30 mar 2020

Las columnas políticas, hoy lunes 30 de marzo de 2020

 @fredalvarez
Toda la gira del fin de semana del Presidente por Nayarit, BC, Sonora y Badiraguato, Sinaloa, se eclipsó por el saludo del C. Presidente a la mamá de Joaquín Guzmán Loera...
Lástima..
Y con todo respeto al Presidente; su justificación en la mañanera no es convincente...
No creemos que en sus giras se baje de su camioneta para saludar a todos los adultos mayores que pidan hablar con él...
Con todo respeto.
Jesús Silva Herzog dice hoy que "la abominación del saludo fraternal (..) es para poner los pelos de punta a cualquiera. Esto no es una insensatez: es una provocación. Frente al aviso de la peor tormenta sanitaria y económica de la historia contemporánea de México, el capitán del barco suelta el timón para pasearse por la cubierta del barco tocando el violín, diciendo insensateces, deleitándose con la manera en que incordia a la tripulación y a todos los pasajeros. Sé que no les gusta a mis adversarios, pero mírenme a mí, tan despreocupado..."
A quien vemos con AMLO es a José Luis González Mesa, camisa guinda, abogado del Joaquin Guzmán..¿Por que así? 
POR CIERTO, Ayer a eso de las 21:20 horas, el periodista afin a AMLO, Federico Arreola escribió “Hay dudas de que el video que circula en redes de AMLO en Badiraguato sea de hoy o de principios del año pasado...
Horas después dijo que le falló su fuente, y aceptó, justificando el saludo del presidente a la señoraa..... 
Y CURIOSAMENTE, el Presidente uso algunas de las jutificaciones que comentó. Arreola en la madrugada, es pura casualidad...

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@fredalvarez
Toda la gira del fin de semana del Presidente por Nayarit, BC, Sonora y Badiraguato, Sinaloa, se eclipsó por el saludo del C. Presidente a la mamá de Joaquín Guzmán Loera...
Lástima..
Fue una mañanera difícil, el Presidente denunció una campaña de desprestigio en su contra para desacreditar su estrategia ante el Covid-19, señalando al Periódico Reforma como uno de sus principales operadores.
Manifestó que a pesar de las críticas, no parará sus actividades y el miércoles viajará a Oaxaca; el fin de semana visitará hospitales y el domingo dará su informe de actividades ante medios.
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Hoy ustedes crearon la mejor vacuna y le pusieron el nombre: “esperanza”, dijo Del Corral  a jóvenes de Scholas.
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Las columnas políticas, hoy lunes 30 de marzo de 2020
Templo Mayor/ Reforma
SI YA de por sí resulta desconcertante el saludo entre Andrés Manuel López Obrador y la madre de Joaquín "El Chapo" Guzmán, lo preocupante es saber cómo fue que se dio el encuentro.
UNA VERSIÓN es que fue algo concertado entre el gobierno y los representantes del Cártel de Sinaloa, pues ya se sabe que sin su anuencia nadie entra a Badiraguato. La presencia de José Luis González Meza, abogado del capo, lo confirmaría.
LA OTRA OPCIÓN es que haya sido una simple y feliz casualidad que la señora haya estado en el lugar preciso y en el momento justo por donde pasaría López Obrador y que éste haya decidido, exactamente ahí, detenerse.
LO QUE resulta inquietante es ver la perfecta y armónica coordinación entre el gobierno y el Cártel para que el Jefe del Ejecutivo estuviera en la mera madriguera del liberado "Chapito".
ALLÁ en Baja California por preocupaciones no paran. Y es que al frente de la Guardia Estatal de Seguridad fue nombrado un personaje que no tiene los mejores antecedentes: Carlos Alberto Flores, quien llegó prestado por la Guardia Nacional.
QUIENES lo conocen dicen que en su historial está haber sido responsable de dos operativos que no salieron nada bien. Uno fue en la Policía Federal que culminó con la caída de un helicóptero de la corporación en Jalisco; y el otro, ya con la GN, fue el del culiacanazo en el que las autoridades fueron obligadas a liberar a Ovidio Guzmán.
SEGÚN ESTO se llevó a varios elementos consigo, prometiéndoles mejores condiciones de trabajo y salariales, pero resulta que fue puro cuento pues siguen estando en la nómina de la Guardia Nacional. Y lo peor es que uno de ellos murió ayer en otro fallido operativo... bajo las órdenes del comandante Flores. 
AHORA QUE Hugo López-Gatell está en el ojo del huracán por el manejo de la epidemia del coronavirus, quienes lo conocieron durante la crisis de la influenza AH1N1 cuentan que no le fue nada bien.
CUANDO estalló aquel problema, al hoy subsecretario le encargaron crear el sistema para tener al día y debidamente registrados los casos de contagios y defunciones, a fin de poder establecer modelos de atención y contención. ¿Qué pasó? Que López-Gatell se hizo bolas con las números, entregó una base de datos tan deficiente que, de plano, lo hicieron a un lado y le pasaron la tarea a la entonces Secretaría de Desarrollo Social.
HABRÁ QUE VER si esta vez López-Gatell puede con el paquete o si termina, nuevamente, enviado a la banca.
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Soberbia, ineptitud y corrupción criminales /Diego Fernández De Cevallos
Sin Rodeos
Milenio
En marzo el gobierno llamó a la población a la calma, alegó que “aquí no pasaría nada grave, porque México tiene grandes reservas morales”; peor aún, el Presidente nos instó hace ocho días a salir a la calle, sudó repegándose al “pueblo bueno” (sus “mascotas”), restregó su cara con las de criaturas, sacó estampitas y amuletos, fanfarrón se pasó entre las piernas al ¿sub?secretario de Salud que pedía no saludarnos de mano, y demencialmente dijo que la pandemia nos haría “lo que el viento a Juárez”.
Como millones de mexicanos no somos estúpidos, admirando a los que se arriesgan para salvar vidas, iniciamos la cuarentena; y algunos gobiernos estatales y municipales dictaron medidas de contención.
¡Milagro!, una neurona intervino y todo cambió: el ¿sub?secretario apareció recio, contundente y casi amenazante, diciéndonos: “ésta es LA ÚLTIMA OPORTUNIDAD para enfrentar la grave crisis”; y el Padre Bondadoso y Sabio se olvidó del viento y de Juárez, y ahora nos pide guardarnos en casa. Pues si es LA ÚLTIMA oportunidad, ¿quién responde por haber perdido las anteriores?; yo encaro al Presidente por las muertes que vendrán y eran evitables. Padecemos un gobierno inepto, corrupto y criminal.
Y en la economía, frente a la terrible recesión mundial que apenas comienza, otros jefes de Estado toman medidas de emergencia; el de aquí, a diario pierde credibilidad y confianza en los mercados nacionales y extranjeros, propicia menos inversión, más fuga de capitales, mayor desempleo y pobreza. En esta tragedia sufren y sufrirán “primero los pobres”. Nuevamente las calificadoras internacionales castigaron a México, y su deuda soberana se encareció en miles de millones de dólares.
Un caso reciente lo dice todo: el atraco que con una “encuesta” arbitraria canceló la construcción de una empresa cervecera en Baja California, que contaba con todos los trámites, permisos y autorizaciones de ley, con un avance de 70 por ciento de obra, y con más de 900 millones de dólares invertidos.
Desconozco si tal inversión fuera o no dañina para los agricultores bajacalifornianos, lo que sé es que en un estado de derecho esa decisión estaría a cargo de los jueces, con peritajes de por medio; jamás simulando una “consulta pública” —sin base ni procedimiento legales— en la que 97 por ciento de los ciudadanos NO participó, y el 3 restante materializó el deseo presidencial: QUE EL MUNDO SEPA QUIÉN MANDA AQUÍ Y QUIÉN ES LA LEY.
Al ser yanqui la cervecera, Trump puede humillarnos anulando la estafa; de mantenerse, México seguirá en caída y nos costará a todos los mexicanos indemnizar, por DAÑOS a la empresa, con 36 mil millones de pesos, y otros tantos por PERJUICIOS. Eso equivale a 15, 20 o más aviones presidenciales de los que “no tiene ni Obama”.
¡Enfrentamos dos tragedias! Es grande el desafío.
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No, los homicidios no están disminuyendo | Alejandro Hope
Plata o Plomo
El Universal
La semana pasada, en medio de la crisis por la epidemia de coronavirus, pasó desapercibido un informe que presentó Alfonso Durazo, titular de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), en una conferencia mañanera del presidente Andrés Manuel López Obrador.
En su presentación, Durazo afirmó con respecto a los homicidios dolosos que “se ha logrado romper la tendencia histórica, ratificamos lo que hemos dicho anteriormente, hay un punto de inflexión a partir de diciembre [de 2018].” Agregó que “tenemos ya tres meses [diciembre, enero y febrero] con una baja sostenida, así sea de manera marginal.”
¿Son correctas esas afirmaciones? ¿Hay en efecto un cambio de tendencia que coincide con el inicio de la actual administración federal? ¿Los homicidios van ahora a la baja de manera sostenida?
Vamos por partes:
1. En la segunda mitad de la administración Peña Nieto, los homicidios crecieron a una tasa muy acelerada, de aproximadamente 17% por año en promedio. Eso cambió en 2019: el año pasado, el número de víctimas de homicidio doloso y feminicidio creció en términos absolutos 2.7% en comparación con el año anterior. Para usar la terminología de moda, se aplanó la curva.
2. Ese achatamiento de la curva, sin embargo, precedió por varios meses a la toma de posesión de López Obrador. El cambio de pendiente se da en abril de 2018, aproximadamente. A partir de ese momento, el número mensual de víctimas se estabiliza en torno a 2,900. Hay un pico en julio de 2018, cuando se llega a 3,158 víctimas, pero luego viene una caída hacia el nivel de tendencia en los últimos cuatro meses del gobierno de Peña Nieto.
3. En 2019, la curva se mantiene básicamente plana. Hay algunos meses particularmente malos (febrero y junio) y otros mejores (abril y septiembre), pero todos se mantienen en torno a 2,900 víctimas por mes, con un margen de 5 a 7% para arriba o para abajo. Además, vale la pena destacar un hecho: no hay un solo mes de la actual administración que haya registrado un total mensual inferior al de noviembre de 2018, último mes del gobierno anterior.
4. Con respecto a meses recientes, es cierto que, de diciembre a febrero, los totales mensuales han decrecido contra el mes inmediato previo. Pero en el caso de febrero, la comparación es algo engañosa ya que el segundo mes del año tuvo 29 días (por ser año bisiesto), dos menos que enero. En consecuencia, para hacer la comparación de mes a mes, es necesario hacer ese ajuste de calendario. La manera más sencilla es calcular el promedio diario de víctimas. En enero de 2020, se registraron 93 víctimas de homicidio doloso y feminicidio por día, en promedio. En febrero, la cifra comparable fue 98. Es decir, ajustando por el número de días, hubo un incremento, no una caída, en el número de víctimas en el segundo mes del año.
5. Marzo no pinta mejor. En la serie que publica diariamente la SSPC, el presente mes llevaba hasta el jueves un promedio de 82.7 homicidios por día. Considerando que esa serie tiene un subregistro de 17 a 20% con respecto a los números publicados por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP). Eso significa que llevaríamos en marzo un promedio de 99 a 103 homicidios diarios. Si la tendencia se mantiene en los días finales del mes, marzo cerraría con un total de 3.069 a 3.193 víctimas. Es decir, tal vez estemos muy cerca o rebasemos el pico alcanzado en julio de 2018.
En conclusión, no hay un punto de inflexión y no hay caída en los homicidios. Hay una terca estabilidad en niveles elevadísimos de violencia homicida. Eso no es buena noticia.
@ahope71
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Medidas contra la crisis económica (I) | Carlos M. Urzúa
El Universal, 
Es obvio que los gobiernos nacionales deben incrementar de manera significativa su déficit público
La gran tormenta del Covid-19 que se abate sobre todo el mundo tendrá graves consecuencias económicas para México. Para algunos analistas, la economía podría sufrir este año una caída del producto interno bruto (PIB) más pronunciada que cualesquiera de las que tuvimos tras la Gran Depresión mundial (1929-1932). Durante las últimas nueve décadas, las mayores caídas anuales del PIB acontecieron en 1983 (-4.4%), por herencia de López Portillo; en 1995 (-6.3%), por cortesía de Salinas de Gortari; y en 2009 (-5.3%), por la Gran Recesión mundial (poco tuvo que ver la gripe porcina). Al respecto, mi opinión es que, si el gobierno no actúa con gran celeridad y decisión, el desplome del PIB en 2020 puede ser mayor que inclusive ese 6.3%.
Pero antes de tratar de explicar porqué podría darse lo anterior, y comentar acerca de los posibles remedios contra la crisis, es importante desmentir tres equívocos que circulan por allí. Para empezar, hay quienes afirman que de no haber sido por el Covid-19 la economía mexicana estaría en estos momentos repuntando. Esa aseveración es, desgraciadamente, falsa. Como ha sido ampliamente difundido, el PIB de 2019 cayó 0.1 por ciento respecto al de 2018. Pero lo que pasó de largo para casi todos fue algo más grave: desde principios de 2019 el PIB trimestral ha ido cayendo, de manera continua, respecto al del trimestre anterior. Y es muy probable que, dados los datos económicos que se conocen para enero, esa caída hubiera continuado el primer trimestre de este año, aun si no hubiera habido epidemia alguna. Puesto de otra manera, la economía mexicana ya tenía tos seca antes de la llegada del Covid-19.
El segundo equívoco se encuentra en la creencia de que, en algún lugar escondido de México, hay un monto considerable de ahorros públicos del que ahora se puede echar mano para paliar la crisis. Eso es también falso. Más bien es al revés: debido a un gasto público que acabó por descontrolarse y unos ingresos fiscales menores a los estimados, el cierre presupuestal a fines de 2019 fue una tarea muy complicada para la Secretaría de Hacienda, y solo pudo lograrse el cierre tras extraer más de la mitad del dinero que había en el Fondo de Estabilización de los Ingresos Presupuestarios, un fondo que se había formado con excedentes de años anteriores.
El tercer equívoco es aún más importante que se desmienta, pues al hacerlo puede también identificarse la medicina más efectiva que podemos emplear este año contra el Covid-19. Al contrario de lo que opinan los cuatroteístas, un déficit público (o un incremento de la deuda pública) no es siempre malo. La razón es que el gobierno de un país debe siempre adoptar una política de gasto contracíclica: ahorrar mucho, sí, en las bonanzas económicas y gastar mucho, sí, durante las crisis. Ahorrar durante la época de las vacas gordas para poder sobrevivir en la época de las vacas flacas.
Eso es seguramente para usted, como lo es para mí, mero sentido común. Pero entre los cuatroteístas el sentido común es el menos común de los sentidos. Por lo que, para convencerlos, mejor acudo a una fuente muy citada por algunos de ellos, la Biblia: “Recogerán todos los víveres de estos siete años de abundancia, y almacenarán el grano en las ciudades […] De esta manera habrá reservas en el país para los siete años de escasez que van a afectar a Egipto, y el pueblo no morirá de hambre” (Génesis 41: 35-36).
Tan obvio es que los gobiernos nacionales deben incrementar en este momento de manera significativa su déficit público que hasta Trump, ¡Donald Trump!, firmó hace unos días un paquete económico de emergencia que autoriza un gasto público extra del orden de dos millones de millones de dólares. La siguiente semana hablaremos sobre un plan similar para México.
Profesor del Tecnológico de Monterrey
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Por el bien de todos, quedémonos en casa | Ricardo Raphael
Política Zoom
El Universal
Probablemente el día de hoy México rebasará los mil casos de contagio por Covid-19. Se fractura el muro que antes sometía al virus para que se reprodujera lentamente.
De ahora en adelante la epidemia intentará acelerar su desarrollo.
Así lo afirman nuestros científicos: el sábado pasado la autoridad sanitaria elevó el tono de alerta y ordenó a la población que se recluya durante el próximo mes.
Los riesgos de la desobediencia son altos. Si no hiciésemos nada, cada persona infectada tendría, en promedio, capacidad de transmitir el coronavirus a tres individuos por día.
En estos tiempos graves no es amarillismo hacer matemática: la negación de la realidad podría arrojar 30 mil casos de contagio en unas cuantas semanas.
Hugo López-Gatell, vocero de la Federación en esta crisis sanitaria, ha repetido sin cansarse que no hay poder humano capaz de detener la epidemia, pero sí podemos administrarla para que las personas que vayan a requerir cuidados intensivos no aplasten las capacidades médicas y hospitalarias del país.
Si no se respeta la instrucción de los científicos –si las personas no nos aislamos– el actual estado de salud de México profetizaría una tragedia de proporciones incalculables.
Obesidad, hipertensión y diabetes son los argumentos que deben tenerse en mente para comprender nuestra muy particular realidad.
A diferencia de otras naciones, el aguijón del coronavirus no solo está lastimando a las poblaciones adultas mayores; la media de edad entre sus víctimas mexicanas ronda los 41 años.
Esto se debe a que, muy peligrosamente, exhibimos –en simultáneo o por separado– los tres padecimientos citados.
En efecto, poco más de 40 millones 640 mil personas tienen obesidad, 50 millones 800 mil padecemos hipertensión y, entre 6.5 y 10 millones, son diabéticas. Según los expertos, estas tres condiciones físicas vuelven muy vulnerable a la persona, respecto del contagio y más respecto a la colonización masiva del coronavirus sobre las vías respiratorias y el aparato digestivo.
En resumen, quienes padecemos obesidad, hipertensión o diabetes no contamos con buenas defensas para librar la batalla.
México es el segundo país más obeso del mundo y ocupa el sexto lugar en diabetes. También está entre los primeros cinco respecto a la hipertensión.
Sólo nos superan naciones como China o Estados Unidos, donde el látigo del Covid-19 ha probado ser implacable.
Aunque sucederá, no es momento para hacer una reflexión de fondo sobre estas condiciones tan desafortunadas en las que nos halla la epidemia: biológicamente nuestra casa tiene techo de paja, mientras los cielos se oscurecen cargados de agua.
Sin embargo, podemos protegernos quedándonos masivamente en casa para no sufrir al mismo tiempo el contagio entre toda la población.
Si logramos vivir lo que viene en cámara lenta, el dolor será poco. En cambio, si la crisis toma velocidad vamos a contar una historia muy triste.
Al menos la mitad de la población mexicana está en situación de riesgo, no solo por el contagio, sino por la probabilidad de que la enfermedad tenga secuelas graves.
Es por esta razón que debemos limitar nuestra movilidad, para quebrar los puentes que le permiten al Covid-19 desplazarse entre seres humanos. Si somos su vehículo, también podemos dejar de serlo.
Zoom: como la corrupción que se barre de arriba hacia abajo, la prudencia ha de practicarse en igual dirección. No es fortaleza moral lo que nos hace falta –la población mexicana es fuerte – sino algo mucho más importante: la prudencia moral.
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Ramírez Cuéllar y la “nomenclatura” morenista
Confidencial/ElFinanciero_Mx
El que salió a advertir que es inviable realizar un Congreso Nacional de Morena este año fue Alejandro Rojas Díaz Durán. El senador suplente explicó que son dos los motivos que hacen improcedente la convocatoria: primero, la pandemia de Covid-19. Y, segundo, porque simple y sencillamente no se tiene un padrón completo ni confiable, “mucho menos militantes credencializados”. Alertó que “la nomenclatura” busca doblar a Alfonso Ramírez Cuéllar, presidente interino del partido.
Eco a declaraciones del Presidente
Las declaraciones de López Obrador en torno de la pandemia de Covid-19 siguen dando de qué hablar en el ámbito internacional. Ahora fue José Manuel Vivanco, director de la División de las Américas de Human Rights Watch, quien señaló: “AMLO insiste que México enfrentará mejor al coronavirus ‘porque es heredero de grandes culturas’. Alguien debe explicarle a AMLO que, a pesar de la grandeza de los pueblos originarios, millones murieron por las epidemias que trajeron los españoles”. ¿Clases de historia?
Un té contra la desinformación
Alejandro Solalinde, el sacerdote defensor de la cuatro te, ya tiene su remedio para combatir el “covit-19” (sic), y es que este fin de semana, a través de redes sociales, recomendó una infusión de manzanilla, té verde y té de diente de león, que se debe de tomar tres veces al día y sin azúcar. Menos de 24 horas pasaron para que Twitter desactivara sus tuits por propagar fake news.
En Chiapas, turistas italianos; en Yucatán, cárcel a imprudentes
A falta de un eje uniforme de la Federación con los estados frente a la pandemia de coronavirus, cada entidad sigue tomando sus propias medidas. Mientras el Presidente llama a los paisanos a que mejor no vengan a México en estas semanas, en Chiapas siguen recibiendo turistas extranjeros. “(…) Los visitantes que estamos teniendo son de Italia, y unos alemanes que llegaron hoy. No se les puede pedir que no lleguen”, informó la secretaria de Turismo, Katyna de la Vega. En contraste, en Yucatán, el gobernador panista Mauricio Vila advirtió que a quien presente síntomas o haya sido diagnosticada con el Covid-19 y no acate aislamiento, se le impondrá un castigo de hasta 3 años de cárcel y una multa de hasta 86 mil 800 pesos.
López-Gatell se engancha con las “neumonías atípicas”
Luego de la paciencia y tranquilidad que lo caracterizó a lo largo de un mes y medio, el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, de plano explotó el fin de semana, y no sólo por la pasividad con la que han reaccionado distintos sectores a la emergencia epidemiológica. Nos dicen que su verdadera molestia fue por el tema de las “neumonías atípicas”, por las que supuestamente se estarían haciendo pasar casos que en realidad son de Covid-19. Al funcionario se le vio trastabillar desde el viernes, pero el sábado calificó de “falsas” y “mal intencionadas” esas versiones.
Crecen contagios y campaña en San Lázaro
Después del anuncio formal de dos diputados federales contagiados del Covid-19 –aunque anticipan que seguro habrá más– el activismo de la Cámara subió de tono con medidas contra el virus. A través de videos en redes, dibujos animados y carteles mostrados en la página oficial, la presidenta de la Mesa Directiva, Laura Rojas, informa casi a diario sus acciones contra la epidemia, incluso en sábado, después de que la diputada jalisciense María Libier González Anaya –adulta mayor– se sumó a su compañero infectado Jorge Alcibiades, de Baja California, ambos de MC.
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‘Cómo destruir a México’, nuevo manual de Obrador
ITINERARIO POLÍTICO/RICARDO ALEMÁN
El Debate,
Como todos saben, el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, es un escritor prolífico. Sus biógrafos dicen que tiene en su haber casi una veintena de títulos, algunos de reciente creación, como la Cartilla moral y Hacia una economía moral, que se pueden ver entre las novedades de librerías.
Y seguro pronto veremos en librerías el que podría ser el mayor best seller de Obrador, titulado Cómo destruir a México, con el subtítulo siguiente: “Hazaña lograda en solo 16 meses”.
En realidad se trataría del manual que recoge las potentes experiencias del “inteligente” presidente mexicano, López Obrador, quien en solo 16 meses hizo lo que nadie en el mundo y menos en la historia: destruir a todo un país de más de 120 millones de mujeres y hombres, sin que la mayoría de esos millones de mexicanos se atrevieran a chistar.
Sí, el arduo trabajo de acabar con México, con su economía, su sistema de salud, su precaria seguridad y educación; de destruir millones de empleos, de empujar de vuelta a la pobreza extrema a millones de ciudadanos que ya habían abandonado esa condición, la llevó a cabo López ante los ojos de millones de personas que no se atrevieron a decir una sola palabra.
Peor, seguramente el manual titulado Cómo destruir a México nos dará luz sobre ese misterio digno del más rebuscado culto, que hizo posible que en un tiempo récord, fueran destruidas industrias “motor” –como la turística, de la construcción y automotriz, entre otras–, en medio del aplauso impensable de no pocos ciudadanos mexicanos; intelectuales, hombres de ciencia y de empresa, periodistas y hasta reputados escritores.
Y es que la genialidad de López Obrador no solo está en la habilidad para destruir –en solo 16 meses–, un país que nos llevó décadas construir a los mexicanos, sino que la mayor habilidad se localiza en el secreto de llevar adelante esa destrucción sin oposición, sin el rechazo colectivo, sin el reclamo de los grandes hombres de empresa, de los reputados intelectuales y sin enfrentar el enojo social, volcado en las calles.
¿No es un milagro digno de un prohombre, como Obrador?
Sin embargo, lo más llamativo, por increíble que parezca, es que aún hoy son muchos los mexicanos –por lo menos uno de cada tres–, que siguen aplaudiendo y hasta venerando al que, en los hechos, se convirtió en el sepulturero del México más democrático que conocimos en la historia, del de mayor crecimiento en el empleo, en el bienestar, en el desarrollo turístico, automotriz y con la mayor estabilidad económica.
Y acaso por el misterio que encierra el milagro de “destruir a México en solo 16 meses” sin que nadie se haya atrevido a chistar, la parte medular del nuevo manual de López Obrador será la revelación de otro no menos asombroso fenómeno de masas; el prodigioso engaño colectivo que movió a 30 millones de almas a creen en un hombre no solo analfabeta, sino ignorante de los básicos del ejercicio del poder, que no tiene la más elemental cultura democrática y que asoma serios problemas de personalidad, que lo han llevado a decir más de 22 mil mentiras en esos 16 meses.
Por eso, en el nuevo manual de AMLO, Cómo destruir a México, encontraremos respuesta a incógnitas de imposible respuesta para la ciencia.
¿Cómo fue posible engañar a esos 30 millones de seres humanos que llevaron a López Obrador al poder en México? ¿De qué tamaño y qué poder tenía y tiene el engaño que se hizo tragar a esos 30 millones, como para que hoy muchos de ellos sigan bajo los efectos de esa pócima?
Y obligan las preguntas porque, por ejemplo, hoy México es más inseguro y los mexicanos viven una mayor violencia, en tanto que son de escándalo e históricas las cifras de muertes violentas, de feminicidios, de secuestros y de mujeres y niños muertos.
Hoy el desempleo es mayor que en los gobiernos de Calderón y Peña, en tanto que las oportunidades de salir de la pobreza son menores.
Hoy las mujeres, los jóvenes y los niños de México viven peor que en los gobiernos de Calderón y Peña; la salud es peor, los empleos son peores, los peligros de enfermar son mayores y las posibilidades de bienestar para millones de mexicanos están más lejos que nunca; son peores que cuando Obrador decía que estábamos peor, en los gobiernos de Calderón y Peña.
Hoy es más difícil que un trabajador pueda tener una casa; es más complicado que los niños tengan una mejor educación; es casi imposible que un mexicano pobre pueda tener un mejor empleo.
Hoy la democracia está amenazada y muertos los principios fundacionales como “sufragio efectivo no reelección”, como “la división de Poderes”, como “Estado laico”, como “partidos opositores” y como “libertad de expresión”.
Y todo eso fue destruido por un solo hombre, el mexicano ejemplar, que en solo 16 meses acabó con un país de más de 120 millones de mexicanos.
Sí, no dejen de leer y releer el manual de AMLO, Cómo destruir a México. En una de esas a ver si todos aprendemos algo.
Al tiempo.
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Presidente, no sea irresponsable/Raymundo Riva Palacio
Estrictamente Personal
El Financiero..,
rivapa
No hay manera de que el presidente Andrés Manuel López Obrador pueda autocontenerse, seguir perdiendo el tiempo y lanzar mensajes contradictorios.
Las crónicas de prensa dan cuenta de que se negó a ser sanitizado con gel y que le fuera tomada la temperatura, cuando se lo ofrecieron en el aeropuerto de Tijuana. Se fue tres horas en carretera hasta Mexicali, donde defendió como un acto democrático la consulta ilegal, donde el 5 por ciento del padrón electoral votó para cancelar una inversión de mil 500 millones de dólares.
Antes de iniciar su gira por el noroeste del país, este fin de semana, dijo que era una provocación que le preguntara la prensa si se iba a aplicar la prueba del coronavirus, luego que el gobernador de Hidalgo, Omar Fayad, con quien estuvo el 18 de marzo, informó que había dado positivo.
El Presidente sigue desafiando a los demonios y descalificando lo que su propio gobierno hace. Es cierto que, de acuerdo con el protocolo de la Secretaría de Salud, una vez que el gobernador dio positivo, no requiere que se le haga la prueba de forma automática, pero tienen que estar en vigilancia tanto él como las personas que estén cerca de él, durante una cuarentena de 14 días. También tendría que extremar precauciones, como no estar en reuniones o viajar, porque no se sabe si pueda ser portador del virus. La prueba del Covid-19 se le debe hacer cuando presente los síntomas.
Acusar de provocación a la prensa es una provocación al sentido común, pero es normal en él, quien siempre se victimiza. El presidente Donald Trump, casi su alter ego, se hizo la prueba, sin que mostrara síntomas, para transmitir un mensaje de tranquilidad. El primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, se puso en cuarentena porque su esposa dio positivo. El primer ministro Boris Johnson, anunció que tenía la enfermedad. Los líderes, como Fayad y el gobernador de Tabasco, Adán Augusto López, que también dio positivo ayer, siguen al frente del gobierno desde sus casas.
No hay nada de malo ni de negativo en hacerlo, mucho menos es muestra de debilidad. De hecho, para un líder que en sus manos está el destino de una nación, sólo una irresponsabilidad puede llevar a que tenga arrebatos como los del Presidente mexicano, y que descuide las medidas sanitarias que su propio gobierno está remachando en la sociedad. Él mismo, cambiando su narrativa en cuestión de días, ha estado pidiendo a la población que se quede en sus casas cuando no tenga tareas esenciales, para ayudar a combatir la pandemia.
Pero para López Obrador, esto no aplica. Se mantiene en movimiento. Las comparecencias públicas diarias en Palacio Nacional, aún con la sana distancia aplicada desde la semana pasada, deben ser canceladas en forma presencial y realizadas mediante videoconferencias. Si López Obrador participó en una cumbre virtual con los líderes del G-20 de esa manera, ¿cómo explica que no se instrumente para asuntos domésticos? Sus viajes, intrascendentes en esta coyuntura, deben cancelarse. López Obrador tiene que estar al frente del timón de manera permanente para enfrentar las dos monumentales crisis, la de salud y la económica, en lugar de fugarse y distraerse en actos de campaña.
Entre más exposición tenga el Presidente, mayores los riesgos. En tanto más contacto tenga con gente en aeropuertos y en el país, sus márgenes de riesgo se elevan de manera exponencial. López Obrador puede perfectamente gobernar el país sin salir de Palacio Nacional, en una burbuja sanitaria que lo proteja a él, a su familia y a sus colaboradores estratégicos. Si urge a todas y todos los mexicanos proteger a sus cercanos, que empiece por los suyos. La terquedad es la peor compañera en las crisis.
Una consideración racional que tendría que hacer es, si cae enfermo y tiene que ser intubado –su organismo tiene varias afecciones que lo hacen vulnerable, como la hipertensión–, ¿quién estaría al frente del gobierno mientras él está imposibilitado para hacerlo? Se desconoce si López Obrador se ha hecho esa pregunta o en su equipo se ha planteado ese escenario. Si lo han hecho, el Presidente parece no haberle hecho nada de caso. Si no lo han hecho, igual de peor. Urge que lo hagan. En la Constitución no existe ninguna provisión en caso de ausencia temporal del Presidente.
Existía una provisión, en el artículo 85 constitucional, que establecía que ante la falta temporal del Presidente, asumiría como jefe del Ejecutivo Provisional, el presidente de la Suprema Corte de Justicia, pero ese inciso fue revocado. El texto vigente de la Constitución sólo aborda la falta absoluta del Presidente, en el artículo 84, o la previsión de que asume quien encabece la Secretaría de Gobernación de manera provisional, en el 85.
El Presidente tiene que frenar esa necedad de mostrar que es más fuerte que las adversidades y seguir en campaña, porque está convencido –y tiene razones de pensar de esa manera–, que sus adversarios quieren sacar raja política de esta crisis. Pero no es viajando por el país, exponiéndose y exponiendo a todos a su alrededor y con quienes interactúa, como enfrenta a quienes quieren mantener la crisis en el ámbito político-electoral.
La manera de hacerlo es trabajar a fondo –no perdiendo horas viajando por carretera a sus eventos– y sin descuidos, para enfrentar la pandemia y sus consecuencias económicas.
Lo que está en juego no son las elecciones de 2021 y mucho menos las de 2024. Lo que está en juego es la salud del país y la salud económica que deje esta profunda crisis. Pero para que la salud de la nación salga menos dañada, se requiere que esté fortalecida la salud personal del Presidente. Si no entiende la importancia estratégica de mantenerse con salud, no ha entendido nada.
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Rebasado y perdido, AMLO necesita un freno/Pablo Hiriart
Uso de Razón
El Financiero, 
PabloHiriart
Los sectores más responsables del país tienen la obligación política de frenar a López Obrador porque el daño que inflige al país no tiene precedente, es deliberado y puede ser irreversible.
Esperar a las elecciones intermedias en 2021 para crear contrapesos es mucho tiempo dada la celeridad con que avanza la destrucción de México.
La palabra la tienen, en primer lugar, sus propios acompañantes en el gobierno. También los empresarios y eso que alguna vez fue útil, la Confederación Nacional de Gobernadores.
Hay personas preparadas en el equipo gobernante que saben que al Presidente “ya lo perdimos”, porque la evidencia es inocultable. Necesitan regresarlo a la realidad.
Miembros del gabinete como Ebrard, Herrera, Graciela Márquez, Román Meyer, son personas inteligentes y en su fuero interno dimensionan el tamaño de la crisis a la que entramos por la irresponsabilidad de su jefe el Presidente.
Los grandes empresarios, que han hecho todo tipo de esfuerzos para facilitarle un buen desempeño a López Obrador, lo saben. Igual ocurre con la mayoría de los gobernadores, Claudia Sheinbaum incluida.
Son quienes lo pueden frenar y lograr los ajustes que eviten la ruina nacional.
A algunos les falta carácter para situarlo en la realidad a riesgo de que los corran, en el caso de los miembros del gabinete. Tendrán que valorar que el juicio de la historia, próxima a escribirse, también recaerá sobre ellos.
Nos anuncian que viene una fatalidad en salud. Pues sí, lo sabíamos: se actuó tarde y perdimos tiempo en recetas que eran alternativa en el siglo de la Peste Negra (XIV), como rezos y amuletos, porque no había de otra.
En 2020 tenemos la medicina y se le desechó con recortes presupuestales, maltrato a los científicos de la salud, menosprecio a la pandemia que venía, machismo presidencial ante el cataclismo sanitario.
Ahora se toman medidas de emergencia luego de minimizar, juguetear, ocultar, mentir con el coronavirus.
De la crisis de salud pasaremos casi en paralelo a la económica, sin que el gobierno haya hecho absolutamente nada para amortiguarla.
Mientras los gobiernos en el resto del mundo invierten cifras históricas en aminorar los efectos de la crisis en las personas y en las empresas, aquí predomina la perplejidad gubernamental.
Ello se combina con la visión ideologizada y resentida que emana de las intervenciones de López Obrador: Ni sueñen con apoyo a empresas. Esto no es como antes. No habrá facilidades fiscales.
Hasta hace apenas unos días, para él y varios de los suyos el coronavirus era un asunto de ricos y de fifís, al que había que doblegar con besos, abrazos y mole de guajolote. Una locura insostenible.
Ya con el problema encima y una burla mundial por su irresponsabilidad, rebasado por completo, AMLO tomó medidas como la sana distancia. Eso ocurrió cinco días después de llamar a hacer vida normal y salir a consumir a los mercados.
Ya había debilitado al sector salud con recortes y acusaciones sin sustento de corrupción a eminencias médicas que reclamaban falta de medicinas y material de curación e infraestructura.
López-Gatell, un científico, fue cómplice y comparsa de esa infamia.
El personal médico está sin equipo de protección en su trabajo, expuesto al contagio por los “ahorros” que se hicieron para invertir en proyectos de Pemex, con los resultados catastróficos por todos conocidos.
Y anuncia el Presidente que seguirá con los proyectos perdedores y contaminantes, en desmedro del apoyo a las empresas para que mantengan el pago de sueldos.
Para apoyar a sectores informales o marginados no hay un padrón confiable, porque destruyeron el de Prospera-Oportunidades, y lo reemplazaron por uno levantado al vapor por organizaciones de Morena. Tampoco ahí hay recursos adicionales.
Las medidas económicas no fueron tales. Nos bajaron la calificación soberana y también perdimos un grado de inversión para Pemex.
Nos pusieron en perspectiva negativa en ambas (ven mayor deterioro) y nos encontramos a un escalón de que se anuncie al mundo que debe retirar su dinero de México porque no podremos pagar.
Entre -3.7 y -7.0 del PIB es la caída que pronostican para este año diversas instituciones internacionales. Y tuvimos una economía bajo cero en 2019. Horrible el panorama.
Después de esto, si se permite que el Presidente avance en su huida hacia el precipicio, México estará de vuelta, metafóricamente, en la Edad Media.
Ni tan metafóricamente. El sábado, en La Rumorosa, Baja California, López Obrador anunció que nunca más habrá permisos “para instalar esos ventiladores”, dijo al referirse a los aerogeneradores de energía eólica.
Para nuestro Presidente las energías limpias “son de las transas que se hacían en el periodo neoliberal”, y se insistirá en gastar el dinero público –que debería ir a salud y a levantar la economía– en combustibles fósiles, proyectos que dañan la biodiversidad en nuestras selvas, en destruir cientos de hectáreas de manglares, en pagar para que no se construyan obras productivas (aeropuerto, cervecera).
La energía que se toma del viento, según él, “afecta el medio ambiente y (crea) contaminación visual”.
De vuelta, pues, a la economía del caballo y el trapiche, luego de haber destruido un gran país en menos de dos años.
Cada día le pone un nuevo clavo al ataúd de la nación.
Tienen que pararlo, y en su equipo, en los empresarios y gobernadores está la llave.
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Por nuestros viejos/Salvador Camarena
La Feria
El Financiero, 
salcamarena
Para Joaquín y Bárbara.
Si bien los que andamos cincuenteando tenemos sobradas razones para echar pestes de que, una vez más, padeceremos otra crisis económica, carecemos sin embargo del derecho al protagonismo en esta hora oscura para México. Los que deberían ser, en toda forma, objeto de atención y cuidado plenos son nuestros viejos. Se los debemos.
El Covid-19 cebará la mayor parte de su daño en los nacidos en los años de la Segunda Guerra Mundial o inmediatos posteriores. Gente que casi tres cuartas partes de su vida padeció el peor autoritarismo priista (aunque suene redundante), personas que protagonizaron discretas luchas cívicas y democráticas que hoy nadie les reconoce.
Son los mexicanos de la mitad del siglo pasado. En términos generales, ciudadanos que lograron la nada desdeñable proeza de hacer que sus hijes tuvieran mejor instrucción y un entorno más parejo –si bien imperfecto– de derechos y oportunidades del que ellos heredaron de sus padres.
En el ocaso de sus vidas México padecerá una nueva crisis económica. Pero antes incluso de pensar en cómo proteger a los adultos mayores del embate financiero, resulta urgente poner el foco en lo que podamos hacer para que el coronavirus no cobre vidas, innecesariamente, entre aquellos que llegan con las defensas más desgastadas por la edad o el esfuerzo de una vida de trabajo.
Nuestros viejos primero. Esa debiera ser la divisa. Generar desde ahora estrategias para ponerlos a resguardo: sacarlos de la calle a los que estén en esa situación; definir y socializar protocolos efectivos para los que vivan con su familia (o su familia con ellos): si los hijos o los nietos no pueden quedarse a trabajar en casa serán, tristemente, factor de riesgo al regresar cada noche al hogar multifamiliar; ubicarlos en todos los espacios públicos y privados de retiro para que se pongan inmediatamente obstáculos a la entrada del coronavirus en los asilos; localizar a los que vivan solos, desatendidos pero independientes, para que durante el encierro que nos estaremos dando no queden doblemente expuestos: a nuestra indolencia, y a verse forzados a valerse por sí mismos en un entorno donde habrán de escasear opciones para comprar la despensa o surtirse medicamentos…
Y para los viejos que tienen que trabajar diario para sobrevivir, al menos para ellos, México sí debiera tener capacidad de formular un apoyo económico sustantivo, que les haga flotar en esta crisis que podría durar demasiados meses. De no hacerlo así, los expondremos a un bicho que los diezmará en cuestión de días. Si a nuestro país –gobierno y sociedad– no le alcanza para salvar a estos viejos, entonces somos una desgracia de nación.
Niños, embarazadas y viejos primero… que sea el grito en cada multifamiliar, en cada cuadra, en cada colonia. Que cerrar nuestra puerta para cuidarnos en estas semanas no se traduzca en falta de humanidad.
En México hay 16 millones de adultos mayores de 60 años (Inegi, 2019). Muchos de ellos no pueden defenderse solos de la avalancha de muerte que empieza a tocar nuestras ciudades. Pero aún hay tiempo para intentar salvarlos.
Una de las sensaciones más amargas de estas semanas es no poder abrazar a nuestros padres, a nuestras tías, a nuestros amigos que tienen una edad en donde nuestro contacto podría significarles un riesgo mortal.
Mitiguemos esa tristeza con un esfuerzo por tratar de salvar a todos los viejos por igual. Si ha de primar algo en la estrategia nacional, que sea eso. Si ponemos a los viejos por sobre todo, y lo hacemos bien, igual y de paso nos salvamos a los demás...
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Molinos de viento, forma y fondo
RAZONES/JORGE FERNÁNDEZ MENÉNDEZ
Excelsior
“–¿Qué gigantes? –dijo Sancho Panza. –Aquellos que allí ves –respondió su amo– de los brazos largos, que los suelen tener algunos de casi dos leguas.
–Mire vuestra merced –respondió Sancho– que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino.
–Bien parece –respondió don Quijote– que no estás cursado en esto de las aventuras: ellos son gigantes; y si tienes miedo, quítate de ahí, y ponte en oración que yo voy a entrar con ellos en fiera y desigual batalla”.
Imposible no recordar el pasaje más famoso de El Quijote cuando el presidente López Obrador se lamentaba de que los aerogeneradores de energía eólica “afean” el paisaje de la Rumorosa. Cuando ve en sus aspas no solo la fealdad de la modernidad, sino la perversidad y corrupción de los gobiernos anteriores en colusión con la iniciativa privada. Olvidó que esos generadores, esos molinos de viento, son los que dotan de electricidad a Mexicali y que esa (entre otras) es la energía renovable del futuro, mientras su gobierno sigue, como hace un siglo, aferrado al petróleo y al carbón.
Después de la declaración del presidente contra los generadores de energía eólica, realizada en Mexicali (donde ni remotamente echó para atrás la decisión de cancelar la planta cervecera y su inversión de mil 400 millones de dólares) ¿qué inversionista privado va a invertir en el país en medio de una recesión mundial provocada por una pandemia que no parece tener fin a la vista?
Lo grave no es el punto de vista estético del presidente, sino la falta de comprensión del momento que vivimos. Sus tiempos son otros, pertenecen al pasado, sus convicciones se quedan en él. No puede ser que cuando, finalmente, hace un video (no un mensaje a la nación en cadena nacional, tan mal utilizada con otros fines) anunciando la necesidad del confinamiento y la distancia, el presidente siga sin querer tomarse la temperatura, sin querer usar gel desinfectante, sin querer hacerse un estudio para saber si en medio de tanto viaje, gira y reunión no es positivo para el COVID 19 o utilice videos y espacios en medios y redes para atacar uno de los capítulos de inversión privada más importantes para el futuro de cualquier país.
Entiendo el dilema que soporta el Gobierno federal, al igual que la mayoría de los gobiernos del mundo, hoy en día: cómo combatir una epidemia que lo rebasa sin destrozar en el camino la economía. Entiendo también que, como han hecho otros gobiernos, no apueste todo a la paralización total de la economía, sino a un cierre parcial, sobre todo en un país donde millones viven, literalmente, al día. Entiendo, precisamente por eso, el interés de retrasar todo lo posible las medidas de confinamiento. Pero lo que no se puede entender es que el propio presidente boicotee los esfuerzos de su gobierno y sus funcionarios. Don Jesús Reyes Heroles insistía en la importancia de comprender que “en la política la forma es fondo”. Y cuando se descuidan tanto las formas al abordar los dos temas claves de la vida de hoy, que son la sanidad y la economía, el afectado es el país como un todo.
La gente no sabe qué medidas de distancia social tomar porque al dramatismo justificado que usa López Gatell en los últimos días se opone la despreocupación presidencial, incluso sobre su propia persona, pese a que ya hay dos gobernadores infectados que estuvieron en contacto con él en las últimas semanas, Omar Fayad y Adán Hernández. Los empresarios e inversionistas no saben a qué atenerse cuando el propio presidente (y no hablemos de esa catástrofe que tenemos como secretario de la Semarnat que dice estar en guerra contra las grandes corporaciones empresariales del mundo) identifican a inversionistas como corruptos e insensibles, cuando se cancelan inversiones o se las denuncia porque “afean” el paisaje (como si Dos Bocas fuera una réplica tabasqueña de un edificio de Gaudí). ¿Cómo descalificar las energías alternativas y renovables cuando el petróleo está por debajo de su precio de producción y cada vez más cerca de agotarse?, ¿cómo desestimar las inversiones privadas en un mundo en recesión?
Se podrá argumentar que son lapsus, que en realidad su gobierno sí quiere inversiones como sí quiere que la población se proteja ante la pandemia. Y sin duda hay funcionarios, muchos en su entorno, que están convencidos de ello y tratan de trabajar en consonancia. Pero cada declaración desafortunada, cada acto de insensibilidad, cada vez que la forma es vulnerada, nos deja más desconcertados, más indefensos ante una tempestad que ya nos tiene atrapados.
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AMLO y Quirino en privado
Columna CUARTEL POLÍTICO
HÉCTOR PONCE 
El Debate,
 El gobernador Quirino Ordaz acompaña al presidente Andrés Manuel López Obrador.
Mensaje de AMLO desde Culiacán
El presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, y el gobernador Quirino Ordaz Coppel ayer tuvieron un desayuno en privado en un hotel de Culiacán. El encuentro de una hora manda una contundente señal de cercanía y amistad.
El sábado, Quirino Ordaz recibió al mandatario nacional en el aeropuerto y lo acompañó al hotel. Además, en toda la gira estuvieron juntos y en los trayectos aprovecharon para platicar de las obras y pendientes en Sinaloa.
Nos comentan que el presidente López Obrador se va contento con la obra carretera de Badiraguato y que platicó con el gobernador sobre el apoyo a los productores de maíz. También hubo una taquiza que organizó la alcaldesa Lorena Pérez.
El mensaje de la gira del presidente de la República en Sinaloa es claro, hay una notable atención a Quirino Ordaz, mucha comunicación y, se podría afirmar, que es de los gobernadores más cercanos. Atentos, porque algo similar ocurrió en Baja California con Jaime Bonilla.
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Gigantes desaforados
JAQUE MATE / Sergio Sarmiento
REFORMA, 30 Mar. 2020
"Mire vuestra merced... que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento”. Sancho Panza
 Esta vez arremetió contra unos molinos de viento. De nada sirvió que el fiel Sancho le explicara que no eran "desaforados gigantes" contra los que había que "hacer batalla y quitarles a todos las vidas... Él iba tan puesto en que eran gigantes, que ni oía las voces de su escudero Sancho ni echaba de ver, aunque estaba ya bien cerca, lo que eran. Antes, iba diciendo en voces altas: --Non fuyades cobardes y viles criaturas, que un solo caballero es el que os acomete".
El presidente López Obrador visitó este sábado 28 de marzo La Rumorosa, la porción de la Sierra de Juárez de Tecate en que esquistos y granitos dan lugar a hermosas formaciones por las que el aire susurra al pasar. Sus fuertes vientos le han permitido ser un centro de generación eólica. Ahí se encuentran los 47 aerogeneradores de Energía Sierra Juárez, un parque eólico que opera desde junio de 2015 y se conecta con el sistema de transmisión eléctrica de San Diego, California.
Los molinos de viento, dijo el presidente López Obrador en un video, "los pusieron los conservadores... Aquí se expresa la falta de sensibilidad de los gobernantes. Autorizaron esos ventiladores para generar energía eólica. ¡Miren cómo afecta el paisaje, la imagen natural! ¡Cómo se atrevieron a dar permiso para instalar estos ventiladores!... Pueden decir que se produce energía eléctrica, ¡muy poco! Además, son negocios privados porque se tiene que subsidiar estas empresas. Esas son de las transas que se hacían en el periodo neoliberal. Esto fue promovido por los gobernantes del partido conservador... Nunca más permisos para afectar el medio ambiente".
Al Presidente le informan mal o prefiere no enterarse. La capacidad de Energía Sierra Juárez no es pequeña: tiene 155 megavatios (MW). El parque, propiedad de IEnova e InterGen, no recibe subsidios de México ya que vende toda su electricidad a California, donde la legislación ambiental obliga a que a fines de este 2020 el 33 por ciento de la generación sea de fuentes renovables.
Lo curioso es que, mientras declara que ya no habrá "permisos para afectar el medio ambiente", el Presidente busca reactivar generadoras de carbón, el combustible más contaminante, solo porque son del gobierno, y rechaza los permisos de nuevas plantas no contaminantes, como el de Eólica Coromuel, en Baja California Sur, a la que negó permiso la Secretaría del Medio Ambiente (Semarnat) de Víctor Manuel Toledo, quien afirma que las aspas de los aerogeneradores "giran para atrapar el aire de los territorios indígenas".
El mandatario también impulsa proyectos como la refinería de Dos Bocas, que devasta manglares, o el Tren Maya, que atraviesa selvas tropicales.
López Obrador es quien está siendo no solo conservador sino reaccionario. Las plantas eólicas son indudablemente mejores para el ambiente que las de carbón. Además, proporcionan un ingreso importante a las comunidades donde se asientan, como el ejido Jacume, de Tecate, Baja California, o el ejido Alfredo V. Bonfil de Mulegé, Baja California Sur, que reciben recursos por tierras que no son productivas para nada más.
Energía Sierra Juárez elimina emisiones de 125,809 toneladas métricas de dióxido de carbono y 189 toneladas métricas de óxidos de nitrógeno al año. Si el Presidente fuera realmente progresista y ambientalista, la defendería en lugar de arremeter contra sus aerogeneradores como si fueran gigantes desaforados.
· ÚLTIMA OPORTUNIDAD
Pasamos súbitamente del mensaje de que no había que preocuparnos, sino salir y darnos besos y abrazos, a la urgente declaración de López-Gatell de este sábado: "¡Quédate en casa!... ¡Esta es nuestra última oportunidad!". Quedarse en casa, sin embargo, no significa "que se va a evitar que sigan aumentando los casos".
@SergioSarmiento
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Sillas del Titanic/Denise Dresser
en REFORMA
30 Mar. 2020
México excepcional y para mal. México aletargado, varado, paralizado mientras muchos países corren detrás del coronavirus, viendo cómo protegerse de la devastación sanitaria y económica que conllevará. Gobierno tras gobierno anuncian medidas para proteger a las empresas y a los trabajadores, para paliar los peores efectos de la recesión en puerta, para canalizar recursos crecientes a sectores vulnerables. El neoliberalismo es reemplazado por el keynesianismo; el Estado minimalista por el Estado intervencionista. La protección de la planta laboral se vuelve más importante que el mantenimiento de la disciplina fiscal. Pero en México, AMLO insiste en no endeudar, no rescatar, no actuar. Su gobierno se asemeja a quienes, antes de chocar con el iceberg, se abocaban a reacomodar las sillas a bordo del Titanic.
La economía mexicana ya iba en ruta de colisión por decisiones equivocadas que corroyeron la confianza, desalentaron la inversión, ahuyentaron a los inversionistas golpearon a las pequeñas y medianas empresas, produjeron sub-ejercicios presupuestales y un adelgazamiento del Estado cuando más lo necesitamos. La crisis del coronavirus abre boquetes en una nave que ya tenía problemas por la obcecación del capitán y el dogmatismo de su tripulación. Ahora, con el desplome de los precios del petróleo, las presiones sobre el peso, la retirada de las inversión extranjera ante la perspectiva negativa de las calificadoras, los errores del pasado pueden volverse exponenciales en el futuro.
El gobierno lopezobradorista no parece comprender la importancia de diseñar salvavidas para que millones de mexicanos puedan sobrevivir. Lo único anunciado hasta el momento ha sido la ampliación de las pensiones para adultos mayores y algunas acciones aplaudibles del Infonavit. Ante la emergencia no hay cabida para la estulticia. Ante un reto descomunal no hay lugar para la descalificación de propuestas de sentido común, porque supuesta mente provienen de la cofradía de "los conservadores". Urge corregir, urge rectificar, urge actuar. Mirar lo que se está haciendo bien en otras latitudes y emularlo. Urge sonar la campana para que quien comanda el buque comprenda los costos de la colisión, si no cambia el rumbo.
Con políticas contracíclicas que AMLO desdeña pero la crisis amerita. Políticas fiscales para disminuir la carga de las Pymes. Inyecciones de liquidez y transferencias masivas para alentar el consumo y la demanda. Ingreso básico asegurado de forma temporal para los más vulnerables. Créditos disponibles para quienes lo necesiten, en condiciones poco onerosas. Decisiones para apoyar al sector servicios, al turismo, el sector manufacturero, el sector informal, el sector exportador. El Estado tiene la responsabilidad de crear redes de protección para quienes serán arrojados al agua. El Estado tiene la oportunidad de convertirse en el "comprador de último recurso", adquiriendo los productos y servicios que las empresas no puedan vender, como lo sugieren los economistas de izquierda Saez y Zucman, y como lo detalla Jorge Andrés Castañeda Morales en el estudio "Coronavirus: un plan frente al despeñadero económico".
Así se protegería a los empleadores y a los empleados. Así no habría tantas empresas cerradas y trabajadores despedidos. Así habría menos bancarrotas y las pérdidas que traen consigo. Así evitaríamos el contagio al sector financiero que podría detonar una crisis sistémica, de la cual Trump no querría rescatarnos. El Estado necesita ponerse a gastar, a gastar bien, y a gastar responsable y velozmente. Necesita cancelar Dos Bocas y repensar la inversión pública en infraestructura, buscando que sea un detonante real y no sólo un capricho presidencial.
Para el iceberg que México tiene delante no bastará con que el Banco de México baje las tasas de interés, porque la razón real detrás de la desinversión es la desconfianza. No bastará con que el SAT demande el pago puntual de los impuestos, porque la recaudación se desfondará en el corto plazo por la inactividad económica. No bastará que el Presidente ponga videos en Facebook y Twitter argumentando que la familia nos salvará, porque se requieren políticas públicas de gran envergadura y no sólo exhortos morales de poco impacto práctico. El gobierno no puede darse el lujo de reacomodar las sillas del Titanic. Debe impedir que la nave choque y se hunda.
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Un provocador en Palacio/Jesús Silva-Herzog Márquez
REFORMA, 30 Mar. 2020
Se acercan días muy oscuros para México. Debemos aceptar que no hay escapatoria. Me temo que, si la voz más sensata del gobierno nos advierte que estamos ante la última oportunidad es porque ésta ya se nos ha ido de las manos. Pero la urgencia es sentida por todos, menos por el presidente de la República. Andrés Manuel López Obrador se ha entregado a la provocación. En lugar de ofrecer serenidad y confianza, se dedica al desplante. Si hay algo que fastidia a mis enemigos, lo haré mil veces. Si recibo una recomendación de los expertos, me burlaré de ella con mi conducta cotidiana. Yo, el supremo, no pretendo sujetarme a consejo de nadie.
¿Qué valor tiene la voz de un hombre que recomienda quedarse en casa, cuando pasa el fin de semana en la gira más absurda de su sexenio, a más de 2,700 km de distancia de su domicilio? Los errores y las imprudencias no ceden. Por el contrario, se incrementan. Eso es lo que hemos visto: la radicalización de la imprudencia. Acosado por las circunstancias, el Presidente se envalentona y tira al barranco lo que queda de su ascendiente popular. Estos eran tiempos para reinventarse, para adaptarse a la nueva circunstancia, pero el Presidente lleva su obstinación al extremo. Resulta inconcebible que, precisamente en estos momentos en que necesitamos a un jefe de Estado responsable y juicioso, el presidente de la República salude pública y afectuosamente, con visible cercanía, a la madre de uno de los criminales más siniestros de la historia reciente del país. Como adolescente caprichoso, López Obrador hace lo que se le da la gana sin medir las consecuencias. No solamente es irresponsable, parece esforzarse en proyectar su irresponsabilidad a los cuatro vientos. En su frenesí de provocaciones, el Presidente no hace más que correr al aislamiento del loco.
Reescribo velozmente este artículo ante las revelaciones de su encuentro de ayer por la tarde. En la versión inicial de este texto imaginaba que, aunque resultara poco realista, había que insistir en la posibilidad de reinventar el gobierno ante la emergencia. Sugería la posibilidad de cambiar la conversación para hablar de lo que importa hoy: el presente y el prójimo. Tal vez la gravedad de la coyuntura pudiera alentar la concentración en lo urgente. Pero la frenética sucesión de desplantes de este fin de semana, la abominación del saludo fraternal del domingo es para poner los pelos de punta a cualquiera. Esto no es una insensatez: es una provocación. Frente al aviso de la peor tormenta sanitaria y económica de la historia contemporánea de México, el capitán del barco suelta el timón para pasearse por la cubierta del barco tocando el violín, diciendo insensateces, deleitándose con la manera en que incordia a la tripulación y a todos los pasajeros. Sé que no les gusta a mis adversarios, pero mírenme a mí, tan despreocupado.
El virus lo cambia todo. No será una ventisca pasajera, una tormenta que azota, deja muertos y se va. El México que salga de la emergencia sanitaria poco tendrá que ver con el que recibió el 2020. Los planes de la administración, históricos para unos, absurdos para otros, perdieron sentido. Hasta los más ardientes defensores del proyecto de López Obrador lo admitirían. Pero el Presidente se ha instalado en la negación. No se ha dignado siquiera a cambiar su agenda, ni mucho menos se ha dispuesto a cambiar su discurso. Le parece más importante en este momento viajar miles de kilómetros para supervisar las obras en un gimnasio que coordinar la respuesta ante las catástrofes que vienen. Prefiere lanzarse contra los enemigos de su obsesión que dar al país un mensaje de sensibilidad y firmeza.
Aunque se resista a reconocerlo, el legado del presidente López Obrador se juega en las próximas horas. No será el partero de la Cuarta Vida de la patria, pero podría ser el digno Presidente de la emergencia. Cada vez parece más improbable que esté a la altura. Su gobierno ha quedado irremediablemente sellado por la pandemia y la recesión que vendrá. No corresponde al gobernante el lujo del artista que escoge libremente asunto, material y tono. Al político le toca encarar la realidad que tiene enfrente, no la que esperaba encontrar. Eran tiempos para la adaptación, no para la obstinación. Al terco le correspondía, en esta prueba, ejercitarse en la virtud contraria: agilidad. Insistir será ahondar en el fracaso. Incapaz de reinventarse y tocar realidad, todo indica que el gobierno, será cómplice y no atenuante de la catástrofe. 
http://www.reforma.com/blogs/silvaherzog/
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Última oportunidad
TOLVANERA / Roberto Zamarripa
REFORMA, 30 Mar. 2020
El virus es global; su confrontación no. Cada quien se rasca con sus uñas. "El nuestro es un mundo dividido y sin líderes; todos sufrimos por la tendencia al individualismo", juzga Gordon Brown, ex premier británico. (The Guardian, 13/03/20).
La mayor concitación de acción común (guardarse, refugiarse) procede con el acicate de la desconfianza y la confrontación. Juntos pero no revueltos.
Así los países y sus gobiernos.
"¿Por qué si la enfermedad afecta a más de 100 países, no hay una acción coherente, con un enfoque coordinado y global no solo para el seguimiento, las pruebas y los viajes, sino también para aprender de las ventajas relativas de la cuarentena y la distancia social?
"¿Y por qué cuando nos amenaza la recesión mundial no hay todavía acciones y esfuerzos combinados de gobiernos y bancos centrales y asestar una reacción económica global?", pregunta Brown.
La triple crisis golpea en México sobre la ruta de la obediencia y la desobediencia; del pánico y la calma; de la responsabilidad y la irresponsabilidad.
Es la crisis sanitaria más grave en décadas que augura dejar exhausto al sistema de salud, público y privado, agotar al cuerpo médico que deberá dar la batalla con los guantes que tenga a la mano; comprometer al Insabi, piedra angular de un sistema que no nace, junto con las previsibles devastaciones familiares y sociales por la mortalidad predecida.
Es la recesión brutal que dejará saldos graves de desempleo, pulverización de empresas, profundamente debilitado el programa económico social gubernamental y rotos los circuitos globales que enlazaban a la economía mexicana con el mundo; para empezar con Estados Unidos, por ahora el país más afectado por la pandemia.
Y, desde luego, la crisis política. Expresada inicialmente por la falta de liderazgo, el relevo inercial de las decisiones y la incapacidad de dotar de una perspectiva clara de cooperación y cohesión nacional obligadas ante la epidemia global.
El Estado no responde con coherencia. Las decisiones fundamentales no pasan por el Poder Legislativo o el Judicial. Se dan pasos con decretos presidenciales sin comunicación ni explicación a la sociedad y gobernantes de sus significados.
Los gobiernos locales actúan por su cuenta. "Si se pierde la autoridad para poder conducir una crisis así puedes llevar a un nivel de riesgo brutal a un país", comentó un gobernador molesto con las demoras del gobierno federal y que adelantó en su estado medidas de contención.
En todos los países han sido criticados los gobiernos centrales; no hay alguno que no haya tenido conflictos entre autoridades locales y las nacionales. La pandemia tambalea instituciones, las somete a prueba y las exhibe.
Los cálculos de los líderes tienen que ver, inevitablemente, entre el conteo de vidas y el conteo de empleos. Entre salvar personas y salvar la economía. Como si no hubiera conciliación alguna.
"Este nacionalismo de 'nosotros contra ellos' ha generado una cultura de la culpa, con gobiernos bajo presión que responsabilizan a todos menos a ellos mismos de cualquier cosa que resulte mal. Esa ideología de 'cada uno para sí mismo' no funcionará cuando la salud de cada uno dependa inevitablemente de la salud de todos nosotros", estima el británico Brown.
El pasado sábado, el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell dijo angustiado que era la última oportunidad para reducir la expansión del virus con el resguardo en casa.
Todos para uno y uno para todos.
Es también la última oportunidad de que el Presidente tome el liderazgo para la cohesión ante la triple crisis. Es asunto de todos; no de unos contra otros. Si la asume con seriedad, sin confrontación seguramente todos los gobernadores, hasta los contagiados, lo seguirán. Hablar con un hombre de las cavernas y denostar la inversión en energía eólica puede ser importante en la agenda presidencial pero no más que hablar con la población confundida con mensajes y conductas contradictorias que merece respuestas frente a la incertidumbre.
robertozamarripa2017@gmail.com

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