27 mar 2016

La caída de “Quijote” Dan Rather

Retrospectiva…
PERIODISMO/ Bush no perdona “traidores” / Por Pablo Pardo
El Mundo, Domingo, 19 de diciembre de 2004  
Frente a frente. El presentador entrevistó a Bush en Austin (Texas), cuando era gobernador de ese Estado, en julio de 2000.

Una información falsa sobre la mili que “no hizo Bush” ha precipitado la caída de una de las estrellas de la televisión en EEUU. La carrera de Dan Rather, el polémico presentador de la CBS, ha sido arriesgada, contestataria y llena de momentos emocionantes. Su primera exclusiva fue confirmar la muerte de Kennedy.
Engañado. Momento en el que el periodista desvela informes sobre la mili del presidente, que luego resultaron ser falsos.
Era una noche de octubre de 1986 y el periodista Dan Rather se dirigía a su casa, en la exclusiva calle de Park Avenue, probablemente la más cara de Nueva York. De repente, a sus espaldas alguien le dijo, “Kenneth, ¿cuál es la frecuencia?”. Lo siguiente fue una paliza monumental. El primer golpe le llegó por detrás y lo tumbó en la acera. Entonces empezaron las patadas y los puñetazos.
 “He sido asaltado. ¿Quién puede entender estas cosas? Ni lo entendí entonces ni lo entiendo ahora. No hice mucho barullo con la historia entonces y no voy a hacerlo ahora. Me gustaría saber quién lo hizo y por qué. Pero no tengo ni idea”, dijo Rather poco después, cuando ya se había recuperado del apaleamiento. Desde entonces, la frase “Kenneth, cuál es la frecuencia”, es una expresión típica en Estados Unidos cuando se pilla a alguien que está a por uvas.

Diecisiete años después, Rather acaba de llevarse otra paliza. Esta vez, no ha requerido violencia física. Pero ha sido mucho peor. En realidad, definitiva. Todo empezó el 8 de septiembre. Justo una semana después de que George W. Bush hubiese sido nombrado oficialmente candidato del Partido Republicano a las elecciones del 2 de noviembre, el programa de televisión de la cadena CBS Sixty Minutes (sesenta minutos), en el que Rather trabaja como corresponsal, emitió un reportaje sobre la polémica mili del presidente de Estados Unidos. En él se mostraban cuatro documentos teóricamente escritos por el coronel, ya fallecido, Jerry B. Killian, que mostraban lo que todo el mundo (incluidos sus defensores) sospecha: que Bush nunca terminó su mili en la Guardia Nacional de Texas.
Era una bomba periodística a sólo ocho semanas de las elecciones y la prueba más evidente de que la Casa Blanca había mentido de forma sistemática. Y un nuevo golpe de Dan Rather, que llevaba casi un cuarto de siglo de cruzada contra el Partido Republicano.
El único problema es que era mentira. Tal y como descubrió el diario USA Today, los documentos eran falsos. Probablemente fueron elaborados por Bill Burkett, un ex miembro de la Guardia Nacional de Texas, que fue quien se los pasó a la CBS. La clave para descubrir el montaje fue la tipografía. Los documentos no tienen los caracteres de una máquina de escribir de hace más de tres décadas, sino los de un procesador de textos Microsoft Word del año 2003. Lo más triste del caso es que probablemente existan otros documentos auténticos que digan lo mismo.
Sixty Minutes había sido estafado. Pero la polémica no se dirigió hacia Don Hewitt, el productor ejecutivo del programa, ni hacia Mary Mapes, la productora a la que Burkett le había pasado las falsificaciones. El Partido Republicano dirigió toda su artillería contra Dan Rather, el responsable del reportaje. Y en tres meses le liquidó. Hace tres semanas el periodista anunció que el 9 de marzo dejará de ser el director y presentador del telediario de la noche de la CBS. En lo que parece otra paradoja más de todo el escándalo, seguirá como corresponsal de Sixty Minutes, el programa que acabó por hundir su carrera.
Es el final de una era en la televisión de Estados Unidos. Y no sólo por Rather, que es de hecho el segundo periodista que ha estado más tiempo presentando un programa en todo el mundo (el primero es el australiano Brain Henderson). El 2 de diciembre también se jubiló –éste sin escándalos y conforme a lo previsto– Tom Brokaw, el presentador del telediario de la NBC. De los tres grandes bustos parlantes de la televisión de Estados Unidos sólo queda Peter Jennings, de ABC, el número uno indiscutible.
Un liberal (lo que en EEUU significa “izquierdista”) como Rather, con una cierta carga ideológica en sus programas, ha acabado por sucumbir ante la ola conservadora de la era Bush. Rather ha perdido todas las batallas. Él ha sido un periodista peleón. Con la única excepción de su ignominioso final, su carrera ha estado marcada por la buena suerte. Sobre todo, el 22 de noviembre de i963. Ese día, cuando sólo era jefe de la oficina de CBS en la ciudad de Dallas, en su Texas natal, fue el primero que se enteró de que John F. Kennedy había muerto por los balazos que le había disparado Lee Harvey Oswald. Fue una sucesión de casualidades. Al menos, si se hace caso a sus memorias, The camera never blinks (la cámara nunca parpadea). Rather llamó al hospital de Parkland, en el que Kennedy estaba ingresado, y pidió hablar con un médico. En el caos del momento, la operadora le pasó con uno de los jefes del centro médico, que le confirmó, casi sin saber con quién hablaba, que el presidente estaba muerto. Después, colgó y volvió a llamar. Esta vez le pasaron con un capellán, que le dijo: “Sí, han disparado al presidente y está muerto”. Llamó entonces a la central de la radio CBS en Nueva York y les dio la noticia. Antes de que colgara, la emisora estaba retransmitiendo la muerte de JFK.
La rocambolesca exclusiva catapultó a Rather al estrellato en la CBS, una cadena en la que había aterrizado un año antes. En realidad, para entonces ya era un personaje televisivo famoso en el sur de Estados Unidos. Sobre todo, después de convertirse en el inventor del “mapa del tiempo”. Nada más empezar a trabajar para la CBS, tuvo que cubrir la llegada del huracán Carla a la costa de Texas. En aquella época, no había mapas de satélite donde se viera la marcha de la tormenta.
Así que se fue a una base del Ejército en Galveston y pidió que le calcaran en un papel transparente la línea de la costa y la posición y forma del huracán. Fue el primer mapa en directo de un fenómeno meteorológico.
Pero no era sólo ingenioso. Era competitivo hasta rozar el suicidio. Su capacidad de trabajo queda de manifiesto al compaginar durante tres décadas la dirección del telediario de la noche de CBS con su trabajo como reportero en Sixty Minutes. A Rather le gusta trabajar. Y asumir riesgos. Para cubrir el huracán Opal y lograr buenas imágenes, se ató a un poste. En 1980, viajó a Afganistán con los muyahidin, los guerrilleros que combatían a la Unión Soviética. Antes, había estado en Vietnam. Entrevistó a Sadam Husein dos veces, en la víspera de cada una de las guerras que EEUU ha tenido con Irak. Para hacer un reportaje sobre droga, hizo que un policía de Houston le inyectara heroína. “Fue un infierno muy particular. Pero entendí por qué la gente se engancha al caballo”, dijo.
Despótico. Rather ha sido una estrella despótica. Un ii de septiembre, un partido de tenis entre Steffi Graf y Lori McNeil se prolongó hasta las 18:32 horas, es decir, dos minutos dentro de su telediario. Cuando quisieron empezar las noticias, el presentador se había marchado. Su programa era sagrado. Durante siete minutos, la CBS no tuvo qué emitir. “Yo le habría despedido. No hay excusa para hacer eso”, dijo su antecesor en el cargo, Walter Cronkite.
La sombra de Cronkite siempre ha tapado a Rather. Es inevitable. Cuando fue nombrado presentador del telediario de la noche ya tenía un tremendo historial de exclusivas, guerras, investigaciones y hasta una pequeña bronca con Richard Nixon en mitad de una rueda de prensa. Pero eso no era nada para sustituir a Walter Cronkite, “el hombre en el que confía América”, el presentador más importante y prestigioso de toda la historia de la televisión en EEUU. Sucederle es un honor. Pero es también una maldición. Es el equivalente de saber que uno nunca podrá ser tan bueno como su predecesor.
Dan Rather sucedió a Cronkite como presentador del telediario de las seis y media de la tarde, el Evening News (en EEUU, eso es la hora de cenar) el 9 de marzo de 1981. Inmediatamente, la audiencia del programa empezó a caer. Rather, sin embargo, logró mantenerse como líder de audiencia y, pese a los recortes de presupuesto, siguió dando guerra. Un liberal como él no dejó escapar la oportunidad de acosar al entonces vicepresidente George H. W. Bush por el escándalo “Irán-contra” (la venta ilegal de armas a la República Islámica de Irán para financiar la guerrilla anticomunista de Nicaragua), en una entrevista memorable de nueve minutos en 1988 que le granjeó el odio de todo el clan Bush y que ahora ha acabado pagando muy cara.
Pero el tiempo corría en su contra. En los 90, su programa cayó al tercer lugar por audiencia tras los de ABC y NBC. Y Rather se convirtió en la “bestia negra” de la ultraderecha republicana. Tras varias semanas de presiones del Pentágono, la primavera pasada emitió en Sixty Minutes las fotos sobre las torturas en la cárcel de Abu Ghraib, aunque siempre quedará la duda de si lo hizo simplemente para pisar la exclusiva a Seymour Hersh, del New Yorker, que estaba preparando una serie de reportajes sobre el caso.
Con CBS integrada dentro de Viacom (propietaria, entre otras, de MTV y los estudios de cine Paramount), y en un momento en el que el 37,5% de la programación de las cadenas en la franja horaria de máxima audiencia está formada por reality shows (según la revista económica Fortune), Rather era un anacronismo. Claro que un anacronismo muy rentable. En 1994, la banda de pop-rock REM sacó su canción What’s the Frequency, Kenneth?, y Rather no tuvo problemas en hacer un poco el ridículo cantándola con ellos en el show de David Letterman, otra estrella de la CBS. Como afirma el consejero delegado de Disney (la empresa dueña de ABC), que acaba de escapar por los pelos de una OPA hostil que le habría puesto de patitas en la calle, “el negocio de la televisión se ha convertido en algo parecido al negocio del cine”. En la medida de lo posible, Rather trató de adaptarse.
Y en i997, por fin, él y el resto de los norteamericanos supieron el significado del misterioso y famoso “Kenneth, ¿cuál es la frecuencia?”, cuando la policía detuvo a William Tager, un perturbado que había asesinado al empleado de NBC Campbell Montgomery. Tager estaba convencido de que las cadenas de televisión lanzaban ondas electromagnéticas a su cerebro, y quería saber la frecuencia en la que emitía CBS para que dejara de mandar mensajes a su cabeza. De ahí la pregunta que dirigió una y otra vez a Rather mientras le apaleaba en pleno centro de Manhattan. Lo de Kenneth es más difícil de explicar pero, dado que Tager es judío, bien podría haber dicho gonif, que en el idioma yiddish significa “sinvergüenza”. En todo caso, Tager, que está condenado a 25 años de cárcel por asesinato, tal vez no lo sepa, pero Rather se ha quedado para siempre sin frecuencia. Lo que él no pudo hacer a puñetazo limpio lo ha logrado el Partido Republicano.

 “The Camera Never Blinks” (editada por William Morrow & Co.), aún no se ha publicado en España. Sobre su postura anti Bush, en la página web www.ratherbiased.com

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