30 ene 2022

Las columnas políticas hoy, domingo 30 de enero de 2022

 Un desmadre con las cifras 


Durante el sexenio de EPN, 47 periodistas fueron asesinados y cuatro aún permanecen desaparecidos.; decíamos que era el peor gobierno, pero en tres años de la cuatroté se tiene contabilizados, según Gobernación  "52 asesinatos y 97 contra personas defensoras de derechos humanos",  y lo más grave aún reconocen que más del el 90% quedan impunes; sólo hay cinco sentencias reconoce Alejandro Encinas.

Por cierto, las cifras son distintas, la organización Artículo 19 documenta 28 periodistas asesinados de diciembre de 2018 a la fecha, pero lo cierto es que México vive uno de los momentos más violentos contra la  libertad de expresión.

Hoy Reforma publica un reportaje en primera plana de César Martínez

"Artículo 19 documenta 28 periodistas asesinados de diciembre de 2018 a la fecha, lo que convierte a la primera mitad de la Administración de Andrés Manuel López Obrador en la más cruenta contra la prensa de los últimos cuatro Gobiernos.

De acuerdo con los registros de la organización, en los primeros 3 años y 2 meses del Gobierno de Vicente Fox fueron asesinados 6 periodistas, con Felipe Calderón fueron 25, y con Enrique Peña Nieto las víctimas sumaron 17.

Si bien los años más cruentos contra los trabajadores de medios de comunicación se vivieron bajo la gestión de Peña Nieto -en 2017 mataron a 12 periodistas y en 2016 a 11-, el asesinato de tres periodistas en las últimas semanas preocupa a especialistas por la tendencia de la violencia.

En tanto, el Comité de Protección a Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés) registra 13 periodistas asesinados entre 2019 y 2021.

La cifra es menor a la de Artículo 19 por tratarse de casos en los que el CPJ confirmó que el crimen se debió a la labor periodística de la víctima, pero la gravedad retratada es mayor, pues, con esa misma lógica, en todo el sexenio de Peña Nieto el CPJ documentó 18 homicidios de periodistas, con Calderón registró 15 y con Fox 7.

Si se consideran los asesinatos en los que no se ha confirmado un móvil directamente relacionado con la labor profesional de las víctimas, como en los casos ocurridos este año, los crímenes reportados por el CPJ incrementan a 39 en la gestión de Andrés Manuel López Obrador, los mismos que todo el sexenio de Enrique Peña Nieto.

Las cifras toman rostro con los crímenes de este mes de enero.

José Luis Gamboa fue asesinado el 10 de enero en Veracruz; Margarito Martínez Esquivel, el 17 de enero en Tijuana, Baja California, y en esa misma ciudad fue asesinada Lourdes Maldonado el domingo 23.

"Todo esto nos da cuenta de que el tiempo se le está acabando al Gobierno de Andrés Manuel López Obrador, y a los diferentes Gobiernos de los Estados", sentencia Jan Albert Hootsen, representante en México del Comité de Protección a Periodistas, en entrevista con Grupo REFORMA.

De acuerdo con los registros de Artículo 19, en esta Administración federal, al igual que en las anteriores, los principales agresores de periodistas son funcionarios públicos y los partidos políticos.

Aunque reconoce que la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos cometidos contra la Libertad de Expresión (Feadle), de la FGE, ha tenido una ligera mejora en sus investigaciones, advierte que las agresiones constantes contra la prensa opacan esos avances.

"No va a haber un mecanismo de protección que pueda atender la cuestión de la violencia contra la prensa en la medida en la que persista la impunidad", concluye.

Asesinatos de periodistas en los primeros 3 años y 2 meses de cada Gobierno:

Vicente Fox 6 

Felipe Calderón 25

Enrique Peña Nieto 17

Andrés Manuel López Obrador 28

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Promete Trump indultar a atacantes del Capitolio

"Si me postulo y gano, trataremos a esa gente del 6 de enero con justicia", declaró Trump en un evento en Conroe, Texas. "Y si se requieren indultos, les daré indultos porque están siendo tratados tan injustamente", añadió.

Fue el más reciente intento de Trump de restarle importancia al peor ataque contra el Gobierno estadounidense desde la guerra de 1812.

Ese día, el 6 de enero del 2021, los seguidores del entonces Mandatario rompieron ventanas, atacaron a policías y obligaron a legisladores y sus asistentes a huir. Los asaltantes intentaban impedir la certificación del demócrata Joe Biden como Presidente.

Más de 700 personas han sido arrestadas y acusadas penalmente en conexión con el motín, siendo la mayor investigación jamás emprendida por el Departamento de Justicia. Entre ellos hay más de 150 acusados de agredir a policías, más de 50 acusados de conspiración y cargos se sedición contra el líder fundador de la milicia ultraderechista Oath Keepers y otros 10 miembros o allegados.

Más de 100 policías resultaron heridos, algunos de gravedad.

Algunos republicanos criticaron a Trump por ofrecer los indultos.

La senadora Susan Collins (Maine) dijo que es "muy poco probable" que ella apoye una eventual candidatura de Trump en el 2024.

"El 6 de enero fue un día oscuro de nuestra historia", declaró Collins al programa "This Week" de la emisora ABC. "Debemos dejar que el proceso judicial siga su curso", añadió.

Otro senador republicano, Lindsey Graham, de Carolina del Sur, también rechazó los comentarios de Trump, afirmando que es inapropiado sugerir que es aceptable atacar al Capitolio.

En referencia a los atacantes dijo que esperaba "que vayan a la cárcel, que les apliquen todo el peso de la ley, porque se lo merecen", expresó Graham en el programa "Face the Nation" de la emisora CBS.

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Templo Mayor/ REFORMA

QUIENES conocen desde hace años a Mario Delgado consideran que, desde que se convirtió en un representante de la llamada Cuarta Transformación, ha sufrido una transformación de cuarta.

Y ES QUE, en su esfuerzo por mimetizarse con los grupos más recalcitrantes de su partido, se ha dedicado a golpear al INE, defender la indefendible reforma energética y abrazar hasta las causas más absurdas del gobierno federal.

DE SER un técnico moderado de izquierda ahora se ha convertido en una copia de Gerardo Fernández Noroña, pero con licenciatura en Economía en el ITAM y, quizás lo peor, es que mientras sus antiguos amigos ya no lo reconocen, sus nuevos aliados nomás no le creen que se haya vuelto radical y lo tachan de impostor. ¡Doble ouch!

DICEN que a Roberto Gil Zuarth ya le apodan "El Gato" por aquello de que tiene nueve vidas y, sin importar las maromas que pegue, siempre cae parado. En el gobierno del panista Felipe Calderón, trabajó como acomedido secretario particular y operador político del Presidente.

EN EL GOBIERNO del priista Enrique Peña Nieto, se convirtió en el mandadero favorito de Los Pinos en el Congreso, mientras ocupaba un escaño en el Senado.

Y AHORA, en los tiempos de Morena, es un cercano asesor del gobernador de Puebla, Miguel Barbosa, específicamente como estratega en el tema del intento de despojo en la Universidad de las Américas Puebla.

DICE la RAE que acomodadizo es la palabra que se usa para describir a quien "a todo se aviene fácilmente" y, si hubiera una versión ilustrada de su Diccionario de la Lengua Española, bien podrían usar en esa entrada ¡una foto de Gil Zuarth!

A VER, A VER... ¿cómo le hizo el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Gutiérrez Luna, para grabar el video en el que se le ve subir al Metro de la CDMX para preguntarle al "pueblo" qué opina de los consejeros del INE?

PORQUE es bien sabido que está prohibido hacer grabaciones audiovisuales en ese sistema de transporte y que los policías que lo custodian siempre han sido muy celosos de su deber cuando alguien saca una cámara y se pone a grabar, pues siempre exigen mostrar un permiso por escrito.

EN CONTRASTE, el legislador morenista fue grabado en un recorrido desde la entrada de la estación, la taquilla, los andenes y hasta adentro de un convoy y ni quien le dijera algo.

UNA DE DOS: o pidió permiso con 15 días de anticipación, como lo marca el trámite oficial en el Metro, y entonces el video resultó no ser tan "espontáneo" o violó flagrantemente las reglas de ese sistema de transporte y tuvo muuucha suerte de que nadie lo viera.

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Impunidad selectiva/Max Kaiser

en REFORMA

¿Por qué los escándalos de corrupción y su impunidad no afectan políticamente a este gobierno? Porque el señor López lleva años haciendo cinco trampas, de manera muy disciplinada, permanente y fácil de explicar.

La primera trampa fue convencer a su gente de que la corrupción es un fenómeno que sólo se da en cierto tipo de personas: quienes pertenecen a los partidos de oposición u órganos independientes del Estado, cierto tipo de empresarios, cierto tipo de personas en medios de comunicación, personas que pertenecen a organizaciones independientes de la sociedad civil y todo aquel que tiene privilegios.

La segunda trampa fue convencer a los suyos de que la corrupción de esas personas siempre está relacionada con el amor al dinero, los lujos y los privilegios, y que harán lo que sea por mantenerlos o recuperarlos.

La tercera trampa, ya en el poder, ha sido promover la austeridad como el fin de la corrupción: si nos bajamos el sueldo, quitamos prestaciones, eliminamos viajes y gastamos menos, se acabó la corrupción.

La cuarta trampa ha sido utilizar las mañaneras para difundir el discurso que divide al país en dos: de un lado, los buenos, que no aman el dinero, nunca han tenido privilegios y gastan menos para luchar contra la corrupción; y del otro, todos los demás, que sólo pretenden recuperar su dinero y sus privilegios.

Y la quinta trampa, quizá la más grave porque no es sólo discursiva, es el intento permanente por desaparecer, maniatar, presionar y destruir a los órganos de control, vigilancia, auditoría, investigación y sanción, para poder ofrecer impunidad concreta a los suyos, y utilizarlos políticamente contra los enemigos.

Así, con esas cinco trampas en la mente y en el corazón de millones de personas, el señor López puede manipular cualquier escándalo de corrupción propia, con sólo decir que se trata de un intento más de los malos por recuperar el dinero y privilegios perdidos, y descarrilar su proyecto.

El manto de impunidad por actos de corrupción que le ha ofrecido a su secretaria de Educación, Delfina Gómez; a su secretario particular, Alejandro Esquer; a su director de la empresa pública de electricidad, Manuel Bartlett; a su director de Pemex, Octavio Oropeza; a su ex secretaria de la Función Pública, Irma Sandoval; a su hermano Pío, a su prima y a tantos otros es posible, sin mucho costo político, gracias a esas cinco trampas.

En el caso de Delfina Gómez, sobre quien existe una sentencia firme del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, que confirma la extorsión y robo de parte del sueldo de 472 empleados del municipio de Texcoco que ella presidía, para desviar el dinero a Morena, confirma esta dinámica. Seis días después de la sentencia el presidente la tuvo en su mañanera, la abrazó, les dijo a los medios que ella era honesta, que vivía en su casita de antes y que no se quedó con el dinero (no es parte de los malos), que el caso había surgido de la oposición mala y que había sido sentenciado por un órgano del Estado que pertenece a los malos, sólo para afectar a Morena.

Así, es claro que el nuevo caso del hijo del señor López correrá la misma suerte: a pesar de ser descubierto utilizando una lujosa mansión en el extranjero, que pertenece a una empresa que tiene contratos millonarios con Pemex, sin una explicación clara, el caso quedará impune, por lo menos, mientras dure este gobierno. El método será el mismo: es mentira, somos austeros, son los malos que quieren recuperar sus privilegios y descarrilar el proyecto, y ninguna autoridad se atreverá a procesarlo.

¿Qué hacemos entonces? Sólo hay dos antídotos para estas trampas. Por un lado, desnudar públicamente el truco, cada vez, todas las veces, y por otro lado, retomar el proyecto de contar con autoridades verdaderamente autónomas y eficaces que puedan detectar, investigar y sancionar cualquier acto de corrupción, sea de quien sea. La impunidad es el peor virus de una democracia.

El autor es Provocador de Ciudadanía. @MaxKaiser75

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Pensamiento Grinberg/Eduardo Caccia

en REFORMA

Jacobo Grinberg-Zylberbaum, mexicano, desapareció misteriosamente a finales de 1994. A sus 47 años había publicado medio centenar de libros sobre sus observaciones como psicólogo y neurofisiólogo. Motivado por descubrir cómo percibimos la realidad, tuvo la osadía de transgredir los cánones científicos para mezclar la neurofisiología, la mecánica cuántica, con estudios chamánicos y místicos, brujería, meditación, telepatía y más, lo que le valió el desprecio de una parte de la comunidad científica mexicana. Sobre sus observaciones y para explicar su pensamiento disruptivo, escribió: "...me han obligado a revisar, vivir y explorar áreas del conocimiento humano que en apariencia son disímiles e incluso contradictorias entre sí, pero a la luz de la pregunta que me planteé, me han parecido complementarias y mutuamente enriquecedoras...".

Loco para algunos, genio para otros, los trabajos de Grinberg escapan a mi comprensión y al alcance de este escrito. Como creyente en la convergencia e integración de pensamientos y disciplinas, me resulta enriquecedor el caso. A diferencia de lo interdisciplinario: suma de datos, métodos, herramientas, conceptos y teorías de dos o más disciplinas, y de lo multidisciplinario: yuxtaposición de diferentes disciplinas sin necesariamente integrar hallazgos, el pensamiento de Grinberg es transdisciplinario: cruza las fronteras de diferentes dominios y desarrolla un nuevo marco teórico integrando todo bajo una nueva forma. Así nació su Teoría Sintérgica (lo más parecido que he escuchado a The Matrix, propone que existe un continuo espacio de energía y que el humano común sólo puede percibir una parte de éste). Al rigor científico le cuesta trabajo aceptar la ruptura de fronteras y paradigmas, quizá eso explique por qué tantos descubrimientos y postulados han sido denostados en su momento y aplaudidos después.

Alfred Wegener propuso (en los inicios del siglo XX) que los continentes se mueven despacio. Los científicos de la época lo rechazaron. En 1960 se aceptó que estaba en lo correcto. Ignaz Semmelweis publicó algo descabellado para su época: lavarse las manos salva vidas. Instó a sus colegas a limpiar sus manos antes de tocar pacientes. No conoció los gérmenes y no pudo fundamentar su observación. Se deprimió y fue enviado a un asilo para enfermos mentales, donde murió. Gregorio Mendel fue precursor de la genética, su trabajo se reconoció 34 años después de haber sido publicado. Nicolás Copérnico fue ridiculizado, perseguido, enjuiciado y condenado por el Santo Oficio, por afirmar que los planetas giran alrededor del Sol, no de la Tierra. 359 años después, la Iglesia Católica oficialmente aceptó que el polaco estaba en lo correcto. Amedeo Avogadro formuló una teoría sobre el número de moléculas contenidas en un gas bajo ciertas condiciones, fue rechazado por la comunidad científica; 14 años después de su muerte se aceptó su teoría. Johannes Kepler postuló que las órbitas de los planetas no eran circulares sino elípticas. Fue ignorado. Años después, su aportación fue la base para los trabajos de Isaac Newton.

Tal parece que a los seres humanos nos cuesta mucho trabajo aceptar lo que reta los convencionalismos de cada época. La antropología, como he mencionado antes, se abre espacio en el mundo de los negocios aportando valor a las empresas, no sin ser vista con recelo por algunos. Las universidades no fomentan un pensamiento transdiciplinario, en el mejor de los casos es inter o multidisciplinario. Nos da miedo cruzar las fronteras. Hasta que alguien se anima y le llueven críticas, como Jacobo Grinberg.

Las pesquisas sobre la desaparición del científico mexicano, investigador y profesor de la UNAM arrojaron una sutil línea de investigación: la colaboración secreta de Grinberg con el gobierno de Estados Unidos. En el 2017 la CIA desclasificó millones de documentos, entre ellos uno relativo al proyecto Stargate, donde se menciona a Grinberg y sus trabajos sobre telepatía, visión remota y telequinesis. Tal vez algún día conozcamos qué pasó con el hombre que quedó atrapado en un "no-lugar": era un chamán para los científicos, y un científico para los chamanes.

Si queremos respuestas, fomentemos la ruptura de fronteras mentales: el pensamiento transdisciplinario. Grinberg lo sabe, donde esté.

@eduardo_caccia

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Presunto maximato/Gabriel Zaid

en REFORMA

El poder ejecutivo dividido es inestable.

En Roma, el Primer Triunvirato terminó en uno solo de los triunviros: Julio César. En París, el Consulado de tres se redujo a uno: Napoleón.

En México, después del fracasado Imperio de Iturbide, hubo un triunvirato de seis meses que no se redujo a uno, sino a dos, porque la Constitución de 1824 instituyó una diarquía: un presidente y un vicepresidente, dedicados a cuidarse el uno del otro. Fue suprimida en la Constitución de 1917.

Hubo una diarquía de los revolucionarios Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles, que terminó cuando llegaron al poder. Obregón se lanzó a una reelección, pero fue asesinado. Chiste de entonces: ¿Quién lo mató? ¡Cállese!

El expresidente Calles no intentó reelegirse, sino prolongar su poder inventando el maximato: una diarquía distinta, en la que el presidente dependía de Calles, como Jefe Máximo de la Revolución. El presidente Cárdenas terminó con eso, expulsándolo del país.

Carlos Salinas de Gortari y Manuel Camacho Solís protagonizaron otra diarquía en busca del poder, que también terminó en desconfianza mutua. El presidente Salinas no creyó que Camacho le sería leal si lo dejaba como sucesor, y lo anuló como presidenciable.

La diarquía conyugal del presidente Vicente Fox y su mujer no fue bien vista. El machismo pesa mucho en la política mexicana.

Pesó contra la candidata Margarita Zavala. Además, fue vista como un intento de maximato de su marido, el expresidente Calderón.

Muchas cosas le han salido mal al presidente López Obrador. Suficientes para convencerlo de que no sería astuto intentar la reelección. La oposición interna dentro de su propio Movimiento Regeneración Nacional (Morena) sería incontrolable.

Por eso, lanzó la sonda de prolongar dos años el mandato del presidente de la Suprema Corte. La jugada fue evidente y fallida. La rechazó hasta el beneficiario.

Ahora impulsa una tercera opción: el maximato. Para lograrlo necesita imponer un presidenciable adecuado como candidato, frente a los otros de Morena. Luego, imponer al candidato oficial frente a los partidos de oposición. Después, imponer al presidente electo frente a los perdedores que pretendan impugnar la elección. Y, por último, mantener bajo control al sucesor.

Los presidentes del antiguo régimen posponían hasta el último año del sexenio el destape del sucesor, porque anunciarlo creaba de hecho una diarquía. Aunque siguiera siendo presidente, perdía poder.

De Claudia Sheinbaum, Jefa del Gobierno de la Ciudad de México, el Presidente puede esperar más sumisión que de Marcelo Ebrard, Ricardo Monreal o Adán Augusto López, los otros presidenciables de Morena. Pero el presunto maximato pinta mal.

Faltan más de dos años para las elecciones de 2024, y no serán los mejores del sexenio. Los tropiezos se acumulan. La obediencia de la clase política disminuye.

Un destape tan prematuro como el de Sheinbaum es revelador: reconoce que esperar hasta el último año sería arriesgarse a una sucesión incontrolable. La clase política ya le tomó la medida, y muchas formas de insumisión abierta o disimulada, antes inconcebibles, se han vuelto frecuentes.

Además, no sólo las cúpulas le han tomado la medida. Su popularidad sigue siendo muy alta, pero cada vez menor. No es lo mismo imponerse con el 80% que con el 50%.

El carisma del líder favorece a los que apoya, pero no los vuelve carismáticos. Y, con un líder en declive, el apoyo puede volverse un lastre.

Sheinbaum carga su propio lastre, sin culpa alguna: ser mujer en un país machista, donde nunca ha habido presidenta. También su falta de carisma. Y la derrota electoral de 2021 en sus propios dominios, que no es un buen augurio para 2024.

La derrota es repetible, y más aún fuera de sus dominios, si las elecciones son limpias. De ahí la guerra de López Obrador contra el Instituto Nacional Electoral. Desesperadamente, necesita desacreditarlo, apagar la luz para ganar en lo oscurito.

Si el PAN, el PRD y el PRI presentan candidatos separados para 2024, pueden darle el triunfo a Morena. Si lanzan como candidato común a un cartucho quemado como Ricardo Anaya, también. Pero todavía hay tiempo para que crezcan otros, no muy visibles hoy.



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