sus hijos:
“La
desaparición forzada de nuestros hijos es consecuencia de que no haya habido
justicia y verdad para miles de desapariciones forzadas que desde los setenta
se cometieron en México y que en los últimos años de la llamada ‘guerra contra
el narcotráfico’ aumentaron exponencialmente, sin que esa situación haya sido
atendida conforme a la emergencia nacional que representa y que hoy coloca a
México bajo la mirada internacional.”
En
la minuta firmada, el gobierno eliminó el delito de “desaparición forzada” que
los padres exigieron reconocer; además evitó destacar el “papel social” de las
escuelas normales rurales y no quiso reconocerlos a ellos como “víctimas de
desaparición forzada”. Pero sobre todo, el gobierno de Peña Nieto rechazó la
exigencia de que en 72 horas (vencidas este sábado 1) detuviera al expresidente
municipal de Iguala y a su esposa, “no sólo a los integrantes de Guerreros
Unidos”.
Mensajes
En
un programa pregrabado y transmitido por Televisa la noche del 30 de octubre
–Las noticias por Adela–, el gobernador interino de Guerrero, Rogelio Ortega
Martínez, dijo que los estudiantes de la normal le han dicho que “hay
evidencias de que los desaparecidos están vivos”.
Sostuvo
que los normalistas “se dislocaron en dos grupos, uno avanzó hacia la sierra
rumbo al mar, digamos a Acapulco, y otros a lindes de Guerrero, Estado de
México y Morelos”.
Por
la mañana de ese mismo día apareció un mensaje en una manta en la reja de una
escuela en la carretera federal Iguala-Taxco, firmada por El Cabo Gil, uno de
los líderes de Guerreros Unidos.
Dirigido
a Peña Nieto, el mensaje dice que él (El Cabo Gil) se entregará a las
autoridades una vez que sea capturado 80% de la banda Guerreros Unidos, y en la
última línea asegura: “Los mandos y jefes son los Casarrubias y Los Tilos
(Marranas Negras o Peques). No confundan a la comunidad, digan las cosas como
son y los estudiantes están vivos”.
El
mismo 30 de octubre el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, en
entrevista para Radio Fórmula, modificó su discurso: Dejó de hablar de fosas
clandestinas para sostener ahora que “mientras no se confirme lo contrario,
pensamos que podemos encontrar a los 43 normalistas con vida”.
La
presión internacional, el reclamo de los padres de familia o el relato de
Clemente Rodríguez pudieron o no cambiar el discurso del gobierno, pero hay
nuevos indicios de que los 43 normalistas están vivos.
Don
Clemente, residente de Tixtla, recuerda que más de una vez le preguntó a su
amiga si estaba segura de que fue a su hijo a quien vio. “Todavía le dije: ‘A
lo mejor se equivocó’. Y me respondió: ‘Si yo lo conozco rebién a su hijo y él
a mí, pues hasta me dijo adiós’.
“Yo
le creo. Me hace pensar que se lo llevaron por Chilapa porque allá hay muchos
pueblos y creo que por allá han de estar, porque ahí en Chilapa está la mera
plaza de Los Rojos, ahí está la mera mata. Es la base de ellos, como en Iguala
la de Guerreros Unidos. Los rumores de la gente que va para Chilapa es que ven
gente armada y los militares a un lado, o sea, con ellos, haciéndose como que
no ven. Yo no sé si están involucrados o están recibiendo dinero o alguna
cuota”.
–¿Cuándo
le dijo esa mujer que vio a su hijo? –se le pregunta el 29 de octubre.
“Hace
cuatro días”, responde don Clemente a Proceso, le dijo que lo había visto un
par de semanas antes.
Es
decir que el 26 de octubre, cuando don Clemente y un grupo de padres de familia
regresaron de la Ciudad de México, su amiga le dijo que había visto a su hijo
“hace como 15 días”.
–¿Se
lo comentó a los demás padres?
–Hoy
en la reunión (con Peña Nieto) di a conocer la versión. A nadie se lo había
dicho.
–Entonces
las autoridades tendrían que ir a Chilapa
–De
hecho ya reporté eso y les dije: “¿Cómo es posible que no puedan entrar y que
el Ejército está a un lado y los delincuentes, Los Rojos, estén ahí? ¡Voy a
creer que no se den cuenta de que está el enemigo ahí! O no sé, cómo le digo, a
lo mejor están recibiendo alguna cuota o están involucrados con uno de ellos”.
Don
Bernabé Abraham Gaspar, de 50 años y padre del desaparecido Adán Abraham de la
Cruz, de 24, dice que en grupos, padres de familia han peinado la zona de
Iguala y Cocula pero aún no incursionan en Chilapa. Quieren que ahí vayan el
Ejército y la policía armados.
Recuerda
que a cada versión que les llega sobre dónde pudieran estar los estudiantes,
van. Por ejemplo, el 27 de octubre fueron al lugar “a poner unas cruces” y
apenas llegaron, cuenta, una mujer les dijo:
“Lo
que andan buscando está en un cerro que le dicen Cerro La Bota”. Otras personas
del lugar le comentaron lo mismo. Incluso recuerda que la misma mujer le
aseguró que de ahí recogieron ropa y mochilas; un grupo de padres fue, pero la
caída de la noche les impidió llegar a la punta del cerro.
“Ahora
la gente ya está cooperando. Antes no hablaban por miedo. Pienso que si
decidieran dejar ir a los muchachos, pues la gente tiene miedo de que vieran
salir de su casa un estudiante, creo que por eso no dicen nada, pero ya se está
quitando el miedo”, afirma don Bernabé.
Comprar
silencio
Así
como don Bernabé está seguro de que la población les dirá en algún momento lo
que vio y les dará más pistas, así también asegura que su hijo está vivo, por
eso no entiende cómo algunas autoridades le han ofrecido dinero a cambio de que
ya no busque, de que abandone a los estudiantes de la escuela normal, donde ya
vive con el resto de las 42 familias de los desaparecidos.
–¿Los
han presionado?
–La
verdad, a nosotros sí nos han presionado, porque el gobierno nos ha ido a
visitar a todos los padres de familia que tienen desaparecidos y los compañeros
que cayeron muertos, dándonos, ofreciéndonos dinero para que no digamos nada,
que no pidamos que aparezcan.
–¿Cuánto
le han ofrecido a usted?
–A
mí, 100 mil pesos. Inclusive el miércoles que fuimos a visitar a una persona
que su hijo es fallecido, para que se uniera a la demanda al presidente, le
preguntamos si no habían ido ayudantes del gobernador y nos dijo que sí, que le
ofrecieron dinero y un papel para que lo firmara. No lo hizo y dejó el papel en
blanco.
El
dinero, dice, fue ofrecido por gente del gobierno estatal.
En
cambio Valentín Corneo González, cuñado de Abel García Hernández, joven de 19
años desaparecido, dice que a su esposa “gente de Gobernación” le ofreció 100
mil pesos para que ya no buscara a su hermano. “Pero los queremos vivos, no
dinero”, dice.
Él
mismo relata que en la reunión con Peña Nieto, el padre de uno de los jóvenes
asesinados en 2011, “don Jorge Herrera Pino, hizo saber que el gobernador lo
mandó traer y le ofreció una casa y dinero para que declarara contra los
estudiantes de la Normal. El Copetón nomás se quedó serio y se vieron con El
Pelón y Osorio Chong”.
También
cuando se quedó serio Osorio Chong, dice José Solano, estudiante que acompaña a
una comisión de padres de familia, fue cuando le reclamamos dignidad para las
escuelas rurales y que no hiciera lo de El Mexe, que se negó a reabrir luego de
que los estudiantes tomaron carreteras; ese 23 de enero de 2007, siendo
gobernador de Hidalgo, el hoy secretario de Gobernación dijo “que no se dejará
intimidar por quienes buscan desestabilizar al estado reactivando este
conflicto estudiantil”.
Y
agrega Solano: “Así como no le gustó que habláramos de El Mexe, El Copetón se
puso serio cuando reclamamos la actuación del Ejército ese 26 de septiembre,
“porque cuando los compañeros heridos les pidieron ayuda les contestaron: ‘Si
son tan hombrecitos, afronten sus actos’. Ellos también tienen que responder
por eso, porque no los ayudaron, le dijimos”.
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