1 abr 2018

¡Feliz Pascua de Resurrección a todos!

¡Feliz Pascua de Resurrección  a todos! 
El atrio de la plaza se encontraba decorada con hermosas flores donadas por el gobierno de Holanda.., el papa Francisco agradeció públicamente el gesto; y es que a la Pascua de Resurreción también se la denomina Pascua Florida...

Desde el balcón central de la Basílica de San Pedro, Francisco ofreció el Mensaje de Pascua e impartió la Bendición “Urbi et Orbi” (“a la ciudad y al mundo”).

Francisco habló del anuncio de la resurrección que “desde los primeros tiempos de los cristianos iba de boca en boca. Era el saludo: ¡Cristo ha resucitado!”.

Hizo un pequeño repaso algunos conflictos actuales activos en algunas partes del mundo y subrayó que “la muerte, la soledad y el miedo ya no son la última palabra. Hay una palabra que va más allá y que solo Dios puede pronunciar: es la palabra de la Resurrección”. “La resurrección de Cristo es la verdadera esperanza del mundo, que no defrauda” dijo...

Francisco pidió “frutos de paz para el mundo entero” para Siria, Tierra Santa, el sur de Sudán y la República Democrática del Congo, la península de Corea, para Ucrania y para el pueblo venezolano.
"Suplicamos frutos de consolación para el pueblo venezolano, el cual —como han escrito sus Pastores (la conferencia del Episcopado de Venezuela)— vive en una especie de «tierra extranjera» en su propio país. Para que, por la fuerza de la resurrección del Señor Jesús, encuentre la vía justa, pacífica y humana para salir cuanto antes de la crisis política y humanitaria que lo oprime, y no falten la acogida y asistencia a cuantos entre sus hijos están obligados a abandonar su patria.

“Que Cristo Resucitado”, añadió, “aporte frutos de vida nueva a los niños que, debido a las guerras y al hambre, crecen sin esperanza, privados de educación y de asistencia sanitaria; y también para los ancianos dejados aparte por la cultura egoísta, que deja de lado al que no es `productivo´”. 
El Papa también oró por “aquellos que en el mundo entero tienen responsabilidades políticas, para que siempre respeten la dignidad humana”.
Y después de celebrar el servicio religioso  impartió la bendición “Urbi et Orbi”.
Agradeció a la gente que le gritaba vivas y de nuevo volvió a desear Feliz Pascua y se despidió con su clásico: "No se olviden de rezar por mí, buen almuerzo pascual y ¡arrivederci!”.
La bendición “Urbi et Orbi es una bendición especial, confiere la indulgencia plenaria para los cryententes; la reciben los mismo los presentes en la Plaza de San Pedro, incluidos los que siguen la bendición por televisión, radio o Internet; se da varias sólo en  Navidad, inicio de la Pascua, así como en la elección de un nuevo Papa.
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Mensaje pascual del Papa Francisco
Queridos hermanos y hermanas, ¡Feliz Pascua! Jesús ha resucitado de entre los muertos.
Junto con el canto del aleluya, resuena en la Iglesia y en todo el mundo, este mensaje: Jesús es el Señor, el Padre lo ha resucitado y él vive para siempre en medio de nosotros.
Jesús mismo había preanunciado su muerte y resurrección con la imagen del grano de trigo. Decía: «Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto» (Jn 12,24). Y esto es lo que ha sucedido: Jesús, el grano de trigo sembrado por Dios en los surcos de la tierra, murió víctima del pecado del mundo, permaneció dos días en el sepulcro; pero en su muerte estaba presente toda la potencia del amor de Dios, que se liberó y se manifestó el tercer día, y que hoy celebramos: la Pascua de Cristo Señor
Nosotros, cristianos, creemos y sabemos que la resurrección de Cristo es la verdadera esperanza del mundo, aquella que no defrauda. Es la fuerza del grano de trigo, del amor que se humilla y se da hasta el final, y que renueva realmente el mundo. También hoy esta fuerza produce fruto en los surcos de nuestra historia, marcada por tantas injusticias y violencias. Trae frutos de esperanza y dignidad donde hay miseria y exclusión, donde hay hambre y falta trabajo, a los prófugos y refugiados —tantas veces rechazados por la cultura actual del descarte—, a las víctimas del narcotráfico, de la trata de personas y de las distintas formas de esclavitud de nuestro tiempo.
Y, hoy, nosotros pedimos frutos de paz para el mundo entero, comenzando por la amada y martirizada Siria, cuya población está extenuada por una guerra que no tiene fin. Que la luz de Cristo resucitado ilumine en esta Pascua las conciencias de todos los responsables políticos y militares, para que se ponga fin inmediatamente al exterminio que se está llevando a cabo, se respete el derecho humanitario y se proceda a facilitar el acceso a las ayudas que estos hermanos y hermanas nuestros necesitan urgentemente, asegurando al mismo tiempo las condiciones adecuadas para el regreso de los desplazados.
Invocamos frutos de reconciliación para Tierra Santa, que en estos días también está siendo golpeada por conflictos abiertos que no respetan a los indefensos, para Yemen y para todo el Oriente Próximo, para que el diálogo y el respeto mutuo prevalezcan sobre las divisiones y la violencia. Que nuestros hermanos en Cristo, que sufren frecuentemente abusos y persecuciones, puedan ser testigos luminosos del Resucitado y de la victoria del bien sobre el mal.
Suplicamos en este día frutos de esperanza para cuantos anhelan una vida más digna, sobre todo en aquellas regiones del continente africano que sufren por el hambre, por conflictos endémicos y el terrorismo. Que la paz del Resucitado sane las heridas en Sudán del Sur: abra los corazones al diálogo y a la comprensión mutua. No olvidemos a las víctimas de ese conflicto, especialmente a los niños. Que nunca falte la solidaridad para las numerosas personas obligadas a abandonar sus tierras y privadas del mínimo necesario para vivir.
Imploramos frutos de diálogo para la península coreana, para que las conversaciones en curso promuevan la armonía y la pacificación de la región. Que los que tienen responsabilidades directas actúen con sabiduría y discernimiento para promover el bien del pueblo coreano y construir relaciones de confianza en el seno de la comunidad internacional.
Pedimos frutos de paz para Ucrania, para que se fortalezcan los pasos en favor de la concordia y se faciliten las iniciativas humanitarias que necesita la población.
Suplicamos frutos de consolación para el pueblo venezolano, el cual —como han escrito sus Pastores— vive en una especie de «tierra extranjera» en su propio país. Para que, por la fuerza de la resurrección del Señor Jesús, encuentre la vía justa, pacífica y humana para salir cuanto antes de la crisis política y humanitaria que lo oprime, y no falten la acogida y asistencia a cuantos entre sus hijos están obligados a abandonar su patria.
Traiga Cristo Resucitado frutos de vida nueva para los niños que, a causa de las guerras y el hambre, crecen sin esperanza, carentes de educación y de asistencia sanitaria; y también para los ancianos desechados por la cultura egoísta, que descarta a quien no es «productivo”
Invocamos frutos de sabiduría para los que en todo el mundo tienen responsabilidades políticas, para que respeten siempre la dignidad humana, se esfuercen con dedicación al servicio del bien común y garanticen el desarrollo y la seguridad a los propios ciudadanos.
Queridos hermanos y hermanas,
También a nosotros, como a las mujeres que acudieron al sepulcro, van dirigidas estas palabras: «¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí. Ha resucitado» (Lc 24,5-6). La muerte, la soledad y el miedo ya no son la última palabra. Hay una palabra que va más allá y que solo Dios puede pronunciar: es la palabra de la Resurrección (cf. Juan Pablo II, Palabras al término del Vía Crucis, 18 abril 2003). Ella, con la fuerza del amor de Dios, «ahuyenta los pecados, lava las culpas, devuelve la inocencia a los caídos, la alegría a los tristes, expulsa el odio, trae la concordia, doblega a los poderosos» (Pregón pascual).
¡Feliz Pascua a todos!


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