HACIA EL ENCUENTRO DE JESUCRISTO REDENTOR
Y BAJO LA MIRADA AMOROSA DE SANTA MARÍA DE GUADALUPE
Los Obispos y el pueblo de México celebraremos en el año 2033 los hechos de la Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, en un ambiente de oración y reflexión para anunciar este acontecimiento de redención a todo creyente y a todo hombre y mujer de buena voluntad. Esta fecha será de gran júbilo para todos, ya que, al contemplar el misterio pascual nos debemos llenar de vida y esperanza. Ésta es la alegría del Evangelio que deseamos experimentar y comunicar, para que todos tengamos vida para siempre.
La redención que Dios ha obrado por la Muerte y Resurrección de Cristo no ha perdido novedad con el paso del tiempo, ni su significado ha quedado anclado al pasado. Por el contrario, su valor es presente y eficazmente operante en la fe y por la fe.
La tercera década del tercer milenio de la redención tiene providencialmente un peculiar significado para nuestra nación mexicana, pues apenas pocos años después de la llegada del Evangelio a estas tierras, en el año de 1531, santa María de Guadalupe hizo resonar en sus palabras, la bondad y novedad del anuncio cristiano. El acontecimiento guadalupano actualizó la buena noticia de la pacífica re-adquisición del único pueblo de Dios ya que mediante la muerte de Cristo fue derribado el muro de la enemistad que dividía a dos pueblos.
Más aún, el hecho guadalupano encuentra su más elocuente síntesis en el mandato de construir una “casita”, donde se manifieste el consuelo materno de Dios (cf. Is 49,15). El mandato guadalupano de “hacer una casita”, evoca el oráculo mesiánico de la promesa divina, hecha a David, de “hacer para él una casa”, es decir, una descendencia mesiánica, esto es una “familia de reyes”, coherentes con su cometido de establecer la paz y la justicia; un pueblo sacerdotal, fiel a su misión de interceder por las necesidades ajenas. Pero además de este aspecto bíblico, para los pueblos mesoamericanos el templo era un signo elocuente de una nación, por tanto, la invitación a construir un templo evocaba la construcción de una nueva nación.
Creemos que la Iglesia en México necesita sentarse a los pies de la Virgen Madre para alentar la esperanza de ser un solo pueblo. La restauración de nuestra responsabilidad necesita de su corazón materno. Ella puede ayudarnos a sentirnos pueblo e identificarnos con el pueblo. Ella nos invita a contemplar, creer, vivir y anunciar el Misterio de la Redención realizado por Jesús.
Por tanto, la gracia de la obra redentora ilumina e interpela nuestra conciencia, además que nos anima a esperar confiadamente en el progreso del reinado de la justicia y la paz de Jesucristo, Hijo de la Madre del verdadero Dios por quien se vive. Por ello, con audacia profética y de modo crítico, con el presente Proyecto Global de Pastoral 2031+2033 que presentamos, los Obispos de México queremos ofrecer una luz que pueda ayudar a responder a la pregunta fundamental que nos interpela: qué significa celebrar en la fe, aquí en México, y ahora, después de dos milenios de la redención de Cristo y medio milenio del acontecimiento guadalupano, ser una comunidad de discípulos, testigos de la plenitud de vida y del consuelo que ofrece a todos, el Hijo de santa María de Guadalupe.
El Proyecto Global de Pastoral se propone como una forma eficaz de hacer operativas las estructuras e instancias eclesiales.
El presente proyecto quiere ser una expresión de la unidad y la colegialidad entre nosotros los Obispos. Queremos vibrar siempre en los dos principios teológicos que lo han animado: la colegialidad y la comunión de las Iglesias al interno de la Conferencia Episcopal en el ánimo en que San Juan Pablo II lo pedía a la Iglesia.
Se trata de un proyecto en el que hemos querido involucrar plenamente, en todas las fases de la elaboración y ejecución, a los fieles laicos, a los consagrados y consagradas, a los diáconos y a todos los presbíteros de nuestra amada nación. No se pretende, en modo alguno, atropellar, suplantar o nulificar lo que cada diócesis hace; por el contrario, queremos proporcionar criterios que faciliten la eficacia de tales tareas, mediante un ejercicio pastoral más coordinado, es decir, más sinérgico, transversal, subsidiario y gradual.
El Proyecto Global de Pastoral ha sido estructurado en tres grandes partes siguiendo una metodología propia del ejercicio pastoral latinoamericano.
En la primera parte miramos la realidad como pueblo redimido por Jesucristo y amado por Santa María de Guadalupe. Con nuestro corazón pleno de agradecimiento y teniendo presente lo que el Dios Padre Bueno ha realizado en nuestra Patria a lo largo de estos siglos, hemos querido, como discípulos misioneros de Jesucristo, mirar y hacer nuestra esta realidad del pueblo al que servimos: escuchando los clamores de nuestros hermanos, en la experiencia que nos da el trabajo de cada día como pastores, ayudados por la mirada del Magisterio de la Iglesia Universal y Latinoamericana así como el importante aporte de las ciencias humanas, para reflejar en ella la mirada misericordiosa del Señor de la Historia, que ve la realidad con los ojos y el corazón del Padre, desde su identidad de Hijo y su proyecto de vida digna, plena y eterna para todos sus hijos y hermanos nuestros.
Y desde una mirada con la ternura, capaz de tejer, atenta y cercana, no adormecida, de conjunto y de unidad como lo hizo nuestra madre Santa María de Guadalupe.
Nuestra mirada a la realidad no ha sido la de los especialistas, sino la del pastor que quiere verla y aproximarse a ella con los ojos de Dios. Al acercarnos fuimos advirtiendo y poniendo de relieve los diversos y complejos fenómenos que se están asentando, así como las manifestaciones de estas profundas transformaciones que se observan en este cambio de época, y fuimos tratando de comprender cuáles podrían ser sus posibles causas, sus alcances, la manera como está modificando y afectando, o también fortaleciendo, la vida de las personas y de la sociedad, y que contradicen o fortalecen la dignidad de la persona y los valores del Evangelio.
En la segunda parte. Nos enfocamos a precisar y responder al núcleo problemático que aglutinó toda la realidad expresado en lo que denominamos el problema antropológico-cultural:
“Los obispos que servimos a esta amada nación mexicana estamos convencidos de que la humanidad vive en este momento un verdadero y profundo cambio de época, un extraordinario giro histórico que se percibe en todos los campos de la vida humana, arrastrado por un desarrollo científico, innovaciones tecnológicas sorprendentes y sus veloces aplicaciones en distintos campos de la naturaleza y de la vida (cfr. EG 52) pero nos preocupa el arribo de esta nueva cultura que desdibuja y mutila la figura humana, y es aquí donde se encuentra el corazón de esta profunda transformación que se está dando y lo que nosotros identificamos como el núcleo cultural fundamental: ¡la negación de la primacía del ser humano¡
“…Por eso, con más fuerza y convicción creyente que nunca, queremos ahora afirmar, con corazón y mente de pastores, que para nosotros el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado. Porque Adán, el primer hombre, era figura del que había de venir, es decir, Cristo nuestro Señor. Cristo, el nuevo Adán, en la misma revelación del misterio del Padre y de su amor, manifiesta plenamente al hombre al propio hombre y le descubre la sublimidad de su vocación (GS 22)… (PGP 87).
Terminamos describiendo, en la tercera parte, con lo que creemos que es el desafío fundamental: “… Dios nos está llamando a generar esperanza y a fortalecer y reconstruir una vida humana más plena para todos sus hijos, especialmente los descartados por estos nuevos fenómenos, una vida que refleje en cada persona a Cristo el hombre perfecto y se manifieste en condiciones dignas para cada uno. Una tarea que exige un profundo proceso de conversión, y nosotros, los Obispos, somos los primeros que debemos dar ejemplo de ella … Creemos que es aquí y ahora donde Obispos, presbíteros, diáconos, consagrados, consagradas y fieles laicos, valorando nuestra dignidad común, junto a otros hermanos que desde otras trincheras trabajan por este noble empeño, el buen Dios nos pide concretizar nuestras respuestas” (PGP 164).
En esta tercera parte hemos querido sentir y hacer sentir a toda la Iglesia en México la gravedad de hacer algunas opciones pastorales para acompañar y afrontar estos momentos cruciales de nuestro país y de la humanidad. Por ello, presentamos con humildad y docilidad al Espíritu de Dios, seis opciones y compromisos pastorales:
Opción por una Iglesia que anuncia y construye la dignidad humana;
Opción por una Iglesia comprometida con la paz y las causas sociales;
Opción por una Iglesia Pueblo;
Opción por una Iglesia misionera y evangelizadora;
Opción por una Iglesia compasiva y testigo de la Redención;
Opción por una Iglesia que comparte con los adolescentes y jóvenes, la tarea de hacer un país lleno de esperanza, alegría y vida plena.
Encomendamos este Proyecto Global de Pastoral 2031+2033 a la acción amorosa del Padre Bueno, de Jesucristo Redentor y del Espíritu santificador, y bajo la mirada de ternura de Santa María de Guadalupe.
13 de mayo de 2018
Fiesta de la Ascensión de Nuestro Señor Jesucristo.
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