19 oct 2008

A 50 años de la muerte de Pio XII

Pío XII y su revolución bíblica/Thomas Rosica, CSB, portavoz de lengua inglesa del Sínodo de los Obispos sobre la Palabra. Profesor universitario de Sagrada Escritura en Canadá, es director del canal de televisión canadiense Salt and Light.
Se cumplen 50 años de la muerte del Papa Pacelli
CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 19 de octubre de 2008 (ZENIT.org).-Durante décadas, la figura de Eugenio Pacelli, el Papa Pío XII, ha sido el centro de efímeras polémicas.
La controversia se ha encendido en las últimas décadas. Se debate sobre si el Papa hizo y dijo lo suficiente en defensa de los judíos y de otras víctimas de los nazis. El pontífice que guió a la Iglesia durante los terribles años de la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría, es víctima de una "leyenda negra", difícil de combatir y tan extendida que muchos la consideran más verdadera que los hechos históricos reales.
Una de las desagradables consecuencias secundarias de esta leyenda negra, que retrata falsamente a Pío XII como indulgente con el nazismo e indiferente por la suerte de las víctimas de la persecución, ha sido el dejar de lado o incluso ignorar las extraordinarias enseñanzas y aportaciones de este Papa que fue el precursor del Concilio Vaticano II.
Pío XII debe ser recordado por su encíclica "Mediator Dei", la gran obra preparatoria que condujo a la reforma litúrgica conciliar. Es el mismo Papa que, en la encíclica "Humani Generis", toma en consideración la teoría de la evolución. Pío XII también dio un notable ímpetu a la actividad misionera con las encíclicas "Evangelii Praecones", en 1951, y "Fidei Donum", en 1957, poniendo de relieve el deber de la Iglesia de proclamar el Evangelio a las naciones, como el Vaticano II reafirmaría ampliamente.
Una de las cuestiones más frecuentes, entre los muchos periodistas extranjeros que cubren el Sínodo sobre "La Palabra de Dios en la vda y en la misión de la Iglesia", tiene que ver con la conmemoración del 50 aniversario de la muerte de Pío XII en el contexto del sínodo.
A las 11:30 del día 9 de octubre, poco después de la sesión matutina del sínodo, Benedicto XVI presidía una Misa en la Basílica de San Pedro, a la que asistían, entre otros, todos los participantes del sínodo y muchas personas más para conmemorar este aniversario. Se me preguntaba numerosas veces en el centro de prensa del Vaticano, "¿Por qué tiene hoy lugar esta conmemoración en medio de un sínodo sobre la Biblia?", o, "¿Qué tiene que ver Pío XII con las Escrituras?".
Mi respuesta a la primera pregunta ha sido: "Porque el 9 de octubre es la fecha de su muerte en 1958, y hoy es 9 de octubre. ¿Cuándo iba el Papa a conmemorar este aniversario? ¿El día de Navidad?"
A la segunda pregunta, mi respuesta ha sido: "Todo. Pío XII tiene que ver con todo lo que está teniendo lugar en la sala sinodal y en los pequeños grupos y con cada persona del mundo católico que desee tomarse los estudios bíblicos en serio". Como el joven rico del Nuevo Testamento, algunos se fueron tristes por mis respuestas a sus preguntas.
Crítica bíblica
Un sínodo sobre la Biblia no puede ignorar ni olvidar el panorama de los estudios bíblicos católicos del último siglo. Los métodos físicos, históricos, lingüísticos, conocidos solo en los últimos 125 años, han producido un estudio científicamente crítico de la Biblia, un estudio que ha revolucionado los puntos de vista del pasado sobre la autoría, el origen y la datación de los libros bíblicos, sobre cómo fueron compuestos, y sobre los que los autores querían decir.
En los primeros 40 años del siglo pasado (1900-1940), la Iglesia católica romana tomó clara y oficialmente una postura en contra de tal crítica bíblica. La herejía modernista a principios del pasado siglo empleó la crítica bíblica, y las condenas oficiales del modernismo por parte del Vaticano hacían pocas distinciones entre la posible validez intrínseca de la crítica bíblica y el mal uso teológico que el modernismo hacía de ella.
Entre 1905 y 1915 la Pontificia Comisión Bíblica publicó una serie de conservadoras decisiones sobre la composición y la autoría de la Biblia. Aunque expresadas con matices, estas decisiones iban en contra de las tendencias de las investigaciones contemporáneas sobre el Antiguo y el Nuevo Testamento. Los eruditos católicos fueron obligados a dar su asentimiento a estas decisiones y a enseñarlas.
Tras 40 años de marcada oposición, la Iglesia católica en los cuarenta, bajo el pontificado de Pío XII, hizo un innegable cambio de rumbo hacia la crítica bíblica. Aquella encíclica de 1943 del Pontífice "Divino Afflante Spiritu" instruyó a los eruditos católicos para que usaran los métodos de acercamiento científico a la Biblia que hasta entonces les estaban prohibidos. Ahora era bueno que los eruditos católicos adoptaran los métodos previamente prohibidos. Un aspecto particular de la encíclica alejó definitivamente a los católicos del fundamentalismo: el reconocimiento de que la Biblia incluye muchas formas o géneros literarios diversos, no sólo historia.
En el plazo de 10 años, profesores preparados en crítica bíblica comenzaron a moverse en gran número en las aulas de los seminarios y universidades católicas, por lo que la mitad de los años cincuenta marcó la línea divisoria. En aquel tiempo el seguimiento del método científico llevó a los exégetas católicos a abandonar casi todas las posiciones sobre autoría y composición bíblica adoptadas por el Vaticano a comienzos del siglo.
Crítica histórica
"Divino Afflante Spiritu" produjo un enorme crecimiento en los estudios bíblicos católicos. Se prepararon nuevos profesores, y los resultados del cambio de postura hacia las Escrituras se comunicaron de forma gradual a la gente - los mismos pasos que había impulsado Pío XII. El "Papa Pacelli" abrió la aplicación del método histórico-crítico a la Biblia, y estableció las normas doctrinales para el estudio de la Sagrada Escritura, haciendo hincapié en la importancia de su papel en la vida cristiana. El autor citado con más frecuencia, tras la Sagrada Escritura, por los documentos del Concilio Vaticano II fue Pío XII.
Recordemos algunos hechos clave sobre la historia de Papa y sobre la misma historia. Pío XII dirigió a la Iglesia católica de 1939 a 1958. Inmediatamente antes de su elección, el entonces cardenal Eugenio Pacelli fue el secretario de estado del Vaticano. Él, más que ningún otra persona del Vaticano, conocía lo que estaba ocurriendo en el mundo. Pío XII no fue sólo el Papa de la Segunda Guerra Mundial, sino un pastor que, desde el 2 de marzo de 1939 hasta el 9 de octubre de 1958, tuvo ante sí un mundo en guerra en una época agitada.
Aquellos que atacan a Pío X suelen hacerlo por razones ideológicas. La campaña contra él comenzó en la Unión Soviética y fue luego sostenida en diversos ambientes católicos. Se puso en su contra el mundo comunista de una forma grave, dura y determinada.
Como Benedicto XVI apuntaba la mañana del día 9 de octubre en su homilía y homenaje a su predecesor, Pío XII, Hitler y sus seguidores más cercanos estaban motivados por un odio patológico hacia la Iglesia católica, que consideraban con acierto como la oponente más peligrosa a lo que ellos esperaban hacer en Alemania. Había una radical divergencia entre los nazis y la Iglesia católica. El Papa Pacelli no puede ser la persona a la que se denigra por algo que pertenece, de una manera compleja, a la comunidad mundial.
Los Papas no hablaban con la idea de hacerse una imagen favorable para el futuro. Sabían que el destino de millones de cristianos podía depender de cada una de sus palabras; tenían en mente el sino de hombres y mujeres de carne y hueso, no el aplauso o la efímera aprobación de los historiadores.
Prudencia
Pío XII no estaba preocupado por su reputación, sino con salvar vidas judías y esta fue la única decisión justa, que requirió sabiduría y una gran cantidad de coraje. El Papa protestó vehementemente contra la persecución de judíos, pero explicó en 1943 que no podía hablar en términos más dramáticos o públicos sin el riesgo de empeorar las cosas más de lo que estaban. La suya era una profecía en acción, que salvó las vidas de incontables víctimas del neopagano reino del terror nazi, más que declaraciones públicas potencialmente contraproducentes.
Desde la muerte de Pío XII hace 50 años, la Iglesia ha dado grandes pasos en forjar una relación más cercana con la fe judía. El Papa Juan Pablo II hizo de las relaciones judío cristianas una prioridad de su pontificado. Benedicto XVI ha seguido este camino. Ambos Papas han defendido con firmeza la actuación de Pío XII, mientras hablaban del silencio y la inacción de algunos otros católicos durante el holocausto.
En mi otra vida en Toronto, cuando no trabajo como "Deputati Notitiis Vulgandis" para los sínodos vaticanos sobre la Palabra de Dios, soy el "Director Exsecutivus Retis Televisifici Catholici ‘Salt and Light'". Esta semana tenemos como primicia nuestro último documental "Una Mano de Paz: el Papa Pío XII y el Holocausto".
Gracias a una generosa donación de los Caballeros de Colón, cada padre sinodal, experto, auditor y miembro del personal recibió una copia del documental la mañana del 9 de octubre durante el sínodo, Benedicto XVI recibió su copia el día anterior.
Nuestra esperanza es que este documental vierta luz y verdad sobre la vida de Pío XII, sus acciones proféticas, sus palabras valientes y sus significativas aportaciones al estudio de la Escritura y a la humanidad. Podemos aprender mucho de la sabiduría de Eugenio Pacelli, de su heroísmo, de su coraje y de sus gestos proféticos durante un periodo muy oscuro de la historia mundial.
Pío XII ha recibido muchos nombres. Ha sido un patrón y un intercesor importante para el ´sínodo que ha tenido lugar en el Vaticano. Le debemos muchos y le seguimos estando agradecidos por previsión, por su visión y amor a la palabra de Dios. Ojalá que este Siervo de Dios, en camino hacia la beatificación y canonización, siga intercediendo por todos nosotros para que descubramos nuevas formas de hacer que la palabra de Dios esté viva, sea conocida, amada y accesible al mundo.

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