18 abr 2008

Cayó un helicóptero en Michoacán

Al menos 11 muertos y un herido de gravedad dejó el desplome de un helicóptero militar, informó la Secretaría de la Defensa Nacional.
Los Soldados, incluido un mayor del ejército, se dirigían hacia un sembradío de marihuana cuando la nave perdió fuerza y se estrelló en las afueras de la ciudad de Uruapan.
El único sobreviviente, un soldado de infantería, sufrió lesiones graves y fue trasladado por aire a un hospital militar en la ciudad de México.
Se trata de helicóptero de la Fuerza Aérea Mexicana, matrícula M1415, Bell 212. El desplome ocurrió cerca de las 12:00 del día de este viernes 18 de abril.
De acuerdo con los primeros datos a los que se ha tenido acceso, la aeronave, que transportaba personal militar que participa en el Operativo Michoacán 2008 contra el narcotráfico y la delincuencia organizada, tuvo una falla mecánica, por lo que la tripulación trató de buscar el aeropuerto local para un aterrizaje forzoso, pero no lo logró, y se desplomó en un predio conocido con el nombre de San Marcos, en oriente de la ciudad, en las inmediaciones de la colonia Santa Rosa y la Central Abastos.
La secretaría dijo que lleva a cabo una investigación del caso.

Los TechnoPatriots de EE UU

Cámaras de voluntarios vigilan frontera con México
Tomado de El Nuevo Herald digital, 18/04/2008;
ARTHUR H. ROTSTEIN / AP
TUCSON
Por lo menos un par de veces por semana, Ernie Kubr empieza su turno nocturno encendiendo su computa- dora, en su casa de Nebraska, para poder observar a los inmigrantes ilegales que están tratando de infiltrarse a través del desierto de Arizona, a 1,400 millas de distancia.
Kubr observa los senderos en el desierto a través de una vídeocámara, y está listo para reportar lo que vea a las autoridades federales en Arizona.
Ha detectado gente en dos ocasiones desde que empezara a hacer esto en noviembre y "eso hace que perezca la pena," aunque ninguno pudiera ser capturado.
"En ocasiones puede ser desalentador, pero me inspira saber que estoy tratando de hacer el trabajo del gobierno federal," dijo Kubr, que trabaja en un negocio de manufacturas en el área de Omaha y pertenece a un grupo amateur de vigilantes de la frontera llamado los TechnoPatriots.
Los espontáneos vigilantes de la frontera están usando cada vez más cámaras operadas por control remoto para ayudar a capturar a los que tratan de entrar ilegalmente en el país.
Las cámaras representan una variante de alta tecnología en relación con la práctica usual de estar sentado en camiones o sillas cerca de la frontera.
"Mucha gente no puede tomarse el tiempo de venir a la frontera," dijo Jon Healy, cofundador de los TechnoPatriots, que vive en Arizona. ‘‘Esto les da la oportunidad no sólo de satisfacer una pasión sino de poder reportar a la Patrulla Fronteriza e influir sobre el resultado."
Los apróximadamente 990 miembros de los TechnoPatriots viven tan lejos como Nueva York y tan cerca como a unas pocas millas de la frontera. Para vigilar utilizan cinco cámaras inalámbricas instaladas por la organización en Arizona.
Las cámaras incluyen una vídeo cámara a colores para el día, y un dispositivo de imágenes térmicas para ver de noche, montados ambos en un dispositivo motorizado. Las otras están montadas en postes de teléfono o ubicadas en propiedad privada. Los TechnoPatriots dicen que desde el inicio del programa en noviembre hasta fines de marzo, han hecho 160 localizaciones que han llevado a 118 arrestos.
La Patrulla Fronteriza no pudo confirmar esas cifras, diciendo que no anota los nombres o afiliaciones de sus informantes.
Aunque la cifra sea exacta, es una parte extremadamente pequeña de las más de 1,000 personas capturadas diariamente en el sector de Tucson de la Patrulla Fronteriza, que incluye la mayor parte de la frontera Arizona-México.
Sin embargo, el portavoz del sector de Tucson Jesús ‘‘Chuy'' Rodríguez dijo que ‘‘Cada vez que algien nos llama para reportar una actividad ilegal eso nos ayuda."
Otro grupo, la American Border Patrol, también tiene una cámara en la Internet.
Un sector de California es vigilado por la organización de los Minuteman utilizando una cámara de imágenes térmicas. Y el mes pasado, el estado de Texas pidió licitaciones para un sistema de cámaras en la frontera. Se alentará a los ciudadanos a contactar a las autoridades si ven sospechosos de ser inmigrantes ilegales.
En el 2006, Texas desarrollló un programa piloto de un mes, llamado el Texas Border Neighborhood Watch, que usaba 24 cámaras. El website tuvo más de 27 millones de hits, y los agentes de la justicia arrestaron a un número no revelado de personas basado en, por lo menos, siete llamadas, según dijeron las autoridades.
Algunos grupos de vigilantes de la frontera han sido calificados de racistas y de locos. Pero Mark Potok del Southern Poverty Law Center, una organización que rastrea los grupos de odio, dijo de los TechnoPatriots: "No puedo objetar a que alguien esté tratando de ayudar electrónicamente a la Patrulla Fronteriza. No creo que sea la respuesta al problema de la inmigración. Pero no lo considero ningún tipo de plan racista."
Vigilantes custodian la frontera desde distantes computadoras
Publicado en El Nuevo Herald, 22/04/2008;
Por ARTHUR H. ROTSTEIN
The Associated Press
TUCSON, Arizona --Al menos un par de veces por semana, Ernie Kubr regresa a su casa luego de trabajar y enciende su computadora en Nebraska, para tratar de detectar personas que intentan cruzar ilegalmente la frontera por el desierto de Arizona, a 2.250 kilómetros (1.400 millas) de distancia.
Usando su ratón, maneja una cámara de video colocada en la frontera, listo para informar a las autoridades de Arizona sobre cualquier movimiento sospechoso. Dice que divisó dos personas desde que comenzó esta actividad en noviembre del año pasado y que "ello justifica el esfuerzo", por más que los individuos no hayan sido apresados.
"A veces es frustrante, pero la convicción de que estoy haciendo algo que debería hacer el gobierno federal me motiva", declaró Kubr, quien trabaja en una fábrica de Omaha y está afiliado a una agrupación llamada TechnoPatriots.
Kubr y otras personas como él configuran un nuevo tipo de vigilantes de la frontera, que procuran detectar indocumentados usando cámaras a control remoto, que operan desde cualquier lado.
Las cámaras representan una nueva modalidad de cumplir una vieja práctica, la de colocar observadores en camionetas o sillas en la misma frontera.
"Mucha gente no puede sacar tiempo para venir a la frontera", comentó uno de los fundadores de TechnoPatriots, Jon Healy, quien vive en Arizona. "Esto les da la oportunidad no solo de defender un ideal sino de incidir en el tema, de colaborar con la Patrulla de Fronteras".
TechnoPatriots tiene unos 90 miembros, que viven a escasa distancia de la frontera o en sitios tan distantes como Nueva York, quienes realizan tareas de vigilancia de la frontera usando cinco cámaras inalámbricas instaladas por esa organización en un sector de la frontera al sudeste de Arizona.
El equipo incluye videocámaras que captan imágenes en colores durante el día y aparatos que captan imágenes térmicas de noche. Ambos aparatos están montados en una casa rodante. Hay otros aparatos montados en postes telefónicos.
La gente de TechnoPatriots dice que desde que la organización comenzó a funcionar en noviembre, divisaron 160 indocumentados tratando de cruzar la frontera y que 118 personas fueron detenidas. La Patrulla de Fronteras no pudo confirmar esas cifras pues afirma que no lleva registros de las personas u organizaciones que reportan haber visto indocumentados.
Incluso si las cifras son correctas, sería un aporte ínfimo si se toma en cuenta que a diario son capturadas un millar de personas en las inmediaciones de Tucson, en un sector que abarca la mayor parte de la frontera entre Arizona y México.
De todos modos, un portavoz de la Patrulla de Fronteras de Tucson, Jesús "Chuy" Rodríguez, dijo que "cada vez que alguien llama para reportar actividad ilegal, es una ayuda".
Otra agrupación, American Border Patrol, también tiene una cámara que maneja por la internet. Una rama de California de la organización Minuteman emplea una cámara de imágenes térmicas. Y el mes pasado, el gobierno de Texas convocó a una licitación para adquirir un sistema de cámaras conectadas a la internet para vigilar la frontera.
En el 2006, Texas realizó un programa piloto de un mes, llamado Texas Border Neighborhood Watch, en el que se emplearon 24 cámaras. El portal tuvo más de 27 millones de llamadas y las autoridades detuvieron a una cantidad no especificada de personas sobre la base de los datos aportados por los participantes.
El gobierno nacional ha estado usando cámaras y sensores electrónicos por años.
Healy, uno de los propietarios de una firma que instala sistemas inalámbricos, dijo que inició el programa luego de ver que algunos competidores cobraban menos por sus servicios porque contrataban indocumentados.
TechnoPatriots cobra una tarifa de inscripción de 10 dólares y Healy dijo que todo aquél interesado en pasar a ser un "guerrero de sillón" es entrevistado para asegurarse de que no se trata de alguien racista o indeseable.
Algunas organizaciones de vigilantes voluntarios de la frontera han sido tildadas de racistas y locos sueltos. Pero Mark Potok, del Southern Poverty Law Center, que observa las organizaciones con tendencias discriminatorias, dijo que "no se puede objetar que alguien trate de ayudar a la patrulla de fronteras usando medios electrónicos".
"No creo que sea la respuesta a los problemas de la inmigración ilegal, pero tampoco lo considero un plan racista, maligno", agregó.
La rama de Arizona de Minuteman no emplea cámaras.
"No sé si realmente eso va a permitir detenciones", dijo el presidente de Minuteman a nivel nacional Chris Simcox. "Desde un punto de vista pragmático, nos interesa más ir allí y ayudar a los hacendados, a nuestros vecinos" y a la patrulla de fronteras.
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En la red:
TechnoPatriots: http://www.technopatriots.com
American Border Patrol: http://www.americanpatrol.com

Matanza de Tlatelolco


REPORTAJE: MAYO 68 - Crónicas de América Latina
Matanza en Tlatelolco/Elena Poniatowska
Publicado en Babelia de El País, 19/04/2008;
La corrupción y el autoritarismo desencadenaron México 68. Quienes participaron en los 146 días que duró el movimiento estudiantil jamás lo olvidarán. El 2 de octubre sobrevino la masacre. La escritora mexicana Elena Poniatowska recuerda cómo la matanza de Tlatelolco encendió la llama de futuras luchas sociales
En 1968, mientras los jóvenes del mundo entero alzaban la mano, algunos con el puño cerrado, otros haciendo la V de la victoria, en México vivíamos en un paraíso no sólo fiscal sino social. Habitábamos el mejor de los mundos posibles. No había crítica ni censura. Por eso Carlos Monsiváis pudo escribir: "En 1968, el sistema presidencialista conoce su apogeo... Todo es gobierno y casi nada oposición". Demetrio Vallejo y Valentín Campa, los dos líderes obreros contestatarios, aguardaban en la cárcel y la sociedad parecía no tener capacidad para combatir el autoritarismo. De pronto, un pleito callejero de dos pandillas, Los Araños y Los Ciudadelos, contra estudiantes hizo que estallara el movimiento de 1968 cuyas únicas armas fueron las brigadas de información, las manifestaciones y las asambleas en los dos grandes centros de estudio de nuestro país, la Universidad y el Politécnico.
En 1968, los jóvenes de Europa, los de Estados Unidos, los de América Latina tenían mucho que reclamarle a la sociedad. ¿Qué mundo les legaban sus padres? ¿Qué harían al graduarse? ¿Qué les ofrecía la sociedad de consumo? ¿Qué les brindaba su país? ¿Deseaban realmente ser parte de un engranaje de producción masiva? En Europa, las perspectivas de la juventud eran desoladoras. No había trabajo para los egresados de las universidades: ¿en dónde se emplearían? El Mayo Francés de 1968 resultó aleccionador. Charles de Gaulle declaró que no entendía por qué los jóvenes seguían al líder judío alemán Daniel Cohn-Bendit, apodado Danny el Rojo, y al día siguiente los muchachos salieron a la calle repitiendo mientras marchaban: "Nous sommes tous des juifs allemands, nous sommes tous des juifs allemands".
También en México, aunque solapado, se gestaba, en la Universidad y el Politécnico, un rechazo al orden establecido, al status quo, al PRI (Partido Revolucionario Institucional) y al Gobierno emanado de él. Si en Francia la falta de oportunidades fue el objetivo estudiantil, en México, los factores que detonaron las movilizaciones del 68 fueron la corrupción del poder y el autoritarismo. Los muchachos pidieron la disolución del cuerpo policiaco de los granaderos así como la de los absurdos delitos de "disolución social" y "ataques a las vías públicas" (por lo cual varios estudiantes habían caído presos en julio y agosto de 1968).
Durante más de un año vivimos el fervor de los preparativos a los Juegos Olímpicos, la construcción de estadios, las villas olímpicas, la olimpiada cultural a la que asistirían los grandes poetas del mundo, entre otros, nuestro embajador en la India, Octavio Paz. ¡Deslumbraríamos al mundo entero! México era el primer país de América Latina seleccionado para los Olímpicos. Gracias a ese reconocimiento, accedíamos al primer mundo, pero los estudiantes "antipatriotas" gritaban: "No queremos olimpiadas, queremos revolución". Por su parte, los estudiantes forjaban un movimiento festivo cada vez más popular ya que 300.000 personas acudieron por primera vez desde la Revolución Mexicana a una marcha sin precedente: la manifestación del silencio.
Quienes participaron en los 146 días que duró el movimiento estudiantil jamás lo olvidarán. El gran novelista José Revueltas lo llamó con mucha razón "enloquecido movimiento de pureza" y Guillermo Haro, el fundador de la astronomía moderna en México, sonreía al oír a algún estudiante gritar por un magnavoz: "UNAM, territorio libre de América". La Universidad actuó como la gran protectora de sus estudiantes, muchos de ellos se guarecieron en sus aulas y hasta durmieron en los corredores para no perderse una sola de las asambleas. Vivían los mejores días de su vida, hasta que el 2 de octubre de 1968 sobrevino la masacre. El ejército tomó la plaza y hombres vestidos de civil que llevaban un guante blanco o un pañuelo para identificarse desataron la balacera. La desbandada fue general y el fuego cerrado y el tableteo de las ametralladoras convirtieron el lugar en un infierno. Según el periódico inglés The Guardian, murieron más de trescientas personas y las que llegaron a los hospitales tenían heridas en la espalda, en los glúteos, en las piernas, porque les dispararon por detrás, mientras huían.
El único movimiento estudiantil en el mundo que terminó en una matanza fue el de México, en 1968. Esta tragedia resultó un parte aguas en la vida de muchos mexicanos. 1968 fue un año que nos marcó a sangre y fuego y tuvo el don de encender la llama de futuras luchas sociales. Todavía hoy, 1968 es un punto de partida.
Han pasado 40 años de la masacre del 2 octubre en Tlatelolco, pero los mexicanos no olvidamos el acontecimiento más trascendente de México en la segunda mitad del siglo XX. La frase "2 de octubre no se olvida" recuerda a una generación que luchó contra el autoritarismo y cada año convoca a una marcha que sigue exigiendo el esclarecimiento de los hechos, a pesar de haber llevado al ex presidente Echeverría al banquillo de los acusados. A 40 años del movimiento estudiantil, en México han surgido nuevos grupos que se inspiran en el 68, entre ellos el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) con su vocero, el subcomandante Marcos, quien reconoció que 1968 fue la punta de flecha de otros "enloquecidos movimientos de pureza" en nuestro país. También la resistencia civil que encabeza el ex candidato de izquierda y hoy "presidente legítimo", Andrés Manuel López Obrador, es otro resultado del 68. ¡Y no se diga la prensa de izquierda! Hoy por hoy México cuenta con una oposición, una crítica, una rebeldía que le debe todo a la lucha estudiantil de 1968. Un pueblo heroico se responsabiliza de su vida y construye su propia historia, una historia en la que la memoria sea patrimonio de todos los mexicanos. -
Foto de Reuters

Benedicto XVI en la ONU

Benedicto XVI defiende la universalidad de los derechos humanos en la ONU
La visita de tres horas buscaba celebrar el sexagésimo aniversario de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, documento fundacional de la ONU.
Tras la introducción del secretario general, Ban Ki-moon, el Papa tomó la palabra ante la asamblea general -como ya lo hicieran antes que él Pablo VI y Juan Pablo II- para afirmar que los derechos humanos se basan "en la ley natural inscrita en el corazón del hombre"
La ONU es una institución laica pero su lenguaje es la fe, afirmó Ki-moon, al presentar a Benedicto XVI ante la Asamblea General.
En la ONU tenemos seis idiomas oficiales pero no una religión oficial. No tenemos una capilla, pero sí una sala de meditación, agregó Ban según recoge el servicio de información de las Naciones Unidas.
"Pero si usted nos pregunta a quienes trabajamos para las Naciones Unidas cuáles son nuestras motivaciones, muchos responderemos en un lenguaje de fe. En la ONU, vemos nuestra labor no sólo como un empleo, sino como una misión. De hecho, ésta es la palabra que usamos para describir nuestro trabajo alrededor mundo, sea éste de paz y seguridad, de desarrollo o de derechos humanos", subrayó.
El secretario general destacó las coincidencias de la ONU y la Iglesia católica en apreciaciones como la urgencia de combatir la pobreza, evitar la proliferación de armas nucleares, respetar los derechos humanos y velar por la buena gestión de los recursos naturales.
"Usted ha hecho un llamamiento a la confianza y el compromiso con las Naciones Unidas. Ha dicho que la ONU es capaz de auspiciar un diálogo y entendimiento genuinos que reconcilie diferentes visiones y desarrolle políticas y estrategias multilaterales capaces de afrontar los desafíos de nuestro complejo mundo de hoy", recordó Ban.
Para terminar su discurso, el titular de la ONU insistió en los objetivos compartidos por Naciones Unidas y la Iglesia católica y abogó por la prevalencia de la fe en la tarea diaria del personal de la Organización.
En sus palabras a los tres mil asistentes, el pontífice comenzó constatando que "los derechos humanos son presentados cada vez más como el lenguaje común y el sustrato ético de las relaciones internacionales".
Discurso completo:
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Señor Presidente
Señoras y Señores
Al comenzar mi intervención en esta Asamblea, deseo ante todo expresarle a usted, Señor Presidente, mi sincera gratitud por sus amables palabras. Quiero agradecer también al Secretario General, el Señor Ban Ki-moon, por su invitación a visitar la Sede central de la Organización y por su cordial bienvenida. Saludo a los Embajadores y a los Diplomáticos de los Estados Miembros, así como a todos los presentes: a través de ustedes, saludo a los pueblos que representan aquí. Ellos esperan de esta Institución que lleve adelante la inspiración que condujo a su fundación, la de ser un «centro que armonice los esfuerzos de las Naciones por alcanzar los fines comunes», de la paz y el desarrollo (cf. Carta de las Naciones Unidas, art. 1.2-1.4). Como dijo el Papa Juan Pablo II en 1995, la Organización debería ser "centro moral, en el que todas las naciones del mundo se sientan como en su casa, desarrollando la conciencia común de ser, por así decir, una ‘familia de naciones'" (Discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, Nueva York, 5 de octubre de 1995, 14).
A través de las Naciones Unidas, los Estados han establecido objetivos universales que, aunque no coincidan con el bien común total de la familia humana, representan sin duda una parte fundamental de este mismo bien. Los principios fundacionales de la Organización -el deseo de la paz, la búsqueda de la justicia, el respeto de la dignidad de la persona, la cooperación y la asistencia humanitaria- expresan las justas aspiraciones del espíritu humano y constituyen los ideales que deberían estar subyacentes en las relaciones internacionales. Como mis predecesores Pablo VI y Juan Pablo II han hecho notar desde esta misma tribuna, se trata de cuestiones que la Iglesia Católica y la Santa Sede siguen con atención e interés, pues ven en vuestra actividad un ejemplo de cómo los problemas y conflictos relativos a la comunidad mundial pueden estar sujetos a una reglamentación común. Las Naciones Unidas encarnan la aspiración a "un grado superior de ordenamiento internacional" Juan Pablo II, Sollicitudo rei socialis, 43), inspirado y gobernado por el principio de subsidiaridad y, por tanto, capaz de responder a las demandas de la familia humana mediante reglas internacionales vinculantes y estructuras capaces de armonizar el desarrollo cotidiano de la vida de los pueblos. Esto es más necesario aún en un tiempo en el que experimentamos la manifiesta paradoja de un consenso multilateral que sigue padeciendo una crisis a causa de su subordinación a las decisiones de unos pocos, mientras que los problemas del mundo exigen intervenciones conjuntas por parte de la comunidad internacional.
Ciertamente, cuestiones de seguridad, los objetivos del desarrollo, la reducción de las desigualdades locales y globales, la protección del entorno, de los recursos y del clima, requieren que todos los responsables internacionales actúen conjuntamente y demuestren una disponibilidad para actuar de buena fe, respetando la ley y promoviendo la solidaridad con las regiones más débiles del planeta. Pienso particularmente en aquellos Países de África y de otras partes del mundo que permanecen al margen de un auténtico desarrollo integral, y corren por tanto el riesgo de experimentar sólo los efectos negativos de la globalización. En el contexto de las relaciones internacionales, es necesario reconocer el papel superior que desempeñan las reglas y las estructuras intrínsecamente ordenadas a promover el bien común y, por tanto, a defender la libertad humana. Dichas reglas no limitan la libertad. Por el contrario, la promueven cuando prohíben comportamientos y actos que van contra el bien común, obstaculizan su realización efectiva y, por tanto, comprometen la dignidad de toda persona humana. En nombre de la libertad debe haber una correlación entre derechos y deberes, por la cual cada persona está llamada a asumir la responsabilidad de sus opciones, tomadas al entrar en relación con los otros. Aquí, nuestro pensamiento se dirige al modo en que a veces se han aplicado los resultados de los descubrimientos de la investigación científica y tecnológica. No obstante los enormes beneficios que la humanidad puede recabar de ellos, algunos aspectos de dicha aplicación representan una clara violación del orden de la creación, hasta el punto en que no solamente se contradice el carácter sagrado de la vida, sino que la persona humana misma y la familia se ven despojadas de su identidad natural. Del mismo modo, la acción internacional dirigida a preservar el entorno y a proteger las diversas formas de vida sobre la tierra no ha de garantizar solamente un empleo racional de la tecnología y de la ciencia, sino que debe redescubrir también la auténtica imagen de la creación. Esto nunca requiere optar entre ciencia y ética: se trata más bien de adoptar un método científico que respete realmente los imperativos éticos.
El reconocimiento de la unidad de la familia humana y la atención a la dignidad innata de cada hombre y mujer adquiere hoy un nuevo énfasis con el principio de la responsabilidad de proteger. Este principio ha sido definido sólo recientemente, pero ya estaba implícitamente presente en los orígenes de las Naciones Unidas y ahora se ha convertido cada vez más en una característica de la actividad de la Organización. Todo Estado tiene el deber primario de proteger a la propia población de violaciones graves y continuas de los derechos humanos, como también de las consecuencias de las crisis humanitarias, ya sean provocadas por la naturaleza o por el hombre. Si los Estados no son capaces de garantizar esta protección, la comunidad internacional ha de intervenir con los medios jurídicos previstos por la Carta de las Naciones Unidas y por otros instrumentos internacionales. La acción de la comunidad internacional y de sus instituciones, dando por sentado el respeto de los principios que están a la base del orden internacional, no tiene por qué ser interpretada nunca como una imposición injustificada y una limitación de soberanía. Al contrario, es la indiferencia o la falta de intervención lo que causa un daño real. Lo que se necesita es una búsqueda más profunda de los medios para prevenir y controlar los conflictos, explorando cualquier vía diplomática posible y prestando atención y estímulo también a las más tenues señales de diálogo o deseo de reconciliación.
El principio de la "responsabilidad de proteger" fue considerado por el antiguo ius gentium como el fundamento de toda actuación de los gobernadores hacia los gobernados: en tiempos en que se estaba desarrollando el concepto de Estados nacionales soberanos, el fraile dominico Francisco de Vitoria, calificado con razón como precursor de la idea de las Naciones Unidas, describió dicha responsabilidad como un aspecto de la razón natural compartida por todas las Naciones, y como el resultado de un orden internacional cuya tarea era regular las relaciones entre los pueblos. Hoy como entonces, este principio ha de hacer referencia a la idea de la persona como imagen del Creador, al deseo de una absoluta y esencial libertad. Como sabemos, la fundación de las Naciones Unidas coincidió con la profunda conmoción experimentada por la humanidad cuando se abandonó la referencia al sentido de la trascendencia y de la razón natural y, en consecuencia, se violaron gravemente la libertad y la dignidad del hombre. Cuando eso ocurre, los fundamentos objetivos de los valores que inspiran y gobiernan el orden internacional se ven amenazados, y minados en su base los principios inderogables e inviolables formulados y consolidados por las Naciones Unidas. Cuando se está ante nuevos e insistentes desafíos, es un error retroceder hacia un planteamiento pragmático, limitado a determinar "un terreno común", minimalista en los contenidos y débil en su efectividad.
La referencia a la dignidad humana, que es el fundamento y el objetivo de la responsabilidad de proteger, nos lleva al tema sobre el cual hemos sido invitados a centrarnos este año, en el que se cumple el 60° aniversario de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre. El documento fue el resultado de una convergencia de tradiciones religiosas y culturales, todas ellas motivadas por el deseo común de poner a la persona humana en el corazón de las instituciones, leyes y actuaciones de la sociedad, y de considerar a la persona humana esencial para el mundo de la cultura, de la religión y de la ciencia. Los derechos humanos son presentados cada vez más como el lenguaje común y el sustrato ético de las relaciones internacionales. Al mismo tiempo, la universalidad, la indivisibilidad y la interdependencia de los derechos humanos sirven como garantía para la salvaguardia de la dignidad humana. Sin embargo, es evidente que los derechos reconocidos y enunciados en la Declaración se aplican a cada uno en virtud del origen común de la persona, la cual sigue siendo el punto más alto del designio creador de Dios para el mundo y la historia. Estos derechos se basan en la ley natural inscrita en el corazón del hombre y presente en las diferentes culturas y civilizaciones. Arrancar los derechos humanos de este contexto significaría restringir su ámbito y ceder a una concepción relativista, según la cual el sentido y la interpretación de los derechos podrían variar, negando su universalidad en nombre de los diferentes contextos culturales, políticos, sociales e incluso religiosos. Así pues, no se debe permitir que esta vasta variedad de puntos de vista oscurezca no sólo el hecho de que los derechos son universales, sino que también lo es la persona humana, sujeto de estos derechos.
La vida de la comunidad, tanto en el ámbito interior como en el internacional, muestra claramente cómo el respeto de los derechos y las garantías que se derivan de ellos son las medidas del bien común que sirven para valorar la relación entre justicia e injusticia, desarrollo y pobreza, seguridad y conflicto. La promoción de los derechos humanos sigue siendo la estrategia más eficaz para extirpar las desigualdades entre Países y grupos sociales, así como para aumentar la seguridad. Es cierto que las víctimas de la opresión y la desesperación, cuya dignidad humana se ve impunemente violada, pueden ceder fácilmente al impulso de la violencia y convertirse ellas mismas en transgresoras de la paz. Sin embargo, el bien común que los derechos humanos permiten conseguir no puede lograrse simplemente con la aplicación de procedimientos correctos ni tampoco a través de un simple equilibrio entre derechos contrapuestos. La Declaración Universal tiene el mérito de haber permitido confluir en un núcleo fundamental de valores y, por lo tanto, de derechos, a diferentes culturas, expresiones jurídicas y modelos institucionales. No obstante, hoy es preciso redoblar los esfuerzos ante las presiones para reinterpretar los fundamentos de la Declaración y comprometer con ello su íntima unidad, facilitando así su alejamiento de la protección de la dignidad humana para satisfacer meros intereses, con frecuencia particulares. La Declaración fue adoptada como un "ideal común" (preámbulo) y no puede ser aplicada por partes separadas, según tendencias u opciones selectivas que corren simplemente el riesgo de contradecir la unidad de la persona humana y por tanto la indivisibilidad de los derechos humanos.
La experiencia nos enseña que a menudo la legalidad prevalece sobre la justicia cuando la insistencia sobre los derechos humanos los hace aparecer como resultado exclusivo de medidas legislativas o decisiones normativas tomadas por las diversas agencias de los que están en el poder. Cuando se presentan simplemente en términos de legalidad, los derechos corren el riesgo de convertirse en proposiciones frágiles, separadas de la dimensión ética y racional, que es su fundamento y su fin. Por el contrario, la Declaración Universal ha reforzado la convicción de que el respeto de los derechos humanos está enraizado principalmente en la justicia que no cambia, sobre la cual se basa también la fuerza vinculante de las proclamaciones internacionales. Este aspecto se ve frecuentemente desatendido cuando se intenta privar a los derechos de su verdadera función en nombre de una mísera perspectiva utilitarista. Puesto que los derechos y los consiguientes deberes provienen naturalmente de la interacción humana, es fácil olvidar que son el fruto de un sentido común de la justicia, basado principalmente sobre la solidaridad entre los miembros de la sociedad y, por tanto, válidos para todos los tiempos y todos los pueblos. Esta intuición fue expresada ya muy pronto, en el siglo V, por Agustín de Hipona, uno de los maestros de nuestra herencia intelectual. Decía que la máxima no hagas a otros lo que no quieres que te hagan a ti "en modo alguno puede variar, por mucha que sea la diversidad de las naciones" (De doctrina christiana, III, 14). Por tanto, los derechos humanos han de ser respetados como expresión de justicia, y no simplemente porque pueden hacerse respetar mediante la voluntad de los legisladores.
Señoras y Señores,
con el transcurrir de la historia surgen situaciones nuevas y se intenta conectarlas a nuevos derechos. El discernimiento, es decir, la capacidad de distinguir el bien del mal, se hace más esencial en el contexto de exigencias que conciernen a la vida misma y al comportamiento de las personas, de las comunidades y de los pueblos. Al afrontar el tema de los derechos, puesto que en él están implicadas situaciones importantes y realidades profundas, el discernimiento es al mismo tiempo una virtud indispensable y fructuosa.
Así, el discernimiento muestra cómo el confiar de manera exclusiva a cada Estado, con sus leyes e instituciones, la responsabilidad última de conjugar las aspiraciones de personas, comunidades y pueblos enteros puede tener a veces consecuencias que excluyen la posibilidad de un orden social respetuoso de la dignidad y los derechos de la persona. Por otra parte, una visión de la vida enraizada firmemente en la dimensión religiosa puede ayudar a conseguir dichos fines, puesto que el reconocimiento del valor trascendente de todo hombre y toda mujer favorece la conversión del corazón, que lleva al compromiso de resistir a la violencia, al terrorismo y a la guerra, y de promover la justicia y la paz. Además, esto proporciona el contexto apropiado para ese diálogo interreligioso que las Naciones Unidas están llamadas a apoyar, del mismo modo que apoyan el diálogo en otros campos de la actividad humana. El diálogo debería ser reconocido como el medio a través del cual los diversos sectores de la sociedad pueden articular su propio punto de vista y construir el consenso sobre la verdad en relación a los valores u objetivos particulares. Pertenece a la naturaleza de las religiones, libremente practicadas, el que puedan entablar autónomamente un diálogo de pensamiento y de vida. Si también a este nivel la esfera religiosa se mantiene separada de la acción política, se producirán grandes beneficios para las personas y las comunidades. Por otra parte, las Naciones Unidas pueden contar con los resultados del diálogo entre las religiones y beneficiarse de la disponibilidad de los creyentes para poner sus propias experiencias al servicio del bien común. Su cometido es proponer una visión de la fe, no en términos de intolerancia, discriminación y conflicto, sino de total respeto de la verdad, la coexistencia, los derechos y la reconciliación.
Obviamente, los derechos humanos deben incluir el derecho a la libertad religiosa, entendido como expresión de una dimensión que es al mismo tiempo individual y comunitaria, una visión que manifiesta la unidad de la persona, aun distinguiendo claramente entre la dimensión de ciudadano y la de creyente. La actividad de las Naciones Unidas en los años recientes ha asegurado que el debate público ofrezca espacio a puntos de vista inspirados en una visión religiosa en todas sus dimensiones, incluyendo la de rito, culto, educación, difusión de informaciones, así como la libertad de profesar o elegir una religión. Es inconcebible, por tanto, que los creyentes tengan que suprimir una parte de sí mismos -su fe- para ser ciudadanos activos. Nunca debería ser necesario renegar de Dios para poder gozar de los propios derechos. Los derechos asociados con la religión necesitan protección sobre todo si se los considera en conflicto con la ideología secular predominante o con posiciones de una mayoría religiosa de naturaleza exclusiva. No se puede limitar la plena garantía de la libertad religiosa al libre ejercicio del culto, sino que se ha de tener en la debida consideración la dimensión pública de la religión y, por tanto, la posibilidad de que los creyentes contribuyan la construcción del orden social. A decir verdad, ya lo están haciendo, por ejemplo, a través de su implicación influyente y generosa en una amplia red de iniciativas, que van desde las universidades a las instituciones científicas, escuelas, centros de atención médica y a organizaciones caritativas al servicio de los más pobres y marginados. El rechazo a reconocer la contribución a la sociedad que está enraizada en la dimensión religiosa y en la búsqueda del Absoluto -expresión por su propia naturaleza de la comunión entre personas- privilegiaría efectivamente un planteamiento individualista y fragmentaría la unidad de la persona.
Mi presencia en esta Asamblea es una muestra de estima por las Naciones Unidas y es considerada como expresión de la esperanza en que la Organización sirva cada vez más como signo de unidad entre los Estados y como instrumento al servicio de toda la familia humana. Manifiesta también la voluntad de la Iglesia Católica de ofrecer su propia aportación a la construcción de relaciones internacionales en un modo en que se permita a cada persona y a cada pueblo percibir que son un elemento capaz de marcar la diferencia. Además, la Iglesia trabaja para obtener dichos objetivos a través de la actividad internacional de la Santa Sede, de manera coherente con la propia contribución en la esfera ética y moral y con la libre actividad de los propios fieles. Ciertamente, la Santa Sede ha tenido siempre un puesto en las asambleas de las Naciones, manifestando así el propio carácter específico en cuanto sujeto en el ámbito internacional. Como han confirmado recientemente las Naciones Unidas, la Santa Sede ofrece así su propia contribución según las disposiciones de la ley internacional, ayuda a definirla y a ella se remite.
Las Naciones Unidas siguen siendo un lugar privilegiado en el que la Iglesia está comprometida a llevar su propia experiencia "en humanidad", desarrollada a lo largo de los siglos entre pueblos de toda raza y cultura, y a ponerla a disposición de todos los miembros de la comunidad internacional. Esta experiencia y actividad, orientadas a obtener la libertad para todo creyente, intentan aumentar también la protección que se ofrece a los derechos de la persona. Dichos derechos están basados y plasmados en la naturaleza trascendente de la persona, que permite a hombres y mujeres recorrer su camino de fe y su búsqueda de Dios en este mundo. El reconocimiento de esta dimensión debe ser reforzado si queremos fomentar la esperanza de la humanidad en un mundo mejor, y crear condiciones propicias para la paz, el desarrollo, la cooperación y la garantía de los derechos de las generaciones futuras.
En mi reciente Encíclica Spe salvi, he subrayado "que la búsqueda, siempre nueva y fatigosa, de rectos ordenamientos para las realidades humanas es una tarea de cada generación" (n. 25). Para los cristianos, esta tarea está motivada por la esperanza que proviene de la obra salvadora de Jesucristo. Precisamente por eso la Iglesia se alegra de estar asociada con la actividad de esta ilustre Organización, a la cual está confiada la responsabilidad de promover la paz y la buena voluntad en todo el mundo. Queridos amigos, os doy las gracias por la oportunidad de dirigirme hoy a vosotros y prometo la ayuda de mis oraciones para el desarrollo de vuestra noble tarea.
Antes de despedirme de esta asamblea, deseo saludar a todas las naciones aquí representadas en las lenguas oficiales.
(En inglés, en francés, en español, en árabe, en chino y en ruso:)
Paz y prosperidad con la ayuda de Dios!
Gracias.
[Traducción distribuida por la Santa Sede
© Copyright 2008 -- Libreria Editrice Vaticana]
Palabras del Papa a directivos y al personal de las Naciones Unidas
E
l aula de la asamblea general.
* * *
Señoras y Señores:
Aquí, en este pequeño lugar en medio de la ajetreada ciudad de Nueva York, se encuentra situada una Organización que tiene una misión tan vasta como el mundo: la promoción de la paz y la justicia. Me recuerda un contraste parecido, en lo que a la magnitud se refiere, entre el Estado de la Ciudad del Vaticano y el mundo, en el que la Iglesia realiza su misión universal y su apostolado. Los artistas que en el siglo XVI pintaron los mapas geográficos en las paredes del Palacio Apostólico recordaron a los Papas la enorme extensión del mundo conocido. En esos frescos se presentaba a los Sucesores de Pedro un signo palpable del inmenso radio de acción de la misión de la Iglesia, en un tiempo en el que el descubrimiento del Nuevo Mundo abría horizontes inesperados. Aquí, en este Palacio de Cristal, el arte que se muestra tiene su propia manera de recordar las responsabilidades de la Organización de las Naciones Unidas. Vemos imágenes de los efectos de la guerra y de la pobreza, se nos recuerda el deber de comprometernos por un mundo mejor y experimentamos alegría por la genuina variedad y exuberancia de la cultura humana, como se pone de manifiesto en la amplia gama de pueblos y naciones reunidos bajo la protección de la Comunidad Internacional.
Con ocasión de mi visita, deseo rendir homenaje a la incalculable aportación del personal administrativo y de los empleados de las Naciones Unidas, que desempeñan sus tareas cada día con gran dedicación y profesionalidad, ya sea aquí, en Nueva York, como en otros centros de la ONU o en misiones particulares por todo el mundo. Quisiera expresarles, a ustedes y a quienes les han precedido, mi agradecimiento personal y el de toda la Iglesia. Recordamos de manera especial a tantos civiles y custodios de la paz -cuarenta y dos sólo en 2007- que han sacrificado sus vidas sobre el terreno por el bien de los pueblos a los que sirven. Recordamos también la gran multitud de los que dedican su vida a trabajos no siempre suficientemente reconocidos, y realizados con frecuencia en condiciones difíciles. A todos ustedes, traductores, secretarios, personal administrativo de toda clase, equipos de mantenimiento y de seguridad, trabajadores para el desarrollo, custodios de la paz y a tantos otros, dirijo mi más sincero agradecimiento. El trabajo que llevan a cabo permite a la Organización buscar continuamente nuevas vías para alcanzar los objetivos para los cuales fue fundada.
Se habla frecuentemente de las Naciones Unidas como de la "familia de las naciones". De la misma manera, podría hablarse de la sede central, aquí en Nueva York, como de un hogar doméstico, un lugar de bienvenida y de preocupación por el bien de los miembros de la familia en todas partes. Es un lugar excepcional para promover el aumento de la comprensión mutua y de la colaboración entre los pueblos. Con razón se escoge el personal de la plantilla de las Naciones Unidas entre una amplia gama de culturas y nacionalidades. El personal aquí forma un microcosmos del mundo entero, en el que cada uno da una aportación indispensable desde el punto de vista de su propio patrimonio cultural y religioso. Los ideales que han inspirado a los fundadores de esta institución deben expresarse, aquí y en cada una de las misiones de la Organización, en el respeto y la aceptación recíproca, que son características de una familia prospera.
En los debates internos de las Naciones Unidas se está dando una importancia creciente a la "responsabilidad de proteger". De hecho, ésta comienza a ser reconocida como la base moral del derecho de un gobierno a ejercer la autoridad. Es también una característica que pertenece por naturaleza a la familia, en la que los miembros más fuertes cuidan de los más débiles. Esta Organización, supervisando de qué manera los gobiernos cumplen con su responsabilidad de proteger a sus ciudadanos, presta un servicio importante en nombre de la comunidad internacional. En el ámbito del día a día, son ustedes quienes, mediante la atención que muestran unos por otros en el puesto de trabajo y su preocupación por los numerosos pueblos a los que sirven en sus necesidades y aspiraciones con su actividad, ponen los fundamentos para realizar este cometido.
La Iglesia Católica, a través de la actividad internacional de la Santa Sede y mediante las innumerables iniciativas de los laicos católicos, Iglesias locales y comunidades religiosas, les ofrece su apoyo en su quehacer. Les aseguro un recuerdo especial en mis plegarias por ustedes y sus familiares. Que Dios todopoderoso les bendiga siempre y les conforte con su gracia y su paz, para que mediante su atención a toda la familia humana, puedan seguir sirviéndole a Él.
[Traducción distribuida por la Santa Sede
© Copyright 2008 -- Libreria Editrice Vaticana]

The Pope in USA


Disquieting Words For the Faithful/By E. J. Dionne Jr.
THE WASHINGTON POST, 18/04/2008;
The most jarring word that Pope Benedict XVI is using during his visit to the United States is “countercultural.” The American sense of that term is shaped by the 1960s: free love, drugs, hippies, rock music and rebellion. Needless to say, that’s not what Benedict is preaching.
That word is the key to understanding how Benedict’s message runs crosswise to conventional liberalism and conservatism. Benedict came to the United States as a quiet but forceful critic of “an increasingly secular and materialistic culture,” as he put it during yesterday’s Mass. Almost any American who paid attention to his sermon had to be uncomfortable because all of us are shaped by the very forces he was criticizing.
Benedict directly challenged an assumption so many Americans make about religion: that it is a matter of private devotion with few public implications.
Not true, said the pope. “Any tendency to treat religion as a private matter must be resisted,” he told the country’s Catholic bishops on Wednesday. “Only when their faith permeates every aspect of their lives do Christians become truly open to the transforming power of the Gospel.”
That is a demanding and unsettling standard for the right and the left alike. Benedict asked a pointed question: “Is it consistent for practicing Catholics to ignore or exploit the poor and the marginalized, to promote sexual behavior contrary to Catholic moral teaching, or to adopt positions that contradict the right to life of every human being from conception to natural death?”
This is the thinking of a communitarian counseling against radical individualism. “In a society which values personal freedom and autonomy,” he said, “it is easy to lose sight of our dependence on others as well as the responsibilities that we bear towards them. . . . We were created as social beings who find fulfillment only in love — for God and for our neighbor.” It is this attitude that Benedict described as “countercultural.”
There will be much pious talk among Catholics (I speak from the inside) about how marvelous Benedict’s words were, how warm and gentle he proved to be. Parodies that paint him as a heartless enforcer are, of course, false. He seemed determined to confess the church’s great sin in the sexual abuse scandal, and he asked again and again for forgiveness. He took the extra step yesterday of meeting with a group of victims of abuse. It was a good and necessary act of penance.
Yet there is a radicalism underlying Benedict’s view (he spoke yesterday of “a disturbing breakdown in the very foundations of society”) rooted in a rather different spirit from the one animating the church at the time of Pope John XXIII and the Second Vatican Council in the 1960s.
John saw it as imperative for the church to discern “the signs of the times” and was critical of excessive gloom about modernity. “Distrustful souls,” John wrote in 1961, “see only darkness burdening the face of the earth.”
Benedict is certainly not without hope. Indeed, his November encyclical on hope — to which he has made frequent references this week — is a moving and intellectually powerful argument on behalf of an often forgotten virtue. Yet Benedict is more inclined than John was to see the church as beleaguered. He is less eager to seek “the signs of the times” than to worry about Christians who “are easily tempted to conform themselves to the spirit of this age,” as he put it this week.
That’s why I suspect that American Catholics of all political hues will find themselves struggling with his message. For myself, I admire Benedict’s distinctly Catholic critique of radical individualism in both the moral and economic spheres, and his insistence that the Christian message cannot be divorced from the social and political realms.
Yet I do not see the “spirit of this age” as being quite so threatening to faith or human flourishing as Benedict seems to think. As the pope has acknowledged in the past, Catholicism has been enriched by its encounter with enlightenment thought. The church should not now close itself off to what our age has to teach about the equality of men and women or the virtues of more democratic structures in its internal life.
Perhaps it is the task of the leader of the Roman Catholic Church to bring discomfort to a people so thoroughly shaped by modernity, as we Americans are. If so, Benedict is succeeding.
Pope Benedict - no Dr Strangelove/By Gerard Baker

THE TIMES, 18/04/2008;

Anybody who has ever had to stand at a podium after a gifted speaker knows how it might have been for Pope Benedict XVI this week as he has made the first papal visit to the United States since John Paul II.
His predecessor was the ultimate media-savvy leader. When he came to the ultimate media-fixated nation, it was a match made in Heaven. Millions of the faithful and the merely curious flocked to parks and stadiums. People at times had to be physically restrained from throwing themselves at him. Even on his last trip here in 1999, visibly deteriorating, his mere presence was enough to move the least sentimental of grizzled Midwesterners.
The man who became Benedict was never going to match that. It would be rather like asking an ageing professor of English to take over from Laurence Olivier as Hamlet. He knows all the lines but he’s not even going to try to pull off the delivery.
Of course, when he was elected three years ago, the new Pope’s personal history created its own, somewhat lowered set of expectations. His membership of the Hitler Youth (actually mandatory for all young Germans, but why spoil a good story?); his reputation as the fierce intendant of Catholic orthodoxy; the fact that he spoke English in a vaguely “Ve haf veys of making you pray!” kind of accent. It was all too delicious for the headline writers. He was instantly dubbed Panzer Cardinal and The Enforcer.
Before the incense had drifted away from his installation Mass, the world had determined that this 265th pontiff was a rather disappointing, even frightening, sort of substitute for the last one, a kind of cross between Torquemada and Dr Strangelove.
Three years have passed since the fuzzy grey smoke from the Sistine Chapel announced his elevation and it is clearer than ever on this, his most visible excursion into the limelight since then, that this is as far from the reality as it is possible to be.
The visuals of a papal trip are much the same. There are vast Masses in baseball stadiums, Popemobile-led motorcades along city streets. And though he may not be a natural, this Pope has a sure grasp of the power of the image. He speaks to the United Nations today. He extended Passover greetings to the Jewish people yesterday and met leaders of other religions. On Sunday, his last day in the US, he pays a symbolic visit to the sacred American territory of Ground Zero.
But what is most striking, as hundreds of thousands observe this Pope in person for the first time, is not the visual symbolism, the crowds or the made-for-TV events, but the imposing beauty and power of his words.
It’s already a clich in Rome that the crowds came to see John Paul but they come to hear Benedict. Among those familiar with his career, his reputation was always that of a fierce intellectual — the theologian and author of dozens of dense tracts on Christianity. But what was missing was an understanding of Benedict’s remarkable capacity to use words to speak to the emotional part of the human brain.
Of course, the Pope will already have known that the US, unlike the Europe he hopes still to convert, is a religious place. True, as in Europe, there are a growing number of so-called cafeteria Christians, those who like to choose from a menu of moral and doctrinal options, who believe religion should be essentially a kind of divine validation of their own lifestyle rather than a call to sacrifice and commitment. But America is still fundamentally receptive to the religious principle, the idea of a single truth rather than a moral chaos of equally valid beliefs.
It would be a shame, however, if his words to Americans were not heard by people — Christians and non-Christians everywhere.
He has already startled many with the intensity of his denunciations of the actions of priests who sexually abused minors — the scandal that has turned many away from the Church in America and elsewhere — as well as those in the church hierarchy who enabled them. The Church has seemed reluctant in the past to make a complete penance for this sin but Benedict’s words this week will have done much to heal the wounds and restore trust.
Less newsworthy but perhaps more powerful for most listeners has been Benedict’s eloquence on the spiritual challenges of the modern world. At the White House, with President Bush at his side, he reminded Americans about the responsibilities as well as the great opportunities of political and economic freedom. “Freedom is ever new. It is a challenge held out to each generation, and it must constantly be won over for the cause of good.”
But the Pope’s most compelling words are a constant reminder of how absurd his stereotype has been. He speaks repeatedly of the simple beauty of human love.
Shortly before he became Pope, Benedict told a congregation: “Christianity is not an intellectual system, a collection of dogmas, or a moralism. Christianity is instead an encounter, a love story, an event.”
This idea of faith as a love story — God’s love for his people, and our love for Christ, the human face of God — is what Benedict seems to want us to understand as the defining theme of his papacy. His first encyclical was not on birth control or gay marriage, but on what many considered the somewhat surprising subject of the simple divinity of human love, including the sanctity of erotic love. This emphasis on the centrality of love to the human condition is so at odds with the caricature of the doctrinal vigilante, endlessly lecturing on the perils of sexual intemperance, that it requires us to think hard about the very nature of religion’s role in modern life. It is a useful counterweight to the popular secular view that religion is the root of all human discord.
Three years ago, as John Paul II was laid to rest under St Peter’s, his extraordinary and epoch-changing ministry at an end, a reporter turned to one of his colleagues and said, with evident feeling: “There goes one heck of a story.” But the story, as it happens, lives on, Benedict has opened a new chapter and if people would only listen they might find it has a surprising ending.
The Indispensable Church/By Michael Gerson

THE WASHINGTON POST, 18/04/08):
The occasion of a papal visit is a chance to take stock of the health of the Roman Catholic Church in America, which, like any church, reflects the flaws of its very human members. Many Catholics worry about the shortage of priests, nuns and vocational enthusiasm, complain about empty pews — about one in 10 Americans is a former Catholic — and anguish over sexual scandals in which clergy have, at times, appeared more interested in protecting the church than in demonstrating its ideals.
But members of a church older than any nation tend to take the long view. In the 10th century, Pope Sergius III grabbed the keys to the kingdom in an armed coup and promptly had two of his imprisoned predecessors strangled. His son, by his 15-year-old mistress, Marozia, eventually became Pope John XI. Marozia’s grandson, Pope John XII, stood accused of great crimes as well. According to one account, he “mutilated a priest . . . violated virgins and widows high and low, lived with his father’s mistress, [and]converted the pontifical palace into a brothel.” Those were the days to be a reporter covering the Vatican.
Catholics generally regard the survival and success of such a flawed institution as evidence of divine favor. The church has managed to outlive all of its scandals — and all of its critics.
But the Catholic Church has more than endurance on its side. It remains an indispensable institution, for several reasons:
First, despite charges of dogmatism, the church is the main defender of reason in the modern world. It teaches the possibility that moral truth can be known through reflection and argument. It criticizes what Pope Benedict XVI has called the “dictatorship of relativism” — a belief “that does not recognize anything as for certain and which has as its highest goal one’s own ego and one’s own desires.” “Being an adult,” says Benedict, “means having a faith which does not follow the waves of today’s fashions or the latest novelties.”
Secularism has traditionally taught that human beings will eventually outgrow religious conviction and moral absolutism — that skepticism is evidence of maturity. Benedict contends that modern men and women, unguided by reasoned moral beliefs, turn toward adolescent self-involvement. Their intellectual growth is stunted. In a world where all moral claims are seen as equally true and equally false — the world, for example, of the modern university — human conscience is reduced to biology or prejudice. Moral behavior may continue to ride in grooves of socialization or genetics, but moral assertions are fundamentally arbitrary — always trumped by a two-word response: “Says you.”
By asserting that the human mind can grasp moral truth, Catholicism also defends the reliability of reason against the superstitions of our time.
And this is important for a very practical reason: because a belief in human rights is also a moral conviction. Catholicism teaches that relativism and a purely material view of man have disturbing social consequences. “The criterion of personal dignity,” wrote Pope John Paul II, “which demands respect, generosity and service — is replaced by the criterion of efficiency, functionality and usefulness: others are considered not for what they ‘are,’ but for what they ‘have, do and produce.’ This is the supremacy of the strong over the weak.”
The point here is simple and radical: As the Catholic writer G.K. Chesterton argued, men and women are either created in “the image of God” or they are “a disease of the dust.” If human beings are merely the sum of their physical attributes — the meat and bones of materiality — they are easier to treat as objects of exploitation.
So Catholicism offers a second contribution: It is the main defender of human dignity against a utilitarian view of human worth. And the church has applied this high view of man with remarkable consistency — to the unborn and the elderly, the immigrant and the disabled. Individual views on issues of life and death vary widely, even within the Catholic Church. But it is a good thing to have at least one global institution firmly dedicated to the proposition that every growing child, every person living in squalor or in prison, every man or woman approaching death or contemplating suicide or trapped in profound mental disability, every apparently worthless life is not really worthless at all.
An institution accused of superstition is now the world’s most steadfast defender of rationality and human rights. It has not always lived up to its own standards, but where would those standards come from without it?
Our Neighbor, the Pope/By Alessandro Piperno, the author of The Worst Intentions, a novel. This essay was translated by Ann Goldstein from the Italian

THE NEW YORK TIMES, 18/04/08;

In class once, I made a disrespectful comment about the pope at the time, John Paul II. I was the only Jewish boy in a Catholic school, and I was sure I’d be given an exemplary punishment.
I was wrong. We were in Rome, the most tolerant place in the world for irreverence toward popes.
Catholics in New York, waiting for Benedict XVI to arrive today in their city, may find this attitude puzzling. But there’s a sonnet by Gioacchino Belli, on the death of Pope Leo XII, that nicely illustrates the Roman’s ambiguous feelings toward His Holiness:
You see the pope’s funeral carriage, he says, weighed down by the magnificence of papal pomp, pass through the city’s narrow streets for the last time. You look at it with a mixture of affection and hostility. You make fun of that grandiose way of dressing, even in death, but at the same time you feel a surge of emotion for that part of you that is vanishing. You then console yourself with the most Roman of sayings: “One pope dies, another is made” — sanctioning the eternity of an institution despite the transience of a single individual, the immortality of a city despite the impermanence of its citizens.
Today the elections and deaths of popes continue to mark our inner calendars. It’s unlikely that a Roman of my generation doesn’t recall exactly where he was when Paul VI died or when John Paul II was shot. And yet we’re aware of the pope’s existence only around Easter, when traffic is brought to a halt by convoys of buses filled with foreign pilgrims going to Vatican City, that tiny state embedded in the heart of an ancient metropolis. And then we wonder, not without irritation, who, between us and the pope, is held hostage by the other.
But apart from such logistical inconveniences it’s unlikely that a Roman thinks about the pope’s presence in the city. In a certain sense, he’s always there; in another, he never is.
Once I happened to be in Rio when John Paul II was visiting. (It was in 1980, the time he appeared like a soccer hero in the Maracana Stadium before a crowd of jubilant Brazilians.) I was bewildered by the mixture of anxiety and emotion, tinged with idolatry, that had infected the population, not to mention by the impressive security measures. An entire army, I thought with amusement, to protect this man who lives a few blocks from my house.
Then I realized that for a Roman the pope is a figure who is above all familiar, a kind of eccentric and capricious parent. Say one night you happen to be driving along Via della Conciliazione, and you see that the lights are still on in the windows of the papal apartments. You say to yourself: “How about that? The Old Man is up late tonight.”
Yet Rome is also deeply conservative, which explains the distrust with which the election of a Polish pope was received here. Rome’s most aristocratic families — the Farnese, the Borghese, the Barberini — have fought over the papal throne forever. Imagine, then, a Polish pope! I recall the dismay, not unmixed with disapproval, with which certain (very reactionary) friends of my Catholic mother judged John Paul II’s constant travels to the ends of the earth. Yes, his work of international proselytizing offended those ladies. A pope stays home; a pope is in Rome. It’s not proper for a pope to board a plane too often or speak to crowds that sing and sway like so many little devils.
Nor was John Paul II forgiven for his athletic appearance, so undignified, and his love of sports. How can a pope wear a ski outfit? Climb mountains? Cavort in Olympic pools? So they began calling him “the Pole” — in the same tone of good-humored derision with which Benedict is called “the German shepherd.”
But it was the first step in learning to accept the man who became one of the most beloved popes in history. When he died, the Romans bestowed on him the majestic farewell that is due a saint. I watched the images of his funeral on TV uneasily, sometimes with irritation, until I said to myself: What’s so surprising? This is Rome.
When you think back to the tribal majesty of that funeral ceremony you can understand how hard it is for Benedict XVI to hold his own against his predecessor. Then you see what impelled him to invent for himself a completely different image: if John Paul was energy, spontaneity, impulsiveness, charisma, his successor would claim the icy elegance of tradition.
So Benedict, having been adored in Washington and New York, will return home, to Rome.
Will the Romans someday take to him, as we did John Paul? Ah, well, the pope is the pope. The pope is Roman even if he’s Polish, German, Australian — that is to say, in Rome, one pope is like another.

XX reunión de Procuradores

El Presidente Calderón en la XX Asamblea Plenaria de la Conferencia Nacional de Procuración de Justicia
Viernes, 18 de Abril de 2008 Discurso
Municipio de Centro, Tabasco.
Muy buenas tardes.
Muy estimado señor Gobernador del Estado de Tabasco, químico Andrés Granier Melo. Quiero aprovechar esta ocasión para reconocer públicamente la voluntad política, la valentía y el compromiso personal y el de su gobierno para combatir la criminalidad y hacer frente al crimen organizado en el Estado de Tabasco.
Un pleno reconocimiento y apoyo, señor Gobernador.
Señor magistrado Rodolfo Campos Montejo, Presidente del Tribunal Superior de Justicia del Estado.
Señor diputado José del Carmen Escayola, Presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso.
Señor licenciado Marcos Fastlicht, Presidente del Consejo de Participación Ciudadana de la Procuraduría General de la República.
Señoras y señores procuradores de Justicia.
Amigas y amigos:
En toda democracia, garantizar la seguridad pública, la procuración de justicia pronta y expedita, el orden y el pleno ejercicio de las libertades, es tarea fundamental del Estado.
Y por ello, me da mucho gusto acompañarlos y agradecer su invitación a participar en esta clausura de los trabajos de la XX Conferencia Nacional de Procuración de Justicia.
Mi mayor reconocimiento a las señoras y a los señores procuradores que participan en este foro, porque sé que en el marco de la Conferencia se han dado pasos fundamentales para la adopción de nuevos protocolos de colaboración entre las procuradurías estatales y la General de la República que nos permitan investigar con mayor eficacia los hechos vinculados a la delincuencia.
Su voluntad de trabajo ha sido importante para avanzar en el diseño de procedimientos que nos permitan enfrentar conjuntamente delitos como el secuestro, el narcomenudeo, la extorsión, la trata de personas y el lavado de dinero.
Tengo la plena convicción de que ninguna división de competencias debe ser espacio para la impunidad de los delincuentes.
La coordinación y la suma de capacidades deben ser pieza clave para enfrentar con éxito al crimen y, sobre todo, para construir el clima de seguridad que necesitan los ciudadanos para vivir y desarrollarse en paz.
Escuchaba hace un momento la inquietud planteada por grupos de la sociedad civil, a fin de construir un Observatorio Ciudadano.
Quiero decirles, amigas y amigos, que no puedo estar más de acuerdo. Adelante con el Observatorio Ciudadano, porque sé que nuestra labor debe ser medida, sí, por el número de denuncias atendidas, por el número de averiguaciones consignadas, por el número de sentencias obtenidas; pero también y, sobre todo, debe ser medida la acción del Gobierno en materia de justicia por lo que los ciudadanos observen, perciban, sientan de la procuración de justicia, de su celeridad y de su imparcialidad.
Tengo la firme convicción de que la modernización y el fortalecimiento de las instituciones encargadas de procurar e impartir justicia, son fundamentales para garantizar el éxito en la lucha por un México de leyes y libertad.
Es por ello también que el año pasado propuse a la consideración del Congreso de la Unión, una propuesta de Reformas Constitucionales en Materia de Justicia Penal.
Gracias a esta reforma, aprobada ya por ambas cámaras y en proceso de análisis en las legislaturas locales, contaremos con mejores herramientas para que el Estado de Derecho y la seguridad pública sean verdaderos pilares del desarrollo nacional.
Algunos de los beneficios de la reforma, en caso de aprobarse, son los siguientes:
Transitaremos de un sistema de justicia inquisitorial a uno acusatorio, con juicios orales y procesos simplificados.
Podremos ofrecer al ciudadano un sistema de justicia más eficiente, más transparente, respetuoso de los derechos humanos y que proteja con mayor celeridad sus derechos.
Los ciudadanos, por su parte, gozarían de un sistema eficaz y transparente de protección de sus derechos, tanto del inculpado, pero sobre todo ahora de las víctimas y sus familiares, que refleje la nueva realidad democrática en que vivimos y que corrija la terrible injusticia en la que viven quienes padecen un delito.
Las autoridades y, en particular, el Ministerio Público tendrían nuevas y mejores herramientas constitucionales para garantizar la seguridad de las familias mexicanas y para combatir a las organizaciones criminales.
Por ejemplo, figuras como el arraigo y la extinción de dominio de bienes producto de ilícitos en favor del Estado, permitirán a la autoridad debilitar las estructuras operativas y económicas de la delincuencia organizada.
Además, en el marco del Sistema Nacional de Seguridad Pública, las policías municipales, estatales, federales, las procuradurías, podrán modernizarse y fortalecerse para hacer más eficiente la investigación y persecución de los delitos.
Deberán incorporarse al Sistema Nacional de Seguridad Pública, a la Plataforma México y a los instrumentos que se están creando para coordinar mejor los esfuerzos de los distintos órdenes de Gobierno.
Lo haremos además todos, estoy seguro, en un marco en el que se garantice la profesionalización, el control de confianza y la honestidad de los cuerpos policíacos.
La implementación exitosa de esta reforma requerirá del compromiso y la corresponsabilidad de las autoridades de los tres órdenes de Gobierno.
Por ello instruyo, aquí mismo, al Secretario de Gobernación, al Procurador General de la República y al Secretario de Seguridad Pública, aquí presentes, para que establezcan o fortalezcan canales de diálogo que permitan escuchar, atender, y no sólo atender, sino entender los problemas que vive la procuración de justicia local y también aprender de las muchas experiencias exitosas, que me consta, existen a nivel local en esta materia.
Desde la creación de la figura del Ministerio Público, a inicios del siglo pasado, no había habido una reforma que significara un cambio estructural a nuestro Sistema de Justicia Penal.
Nuestro actual sistema de justicia fue diseñado para responder a una realidad que ya cambió. Hoy, el fenómeno delictivo es mucho más complejo, y nuestras instituciones de seguridad también deben de evolucionar.
Ahora existen organizaciones criminales con una gran capacidad financiera, operativa y corruptora, y que se han fortalecido en la impunidad y en la inacción.
Por ello es urgente actuar de manera coordinada, bajo una visión común de Estado, para poner en marcha las adecuaciones y adoptar los nuevos procedimientos que nos plantea, no sólo la reforma, sino las crecientes y justificadas exigencias de justicia y seguridad por parte de la ciudadanía.
El éxito de la implementación de la reforma y de la transformación del sistema de justicia, dependerá en gran medida de quienes son sus principales destinatarios y ejecutores, que son fundamentalmente ustedes, señoras y señores procuradores.
Así que yo los invito a que unamos esfuerzos y a que sigamos luchando de manera firme, decidida, comprometida, para que los mexicanos vivan sin temor a ser violentados por el crimen.
Otra de las razones de mi visita esta mañana a Tabasco, y quisiera señalar esto como referencia, es la puesta en marcha y entrega a los tabasqueños del Plan Hídrico de Tabasco.
Se trata de un Programa Integral que enfrenta un problema recurrente cada vez más grave, como lo fueron las inundaciones del año pasado. Lo menciono porque muchas de estas obras, según me comentaba el Gobernador, las que actualmente se realizan y las que se comprometen, tenían décadas de ser exigidas y de ser prometidas.
Comentábamos, también, por ejemplo, a la vista de los bordos que seguramente ustedes habrán contemplado en la orilla de la carretera que va hacia el centro de la ciudad, que un bordo puede tener decenas y a veces hasta cientos de kilómetros para contener las avenidas de agua.
Pero que si existe un solo hueco a lo largo del bordo por una falla de ingeniería, por una vivienda indebidamente construida, por un camino que se abre sin el cuidado técnico, si existe un solo punto débil, una falla a lo largo del bordo, entonces, toda la obra pierde su eficacia y toda la población corre nuevamente un riesgo.
Y así pienso, toda proporción guardada, que debe ser la acción del Estado en la persecución de los delitos. La seguridad pública y la procuración de justicia no pueden tener fisuras a ningún nivel de Gobierno.
Por ello, también es fundamental que cerremos las puertas a la impunidad y a la complicidad con el crimen organizado por parte de cualquier autoridad o dependencia de cualquier nivel de Gobierno, insisto, cualquiera que sea el origen del partido político.
Los pasos que estamos dando en días recientes deben entenderse, precisamente, en ese sentido, en el sentido de que no toleraremos la complicidad de ningún servidor público con el crimen organizado.
Estamos luchando para que todo ciudadano pueda hacer valer sus derechos por la vía de las instituciones y mediante los cauces legales.
La sujeción a las normas asegura la unidad, la paz y el orden social, y es fundamental para construir un México en el que impere la ley.
Quienes buscan imponer sus intereses mediante la violencia, quienes pretenden usar la razón de la fuerza y no la fuerza de la razón, atentan contra el país de leyes y libertades, por el cual los mexicanos estamos luchando.
México cuenta, afortunadamente, con canales institucionales para que las ideas puedan analizarse y debatirse con respeto.
Rechazar la vía institucional, atentar contra las instituciones es atentar contra México; e insisto, sólo puede oponerse al diálogo y a las instituciones que posibilitan el diálogo y el parlamento entre los representantes, quien tiene miedo a las ideas.
Amigas y amigos:
Mi Gobierno seguirá firme en su compromiso de garantizar el orden, la legalidad y la seguridad pública en todo el país.
Yo agradezco la disposición de gobiernos estatales y de procuradores, y los invito a todos a redoblar esfuerzos en nuestra lucha para que México prospere como la gran Nación que debe ser, como una Nación de leyes y libertades, una Nación cuyo progreso se funde en la paz, en el orden, en la justicia, en la legalidad y en la seguridad pública, una Nación construida sobre el respeto al derecho de cada quien.
Nuevamente felicito a los integrantes de la Conferencia Nacional de Procuración de Justicia por los muy valiosos resultados alcanzados en esta XX Asamblea, así como por su entrega en la construcción de un México más justo, más seguro y más próspero.
Muchas gracias y enhorabuena.

XX reunión de Procuradores

Palabras del Procurador Eduardo Medina Mora durante la Inauguración de la Vigésima Asamblea Plenaria de la Conferencia Nacional de Procuración de Justicia; 17/04/2008;
Muy buenos días a todos....
Queridos compañeros, colegas Procuradores de Justicia de los Estados de la República.
Agradezco de verdad, al señor Gobernador de Tabasco, mi querido amigo Andrés Granier Melo, el generoso apoyo que nos ha brindado para la realización de esta Vigésima Conferencia Nacional de Procuración de Justicia, especialmente en este momento en que los tabasqueños dedican todo su empeño en superar la grave contingencia ocasionada por las severas inundaciones que padecieron.
Saludo también a mi amigo y colega, Gustavo Rosario Torres, Procurador General de Justicia del Estado, y le expreso mi reconocimiento y agradecimiento por su colaboración para organizar esta reunión, de la cual habrán de surgir, estoy cierto, resultados trascendentes.
La sociedad nos reclama eficacia para garantizar la integridad y seguridad de las personas, sus familias y propiedades, y lo reclama con toda razón, pues el dar certidumbre a los ciudadanos en estas materias es la primera obligación del Estado.
Por ello nuestro objetivo común debe ser fortalecer la unidad de propósito y de acción para hacer frente al crimen y a la violencia con mayor eficacia.
La magnitud del desafío que enfrentamos nos obliga a trabajar coordinadamente, con toda nuestra capacidad, de modo que todas las instituciones y los tres órdenes de gobierno sumemos los recursos a nuestra disposición para garantizar el imperio de la ley en todo el territorio nacional.
Los operativos conjuntos entre autoridades federales y gobiernos locales están dando buenos resultados y se mantienen en donde más se requieren. Con base en los resultados obtenidos y con la experiencia adquirida, los operativos se han extendido hacia otras partes donde la delincuencia organizada se convierte en amenaza a la seguridad y tranquilidad de sus habitantes.
Aprovecho esta ocasión para expresar, a través de ustedes, un reconocimiento público a los gobiernos estatales y municipales, y a sus instituciones de seguridad y procuración de justicia, por el compromiso adquirido y el esfuerzo empeñado en esta enorme y difícil tarea, con la que estamos restableciendo el orden y la seguridad en las regiones, fortaleciendo los cuerpos policiales y de procuración de justicia.
La estrategia desplegada hasta ahora ha permitido, en relativamente poco tiempo, dañar las estructuras operativas, financieras y logísticas de las organizaciones criminales en las regiones donde habían asentado su dominio y actuaban con total impunidad.
Mediante acciones conjuntas, se ha logrado la captura de jefes, lugartenientes, operadores y sicarios relevantes en sus estructuras.
La nueva estrategia que juntos estamos construyendo se sustenta en la profundización de las tareas de inteligencia y el uso de tecnologías modernas para el procesamiento de información sobre las cadenas de valor de la delincuencia organizada.
Una estrategia así favorece tomar decisiones de manera planificada y con una amplia visión geográfica y organizacional para desarticular a estas organizaciones delictivas que nos disputan el derecho a vivir en paz y en tranquilidad en nuestras comunidades.
Sin embargo, y hay que subrayarlo, nos queda mucho camino por andar. La delincuencia, sí, está afectada, pero busca emprender otras modalidades delictivas, y encontrar siempre nuevas formas de adaptación a su cambiante entorno, con el fin de mantener el acceso a ganancias ilícitas.
Es preciso, entonces, mantener la iniciativa para garantizar la primacía del Estado mexicano sobre cualquier fuerza o grupo que atente contra la paz social, el bienestar y el desarrollo de las personas, las familias, las empresas y las instituciones públicas, en todas las regiones.
Como es lógico, un tema central de esta Vigésima Asamblea será la Reforma Constitucional de Seguridad y Justicia aprobada en marzo por el Congreso de la Unión, y actualmente en proceso de ratificación por las legislaturas estatales.
De aprobarse esta reforma por las legislaturas estatales, se abrirá paso a un cambio sustancial en nuestros sistemas de justicia penal y seguridad pública, que permitirá impulsar la modernización definitiva de las instituciones de procuración y administración de justicia, tanto federales como estatales, y sobretodo con una profunda reforma policial, fortalecer los cuerpos de seguridad de los tres órdenes de gobierno.
Como ustedes saben bien, estas reformas imponen nuevos desafíos a esta Conferencia Nacional de Procuración de Justicia.
Por eso, abriremos los espacios necesarios para abordar los asuntos relacionados con su implementación, una vez que se apruebe constitucionalmente. Algunos de éstos, son: la transformación de las leyes secundarias; los cambios de diseño institucional, organizacionales y administrativos de instituciones y organismos implicados; los programas de capacitación y profesionalización de jueces, abogados, personal ministerial, peritos y policías, y los requerimientos presupuestales para el financiamiento de estos procesos.
En los últimos meses hemos visto con satisfacción la realización de numerosas reuniones regionales de procuradores, de sus comités técnicos y de sus grupos de especialistas, para analizar el fenómeno delictivo e implementar acciones para acotarlo. Esto significa que trabajamos al mismo tiempo con una visión nacional y con una atención regional.
Nuestros grupos de trabajo han avanzado así en el desarrollo de mejores esquemas de operación, buscando en lo posible la homologación de estrategias y procedimientos, el uso de plataformas tecnológicas comunes para el intercambio de información y el diseño de propuestas y soluciones que puedan ser aplicadas en todo el País para profundizar el combate al crimen organizado.
En la agenda de trabajo que habremos de abordar en esta ocasión, la lucha contra la delincuencia organizada será uno de los temas principales. Atendiendo las experiencias de ustedes y las propuestas de sus grupos, haremos una evaluación de las acciones realizadas a partir de nuestros anteriores acuerdos, y asumiremos nuevas acciones de coordinación para fortalecer esta lucha que habremos de ganar todos juntos.
Ningún esfuerzo será suficiente en esta lucha si no minamos la capacidad financiera de las organizaciones criminales, que por su volumen se ha convertido en un problema de relevancia mundial.
Por ello, resulta oportuno en esta ocasión podemos atender la solicitud formulada por la Comisión Nacional Bancaria, de instaurar un protocolo para combatir las operaciones con recursos de procedencia ilícita, de una manera corresponsable en la esfera de las atribuciones de cada una de las instancias participantes. El lavado de dinero es un delito que, por disposición de la ley, nos corresponde a todos combatir.
Otro eje en esta lucha es el combate al narcomenudeo, uno de los delitos más condenables, pues atenta directamente contra la salud de los niños y los jóvenes de México. La Procuraduría General de la República presentará en esta ocasión el rediseño sistémico de las Unidades Mixtas para la Atención del Narcomenudeo, pero no se limita de ellas, que busca estrechar el trabajo de los tres órdenes de gobierno en la investigación y persecución de este ilícito.
No podemos escatimar esfuerzo alguno para atacar tanto la oferta como la demanda de narcóticos. Debemos fortalecer las acciones para disminuir la venta de droga, pero también debemos atender el grave problema de las adicciones.
En esta Asamblea recibiremos al Consejo Nacional contra las Adicciones, para promover la participación de las Procuradurías en los Consejos Estatales contra las Adicciones, que se instalarán en toda la República.
Dos temas centrales de nuestra ocupación, que ahora se presentan acompañados, son el secuestro y la extorsión, delitos que lastiman profundamente a las víctimas y a sus familias.
La sociedad exige, con justa razón, una acción efectiva del Estado para terminar con ellos. Resulta insoslayable fortalecer los trabajos de inteligencia y coordinación operativa que se vienen desarrollando en el Grupo de Planeación y Análisis Estratégico para el Combate al Delito de Secuestro en esta Conferencia.
En la misma línea abordaremos el tema de la extorsión telefónica, el cual ha experimentado un incremento inaceptable. Habremos de revisar las propuestas para enfrentar con nuevos esquemas estos problemas.
Resulta de suma importancia ampliar la coordinación con las instituciones reguladoras de las comunicaciones y comprometer una mayor participación social en la atención de este delito.
Otro tema de la reunión será la presentación, por parte de la recientemente creada Fiscalía Especial para los Delitos de Violencia contra las Mujeres y Trata de Personas, de un nuevo modelo de vinculación institucional estratégica, a través del cual se busca ofrecer atención integral y procuración de justicia a las víctimas de estos delitos.
Será también de la mayor importancia analizar la propuesta surgida de las reuniones de Directores Generales de Servicios Periciales de las Procuradurías, referente a la creación de una base de datos nacional genética, a partir de las experiencias registradas y las modificaciones legales recientes en esta materia.
Queridos amigos colegas Procuradores:
Por experiencia propia sabemos que el diálogo, el análisis y la discusión son las herramientas con las que se construyen los acuerdos necesarios para edificar políticas públicas de largo aliento que se traduzcan en seguridad y tranquilidad para los mexicanos.
Quienes integramos la Conferencia Nacional de Procuración de Justicia estamos conscientes de la alta responsabilidad de lograr que la sociedad reciba de sus instituciones de justicia una justicia verdadera, una justicia expedita, completa e imparcial.
Los resultados de esta reunión, no me cabe ninguna duda, contribuirán a dar cuerpo y armonía, en cada entidad federativa y en el conjunto de la República, al salto de calidad que estamos dando para reafirmar el Estado de derecho que corresponde a una verdadera democracia.
El Estado del cual es posible garantizar a los ciudadanos en su vida cotidiana las certidumbres básicas que demanda naturalmente.
Para eso estamos aquí: para trabajar por México con unidad, convicción y voluntad.
Nos deseamos juntos el mayor de los éxitos en los trabajos de esta Conferencia.
Muchas gracias.

XX reunión de Procuradores

ACUERDAN LOS PROCURADORES GENERALES DE JUSTICIA DEL PAÍS REDISEÑO DE LAS UMAN
Viernes, 18 de Abril de 2008 Boletin de PGR 300/08
• Las investigaciones que realicen, serán remitidas a un grupo elite que presentará casos de delincuencia organizada a la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada
Con el fin de abatir la oferta y demanda de narcóticos entre niños y jóvenes, los Procuradores de Justicia del país acordaron la reestructuración de las Unidades Mixta de Atención al Narcomenudeo, cuya estrategia integral radica en la desarticulación de este ilícito en sus tres vertientes: narcomenudeo, narcodistribución y narcotráfico.
En el marco de la XX Asamblea Plenaria de la Conferencia Nacional de Procuradores, realizada en Villahermosa, Tabasco, se estableció una coordinación más estrecha entre los tres órdenes de gobierno, a fin de elevar la efectividad de las detenciones y consignaciones.
Lo anterior será en beneficio de las investigaciones tendientes a desarticular, desde sus redes más pequeñas, como lo es el narcomenudeo, a las organizaciones delictivas dedicadas a la venta y distribución de drogas.
Asimismo, la información y evidencias generadas en las Unidad Mixta de Atención al Narcomenudeo serán turnadas a un grupo de analistas y ministerios públicos especializados que, en coordinación con las procuradurías locales, presentarán ante un Juez, casos concretos de narcomenudeo.
El grupo elite de analistas y ministerios públicos estará encargado también de elaborar y presentar una agenda de casos vinculados con delincuencia organizada a la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada.
Para obtener mayores elementos de vinculación de las personas detenidas en posesión de droga, se prevé la adopción de un modelo único de puesta a disposición del Ministerio Público.
Dentro del Programa para el Combate al Narcomenudeo, las Unidades Mixtas de Atención al Narcomenudeo estarán dotadas de peritos en Medicina, Química, Fotografía y Dactiloscopía para agilizar y fortalecer las investigaciones.
Para garantizar el pleno respeto a las garantías individuales, las UMAN contarán con defensores públicos y servicios a la comunidad.
Otro punto de acuerdo al que llegaron los Procuradores, es la suscripción de convenios de colaboración con los Comités Estatales contra las Adicciones y autoridades sanitarias del Estado, así como una participación más activa de los Comités Estatales de Participación Ciudadana, en la atención de adictos.
De esta manera, las Unidades Mixtas de Atención al Narcomenudeo, área sensible en la lucha contra el tráfico de drogas, serán referencia clave para la desarticulación de células delictivas.

Graves acusaciones en Colombia

Rafael Garcia, ex funcionario del Deparamento Administrativo de Seguridad (DAS- policía secreta de Colombiana) quien está procesado en se país por narcotráfico, aseguró este viernes 18 de abril que el paramilitarismo "infiltró" no sólo al Congreso, sino otras instituciones como varios ministerios e incluso instancias judiciales.
García, que cumple condena de 18 años de prisión por borrar de los archivos policiales nombres de narcotraficantes, prestó un testimonio público ante la Corte Suprema de Justicia.
Antes
García, quien era el jefe de informática del DAS afirmó en su testimonio que la infiltración del paramilitarismo y del narcotráfico ha alcanzado a instancias de los ministerios de Comunicaciones, en la Dirección Nacional de Estupefacientes, del ministerio del Interior, la cancillería, el ministerio de Agricultura, el ministerio de Transporte, y el ministerio del Ambiente y el Consejo Nacional de la Judicatura, encargado de administrar los tribunales.
La única persona que García identificó en su testimonio fue a la ex ministra del Ambiente, Sandra Suárez, de quien dijo que fue "posiblemente colaboradora de las autodefensas", las bandas paramilitares.
La exministra en declaraciones difundidas por la televisora RCN, negó los señalamientos.
Lo graves es que gracias a las denuncias del ex funcioanario del DAS el asunto ha desembocado en una vasta investigación judicial y de la Corte Suprema sobre presuntos lazos de parlamentarios con jefes paramilitares y por lo cual al menos 30 congresistas han sido detenidos desde el 2007 hasta ahora.
En un testimonio en el que no ofreció detalles sobre sus denuncias, García también indicó que "utilizando documentación de Indumil (la industria colombiana fabricante de armas) el DAS ingresó fusiles para las autodefensas, para el cartel del Norte del Valle", uno de los más poderosos grupos de narcotraficantes.
Desde al menos el 2007, la Fiscalía investiga si comandantes paramilitares, la mayoría ahora en prisión, financiaron y presionaron para que votaran en favor de algunos congresistas, de forma de tener influencia en el poder legislativo, pero también en otras instancias de gobierno.
Acusaciones a congresistas: revista Cambio.
Por otro lado, La ex legisladora colombiana Rocío Arias acusó a la presidenta del Congreso de Colombia, Nancy Patricia Gutiérrez, de haber recibido apoyo de paramilitares en las elecciones regionales del 2006, reveló la revista Cambio.
Según la publicación, ''Arias sostiene que en las elecciones regionales del 2006, la senadora Gutiérrez recibió el apoyo de John Fredy Gallo, "El Pájaro''
, mando medio de un bloque de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC).
''El Pájaro'' es un desmovilizado de esa asociación de la ultraderecha armada que está preso en la cárcel bogotana de ''La Picota'' y las autoridades ''lo señalan como responsable de decenas de muertes y secuestros en esa región'', añade el semanario.
Uribe preocupado:
Luego de su regreso de México, recomendó "no abrirle puertas a las tentaciones de inestabilidad institucional".
Aunque su llamado, que pensó mucho -según admitió-, fue dirigido a todos los poderes públicos, este parecía estar especialmente enfocado a la Justicia (Corte Suprema y Fiscalía), organismos que han vinculado judicialmente a 61 congresistas, por supuestos nexos con la parapolítica.
Uribe tiene preocupación por la "solidez jurídica" de las decisiones a través de las cuales se ha involucrado mediante investigaciones preliminares, indagatorias, capturas y condenas a más del 20 por ciento del total de miembros del Congreso.
Para Uribe, "este país nuestro va bien en muchos caminos y por eso es la hora de llamar a preservar la solidez institucional".
El Jefe de Estado hizo referencia a las recientes investigaciones preliminares que abrió la Corte contra los senadores Carlos García Orjuela, jefe del partido de 'la U' y Eduardo Enríquez Maya (conservador), así como a los representantes de Nariño Myriam Paredes (conservador) y del Tolima Javier Ramiro Devia (conservador).
La reacción de Uribe se pudo haber originado porque, al parecer, varios de ellos lo han llamado para asegurarle que no hay fundamentos para que sean judicializados por hechos de esa naturaleza.Su llamado también coincide con la versión de la detenida ex representante Rocío Arias, quien amenazó con declarar en contra de la presidenta del Senado, Nancy Patricia Gutiérrez, sobre sus supuestos vínculos con los 'paras' según reveló la revista Cambio.
'Hay una clara intención de hacerme daño de Rocío Arias y Piedad Córdoba', dice Nancy Patricia Gutiérrez
-¿Conoció a los paramilitares que se identifican como el 'Águila' y el 'Pájaro' en Cundinamarca?
-Conocí a el 'Águila' en una feria llamada Agrosena en junio del 2006, en Mosquera. Allá el señor se presentó como desmovilizado y que hacía parte de los programas del Sena. Me lo presentó el Director del Sena.
-¿Pero tuvo algún tipo de acuerdo o relación política con alguno de ellos?
-No he tenido ninguna clase de vínculos con grupos al margen de la ley durante toda mi trayectoria política. Si lo tuviera, jamás habría presentado mi nombre para ocupar la Presidencia del Senado.
-¿Cómo interpreta la decisión de Rocío Arias de declarar en su contra en la Corte?
-Hay una clara intención de hacerme daño en lo personal y a la institucionalidad. Esos intereses no son solo de Arias sino de varias personas como Piedad Córdoba. Ella se reunió el 9 de abril con Arias en El Buen Pastor.
Fuente: EFE; Cambio, El Nuevo Herald y ElTiempo.

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