19 ago 2008

¿El origen de la tragedia?

Historia de un pequeño imperio Carlos Acosta Córdova, reportero.
Publicado en la revista Proceso (http://www.proceso.com.mx/) No. 1659, 17 de agosto de 2008; Los cientos de esquelas por el asesinato de Fernando Martí Haik que atestaron las páginas de los principales diarios del país fueron producto más de la indignación y consternación de la sociedad que por la jerarquía empresarial del padre del adolescente asesinado. Si bien superaron a las publicadas por el fallecimiento del empresario Isaac Saba Raffoul a fines de julio pasado, fueron mucho menos que las que motivó la muerte de Soumaya Domit, la esposa de Carlos Slim, en marzo de 1999. Ello se debe a que Alejandro Martí García, líder en el ámbito de la venta de ropa y artículos deportivos y en el del entrenamiento físico –Tiendas Martí y Sport City son las empresas insignia del emporio creado por él–, está lejos de tener la estatura de los empresarios mexicanos más ricos. 
Ni Martí ni su fortuna se comparan con apellidos como Slim, Azcárraga, Zambrano, Aramburuzabala, Saba, Salinas Pliego, Bailleres, Arango, Hernández, Harp, Garza Lagüera o Peralta, entre otros que frecuentemente son destacados por revistas internacionales como Forbes y Fortune entre los billonarios del mundo. 
La revista especializada Expansión, que cada año difunde un reporte detallado de las 500 empresas más importantes en México, ubicó a Grupo Martí en el lugar 276 –18 posiciones abajo del sitio que registró un año antes– con utilidades netas en 2007 por 81.4 millones de pesos… Una distancia oceánica respecto de las ganancias que obtuvieron, por ejemplo, América Móvil (Telcel, del Grupo Carso de la familia Slim): casi 59 mil millones de pesos en el mismo año, o la cementera regiomontana Cemex, de Lorenzo Zambrano, que tuvo utilidades netas por 26 mil millones de pesos. Así, la de Alejandro Martí no es, como las de aquellos magnates, una trasnacional mexicana, sino una empresa local que pudo prosperar gracias a la visión del empresario, a su capacidad innovadora y su tino para encontrar nichos de mercado no explotados y que resultan un gran negocio. También son producto de su habilidad para asociarse con grandes capitalistas. José Madariaga Lomelí, Pablo Escandón Cusi, la familia Harp, Juan Antonio Pérez Simón y Michel Domit Gemayel –entre otros empresarios cuyas fortunas son muy superiores a la suya– formaron parte alguna vez del Consejo de Administración de Grupo Martí. 
Actualmente, Alejandro Martí tampoco es accionista principal del grupo, pues a falta de capital vendió el control del consorcio a Alfredo Harp Helú y a un hijo de éste, Alfredo Harp Calderón, quienes eran socios de Martí desde hacía unos ocho años. En otro terreno, Martí García no se ha sustraído a la tentación de congraciarse, así sea en menor escala, con el poder político. Registros oficiales dan cuenta de una aportación suya, por 100 mil pesos, a la campaña presidencial de Felipe Calderón en 2006. Es público también que Grupo Martí fue una de las 18 empresas que, en conjunto, donaron 16 millones de pesos para que el gobierno de Marcelo Ebrard pudiera echar a andar su programa Invierno en la Capital, con una pista de hielo en la plancha del Zócalo capitalino –“mejor que la de Nueva York”, rezaba la publicidad– montada a fines del año pasado. Nada que ver, por ejemplo, con los 75 millones de pesos que en febrero de 1993 varios grandes empresarios ofrecieron, cada uno, al entonces presidente Carlos Salinas de Gortari para financiar la campaña presidencial del PRI. Orígenes del grupo La empresa que hoy es líder en la compraventa de artículos deportivos y en acondicionamiento físico tiene una historia de más de 70 años. En 1936, Domingo Martí Riera, abuelo de Alejandro, estableció la primera tienda Deportes Martí, en la calle 16 de Septiembre, en el centro histórico de la Ciudad de México. Al poco tiempo se mudó a la de Venustiano Carranza, donde ha permanecido por décadas. Se especializaba en la venta de trofeos, uniformes, calzado y artículos deportivos. El propio Martí García ha contado que el negocio iniciado por el abuelo lo hizo crecer su padre, Domingo Martí Fortún. Y él mismo, innumerables veces ha reseñado la historia del negocio familiar. Lo hizo así para la revista Latitud 21. Líderes y negocios en el Caribe mexicano en 2003, en ocasión de la inauguración del Sport City de Cancún: “Dividiría la historia de la empresa en cuatro etapas. La primera sería la fundación y el inicio de la especialización, pues la empresa original era una importadora de todo: plumas, alfileres, casimires, bordados, y sí, raquetas de tenis y zapatos de futbol. Mi abuelo se concentra en el ramo deportivo, con base en la importación de artículos y equipos de calidad, casi todos provenientes de Europa. “En la segunda etapa, Deportes Martí incursiona de lleno en el mercado detallista y se convierte en líder en la venta de artículos deportivos. Fue una etapa difícil, pues el gobierno implanta la política de sustitución de importaciones y a casi todos los equipos deportivos les aplica un arancel del 100 por ciento. Desde luego, florece el contrabando y las importaciones se derrumban. Es entonces que decidimos producir algunos de los artículos de más demanda y montamos una fábrica de hule para hacer aletas y visores (Cressi), una de mesas de ping-pong, otra de zapatos tenis (La Rana). “Yo me incorporé al grupo en 1969 y en ese año se inicia la tercera etapa, la de modernización, pues abrimos nuestra primera sucursal, en Plaza Universidad. Esa fue una decisión radical, pues fue la primera plaza tipo mall americano y nos dimos cuenta que esa sería en el futuro la tendencia del mercado. Así que decidimos tratar de abrir una tienda en cada centro comercial de esas características. Un punto de ruptura fue la inauguración de la tienda en Plaza Satélite, en 1973, pues tenía un diseño espectacular, inusual para una tienda deportiva, que nos colocó a la vanguardia del mercado a los ojos del consumidor. Otro cambio importante fue el surtido, pues dejamos de vender trofeos e introdujimos artículos novedosos y equipos de acondicionamiento físico. “Durante muchos años, nos concentramos en abrir sucursales y saturar con nuestra presencia el mercado. La última etapa, que implica la entrada a un nuevo segmento del mercado, el acondicionamiento físico, se inicia en 1995 con la apertura del primer Sport City. En ese momento nos deshicimos de todas nuestras inversiones industriales (Industrias AMF, Balones Voit y varias más), para concentrarnos en el ramo comercial y de servicios. Esa sería, en síntesis, la historia de Deportes Martí”. Y respecto de Sport City, Alejandro Martí relata esta breve historia: “En 1993 yo andaba metido en el negocio inmobiliario y tenía la opción de venta de la fábrica de asbestos Eureka, a orillas del Periférico (en la colonia San Pedro de Los Pinos). Nadie quería el terreno, porque no tenía acceso de sur a norte. Era un galerón inmenso, de techos altísimos. Yo me lo imaginaba dividido en dos: un centro de acondicionamiento físico, no un gimnasio, y un centro de entretenimiento infantil. Como no se vendía, empezamos a diseñar el primero, y nos animamos y empezamos a construirlo. En eso nos agarró la crisis del 95 y adiós centro infantil: tuvimos que venderle las dos terceras partes a Price Club. Pero abrimos Sport City y fue un éxito inmediato”. Hoy en día, por supuesto, Grupo Martí en nada se parece a sus inicios. Cuenta con 118 tiendas de artículos deportivos en todo el país y 30 centros de entretenimiento deportivo. Incursiona también en el mercado de bodegas, con Martí Outlet, con las que comercia grandes volúmenes a precio de bodega; cuenta con un Centro de Distribución, en el Parque Industrial Toluca 2000, para mayoristas. De los 30 centros de entretenimiento deportivo, destacan 18 Sport City que, según su publicidad, ofrecen los más altos estándares de servicio y calidad, pues se han construido y adaptado con la tecnología de las empresas estadunidenses líderes del ramo.
 Las instalaciones de los centros de entretenimiento deportivo suman, en todo el país, una superficie de 115 mil metros cuadrados, y en ellos –otra vez la publicidad– se reúnen los más avanzados equipos de ejercicio, alberca, canchas de squash, pádel y raquetbol, pistas para correr, salones de aerobics y danza, baños y vestidores con servicio de sauna, vapor y masajes, restaurante, estética, clínica de belleza, clínica médica y tintorería, entre otros. Los centros cuentan actualmente con más de 60 mil miembros y asisten a ellos 15 mil personas diariamente. Una derivación, para estratos socioeconómicos más bajos, es Sport City Entrenna, de los cuales hay cuatro: Gran Sur, en la Ciudad de México; Cuautitlán y Ecatepec, en el Estado de México; y Ciudad del Carmen, en Campeche. Otra es Women’s Workout, exclusivo para mujeres, con programas adicionales especializados en actividades para embarazadas y postparto. Una más es Corporate Wellness, un concepto diseñado para el segmento corporativo, donde las empresas, a través de Martí, ofrecen a sus empleados, en algún espacio de las oficinas, servicios de esparcimiento y acondicionamiento físico. El banco HSBC, TV Azteca y Grupo Modelo son algunas de las empresas que han contratado ese servicio. Grupo Martí también tiene el servicio Sport City Swim, una escuela especializada en natación para niños y adultos, y Emoción Deportiva, una subsidiaria dedicada a la promoción de eventos deportivos, sobre todo carreras de ruta. El crecimiento de Martí es constante año tras año. Cada año tiene más unidades de negocio y cada año sus ventas son mayores: 2005, 2 mil 557 millones de pesos; 2006, 2 mil 952 millones; 2007, 3,470 millones de pesos. Los ingresos de Grupo Martí se distribuyen así: el 53% se obtiene de la venta de ropa deportiva; el 15% por la venta de artículos, y el 32% restante por los servicios de Sport City. En el último año, Alejandro Martí se vio en la necesidad de conseguir capitales en distintas partes del mundo para sostener e impulsar el crecimiento del grupo. Fracasó, pues la crisis hipotecaria y financiera de Estados Unidos retrajo el interés de los grandes inversionistas. A fines de 2007, Alfredo Harp Helú, presidente del grupo financiero Banamex (la filial mexicana de Citigroup), y su hijo Alfredo Harp Calderón, hicieron una oferta para comprar el 100% de las acciones del grupo. De las pláticas entre la compañía y los Harp se llegó al acuerdo de venderles a éstos el 44.4% del capital social de Grupo Martí, con lo que alcanzaron el 62.4% del capital, pues ya eran propietarios del 18%. Con ello, desde mediados de enero de este año, los Harp detentan el control de la compañía. Harp Helú es ahora el presidente del Consejo de Administración y Harp Calderón el vicepresidente. Alejandro Martí García quedó sólo con el 21% de las acciones, les dejó el control, pero todos los que le vendieron a los Harp, incluido Martí, se embolsaron en conjunto unos 300 millones de dólares, que fue lo que pagaron aquéllos. ¿Sería este embolso el origen de su tragedia?

1 comentario:

EsCharolet dijo...

El Presidente Calderón motivado por la oportunidad y protagonismo, afirmó ante miles de mexicanos; "Es necesario detener a aquellos cuya crueldad no conoce límites", reiterando su petición para que los gobiernos estatales y municipales modernicen y depuren sus cuerpos policíacos y para que se mejore la coordinación con la autoridad federal. Posteriormente al referirse al secuestro y homicidio de Fernando Martí, el mandatario aseguró que urge que las autoridades hagan su trabajo para frenar la impunidad, hasta ese momento, el 7 de agosto, desconocía que una agente de la Policía Judicial Federal (competencia suya y de sus subordinados) estuviera involucrada. En las propia declaración del Presidente y retomando su llamado, el gobierno federal debe hacer su trabajo para frenar la impunidad, confesando expresamente, que no lo está haciendo.

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