27 nov 2016

“Bellas de noche”, homenaje a las vedettes de los setenta y ochenta

Durante ocho años María José Cuevas siguió, filmó y entrevistó a cinco de las vedettes más famosas de las décadas de los setenta y ochenta.
Revista Proceso # 2091, 27 de noviembre de 2016...
 “Bellas de noche”, homenaje a las vedettes de los setenta y ochenta/
COLUMBA VÉRTIZ DE LA FUENTE
Las vedettes Olga Breeskin, Lyn May, Rossy Mendoza, Wanda Seux y Princesa Yamal, quienes en la época de los setenta y ochenta transformaron el espectáculo en México, son las protagonistas del nuevo documental Bellas de noche, dirigido por María José Cuevas.
El título recuerda la película de ficción que el cineasta Miguel M. Delgado rodó en 1975, considerada como la iniciadora de la saga del llamado “cine de ficheras” de la cinematografía nacional.
La realizadora, la más pequeña de las tres hijas del pintor José Luis Cuevas, espera que el documental “quite tantos prejuicios que existen alrededor de estas mujeres”. Recapitula en entrevista:
“Carlos Monsiváis escribió de la importancia de las rumberas, las vedettes y la vida nocturna de México, le da un valor cultural, pero de pronto nació la prensa amarillista que aplastó justamente ese valor porque se enfocan en los tabúes de envejecer, las cirugías y los amantes, en fin…”

La cinta de 91 minutos presenta a la Breeskin, quien hizo del violín un instrumento de la sensualidad, para describir el camino que la llevó de los excesos a la fe. Lyn May, la bailarina exótica por excelencia, desgrana el sexo, el amor y el concepto de juventud. Princesa Yamal repasa los sinsabores de la carrera truncada por la nota roja y su encarcelamiento. Wanda Seux, hoy obstinada defensora de los animales, describe el poder de las vedettes sobre el público. Rossy Mendoza, la cantante, se empeña en escribir un libro de metafísica.
 La edición de Bellas de noche (que forma parte de la cartelera cinematográfica mexicana desde el 25 de noviembre) estuvo a cargo de Ximena Cuevas (hermana de la directora), con una trayectoria reconocida como videoasta y artista del performance.
 María José recuerda que empezó a filmar a Princesa Yamal cuando la conoció, hace una década, con una camarita de video que portaba en su bolsa.
 “Nunca me imaginé hacer una película y que iba a crecer como creció. El termómetro fue cuando la presenté por primera vez al público en Ambulante, y se agotaron las funciones. Me di cuenta que como que estamos arraigados a ciertas épocas o personajes o iconos, porque en Ambulante se agotaron las funciones no por la película, sino por el tema. Estas mujeres cuentan con una fortaleza y una independencia increíble, por lo cual Bellas de noche es un homenaje y un tributo desde un lado muy amoroso y de respeto.”
 –¿Qué cree que aportaron estos personajes a la cultura popular?
 –Las vedettes siempre han existido, en las carpas de revista en los años treinta, después las rumberas, y las protagonistas de Bellas de noche en los setenta y ochenta. Además son la última generación de vedettes, ya después de ellas no existen. Estas últimas forman parte de un momento muy importante, es la época del destape, es la época del show, también abarcaron un público de todas las clases sociales, podían ir a un teatro de revista a precios populares o a un cabaret de lujo en donde sí tenías que contar con dinero para entrar y consumir.
 “Surgió con ellas el cine de ficheras y además abarcaron la televisión, en fin. Es también un parteaguas social, por eso es tan importante esta generación de vedettes que, además de ser las últimas, empiezan a abarcar todos los medios y todas las clases sociales. Vedette en francés quiere decir ‘estrellas del espectáculo’, por lo que trabajaban con mucha disciplina y profesión en sus shows, con una gran escenografía, luces, un sinnúmero de bailarines y bailarinas, y no sólo dominaban el baile llamativo, combinado obviamente con la belleza de las mujeres, sino que cantaban o tocaban instrumentos. En fin, era un espectáculo muy complicado. Duraba horas, invitaban a cómicos, magos, etcétera, y pues todo eso lo perdimos con el temblor de 1985 que sufrió la capital mexicana, desaparecieron lugares que formaban parte de la vida nocturna, y luego la violencia que sufre México acabó con todo.”
 –Ha contado que de pequeña tuvo relación con las vedettes, ¿cómo fue eso?
 –A mi papá siempre le interesó la cultura popular. Cuando yo era niña él era muy amigo de las rumberas. Para mí era muy normal llegar a la casa y estar ahí con Rosa Carmina o Ninón Sevilla. Y estas vedettes, cuando estaban en pleno apogeo, invitaban a mi papá a ver sus shows e iba con él, llegué a asistir al teatro Blanquita a ver a Lyn May. Entonces, formaron parte de mi infancia, siempre las tomé como algo muy familiar, por eso nació este documental, de lo contrario jamás hubiera dedicado 10 años de mi vida a elaborarlo.
 Bellas de noche obtuvo el premio a Mejor Documental en la 14 edición del Festival Internacional de Cine de Morelia, realizado del 21 al 30 de octubre pasado, y el del Público Cinemex a Mejor Película Mexicana en la 5 edición del Festival Internacional de Cine de Los Cabos. Ya se proyectó en el Telluride Film Festival 2016, el Toronto Film Festival (TIFF) 2016 y el International Documentary Film Festival Amsterdam (IDFA) 2016. 
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“Bellas de noche”/JAVIER BETANCOURT
“Piensas que la juventud va a ser para siempre pero no te das cuenta que es la época más corta de tu vida”, sentencia Olga Breeskin con la sabiduría del Eclesiastés adquirida a través de una larga e intensa vida de éxitos en el espec­táculo, admiradores, riqueza, adicciones, colapso económico y reinvención de sí misma en la fe cristiana.
Durante ocho años María José Cuevas siguió, filmó y entrevistó a cinco de las vedettes más famosas de las décadas de los setenta y ochenta. El resultado es el documental Bellas de noche (México, 2016), que se estrena esta semana en cartelera (se exhibió ya en Ambulante); el título hace referencia a la película de Miguel Delgado de 1975 que prácticamente inauguró el llamado género de ficheras.
 Lyn May, Olga Breeskin, Princesa Yamal, Rosy Mendoza y Wanda Seux añoran su época dorada de aplausos en los escenarios, con plumas y destellos de lentejuelas bajo los reflectores, cuando lo hombres eran espléndidos y regalaban flores y rubíes; a la vez que comentan abiertamente acerca de su deterioro, se vanaglorian de mantenerse activas y luchando por sobrevivir. La realizadora combina material de archivo, posters, fragmentos de películas en las que figuraron, más entrevistas y videos de algunos de sus shows, con momentos de intimidad cotidiana en la actualidad donde una se pone a bailar y cantar mientras tiende la cama, otra se hace arrumacos frente al espejo, y ésta se transforma con maquillaje y un exótico tocado.
 Si el tema de la decadencia al grado del patetismo –producto tanto del tiempo como de la increíble capacidad de estas diosas caídas para exhibirse y lacerarse frente a la cámara– se presta por momentos al humor involuntario, la dignidad, y hasta una cierta grandeza en la fidelidad a sí mismas, prohíbe la burla o el humor negro. Así, María José Cuevas le deja la responsabilidad al espectador de reír o llorar cuando una de las veteranas inyectando botox a otra de ellas pierde la cuenta y ubicación de los piquetes; o de otra que comenta que dejó de sentirse culpable con los pavo-reales cuando se enteró de que éstos tiran sus plumas y nadie se las arranca.
 El valor del documental estriba en el ambiente de intimidad que consigue con las vedettes, la manera de estas mujeres fascinantes de seguir de pie, de animarse y complacerse recordando glorias pasadas. Pero Bellas de noche falla totalmente al omitir el contexto tanto del momento del apogeo de estas divas como del valor actual de la construcción y explotación de iconos sexuales; la axiología, la valoración de la actitud social se cuelga de comentarios superficiales de las vedettes, como el de que en ese tiempo gustaban las mujeres exuberantes. Fuera de contexto y sin confrontación ninguna de los códigos, ¿qué puede decirle a los jóvenes de hoy la vida de estas mujeres que orquestaban fantasías sexuales de generaciones remotas para ellos?
 El cine de ficheras y su celebridad pasajera no puede separarse de la nostalgia y la estrategia comercial en los años setenta y ochenta –con una industria cinematográfica ahogada por el oficialismo–, de revivir el cine de rumberas. Bellas de noche apenas menciona el escándalo de Princesa Yamal implicada, injustamente según afirma, en el aberrante hurto al Museo Nacional  de Antropología en 1985; falta aún el documental sobre el despotismo político y la obvia implicación de los prohombres con las divas de aquella época.

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