3 abr 2016

La inconformidad social, amenaza para las elecciones

Revista Proceso # 2058, 2 de abril de 2016..
La inconformidad social, amenaza para las elecciones/CARLOS ACOSTA CÓRDOVA
Este año en el país serán elegidos 12 gobernadores, 388 legisladores locales, 965 presidentes municipales, 300 presidencias comunitarias y 60 diputados para la Asamblea Constituyente de la Ciudad de México, una gran carga de trabajo para el INE, sostiene en entrevista su presidente, Lorenzo Córdova. Y ello ocurrirá en una sociedad que desconfía de las instituciones y está vulnerada por la violencia del crimen organizado. Estos elementos son un riesgo para los procesos electorales, pues podrían generar “pulsiones autoritarias” que eventualmente devendrían en el boicot a los comicios.
 Este lunes 4, el Instituto Nacional Electoral (INE) llega a su segundo aniversario como órgano rector de la vida electoral del país en sustitución del Instituto Federal Electoral (IFE), que lo fue durante casi 24 años, entre 1990 y 2014.
 Pero lo hace en medio de “un país cruzado por graves problemas estructurales, de pobreza, desigualdad social, discriminación, corrupción, impunidad, inseguridad y todos aquellos que, parafraseando a Andrés Molina Enríquez –abogado y sociólogo mexiquense (1868-1940)–, son Los grandes problemas nacionales”, como tituló el libro que publicó en 1908.
 Así lo asegura, en entrevista, Lorenzo Córdova Vianello, consejero presidente del INE desde que éste entró en funciones.
 Problemas a los que ahora se agregan, dice, la violencia del crimen organizado y el narcotráfico.

 Y no sólo eso, sino que es un país sumido en la desconfianza, no sólo hacia lo público –“a las instituciones democráticas del Estado, que, sin duda, hoy viven un proceso de credibilidad muy delicado”– sino en todos los órdenes.

Explica: “El problema de confianza es un problema estructural de la vida democrática en México. El informe-país que hizo el IFE al final de su existencia y del que ahora estamos elaborando una segunda edición, nos revela que siete de cada 10 mexicanos sostienen que no se puede confiar en nadie fuera del circuito familiar; que hay un problema de, como dicen los sociólogos, erosión del tejido social”.

Con el agravante, además, de que “no hemos logrado remontar la baja en la credibilidad que la autoridad electoral ha experimentado en la última década, sobre todo después de las elecciones de 2006, que tuvo el IFE primero, y que el INE hereda naturalmente”.

Ese es el contexto “muy adverso”, entonces, en el cual el INE cumple sus primeros dos años de vida, en el que operó en las elecciones de 2015 y en las que está operando para las elecciones de este 2016, en las que se votarán los siguientes cargos:

Doce gobernadores: Aguascalientes, Chihuahua, Durango, Hidalgo, Oaxaca, Puebla, Quintana Roo, Sinaloa, Tamaulipas, Tlaxcala, Veracruz y Zacatecas.

También 388 diputados locales, de los cuales 239 son de mayoría relativa y 149 de representación proporcional.

Además 965 presidentes municipales, 547 mediante proceso electoral y 418 por el sistema de usos y costumbres en Oaxaca.

Se votará también por más de 300 presidencias comunitarias en Tlaxcala, 206 por elección y 93 por el sistema de usos y costumbres.

Por último, se elegirán los 60 diputados que formarán la Asamblea Constituyente de la Ciudad de México.

En total, mil 724 cargos los que estarán en juego en la jornada electoral del 5 de junio próximo.

–Pero ese contexto social tan adverso que usted menciona, ¿qué tan diferente es al que se ha vivido en otros momentos de la historia electoral del país? Parece que el país no ha cambiado gran cosa –se le pregunta a Córdova Vianello, licenciado en derecho por la Universidad Nacional Autónoma de México y doctor en teoría política por la Universidad de Turín.

–Que hoy la insatisfacción y la desconfianza de la sociedad son de tal magnitud que pueden traducirse, o son más bien, un caldo de cultivo poco propicio para la recreación democrática de la sociedad, en el que es muy fácil que germinen pulsiones autoritarias.

“Lo que quiero decir es que esos problemas estructurales a los que me refiero, y que no están resueltos, generan naturalmente una gran cantidad de demandas –en su mayoría, legítimas–, porque hay derechos insatisfechos, derechos vulnerados, y más, que no necesariamente entran en un ámbito que sea competencia del INE.”

Demandas democráticas

En el proceso electoral de 2015, de elecciones intermedias, explica Córdova, múltiples actores de la sociedad le plantearon al instituto demandas, por ejemplo, de falta de agua, de cosechas afectadas por plagas, promesas incumplidas por gobiernos locales o municipales, carreteras no construidas, demandas de justicia de los 43 estudiantes desaparecidos en Iguala… un gran número de demandas de ese tipo.

Son, dice, demandas “naturales y legítimas”, producto de la gran inconformidad social que deriva de los grandes problemas “que no han sido todavía resueltos y que son, por cierto, muy delicados, porque esos conforman el contenido, la materia de la inconformidad o el descontento con la democracia.

“Son problemas que si el sistema democrático no logra atender, corren el riesgo de convertirse en aquello que (el filósofo y politólogo italiano) Norberto Bobbio, llamaba ‘las promesas incumplidas de la democracia’.

“Y en consecuencia van a alimentar esta lógica no sólo de desasosiego, sino de inconformidad con la democracia y con las elecciones, que son su expresión más inmediata”.

Si bien muchas de esas demandas no eran competencia de la autoridad electoral, aunque ésta se solidarizó con ellas, “sí se aparejaron, en muchos casos, a la lógica antidemocrática de impedir las elecciones, de boicotearlas”, dice Córdova.

–Dice usted: pulsiones autoritarias, pretensiones de boicotear las elecciones, pero… ¿de parte de quién?

–De muchos actores. Fue lo que sucedió en el proceso electoral de 2015. En la operación electoral de ese año tuvimos que enfrentar la retención de funcionarios, la toma de instalaciones, por ejemplo. No fue nada más una cuestión retórica; no era nada más una cuestión discursiva. Nos amenazaban claramente: O se cumplen nuestras demandas o impedimos las elecciones.

“En una gran cantidad de casos se tradujeron en actos tendientes a impedir u obstaculizar la organización de las elecciones: funcionarios secuestrados, amenazas en ocasiones cumplidas en contra de nuestros funcionarios y en muchos casos hasta de los ciudadanos que ya habían aceptado ser funcionarios de casilla.

“Estoy hablando de consejos distritales en su conjunto que fueron retenidos durante horas y en ocasiones durante días, por grupos que manifestaban una inconformidad social –insisto: en la gran mayoría de los casos legítima–, producto de problemas concretos que no habían tenido solución, pero que abanderaron y que en ese sentido son absolutamente demandas justificadas y legítimas, pero que al momento de actuar con el propósito de impedir las elecciones, ya se salen de la lógica del funcionamiento democrático.

“Es decir, se acaban convirtiendo o acaban adoptando una lógica autoritaria en lo concreto, no sólo en el discurso, como fue el caso de grupos presuntamente anarquistas que destruyeron locales nuestros, entre otros muchos casos.”

Sin embargo, agrega Córdova, en 2015 a pesar de que hubo riesgos inminentes de que se tuvieran que cancelar elecciones –habría sido la primera vez en la historia–, las hubo en todo el país.

Afirma el entrevistado: “No llegamos a ese extremo, cosa que no ha ocurrido desde 1917, gracias a que se logró construir un orden democrático, no un orden a secas, no un orden como los que claman y que a veces incluso subyacen a las voces que plantean soluciones autoritarias. Fue un orden democrático en donde al final del día los mismos ciudadanos reivindicaron e hicieron suyas las elecciones. La sociedad, a pesar de todo, salió y participó; inclusive en los estados más conflictivos, que fueron Guerrero y Oaxaca”.

Según Lorenzo Córdova “la actuación de la autoridad electoral en coordinación con las instancias de seguridad del Estado mexicano, fue lo que permitió que hubiera elecciones en todos los Distritos y que se exorcizara la posibilidad de que no las hubiera”.

Para las elecciones de este 2016 Córdova se muestra optimista. “Hoy, las elecciones en Oaxaca, que hace un año estuvieron en riesgo de no llevarse a cabo, están transcurriendo en una relativa normalidad”.

–Sin embargo, hay problemas que persisten, a los que se agregan pugnas internas en los partidos políticos, entidades asediadas o capturadas por el crimen organizado, la propia sobrecarga de trabajo en el INE, problemas entre muchos otros, que podrían dificultar las elecciones de este año y las presidenciales de 2018…

–Claro que hay conflictos que ponen en riesgo la actividad electoral. Estamos viendo partidos que hoy viven un proceso de crisis de confianza también muy agravado, que están viviendo procesos internos de selección de candidatos muy complicados, que han provocado escisiones, fracturas, en fin. Hay una rispidez electoral, pero que es parte de la naturaleza de las elecciones.

En relación con los estados donde hay una presencia manifiesta del crimen organizado, Córdova asegura que “hasta ahorita no se han visto alteradas las rutas de organización de la elecciones. Se han tomado medidas preventivas, como en 2015. Por ejemplo, ante alguna situación de violencia pública se instruye a nuestra gente suspender el trabajo de campo hasta que haya las condiciones necesarias”.

Recuerda que el INE “no es una instancia de seguridad. Nosotros no tenemos un mapa de riesgos; no los hacemos. Hay contacto con las instancias de seguridad, encargadas de ello”.

Sobrecarga de trabajo

“Una virtud del INE y que le da una gran capacidad de adaptación a las distintas circunstancias, es que quienes realizan el trabajo de campo, nuestros capacitadores, son personas de las comunidades en donde operan. Ellos mejor que nadie son los que conocen cuál es la mejor manera para garantizar la seguridad del trabajo que desempeñan”, señala.

Respecto de la sobrecarga de trabajo para la autoridad electoral que ha implicado la reforma electoral de 2014 –de la cual nació el INE–, que agregó al instituto 74 atribuciones adicionales, 53 de ellas relacionadas con las elecciones locales, el funcionario afirma:

“Sí, es una carga de trabajo brutal para el INE. Y pongo sólo un ejemplo, que es el caso de la fiscalización: el INE no sólo se hará cargo de fiscalizar todas las campañas electorales del país, locales y federales, sino que antes se tenía un año para hacerlo; ahora se tienen escasas semanas después de la jornada electoral.”

Pero no cree que el INE sea por ello “una institución rebasada. Sino que hoy le demanda muchísimo más a su personal, a su estructura, de lo que le demandaba antes, incluso el último año. La cantidad de temas y sobre todo la participación en la parte local, requiere de mucha dedicación institucional.

“Nunca en la historia del órgano electoral, más de cinco lustros, había habido una demanda de trabajo a la estructura, al funcionariado del INE, como la de ahora”.

Concluye: “El año pasado pudimos superar los retos que nos presentaban los problemas sociales, inclusive la propia conflictividad electoral. Pero, cuidado: nada significa que en 2018 no vuelvan a presentarse. Porque, al final del día, los grandes problemas nacionales siguen estando presentes y eso puede acabar generando –si no se logra construir, procurar, recrear esa base social de la que depende el funcionamiento de la democracia– las pulsiones autoritarias y la tentación de boicotear las elecciones que experimentamos el año pasado.

“Las elecciones de 2018, que incluye el relevo en la Presidencia, son la prueba de fuego no sólo del INE, sino también de la propia reforma. Y nada garantiza que no nos vuelva a pasar lo de 2015.

“La de 2018 será la más grande y compleja de la historia, en términos de su organización. Habrá 29 elecciones, en igual número de estados, que serán concurrentes con las tres federales (para presidente de la República, diputados y senadores).

“Por lo mismo, habrá una movilización sin precedente: 155 mil casillas, seis mil más que en 2015, en las que participarán 1 millón 840 mil ciudadanos, 220 mil más que en las elecciones intermedias del año pasado.

“Y es tanto lo que está en juego, empezando por la Presidencia de la República –se disputarán 3 mil 637 cargos, un tercio más que el año pasado–, que esto puede acabar siendo un estímulo para que lo que nos ocurrió vuelva a ocurrir.

“Por eso –termina el consejero presidente del INE–, creo que debemos reflexionar más sobre lo cerca que hemos estado de la ruptura de la normalidad democrática, a causa de la baja cultura cívica que tenemos, el cada vez más erosionado tejido social, la irresponsabilidad de múltiples actores –que, por sólo perseguir sus intereses, en algunos casos ha llevado a anular elecciones o a desconocer resultados–, factores que han minado el sistema electoral y la democracia misma en el país.”  


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