10 may 2021

El presidente y la metáfora fálica/César Velázquez Robles

El presidente y la metáfora fálica/César Velázquez Robles

La irritación del presidente era clara, obvia, evidente. Jamás lo había visto tan irritado –es cierto que cada vez lo veo menos— ante una pregunta o por un asunto que le incomoda o molesta. Es de mecha corta. Poco dado a la tolerancia, incluso a la “soportancia”. Es verdad que no se trata de nada nuevo, pero desde antes de asumir el cargo, se decía recio y quedito que hacía ejercicios de autocontención. Era necesario, pues un presidente no puede ir por ahí de exabrupto en exabrupto, sino que debe contenerse, respetar la investidura –diría Ruiz Cortines--, pues no es un ciudadano más, sino el primer mandatario de los mandantes, que lo han contratado no para que se enzarce en reyertas y pleitos de callejón, sino para que a través del diálogo, el acuerdo y la negociación con la enorme diversidad de actores políticas propia de la sociedad moderna abierta, impulse los consensos que demanda una convivencia civilizada. Pero no; en lugar de ello, polariza, confronta y divide. ¡Qué lejos estamos de una pedagogía política del poder que nos concilie, que nos acerque! Si tan solo recordara uno de los aforismo de Jesús Reyes Heroles: La política es técnica de aproximación, no ciencia exacta.

Todo esto viene a cuento por la utilización de una expresión común y corriente en el habla ordinaria de la gente: ir o mandar a alguien al carajo.  El rictus de su rostro al pronunciar la palabreja, revelaba ese enojo y la rabia apenas contenida. Digamos, por lo que señalé supra, que al presidente no le queda, no va con él. Pero, ¿de dónde viene el terminajo de marras? Según la Fundación del Español Urgente (fundeu), el origen de la palabra carajo se remonta a la alta Edad Media y se circunscribía a la jerga de los marineros: era el cesto en la parte más alta del mástil de los barcos, lugar ideal para el castigo no solo por ser el lugar más alejado, sino por su inestabilidad. Abundando sobre ello, Jerónimo Alayón Gomez apunta lo siguiente: “Misterio inescrutable será tratar de deducir cómo el carajo trastrocó su significado en el término carajito para referirse a los párvulos, a veces un tanto intranquilos o inmaduros, y cómo pasó a convertirse en algunos países hispanoparlantes en metáfora fálica, aunque si vemos en alguna pintura aquellas carabelas de Colón atracadas en costas centroamericanas, con las velas arriadas, no será difícil entender la metáfora.

Para los que no vieron o escucharon al presidente, la cosa estuvo así:

-¿Por qué no ha ido a Tláhuac, presidente, por qué no ha visitado los hospitales, por qué no lo hemos visto ahí?

-Porque no es ese mi estilo… eso tiene que ver más con lo espectacular, y que se hacía antes; no me gusta la hipocresía. Estoy pendiente, estoy solidarizándome con los familiares de las víctimas. Me duele mucho, pero esto no es de irse a tomar fotos, eso ya también al carajo ese estilo… demagógico, hipócrita. Eso tiene que ver con el conservadurismo.

Ahora, también puede ser que el presidente crea que es más fácil que se le entienda cuando habla el lenguaje del pueblo. Por ejemplo, decir “la ballena se tronchó”. Seguramente todo mundo recordará al leerla o escucharla cuando empezábamos a leer en los libros de texto gratuitos: “la ballena estaba llena, se comió una llanta de hule”.

Las elecciones se acercan, hay que votar de volada…

Así cantaba José de Molina en aquellos años difíciles, cuando apenas empezábamos a desbrozar el camino de la transición democrática, en la primera mitad de los 70. El recorrido en casi 40 años, ha sido azaroso, complejo, lleno de experiencias. Quienes vivimos aquella época valoramos lo conquistado, y entendemos los riesgos de una involución, de una regresión autoritaria. De ahí que en esta elección que se acerca, la disputa por el Legislativo federal sea piedra de toque de toda la competencia por el poder político. Si el movimiento democrático logra impedir la construcción y consolidación de un nuevo partido hegemónico, podrá darse por bien servido. Quizá no pueda impedir la  mayoría absoluta pero es casi un hecho que evite la mayoría calificada de morena y sus aliados. No tiene condiciones ni posibilidades de conformar una nueva mayoría legislativa, pero la fuerza que conseguirá en las urnas será la necesaria y suficiente para conformar un auténtico contrapeso y con tiempo suficiente para construir  una real alternativa de poder para el 2024.

Sinaloa puede contribuir a ese propósito. En 2018 perdió todos los distritos electorales federales. La desastrosa actuación de los diputados de morena en la cámara baja, el bajo perfil de los parlamentarios representantes de la entidad, la ausencia en los debates, su alejamiento de los distritos, entre otras muchas causas y razones, puede ahora devolver a la Gran Coalición una parte importante de ese poder. Y digo una parte importante, porque es claro que no puede recuperarlo todo. Hay un electorado que todavía tiene cuentas pendientes con quienes fueron gobierno en años pasados; un electorado cuya esperanza es más grande que la desilusión del presente, y que está todavía dispuesto a dar un cheque en blanco a quienes hoy son el bloque gobernante.

Masive Caller ha dado a conocer una nueva encuesta sobre la intención de voto para diputados federales en Sinaloa. La encuesta da cinco diputaciones a morena y dos a la Gran Coalición (PRI-PAN-PRD). Me parece que hay un voto oculto, un voto de castigo y un voto cruzado, que jugarán un papel relevante en el resultado, y que éste puede ser expresión de una igualdad de fuerzas en la representación en la cámara de diputados.  Diría que el resultado final puede ser un 4-3 a favor de la Gran Coalición, o un 4-3 a favor de morena y sus satélites. Dicho de otro modo: estoy advirtiendo una competencia muy cerrada. Y espero también que esa competencia se refleje también en la composición de la cámara.

Hay razones para ello. Los candidatos de la Gran Coalición son figuras con experiencia política, con presencia en los distritos por los que compiten, la gente los conoce, son políticos con recorrido, han ocupado puestos de representación institucional o han sido dirigentes de organizaciones sociales, productivas o empresariales. En la tienda de en frente se ven muchas más sombras que luces. Los favoreció el tsunami y se tiraron a la hamaca. Ahora apuestan al murmullo de la historia. Y éste no da para tanto.


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