30 sept 2016

La 'pax narca'/Raymundo Riva Palacio

La 'pax narca'/Raymundo Riva Palacio
Estrictamente Personal
El Financiero, 30 de septiembre de 2016
El misterio sobre lo que sucedió la noche del domingo 14 de agosto de este año en Puerto Vallarta empieza a develarse. No fue una operación para detener a Jesús Alfredo Guzmán, el hijo de Joaquín El Chapo Guzmán, como se afirmó en un principio, sino para capturar al operador financiero del Cártel del Pacífico, que estaba con él. Está confirmado que quienes realizaron la privación de la libertad de ellos dos fueron miembros del Cártel Jalisco Nueva Generación, cuyos vínculos conectan con exescoltas del exgobernador de Jalisco, Emilio González Márquez, al servicio del narcotráfico.
 Pero si el misterio se empieza a aclarar, los motivos detrás de aquella operación siguen intrigando a las autoridades. ¿Cuál fue la razón de esa privación de la libertad? ¿Qué buscaban? Si el hijo de El Chapo fue liberado, ¿qué sucedió con el operador financiero identificado por las autoridades únicamente por sus apellidos, Jiménez Fernández? ¿Qué le hicieron a Juan Daniel Calva, exmiembro del Ejército, y escolta del joven Guzmán, a quien también se llevaron esa noche? Los tres estaban en el restaurante La Leche, a donde llegaron gradualmente entre las 22 y las 23:50 horas las 16 personas que celebraban una fiesta, sin despertar la atención de nadie, sin guardaespaldas, ni armas. El comando entró al restaurante 10 minutos pasada la medianoche, la madrugada del lunes 15, por dos puertas, y uno de los atacantes les ordenó tirarse debajo de la mesa. Los atacantes buscaban a una persona en particular, y por esa razón separaron a Guzmán y a otra persona que la DEA identificó erróneamente como Iván Archivaldo Guzmán, el hijo mayor de El Chapo, quien en realidad era Jiménez Fernández, según la investigación. Son ellos quienes en fragmentos videograbados de las cámaras del restaurante, se ven hincados. En ese momento, uno de los primeros hombres que entró armado preguntó a uno de sus cómplices: “¿Quién es?”. Al señalarle a Jiménez Fernández, el mismo hombre le dio una patada en el estómago que lo hizo doblar.

 Jiménez Fernández fue al único que maltrataron. Después de ser golpeado en el suelo, y tener bajo control el lugar, una persona alta, con sobrepeso, en bermudas y huaraches, entró al restaurante a verificar que tenían a la persona buscada.
 Esa persona fue identificada por los investigadores por su apodo, El Teniente, sobrino de Rafael Caro Quintero, uno de los capos legendarios del narcotráfico, actualmente prófugo. La operación concluyó tres minutos con 14 segundos después de iniciada, cuando El Teniente sacó a rastras a Jiménez Fernández del restaurante. Ninguno de los miembros del comando procuró siquiera taparse la cara para no ser identificado.
 Actuaron con prisa pero sin apresurarse. La Policía Municipal no se encontraba cerca y llegó 17 minutos después de que se fue el comando con sus víctimas, tras una llamada anónima de robo y una posterior de secuestro. El Teniente y el resto del comando se llevaron a cinco personas en dos camionetas blancas, una Suburban y una Takoma, resguardados por otras cuatro camionetas, una Land Rover, una Cherokee, una Honda y una Escalade, que encontradas horas después, aportaron información importante a la investigación. Las evidencias dentro de las camionetas condujeron a la identificación de Juan Ramón Martínez, vinculado a una empresa llamada Corporativo Seguridad Pública, con oficinas centrales en Nayarit –una empresa con nombre similar tiene su sede en Tamaulipas.
 Martínez fue escolta del exgobernador González Márquez, al igual que Rodrigo Córdova, cuñado del propietario oficial de la compañía nayarita, Manuel Jacobo Díaz. Puerto Vallarta se encuentra en los límites con Nayarit, donde el Cártel del Pacífico, pero en especial El Chapo Guzmán y sus viejos socios, los hermanos Beltrán Leyva, reclutaban a sus escoltas.
 Todos ellos pertenecieron en algún momento a la misma organización criminal del Pacífico, antes Sinaloa y previamente conocida como el Cártel de Guadalajara –pese a que todos ellos eran sinaloenses–, que se fue fracturando. La primera gran escisión, en enero de 2008, fue entre los Beltrán Leyva y los entonces jefes del Cártel de Sinaloa, Ismael El Mayo Zambada y El Chapo Guzmán, tras la detención de Alfredo Beltrán Leyva, El Mochomo. La segunda, a decir por el operativo en La Leche, es reciente, entre el Cártel Jalisco Nueva Generación, que nació de la mano de Guzmán, y el del Pacífico, aunque las autoridades aún no descubren las razones por el conflicto con Caro Quintero, asociado y cercano a Zambada y a otros líderes del narcotráfico en Sinaloa. Las investigaciones muestran que el objetivo de la acción en “La Leche” nunca fue el joven Guzmán, a quien se llevaron por equivocación y provocó una enorme tensión en las cañerías del cártel, hasta que se negoció su liberación sin consecuencias aparentes para nadie por el error. No se sabe hasta ahora, sin embargo, qué sucedió con Jiménez Fernández, Calva y otras dos personas que también fueron privadas de su libertad esa noche, ni por qué el interés era en el operador financiero del Cártel del Pacífico. Los investigadores creen, como hipótesis, que hubo una recomposición del liderazgo y territorios dentro de la organización, aunque no tienen claro cómo finalmente se arreglaron, que es lo único en lo que tienen certeza, porque después de aquella privación de la libertad no hubo matanzas, ni venganzas. Sólo un silencio de armas, como si entre ellos, todo hubiera quedado claro.
 Twitter: @rivapa

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