Revista Proceso No. 1986, 1 de noviembre de 2014.
Cómplices,
la Policía Federal y el Ejército/ANABEL
HERNÁNDEZ
La
agresión a los normalistas de Ayotzinapa la noche del 26 de septiembre y la
madrugada del 27 en Iguala no fue perpetrada sólo por policías municipales y
encapuchados vestidos de civil; también participaron elementos de la Policía
Federal (PF) y tropas del Ejército, de acuerdo con los testimonios
ministeriales de 18 estudiantes, tres choferes de los autobuses que los
transportaron, los 22 policías igualtecos arrestados y el secretario de
Seguridad Pública municipal, Felipe Flores Vázquez.
En
la averiguación previa abierta contra los uniformados (la HID/DC/02/0993/2014),
los alumnos afirman que agentes federales les dispararon y que elementos de la
Sedena se dedicaron también a la búsqueda de sus compañeros normalistas en la
ciudad.
Los
integrantes de uno de los comandos policiacos que dispararon contra ellos en
las inmediaciones de la plaza principal de Iguala, según los agraviados,
vestían uniformes oscuros y llevaban pasamontañas, cascos, rodilleras y
coderas.
Desde
dos meses antes del incidente, los policías de Iguala tenían prohibido usar
cualquiera de esos equipos. La interdicción vino del Ejército, que en esa
ciudad tiene destacamentado el 27 Batallón de Infantería, por lo que puede
suponerse que esos atacantes fueron de la Policía estatal o la Policía Federal,
como muestra la información recabada por la reportera.
Los
cientos de fojas de testimonios de la causa penal 172/2014 radicada en el
Juzgado Segundo del Distrito Judicial de Hidalgo permiten hacer una
reconstrucción de la jornada de horror que vivieron más de 130 jóvenes de la
Normal Rural Raúl Isidro Burgos, la mayoría de los cuales ingresó al primer
semestre de la Normal en agosto pasado.
El
conductor del camión que iba atrás rememoró: “Entonces vi que al autobús que
iba delante de mí (le) tenía cerrado el paso una patrulla de la Policía
Preventiva”.
Francisco
Chalma, uno de los normalistas presentes, recordó: “Al momento que nos
asomábamos nos disparaban y en eso observamos que (a) los del tercer autobús
los estaban bajando los municipales”.
Según
la declaración de Flores Vázquez, él estaba en el Palacio Municipal cuando
escuchó la balacera y, cuando salió a ver, la gente estaba corriendo en la
explanada. Dijo que enseguida le llamó a Abarca para informarle lo que estaba
pasando.
En
la averiguación también aparece el testimonio del estudiante de primer año Luis
Pérez: “Pregunté que quiénes habían sido los que les habían disparado,
manifestándome los compañeros (…) que primeramente fueron los policías municipales,
quienes con un vehículo tipo patrulla les obstaculizaron la circulación, y unos
compañeros se bajaron a hacer la patrulla a un lado para que los dejaran pasar,
y que al momento de que intentaron mover la patrulla, en esos momentos llegaron
elementos de la Policía Federal y ellos fueron los que dispararon en contra de
mis compañeros”.
De
acuerdo con los testimonios de policías igualtecos, luego de los dos ataques
contra los estudiantes ocurridos entre 10 y 11 de la noche del 26 de septiembre
en la calle Juan N. Álvarez, en la plaza central de Iguala, recibieron la orden
de concentrarse en las oficinas de la PF ubicada en la calle de Aldama.
Muchos
de ellos presuntamente estaban ahí cuando ocurrieron otros dos ataques –los más
fatales– entre las 23:30 y 0:30 horas; uno contra el camión en el cual viajaba
el equipo de futbol Los Avispones, donde murieron un jugador, el chofer del
autobús y una mujer que viajaba en un taxi; otro cuando los normalistas fueron
atacados en Periférico Norte al dar una conferencia de prensa para denunciar lo
que estaba pasando. Hasta ahora nadie ha refutado las declaraciones de los
policías de Iguala.
El
policía tercero Hugo Hernández Arias, también preso y acusado de los seis
homicidios, habló de lo ocurrido durante esas horas. Declaró que a él le tocó
vigilar el informe de labores de la esposa de Abarca y que luego lo mandaron a
dar seguridad al partido de futbol de Los Avispones. El juego terminó a las
nueve y media de la noche:
“Nos
trasladamos hacia la Dirección de la Policía Preventiva que se encuentra
ubicada en la calle de Rayón número uno, colonia Centro. Al llegar ahí, (el
policía Tomas Martínez Beltrán) solicitó por radio instrucciones para todo el
personal indicándome a mí que con los tres elementos con los que había llegado
a la unidad deportiva me hiciera cargo de la seguridad de las instalaciones de
la dirección; posteriormente procedí a solicitar mi arma larga ya que sólo
portaba la pistola.
“Cuando
llegué a mis labores eran las 11 de la noche y me percaté que había como 10
muchachos detenidos en el patio de la Policía Preventiva Municipal de Iguala, y
que el licenciado Ulises, sin saber sus apellidos, dialogaba con ellos, que los
vi de reojo y se encontraban a una distancia de 10 a 15 metros aproximadamente.
Las celdas están al fondo, pero ellos no estaban en celdas, estaban en el
patio. Existe una lámpara encendida e ilumina perfectamente toda el área. Vi
que llegaron elementos de la Policía Preventiva a bordo de dos patrullas y
subieron en ella a los muchachos que había visto que estaban hincados cuando
platicaban con el licenciado Ulises (Bernabé García, juez de barandilla, que
ignoro hacia dónde se los hayan llevado. Todo esto lo vi de reojo, que de ahí
ya no me consta nada, veía que llegaban civiles a bordo de vehículos
particulares no oficiales, escuchaba por la radio que había tiroteos, también
que había heridos y muertos en algunas partes de la ciudad ignorando
exactamente en qué puntos”.
Después
de los tiroteos, un joven herido fue llevado a una clínica cercana. Sólo en ese
momento apareció el Ejército. Un normalista relató:
“En
el transcurso de ese tiempo llegaron dos unidades de militares y al bajar de
sus camionetas, escuchamos que cerrojearon sus armas y pidieron que abriéramos
la puerta. Fue lo que hicimos y el que iba a cargo de esas unidades preguntó si
éramos los ayotzinapos, pidiéndole ayuda para nuestro compañero que se estaba
desangrando, y lo que nos dijo fue ‘que tuviéramos huevos para enfrentarlo así
como hacíamos nuestro desmadre’.
“Cateó
toda la clínica y nos hicieron sentarnos en la sala de espera y que nos
alzáramos nuestras playeras y vaciáramos nuestras pertenencias porque buscaban
armas, pero nosotros no íbamos armados, y le volvimos a pedir apoyo con una
ambulancia para trasladar a nuestro compañero, y nos contestaron que ellos iban
a mandar a los municipales para que vinieran por nosotros, que ellos se iban
porque estaban dos cuerpos en la carretera y que ahorita iban a ver ahí a no sé
qué gente”.
En
una nota publicada el 27 de septiembre, el diario Milenio informó que cuando
los municipales dispararon contra los estudiantes estaban presentes la PF y
policías estatales.
A
su vez, el representante del Comité Ejecutivo estudiantil de la Normal de
Ayotzinapa, Pedro David García López, expresó a un reportero de La Jornada:
“Los compañeros tienen videos de que estuvo la Estatal y la Federal (durante
los ataques). En ese momento los policías empezaron a disparar a las tres
unidades, y fue cuando cayó un compañero”.
En
la copia del expediente consultado por este semanario, los estudiantes insisten
en que con sus teléfonos tomaron videos de la agresión; según ellos, por lo
menos cuatro cámaras de seguridad que hay en Iguala también registraron la
agresión.
Durante
el posterior interrogatorio a los detenidos sólo se mostraron fragmentos de
imágenes, en las cuales se observan varias patrullas con civiles en la batea de
la camioneta, pero nunca se mostraron tomas de todo lo que pasó la noche del 26
de septiembre.
Los
18 jóvenes declararon dos veces el mismo día 27. Todos pidieron al Ministerio
Público que se les practicara la prueba de rodizonato de sodio para probar si
alguno de ellos accionó un arma de fuego, así como exámenes toxicológicos.
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