25 may 2005

Mentiras de la legión


Columna Itinerario Político, de Ricardo Alemán publicada en
El Universal Miércoles 25 de mayo de 2005

Mentiras de la Legión

EN octubre de 1998 un grupo de mexicanos llegó a Roma para documentar ante el Vaticano una denuncia contra el sacerdote mexicano Marcial Maciel, fundador de la poderosa congregación Legionarios de Cristo, a quien acusaban de abusos sexuales contra jóvenes católicos cometidos entre 1940 y 1960, quienes a la vuelta de los años decidieron hacer públicos los abusos de que fueron víctimas por el sacerdote católico que con el paso del tiempo se había convertido en un influyente personaje en la vida política y económica mexicana, y por supuesto en el papado de Juan Pablo II.

Durante los meses previos a ese octubre de 1998, y en los años siguientes, el escándalo de los abusos de Marcial Maciel ganó, no sin restricciones, espacios mediáticos en el mundo y en México, motivó la aparición de libros en los que se ofrecen indignantes testimonios sobre los abusos, la impunidad y una compleja red de complicidades entre la Iglesia católica mexicana y vaticana, al tiempo que en su estrategia de defensa Marcial Maciel enseñó a los mexicanos y al mundo que su poder político, católico y económico era infinito. Durante cinco años pareció que en el Vaticano la denuncia había sido archivada.

Sin embargo, en diciembre de 2004 cuando en la Santa Sede todos sabían que Juan Pablo II se aproximaba al final de su vida terrenal, el entonces prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe, el cardenal Joseph Ratzinger, decidió abrir la causa que parecía olvidada y que según algunos era ignorada por Juan Pablo II.

En enero de 2005, Ratzinger decidió designar personalmente a Charles Scicluna como promotor de justicia como fiscal del Tribunal para la Congregación de la Doctrina de la Fe, quien de inmediato inició la investigación de la denuncia que por abuso sexual habían presentado contra Marcial Maciel un grupo creciente de afectados.

Juan Pablo II murió el pasado 2 de abril, justo cuando se encontraba en Nueva York el fiscal que había designado el prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe, donde recababa testimonios de los acusadores del jefe de los Legionarios de Cristo. El 4 de abril, y a pesar de la muerte de Juan Pablo II, Charles Scicluna llegó a México casi en secreto, se hospedó junto con otro acompañante en una hospedería de la colonia San Pedro de Los Pinos; de inmediato se inició la investigación de la denuncia contra Marcial Maciel, justo cuando millones de católicos de todo el mundo lloraban la muerte Juan Pablo II.

La muerte de Juan Pablo II el Papa que amaba México y al que los mexicanos le expresaban una veneración a toda prueba no impidió que siguiera adelante la investigación del caso Legionarios de Cristo y que el fiscal vaticano, Charles Scicluna, interrogara a una treintena de personas vinculadas con la denuncia contra Marcial Maciel, incluidas víctimas del abuso que ejerció el fundador de Los Legionarios de Cristo, testigos de ese abuso y abogados. La declaración se hizo bajo juramento de verdad, las declaraciones se firmaron y una copia de ellas fue entregada a los declarantes.

Durante 10 días Charles Scicluna integró un voluminoso expediente que, al ser concluido, fue enviado al Vaticano y debió haber sido entregado ya no al prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe, Joseph Ratzinger, quien ordenó abrir la investigación, sino a Joseph Ratzinger, ahora convertido en el papa Benedicto XVI.

Benedicto XVI, como se sabe, surgió como Papa del cónclave vaticano del 19 de abril pasado. Ahora bien, 31 días después de ese cónclave, el viernes 20 de mayo, el vocero de los Legionarios de Cristo en Roma, Rafael Jácome, envió a los medios un comunicado en el que asegura que la Santa Sede comunicó a los Legionarios de Cristo que "no hay, ni habrá" ningún proceso canónico contra Marcial Maciel. Es decir, que según Rafael Jácome, ya habría sido desechada la causa que por abuso sexual presentaron en Roma contra Marcial Maciel un grupo de mexicanos en octubre de 1998; es esa misma causa que tardó en ser atendida seis años, que fue investigada en cinco meses, y cuyo fallo se habría dado en los primeros 30 días del papado de Benedicto XVI. ¿Así procesa el Vaticano esos asuntos?

Los especialistas dicen que no. ¿Y entonces que pasó? Un grupo de afectados, que con el tiempo se han convertido en denunciantes, descubrieron que detrás del supuesto "carpetazo" a la denuncia por abuso sexual contra Marcial Maciel, además de las luchas que por el reacomodo del poder se producen en el Vaticano a la luz del nuevo papado, los Legionarios de Cristo intentan un engaño mediático. Resulta que el vocero de los Legionarios en Roma, Rafael Jácome, se comunicó con Ciro Benedettini, quien se desempeña como vicecoordinador de la sala de prensa del Vaticano, y le preguntó si seguía en marcha un proceso contra Marcial Maciel. Benedettini habría dicho que no tenía conocimiento de si ahora mismo, o en el futuro, se llevaría a cabo ese proceso. Esa afirmación habría sido manipulada por el vocero de los Legionarios en Roma, Rafael Jácome, quien emitió un comunicado en el que se asegura que no existe causa contra Marcial Maciel ni ahora ni en el futuro.

Y tiene sentido la versión del engaño mediático de los Legionarios, sobre todo si se toma en cuenta que sobre el asunto no existe ninguna comunicación oficial emitida por los canales oficiales vaticanos.
Pero además no tiene sentido que si Joseph Ratzinger entendió que antes de la muerte de Juan Pablo II su imagen debía ser limpiada de escándalos como el de los Legionarios de Cristo, ahora que Ratzinger es el papa Benedicto XVI, y que ha propuesto la santificación de Juan Pablo II, quiera asumir la carga y la culpa de exonerar a Marcial Maciel. Cuando Ratzinger reabrió el asunto de los Legionarios, lo hizo para que no quedara como una omisión del Papa que pronto podría ser santificado. Pero hoy los Legionarios parecen empeñados en presionar a Benedicto XVI, por la vía de los hechos, en la exoneración de Marcial Maciel. El asunto, sin embargo, va para largo. Al tiempo.

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