5 abr 2015

Vuelven los tiempos de la aplanadora y la censura

Vuelven los tiempos de la aplanadora y la censura/José Gil Olmos
Revista Proceso No. 2005, 4 de abril de 2015
El pasado 4 de marzo, al festejar sus 86 años, el PRI anunció nuevos tiempos. Pero entre sus candidatos a diputados, gobernadores y presidentes municipales no se distingue un rostro joven ni representativo de la sociedad. Esa noche llamaba la atención la actriz Carmen Salinas, la única candidata externa, quien confesaba a los reporteros: “No tengo ningún proyecto”.
Se trata de “la restauración del PRI autoritario. El presidente Enrique Peña Nieto y un pequeño grupo del Estado de México están dominando todos los espacios de poder”, sostiene el exembajador de México en Irlanda Agustín Basave, quien advierte que ni siquiera durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari había tal cerrazón y censura en los medios.

Para la expresidenta nacional priista Dulce María Sauri Riancho, ahora en el PRI la discrepancia interna está limitada y la crítica sólo se ejerce hacia el exterior, hacia los adversarios políticos.
“El PRI vive la etapa del ‘partido-muégano’, donde todas las partes, incluso las más distintas y discrepantes, se encuentran unidas por las mieles del poder”, asegura en entrevista.
La noche del aniversario priista –cuando se tomó protesta a los candidatos a diputados federales, a gobernadores, a alcaldes y diputados locales en 17 entidades– más que unión partidista lo que se veía eran lazos de amiguismo, compadrazgo y herencias familiares.

Aparentemente la selección de aspirantes no se apegó a la vieja regla de cumplir las cuotas con los sectores obrero, campesino y popular; más bien obedece a alianzas con los grupos de poder, principalmente al dominante del Estado de México, que hizo a un lado a todos los demás, marginando incluso a quien estaba encargado de la Secretaría de Elecciones, el duranguense Samuel Aguilar.
 Éste renunció al cargo en diciembre pasado por un enfrentamiento con el presidente del partido, César Camacho, al definir la alianza con el Partido Verde dejando fuera a Nueva Alianza. Hasta ahora su secretaría está acéfala.
 El 4 de marzo, en las primeras filas del auditorio Plutarco Elías Calles resaltaron algunas figuras: David López Gutiérrez, aspirante a una diputación federal y coordinador de prensa de Peña Nieto desde que era gobernador; César Camacho, presidente, e Ivonne Ortega, secretaria general del PRI, quienes se hicieron candidatos a diputados; y la directora de la Lotería Nacional, María Esther Scherman.
 Igualmente había personajes salpicados por escándalos de corrupción e impunidad, como el dirigente de los trabajadores del Metro, Fernando Espino, acusado varias veces de desvío de recursos públicos; Guillermina de la Torre Malváez, madre del expresidente del PRI en el DF, Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre, quien pese a haber sido acusado de armar una red de prostitución en el instituto político, mantuvo el control de al menos 10 candidaturas a diputados y delegados en la Ciudad de México, entre ellas la de Alejandra Barrios, líder de los ambulantes.
Los lazos consanguíneos también tuvieron lugar en ese ritual, con las candidaturas de Mariana Moguel Robles, hija de la secretaria de Desarrollo Social, Rosario Robles, así como la de Sylvana Beltrones Sánchez, hija del coordinador priista en San Lázaro, Manlio Fabio Beltrones.
También hay candidaturas que obedecen al pago de favores: la del líder priista capitalino, Mauricio López, quien quiso tapar el escándalo de su antecesor; la de Jorge Carlos Ramírez Marín, exsecretario de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano, quien le dejó su lugar en el gabinete al exprocurador Jesús Murillo; la de Marcela González Salas, exdirectora de Juegos y Sorteos de la Secretaría de Gobernación; la de Mariana Benítez Tiburcio, exsubprocuradora Jurídica y de Asuntos Internacionales de la Procuraduría General de la República.
Están asimismo las de integrantes de las fuerzas armadas: el almirante Carlos Federico Quinto Guillén, exsubsecretario de Marina, y el general Virgilio Daniel Méndez Bazán, exsubsecretario de Defensa.
Las tres etapas del PRI
 Agustín Basave fue priista hasta 2002. Antes de dejar el PRI creó en él tres corrientes para exigir la democratización del partido. Ni una prosperó. Fue uno de los principales colaboradores de Luis Donaldo Colosio y, tras una larga estancia fuera de la esfera partidista, ahora es uno de los invitados del PRD para ser candidato externo en las elecciones del próximo 7 de junio.
Exlegislador por Nuevo León, Basave sostiene que Peña Nieto es quien controla desde Los Pinos. “Estamos regresando a esos tiempos en los que el presidente decidía todo”, señala con preocupación, pues advierte que esto representa la restauración del autoritarismo.
Con el gobierno de Peña Nieto, afirma, se repiten las tres etapas de la historia del PRI:
“Veo un PRI más autoritario y vertical que entonces. Hace tiempo escribí que Peña Nieto iba a recrear en su sexenio la historia del PRI: al principio, cuando fue el PNR, se formó como una confederación de cacicazgos regionales; ahora son los gobernadores, que son como señores feudales sin contrapesos. Luego como PRM, que es la consolidación del presidencialismo discrecional. Finalmente daría paso al PRI, donde se da la connivencia entre empresarios y políticos en la corrupción; se trata de la gestación de una clase político-empresarial en la corrupción.”
En entrevista, recuerda que antes del regreso del PRI a la Presidencia con Enrique Peña Nieto, muchos creían que sería imposible la restauración del autoritarismo, pues se percibía una sociedad civil fuerte y participativa, además de la división de poderes y el equilibrio de fuerzas en el Legislativo con tres partidos mayoritarios.
“Pero nos quedamos cortos”, apunta, y señala que el PRI está siendo otra vez la correa de transmisión para restaurar el autoritarismo, ante una sociedad dispersa, con el establecimiento de la mayoría priista en la Cámara de Diputados y una Suprema Corte de Justicia a modo, con magistrados como el recientemente nombrado Eduardo Medina Mora.
“Hay un retroceso democrático en el país con esta restauración del autoritarismo de manera vertical, con los gobernadores y alcaldes, y horizontal con el embate a la Corte para subordinarla, así como a los órganos autónomos, como el INE, y a los medios, con el intento de control y el regreso de la censura”, asevera.
Fundador de la Corriente Renovadora y de los Movimientos Renacentista y Renacimiento, los cuales buscaban la renovación del PRI, observa que ya está en marcha el proceso de restauración autoritaria con Peña Nieto a la cabeza, lo cual no se veía desde los años de Gustavo Díaz Ordaz.
Y compara: “Entre el PRI de Colosio, que me toco a mí, y el de ahora, veo a un PRI más vertical y con una disciplina más dura, con menor tolerancia a la crítica interna y a la disidencia. En aquellas épocas siempre había una corriente, un grupo disidente. Estaba la Corriente Democrática de Cárdenas, luego la Corriente Crítica y después la Corriente Renovadora que yo fundé con otros amigos. Veo ahora un PRI más autoritario y vertical que entonces”.
–¿Cuáles son las características de este PRI que está de regreso?
–Ha habido muchos PRI y hay que analizar a cada uno de ellos. Pero el de Peña Nieto ni siquiera se asemeja al de Salinas, porque entonces había un partido encabezado por Colosio, donde había críticas muy duras de gente como Alfonso Durazo y yo, que hablábamos sin problema. Ahora no hay ni una sola crítica.
–¿Pero es un grupo compacto el que encabeza al PRI, un grupo pequeño del Estado de México?
–Sí, es un grupo pequeño el que domina. Sé que hay inconformidad, molestia entre priistas que se sienten desplazados, marginados. Este grupo del Estado de México está generando resentimientos entre la cúpula priista, pero como hay esta restauración autoritaria, con un control vertical del partido, nadie se queja públicamente y no sale en los medios.
“La vieja disciplina férrea está de regreso y todos se cuidan de hablar. En mi época hablábamos y declarábamos duramente en la prensa y no pasaba nada. Hoy ningún priista crítico se atreve a decir que está mal el PRI, ninguno critica el autoritarismo, la corrupción. No han ninguna crítica, por eso digo que está de regreso el viejo régimen con una férula de control tremenda.”
Entre los integrantes de este grupo duro señala al actual secretario de Hacienda, Luis Videgaray, de quien asegura que “navega con bandera de demócrata” pero es más duro y autoritario que el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong.
Basave reconoce que el PRI ha perdido puntos importantes con los casos de Ayotzinapa, Tlatlaya, la crisis económica y los escándalos de corrupción, pero señala que a pesar de eso ganará la mayoría en la Cámara de Diputados por la alianza con el Verde.
Explica que esto se debe en parte al fracaso democrático del PAN en 12 años de Presidencia, pero también al trabajo de los “políticos más sagaces y astutos que tiene el PRI y que están haciendo las cosas con un cálculo y cuidado muy grande para lograr la restauración del autoritarismo”.
Ayotzinapa, la Casa Blanca
Dulce María Sauri, expresidenta nacional del PRI, refiere también que las últimas encuestas muestran que ese partido ha bajado en los porcentajes de voto por el impacto del caso Ayotzinapa y los escándalos inmobiliarios que han afectado la credibilidad y confianza en el gobierno.
Pero advierte que estas encuestas señalan que, incluso con la carga negativa sobre la imagen del gobierno y de Peña Nieto, hay un porcentaje de electores dispuestos a votar por el PRI –y su aliado, el Verde– en cantidad suficiente para ganar otra vez la mayoría relativa de la Cámara de Diputados.
–¿Es Peña un activo para el PRI en las próximas elecciones?
–En cuanto a imagen, para los priistas y sus simpatizantes, sí. Para los ciudadanos sin partido o simpatía política definida, puede ser recordatorio de arrepentimiento por haberle dado su voto en 2012 o refrendo de la idea de no votar por el PRI ante los problemas de confianza y legitimidad que se han manifestado en su gobierno.
Sauri considera que con los candidatos elegidos, el PRI de Peña Nieto se perfila a conseguir condiciones favorables para el relevo presidencial de 2018. Para ello la próxima Legislatura será espacio político de actuación esencial para los aspirantes a la Presidencia.
A Sauri le tocó dirigir al PRI derrotado de 2000, y al compararlo con el que ganó en 2012 dice que el partido recuperó su capacidad de convencer a la mayoría de los ciudadanos para votar por una opción de gobierno experimentado y conocedor.
Sin embargo, para la elección intermedia de este año mira un escenario distinto: “Ahora, la enorme brecha entre las expectativas y la realidad ha afectado severamente la credibilidad y confianza en el gobierno priista entre amplios grupos ciudadanos. Hay decepción y frustración por los magros resultados en materia de combate a la violencia y a la corrupción y el poco crecimiento económico”.

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