11 may 2008

Mujeres amenazadas

Diario de mujeres amenazadas/Reportaje.
QUINO PETIT
EL PAIS SEMANAL; 11/05/2008;
Éste es el estremecedor diario, contado en primera persona, de dos mujeres maltratadas por sus parejas. Han vivido el horror e intentan escapar de la espiral de crueldades que las han atrapado. Pero las dos siguen amenazadas por ‘Ellos’. En lo que va de año han muerto en España más de veinticinco mujeres por la violencia machista. Estas páginas reconstruyen la pesadilla minuto a minuto.
El miedo Diario de A.
Martes 15 de abril de 2008
A las siete de la mañana tengo que dar los pasos más difíciles del día. Sólo son veinte metros. Separan mi coche del ascensor de esta segunda planta subterránea. El eco de mis pisadas retumba en las paredes. Nunca coincido con nadie a estas horas. Y esa soledad me aterroriza. Me hace temer que Él pueda aparecer y hacer conmigo lo que quiera. Maldito garaje.
Esta mañana no estoy sola. Me acompaña un periodista. Sólo podrá decir que me llamo A., tengo 39 años y soy española. Ha venido a buscarme a la puerta de casa de mis padres, a las afueras de esta ciudad donde vivo desde pequeña. Mis dos hijos, una niña de ocho años y otro de seis, y yo estamos ahora con ellos. Soy coqueta y me gusta llevar siempre un toque de maquillaje. Hoy visto una cazadora de cuero marrón, pantalones vaqueros de color blanco, una blusa y unos zapatos negros. Cada día, sábados y domingos incluidos, me desplazo a las seis y media de la madrugada hasta el centro para mantener un negocio de venta de periódicos, revistas y objetos de papelería. El periodista sube conmigo al coche. Me acompañará durante todo el día. Después de aparcar, subo junto a él las dos plantas subterráneas en ascensor con la respiración entrecortada. Definitivamente, no me gusta estar aquí dentro. Vuelvo a respirar cuando alcanzo la calle.
Ya no estoy sola. Los madrugadores deambulan por este barrio céntrico. María es la portera del edificio contiguo a la tienda y conoce toda mi historia. Su marido, el portero consorte, ya tiene todo preparado cuando llego. Las montañas de periódicos flanquean la entrada, delante del panel de revistas colgadas con pinzas. Le pago un dinerito a la semana por abrir y cerrar el negocio. Porque el miedo no sólo aparece en el parking. También llega al avistar la matrícula de un coche o la marca de una moto. Conduzco fijándome en los que se ponen a mi lado. Nunca espero al borde de la acera para cruzar un paso de cebra. Temo que Él pueda aparecer por detrás y me empuje contra un coche. Camino por la calle mirando a la cara de la gente. Siempre estoy alerta. Siempre. Conocer la cara de mi amenaza puede ser una ventaja a la hora de localizarlo. Pero todavía soporto la cruz de no poder quitármelo de la cabeza.
Diario de D.
Jueves 17 de abril de 2008
Cuando me asomaba por esta ventana de la casa de acogida y miraba los trenes que paraban en la estación de enfrente solía pensar: “¿Cuándo llegará el mío?”. Fueron muchas noches sin dormir, alimentando las ojeras. Pero tengo buenos recuerdos de mi estancia aquí. Pude olvidar durante una temporada el horror que aún me provocan las esquinas, el pánico a que Él aparezca al otro lado de la calle. El miedo lo destruye todo. Te anula. Te paraliza. La habitación está ocupada hoy por otra mujer que ha empapelado las paredes con fotos de sus hijos. Pero al asomarme de nuevo por una de las ventanas del que fue mi cuarto y el de mi hija durante seis meses, al contemplar una vez más la vía del tren y las montañas de pinos calados por la lluvia no puedo evitar las lágrimas delante del periodista. He vuelto con él para que conozca cómo ha sido mi vida hasta hace poco. Dirá que me llamo D., tengo 36 años, soy rumana y vivo en una ciudad española desde hace casi tres años. En todo ese tiempo he aprendido a defenderme con el idioma. Cristina, una de los siete trabajadores sociales de la casa, me abraza al verme llorar. Lo necesito. Como ella dice, es lo primero que echamos en falta las mujeres maltratadas por nuestras parejas cuando llegamos a este lugar. Pero Cristina, la directora, también recuerda que ésta es una estación de paso. Llegado el momento, tenemos que seguir solas nuestro camino.
Yo lo intento desde el 7 de enero de este año. Aquel día volví a casa de mi hermana, en el centro de la ciudad. A partir de entonces tuve que doblar la medicación para los nervios y la ansiedad. Diazepam, Citalopram, una pastilla tras otra. A veces pierdo el hilo de las conversaciones cuando estoy bajo sus efectos. Mi vida transcurre entre visitas al centro de salud para recoger el cóctel de tranquilizantes y barbitúricos y las consultas de psicólogos que atienden también a mi hija. Tiene tres años y todavía no habla. Los médicos no descartan una posible relación con la violencia que ha presenciado.
La primera vez que me pegó
Diario de A.
Jueves 10 de julio de 2003
Llegó a casa a las cuatro de la madrugada. Hacía tiempo que ya no me decía dónde iba ni lo que hacía. Dijo cosas sin sentido e intentó despertarme. Yo tenía que levantarme en un par de horas para abrir la tienda. Déjame dormir, por favor. Ni caso. Déjame en paz. Me mordió en una mano con toda su rabia. Al principio pareció una reacción infantil. Pero me dejó los dientes marcados. No entendía nada. Me dio un cabezazo y empecé a preocuparme seriamente. Él se marchó a la cocina y pude escucharle rebuscando en el cajón de los cuchillos. Salí corriendo a la terraza, pensando que no sería capaz de hacerme nada al aire libre. Si se atrevía a venir, gritaría con todas mis fuerzas. Me amenazó de muerte.
Desperté a los niños a las seis de la mañana y me los llevé a casa de mis padres. Les conté todo nada más llegar. Ellos me dijeron que debía denunciarle ese mismo día e ir al médico para solicitar un parte de lesiones. Fui al médico, denuncié y empezó otro calvario de tres meses, hasta que me concedieron la orden de alejamiento. Hasta entonces, los niños y yo nos quedamos en casa de mis padres.
Poco después se presentó en la papelería y volvió a agredirme. Me agarró por el cuello y dijo que me mataría. Estaba rabioso por la denuncia. “Me lo has quitado todo”. Igual pensó que yo volvería. Estaba equivocado.
Diario de D.
Domingo 5 de diciembre de 2004
A medida que avanzaba mi embarazo obtuve la baja en la clínica de Atenas donde trabajaba. Llevábamos pocos días casados y esperábamos una hija. A la hora de comer le dije que deberíamos comprar cosas para la llegada del bebé. Él se puso nervioso. “No seas pesada, ya haremos todo eso más adelante”. Pero insistí. Y una de aquellas manos curtidas que me inspiraron confianza cuando le conocí estampó su huella en mi cara. Sus manos lo destrozaron todo con dos bofetadas. Jamás lo había hecho antes. Nunca pensé que haría algo así, a pesar de machacarme psicológicamente desde que nos conocimos. “Eres la tonta de tu familia, todo el mundo te toma el pelo”, solía decir. Tampoco a mí me gustaba levantarme a la fuerza de madrugada para prepararle el desayuno, pero no daba excesiva importancia a esas cosas. Quizá debía haberlo hecho. Traté de pararle los pies.
–No vuelvas a pegarme. Si lo repites, tendremos que separarnos.
–Dependerá de ti. Si sigues con esa actitud, tendré que seguir zurrándote.
Volvió a pegarme. Durante los madrugones para prepararle el desayuno empezó a embargarme una intriga cotidiana por saber si Él tendría un buen día. Intentaba hacerlo todo bien, la comida, las tareas de la casa… Trataba de ser perfecta y esperaba a ver con qué humor se levantaba.
Antes de nacer la niña se le pasó por la cabeza montar un negocio, pero le faltaba dinero. Una noche, tumbados en la cama, me propuso vender el terrenito y la casa que yo había dejado en Rumania para invertirlo todo en su empresa. Le expliqué que compartía la propiedad con mi hermana pequeña; si, llegado el momento, decidía vender esas propiedades, necesitaría su consentimiento. Se subió encima de mi barriga de siete meses y preguntó: “¿Has tomado ya la decisión?”. No me dio tiempo a responder. Me abofeteó la cara hasta que sangré por la nariz y se largó a prepararme un baño de agua fría. Aquello se convirtió en una especie de ritual, en una tortura. Después de la paliza me obligaba a meterme en la bañera con agua helada. “Saca las energías negativas que llevas dentro. Me provocas”.
Cuando ya faltaba poco para el nacimiento de la nena me pegaba a diario. Paliza y ritual. En el último mes, varias veces al día. Patadas, tortazos, tirones de pelo camino de la bañera. “Mírame a los ojos cuando te pego”. Me tapaba la cara con una almohada para que los vecinos no escuchasen mis gritos. Aprendí a llorar en silencio. ¿Por qué soportaba aquello? Sentía vergüenza, de lo que estaba pasando y de contárselo a alguien. Vergüenza de que pudieran enterarse mis hermanos, de sacarlo todo a la luz. No quería cargar a nadie con aquella desgracia. Todavía hoy me cuesta horrores contárselo al periodista. Tengo que parar. Y tomar otra pastilla.
No recuerdo que en Grecia existiese una buena infraestructura para ofrecer protección a las víctimas de la violencia de género. O al menos yo no tenía noticias en ese sentido. Empecé a temer por mi vida. Entre sus aficiones no figuraban ni la bebida ni el consumo de drogas. Jamás me pegó bebido o drogado. Lo suyo era pura maldad.
Decía que yo no comía lo adecuado para alimentar al feto. Una mañana fui a comprar mandarinas al mercado y cuando volví a casa las tiró por el suelo. “No vuelvas a darle esa mierda a la criatura”. Todo estaba siempre mal. Todo lo hacía siempre mal. Llegué a creer que sería incapaz de criar a una niña.
–Si te perjudico tanto, ¿por qué no nos separamos?
–Si vuelves a decir eso, te mato. Tú te separas cuando lo diga yo.
Me entró el miedo más grande que puedas imaginar.
La madrugada del 27 de marzo de 2005 llegaron las contracciones. Él no quería que contase a mi familia la noticia del nacimiento de la niña. Pero mi hermana pequeña me llamó por teléfono y no pude evitar decírselo. Ella se presentó con regalos y me eché a llorar en sus brazos. Preguntó si todo iba bien. Le dije que tenía dolores del parto.
Cinco días después ya estaba de nuevo en casa, dando el pecho a la nena. Él llegó por detrás y me golpeó. El bebé empezó a llorar. Mientras encajaba los puñetazos la acosté en la cunita. Me pateó las heridas del parto y le pedí que fuéramos a otra habitación para no asustar a la niña. Él la sacó de la cuna y la envolvió en un mantel. “Deja de llorar o la estampo contra la pared”. A partir de entonces aprendí a llorar sin lágrimas. El agua fría volvió a inundar la bañera para el ritual.
La vida
Diario de A.
Martes 15 de abril de 2008
En mi vida suenan muchos teléfonos, pero hay uno que no puedo dejar de llevar desde hace un año. Se llama TAM y pertenece al servicio de teleasistencia para víctimas de la violencia de género. Lleva conectado un GPS con el que la policía localiza mi posición, salvo en el metro o en lugares donde la señal se emite con dificultad. Por eso no puedo bajar la guardia.
La primera llamada del día llega al teléfono de la tienda alrededor de las ocho de la mañana. “¿Habéis desayunado ya?… ¿Cómo has dormido?… Un besito, guapa”. Siempre hablo con mis hijos antes de que mi padre los lleve al cole. Él viene a hacerme compañía a partir de las diez y hasta la hora de comer. También me ayuda a atender a los clientes. Antes venía por las tardes, pero le he pedido que deje de hacerlo. Tengo que acostumbrarme a llevar una vida lo más normal posible. “Ahora está saliendo”, dice mi padre al periodista. “Pero hemos sufrido mucho. Y el miedo siempre está ahí; veremos qué pasa cuando termine la orden de alejamiento, dentro de unos años. Al menos ella ha podido contar con nosotros, con sus padres y sus hermanos. No me explico que haya mujeres que no le cuenten esto ni a su familia”.
Guardo cada euro de los clientes bajo el mostrador de cristal. Los billetes van a la caja registradora, situada bajo una cámara de videovigilancia. La tienda es pequeña, sí, pero hay de todo. Prensa, chuches, cuadernos de anillas sobre estanterías de madera, una vieja fotocopiadora, el último de Harry Potter… Lo que de verdad tiene gracia es esa silla azul situada frente al mostrador, una especie de confesonario para los vecinos. Uno quiso contarme, no hace mucho, los detalles de su operación de próstata, pero debí de poner una cara… Se levantó muy molesto y dijo que era demasiado aprensiva. Pero creo que a todos en el barrio les caigo bien. A los suscriptores de diarios les estoy entregando vales para recoger su periódico en otro quiosco el último domingo de abril. Ese día celebraremos la comunión de la niña. Será una excepción. Menos en agosto, sagrado para mí, abro a diario desde hace varios años. Son las diez, y mi padre acaba de llegar. Salgo con el periodista para desayunar y contarle mi historia desde el principio.
Nací en Granada en 1969 y soy la segunda de cuatro hermanos. Nos mudamos con mis padres cuando apenas tenía unos meses a la ciudad donde vivo ahora. Terminé la FP de administrativo y empecé a trabajar antes de cumplir los dieciocho en una multinacional. A los veinte cambié de empresa y conocí a quien se convertiría en mi marido una dé­cada después. Él tenía ocho años más que yo y se encargaba del área de informáticos de la misma compañía. Yo estaba de secretaria del presidente, quien ejerció de celestino. Quedamos en varias ocasiones. Un día me dio un anillo. Me hizo ilusión. Nos casamos un año más tarde.
Diario de D.
Miércoles 16 de abril de 2008
Sólo voy con la niña al parque un par de veces a la semana. El periodista y yo hemos encontrado uno al salir del centro de servicios sociales del Ayuntamiento. Nos sentamos para reconstruir mi vida. La nena juega a escasos metros de nosotros, pero la vigilo en corto. Si algún niño le quita el oso de peluche, me acerco para tratar de recuperarlo. Ella no sabe decir que es suyo. Si se cae, salgo corriendo como una condenada para recogerla del suelo. Prácticamente soy sus manos, su voz. No puedo evitarlo.
Nací en Paunesti, al sureste de Rumania. Mi padre y mi madre se separaron, y él nos llevó a los hermanos bajo su custodia a uno de los inhóspitos orfanatos de la era Ceausescu. Tres años después volví con mi madre. Ingresé en la Escuela Universitaria de Enfermería a los 19, compaginando los estudios con trabajos en la pequeña porción de tierra que mi madre cultivaba junto a la casa. Tras licenciarme, con 22 años, me trasladé a Focsani para trabajar en un hospital. También compré una parcelita y empecé a cultivar flores. No tardé mucho en abrir una floristería. Compré un piso de tres habitaciones, y mi hermana pequeña se trasladó a vivir conmigo. Me echaba una mano en el negocio. La vida me sonreía, sí. Pero soñaba con vivir cerca del mar, en un lugar con climas cálidos. Y me apasionaba la mitología griega. Viajé a Atenas en 1997 para asistir a la boda de una de mis hermanas. La ciudad me atrajo tanto que dos años después ya había liquidado el negocio de Paunesti y estaba contratada en una clínica ateniense. Mi hermana pequeña también se vino. Juntas alquilamos un piso.
Como me gustaba correr, pensé que inscribirme en un club de jogging sería una buena forma de conocer a gente. Mi futuro marido era uno de los socios. Le conocí en febrero de 2004, durante una fiesta. Era un tipo alto y fuerte. Sus curtidas manos de albañil me inspiraron confianza. Me recordaban a las de aquellos trabajadores del campo rumano a quienes las niñas llevábamos comida al mediodía. No me enamoré. Pero tenía 30 años y pensé que podría ser un buen hombre junto a quien formar una familia.
El día de mi boda
Diario de A.
Jueves 24 de septiembre de 1998
Fue un día bonito. Viajamos a las islas Mauricio y Reunión de luna de miel. Y lo pasamos muy bien. En 1999 nació nuestra primera hija, y con ella la familia que Él siempre quiso tener. La misma que se encargó de destrozar.
Éramos felices. Trabajábamos en la misma empresa. Yo seguía como secretaria del presidente, y Él, con su cargo al frente de los informáticos. En el año 2000 presionó para que regularizaran la situación de varios empleados a su cargo y le echaron. El presidente acabó despidiéndome también un año más tarde. Él montó una nueva empresa. Si se hubiera aplicado, le habría ido de maravilla. Llegué a trabajar para Él durante un año. Hasta que nació el niño.
Montamos esta tienda encima de la nueva oficina de Él, muy cerca de nuestra casa. En 2002, Él echó el cerrojo a la PYME y yo permanecí aquí arriba, vendiendo periódicos, chuches y libros. Se acostumbró a pasarse para coger dinero de la caja registradora. Desaparecía durante el resto del día, sin decirme dónde se metía. Entró en una espiral de mentiras. Jamás le di razones para tener celos ni creo que los tuviera. Simplemente se fue deteriorando, estropeándose. Nunca había sido agresivo conmigo, pero empezó a alterarse cuando discutíamos.
Diario de D.
Jueves 25 de noviembre de 2004
Sólo hacía un mes que le conocía y ya se vino a vivir a mi casa. En el verano de 2004 viajé a Rumania para visitar a mi madre y me di cuenta de que estaba embarazada. Le telefoneé para decírselo. No le hizo mucha ilusión. A finales de año, Él me propuso que nos casáramos “para que el bebé tuviera un padre legal”. El 25 de noviembre contrajimos matrimonio en el Ayuntamiento de Atenas. Fue un día triste. Sólo me dejó invitar a una de mis hermanas a condición de que viniera la suya. Ni siquiera permitió que nos hicieran fotos.
La familia
Diario de A.
Septiembre de 2003
¿Has visto lo que le ha pasado al coche de tu padre? Y la ventanilla del coche aparecía destrozada. Mensajes a mi móvil, llamadas de madrugada a casa de mis padres. Cambiamos los números de teléfono de toda la familia después de la primera agresión. Un día, los bomberos tuvieron que apagar un principio de incendio dentro de la tienda. Pintadas en la chapa del local. “Puta”. No me atrevía a ir sola a ningún sitio. Mi padre me acompañaba a todas partes, desde primera hora.
Él pasaba con la moto por la puerta de la papelería y me hacía una señal de degüello. Entraba aquí como Pedro por su casa. Un día intentó llevarse la máquina registradora y traté de impedírselo. Me tiró al suelo, me escupió y me pegó patadas. Mi padre estaba presente. Pero no quería hacer nada, porque Él buscaba una excusa para justificar su comportamiento. Aquel día, la policía se lo llevó detenido en un coche patrulla. Volvimos a pedir la orden de alejamiento hasta que la concedieron, en septiembre de 2003. Tres meses más tarde de la primera agresión.
“Si lo ves por aquí, llámanos”. Pasé un año bajo la amenaza constante hasta que se celebró un juicio, en octubre de 2004. Podía haber pasado cualquier cosa en todo ese tiempo. Por entonces no existían los juicios rápidos para casos de violencia de género.
El pleito fue doloroso. Pero eres tú y tu vida. En octubre de 2004 le condenaron por un concurso de varios delitos relacionados con la violencia de género. Me alegro de haber hecho lo que hice, de haber denunciado desde la primera agresión. Seguir viviendo así habría sido una tortura.
La Audiencia Provincial resolvió en febrero de 2005 el recurso que Él presentó y la sentencia se convirtió en firme. Ingresó en prisión y pensé que por fin podría vivir un poco. Desde la cárcel envió algunas cartas a nombre de los niños. El periodista dice haber encontrado en ellas una frase que podría definir a alguien que equivoca conceptos: “La libertad es soportar al prójimo”.
Diario de D.
Mayo de 2005
Pasaron los meses sin que nuestra hija tuviera nombre. Yo quería ponerle el de la diosa griega Ártemis, pero no me atrevía a decírselo. Él quiso que llevara el nombre de una de mis hermanas, que vivía en España y vino a visitarnos cargada de regalos. Aquello debió de impresionarle. Propuso que nos trasladásemos a España. Y pensé que podría ser una oportunidad de volver a empezar desde cero. Mi hermana nos acogería durante un tiempo en la casa que compartía con otro de nuestros hermanos.
Llegamos el 23 de mayo de 2005. Mis hermanos se marchaban a trabajar por las mañanas y nos dejaban solos en casa. Una semana después volvió a agredirme. Estábamos en la cama, Él tumbado y yo dándole el pecho a la nena. Me preguntó si me gustaba la ciudad y me dio un puntapié en la cabeza. Perdí el conocimiento. Cuando recobré la consciencia estaba tirada en el suelo. Afortunadamente, la niña había caído sobre la cama. Dijo que nos volvíamos a Atenas. Conseguí convencerle para que Él regresara y a mí me dejase pasar el verano con mis hermanos. Se había convertido en un especialista en golpearme sin dejar marcas y ellos no sospechaban nada. Pero mi hermana entró en el baño y me sorprendió llorando. Exploté. “Vamos al hospital, yo me haré la enferma”, dijo ella. Conseguimos salir solas de casa.
Parte de lesiones del 31-5-2005: golpes en zonas genitales, tumoraciones en los muslos. Escoliosis. Rojeces en el rostro. Cefaleas.
–¿Cómo se ha hecho usted todo esto?
–Me ha pegado mi marido.
Él se marchó dos días después. “Te espero dentro de un mes”, dijo antes de irse.
La amenaza
Diario de A.
Marzo de 2007
La policía me llamó para avisarme de que Él salía en libertad. La fiscalía recomendó de oficio una orden de protección. Me ofrecieron el máximo nivel de vigilancia, consistente en escolta policial durante 24 horas, pero solicité cambiarlo por acompañamientos al desarrollo de las actividades cotidianas. Los agentes, armados y de uniforme, venían conmigo desde la puerta del garaje hasta la tienda. Por la tarde me seguían en coche hasta la casa de mis padres. Aprendí a vivir con escolta. No sé cómo vive un amenazado por la banda terrorista ETA, pero aquello debía de parecerse bastante.
El periodista ha preguntado sobre este y otros aspectos a la máxima responsable policial del Grupo de Atención a las Víctimas de Violencia de Género de la ciudad donde vivo. Anna Choy coordina la protección de las mujeres que hemos decidido contar en este reportaje el terror que soportamos las víctimas de la violencia machista. “Como estos dos casos seguimos alrededor de 3.000 en toda la ciudad, para los que contamos con 30 efectivos. En cuanto a la escolta que ofrecemos para los amenazados por ETA, la única diferencia a la hora de prestar el servicio es que lo hacemos de paisano”. Un mes más tarde quisieron prorrogarme la protección policial, pero no fue posible. Lamentablemente somos demasiadas. Y no hay efectivos para todas. A cambio me concedieron la teleasistencia.
Diario de D.
Junio de 2005
Él ya estaba en Atenas cuando mi hermana me acompañó a un centro de atención a las víctimas de violencia de género del Ayuntamiento. Desde allí nos remitieron a la policía y le denuncié. Él llamó a los pocos días.
–¿Cuándo te vienes?
–Quiero separarme de ti.
–Te mataré. A ti, a la niña y a tus hermanos. Si no puedo hacerlo yo, enviaré sicarios.
En verano recibimos una llamada. “Escóndete, va para allá”. Me refugié con la niña en un piso de acogida de urgencia para víctimas de violencia de género durante una semana. Como yo no tenía teléfono, Él llamó a mi hermana para quedar. “Quiero hacer las cosas bien”. Ella se lo comunicó a la policía y le propusieron pactar un encuentro al que varios agentes acudirían de paisano. El 15 de julio de 2005 le detuvieron al llegar a la cita. Ese día salvaron la vida de toda mi familia.
Se celebró un juicio rápido. En dos días fue condenado a una orden de alejamiento de más de 1.000 metros de nosotros y a presentarse cada martes en el juzgado. Pero se marchó a Grecia. El juez dictó una orden de busca y captura. Desde allí continuaron llegando sus amenazas al móvil de mi hermana. Mensajes, llamadas tres veces al día. “Os robaré a mi hija”. Volví a vivir en casa de mis hermanos. Sin trabajo, movilicé los trámites para obtener un permiso de residencia. Salía lo menos posible con la nena. Miraba detrás de cada esquina. Tenía miedo de los hombres altos. Lloraba sin motivo. ¿Qué podía hacer para protegerme? Así pasaron dos años.
El 15 de junio de 2007, una de nuestras hermanas llamó desde Grecia. Él había dado con su teléfono y le advirtió. “Voy a por ellos. Esta vez no me detendrán”. El 3 de agosto de 2007 se presentó en el consulado griego y pusimos una nueva denuncia. Vomitaba el miedo y la medicación que me recetaron. La policía descubrió que Él se alojaba en un cámping y me concedieron la teleasistencia que mantengo. A través de los servicios sociales del Ayuntamiento, el 21 de septiembre ingresé con la nena en la casa de acogida a las afueras de la ciudad. Llamaba dos o tres veces al día a mi hermana. “Estoy encaminada. Voy a luchar por lo que me he propuesto”. Volví a plantar flores y a elaborar el pan de pita para la merienda. El aroma del pan recién hecho me recuerda el olor de mi madre.
Hoy es siempre un día
Diario de A.
Martes 15 de abril de 2008
Le vi por última vez a finales del año pasado, cerca de la tienda. Y llamé a la policía. Desde entonces no ha vuelto a aparecer. La fiscalía me comunicó que Él se había mudado a otra localidad. Ya no me siento amenazada. Pero tengo miedo. El miedo siempre está ahí.
En verano hará tres años que conozco a José Manuel. “Vamos a intentar olvidar… si nos dejan”, dice al periodista. “Al principio estaba acojonaíllo. Una tarde, tomando una copa, me lo contó todo. Yo pensé: ¡Vaya papeleta! Con el marido en la cárcel, los dos niños… Le pregunté si sentía algo por Él y me dijo que no. Y que me quería. Empezamos desde cero. Su salvación ha sido no rendirse jamás a sus chantajes ni a sus amenazas. No haberle dejado pasar ni una. Denunciarlo cada vez que aparecía”.
Aunque al principio tenía cierto recelo, no he desarrollado fobias hacia los hombres. No puedo pensar que todos sean como Él porque yo haya sufrido esta desgracia. Pero camino con cautela. Y a José Manuel se lo he dejado claro: a mí ni me levantes la voz. Nos hemos comprado un piso fuera de esta ciudad. Queremos trasladarnos con los niños.
El juzgado de familia le ha denegado a Él las visitas. Y ha perdido la custodia. El más pequeño tiene asumido que el día del padre no tiene a quién felicitar. Claro que tiene padre, pero no está con nosotros. Porque Él lo ha querido. A los dos les explicaré las cosas tal como sucedieron. Cuando sean mayores.
Son las ocho y media de la tarde, y José Manuel ha ido a buscar el coche. Siempre lo hace cuando viene a verme. Me ahorra tener que escuchar el eco de pasos solitarios retumbando en las paredes subterráneas. El vehículo está ya en la puerta de la tienda cuando salgo para dejar que el portero consorte termine de cerrar. Hay carteles de traspaso en el escaparate. Quiero marcharme de aquí. Este negocio y el maldito garaje son los únicos recuerdos que conservo del horror.
Diario de D.
Jueves 17 de abril de 2008
Le vi por última vez el 24 de octubre de 2007, un mes antes de que me concedieran el divorcio. La policía vino a recogerme a la casa de acogida para acompañarme al juzgado de lo civil. Comparecía como testigo de sus amenazas contra mi hermana. Él estaba en la puerta. Al salir del coche patrulla, toda la terapia de la casa se derrumbó en un instante. La policía le detuvo por la orden de busca y captura. Pero el juez lo dejó en libertad y se marchó de nuevo a Grecia. Desde allí nos llegan sus amenazas cada mes. La última fue hace una semana. “Esto no se ha acabado”. Me gustaría mudarme a otra ciudad con la nena. Sigo abrazándola con fuerza cada vez que doblo una esquina. Creo que tardaré en volver a confiar en los hombres.
En la casa de acogida hoy huele al arroz de Loli, la cocinera. Montse es la coordinadora: “Intentamos que encuentren un ambiente lo más parecido posible a un hogar”. Hay 24 plazas. La nena y yo ocupamos dos hasta el 7 de enero de este año. Desde entonces vivo con mis hermanos y tengo concedida una RAI (renta activa de inserción) de 260 euros mensuales. Necesito un empujón para terminar de recuperar mi vida. Podría volver a trabajar de enfermera. Estoy capacitada. A veces no encuentro en los servicios sociales toda la atención que me gustaría. También he conocido excelentes profesionales, por supuesto. Pero la sociedad debe dejar de vernos como una cifra. Los números nos quitan la voz. Y cada caso conforma un universo diferente que no puede ser tratado de la misma forma. El periodista ha preguntado por esta cuestión a Alba García, la directora del Programa de Seguridad contra la Violencia Machista del Gobierno de la comunidad autónoma donde vivo. Y ella le ha contestado que en cierto sentido tengo razón: “Debemos avanzar en el desarrollo del trabajo en red para coordinar los servicios policiales con los sociales y judiciales. Y no olvidemos que todavía el 70% de las mujeres asesinadas el año pasado en España por sus parejas no había puesto su situación en conocimiento de las administraciones. Habrá que mejorar los sistemas de detección. La consulta del médico de familia es un buen lugar para vislumbrar los indicios de un posible maltrato y comunicarlos a un trabajador social que empiece a realizar labores de prevención”.
Salgo de la casa de acogida con el periodista. Camino de la estación, vuelvo a preguntarme: ¿cuándo vendrá mi tren? Por ahora sólo tengo un billete de cercanías. La nena se ha quedado dormida. Su cara no me recuerda a Él. Me recuerda lo que Él ha perdido.
Terror machista
Por Montserrat Comas d’Argemir
La violencia machista ha dejado sin vida a 425 mujeres en los últimos siete años (de 2001 a 2007), asesinadas en el ámbito de la pareja o ex pareja. Además del insoportable reguero de sangre, este tipo de violencia ocasiona diariamente la vulneración de otros derechos constitucionales: el derecho a la libertad (amenazas, coacciones), el derecho a la integridad fí­sica (agresiones, maltrato físico habitual), el derecho a la dignidad (vejaciones, maltrato psicológico reiterado) y el derecho a la igualdad en la pareja. Desde la creación de los juzgados de Violencia sobre la Mujer el 29 de junio de 2005, en los dos primeros años se ha juzgado a 69.400 hombres (de los cuales 48.971 han sido condenados), se han dictado 53.994 órdenes de protección y se han resuelto 24.634 procedimientos civiles. En el año pasado se formularon 126.293 denuncias por actos violentos que se están investigando.
detrás de estas frías estadísticas hay muchas mujeres víctimas de un terror insoportable, porque es diario, persistente y está instalado en el propio hogar. Resulta lacerante que sea precisamente este ámbito de las relaciones sentimentales que se inician por afecto el que se convierta para muchas mujeres en un auténtico infierno y dolor. Treinta años de democracia no han sido suficientes para terminar con una de las manifestaciones más brutales de la desigualdad entre hombres y mujeres. Y ello es así porque estamos ante un problema universal –sucede en todos los países– y con el que llevamos muchas décadas, ya que responde a una construcción social que ha potenciado un reparto desigual de las actividades productivas, creando unos roles sociales asignados en función del sexo. Es la pervivencia de los patrones culturales machistas, de discriminación hacia la mujer, la que explica que determinados hombres sigan utilizando la violencia como el instrumento más expeditivo para mantener relaciones de control, de subordinación y de poder.
La última medida legislativa aprobada por unanimidad en el Parlamento español para combatir este cáncer social fue la Ley de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, de 28 de diciembre de 2004. En ella se concentran todas aquellas soluciones que deben desplegarse desde distintos ámbitos de la sociedad: educativas, preventivas, sanitarias, contra la publicidad ilícita, además de las medidas sociales, asistenciales, de recuperación psicológica para las víctimas y de reinserción social de los condenados. Por ello, junto a la cruel y tozuda realidad de las cifras anteriormente referidas, hay otra cara de la moneda que conviene resaltar: miles de mujeres en este país han logrado salir del círculo de la violencia gracias a su tenaz esfuerzo, a los riesgos asumidos y a los efectos de las medidas legales.
El aliento de las asociaciones de mujeres que se han dejado la piel en la lucha por la igualdad, la contribución de los medios de comunicación en la sensibilización social, al haber sacado del silencio los malos tratos y las medidas acordadas por los poderes públicos en su compromiso para erradicar esta lacra social, han abierto caminos esperanzadores en esta larga lucha. Además, el presidente Zapatero, al presentar su nuevo Gobierno, ha afirmado que una de sus prioridades políticas en esta legislatura será avanzar en el camino de la igualdad. La formación de un Gobierno con más mujeres que hombres, algunas en puestos muy relevantes, y la creación del Ministerio de la Igualdad, tan criticado por algunos, constituye una opción política necesaria para priorizar desde el mismo políticas transversales para combatir la violencia contra las mujeres y adoptar todas las medidas necesarias para que se aplique la Ley de Igualdad. Todos los avances que se logren para conseguir la igualdad efectiva entre hombres y mujeres constituyen la clave para reducir y acabar con la violencia.
Pero nos falta todavía avanzar más. Falta mayor implicación social y familiar. Los poderes públicos hemos de lograr que los derechos de información y asistencia social integral lleguen a todos los rincones: seguimos manteniendo el promedio de un 70% de las mujeres que previamente a su asesinato no habían denunciado ninguna situación de amenaza o maltrato y, en consecuencia, no estaban protegidas. Se ha de dar un impulso al tratamiento y rehabilitación de los agresores, ingresen o no en prisión, para conseguir el fin constitucional de su reinserción social. Se han de comarcalizar los juzgados, creando más órganos exclusivos con competencias en varios partidos judiciales, próximos territorialmente y equipados con todos los medios: presencia del fiscal, del abogado de oficio, del médico forense y de las unidades de valoración forense integral. Sin estas últimas es difícil que jueces y fiscales puedan determinar con acierto la valoración del riesgo de cada víctima, extremo clave para decidir si deben otorgarse o no medidas cautelares de alejamiento. También debemos lograr la máxima seguridad para las víctimas que han denunciado su situación y se encuentren en peligro.
Es verdad que no hemos podido reducir las insoportables cifras mortales, pero no podemos atribuirlo a una supuesta ineficacia de la ley, máxime cuando cambiar los patrones sexistas nos puede llevar años. Se precisa una gran revolución cultural. El derecho es siempre un motor de cambio y de transformación social. Los resultados suelen ser lentos, aunque irreversibles. En este largo trayecto contra la violencia de género es preciso que hombres y mujeres trabajen codo con codo, porque ésta es una batalla de toda la sociedad en contra de la injusticia y la discriminación.

Matar a Hitler una cuestión de honor


El pasado 1 de mayo a la edad de 90 años murió el ex oficial del ejército alemán Philipp von Boeselager, último entre los miembros de la conjura militar que trató de asesinar a Adolfo Hitler el 20 de julio de 1944.
El ex militar participó en la conjura encabezada por el también oficial del Ejército nazi Claus Graf Schenk von Stauffenberg, quien perpetró el fallido atentado contra Hitler en su cuartel general aquel histórico 20 de julio de 1944.
El Plan Valquiria:
Von Stauffenberg fue el encargado de ejecutar el Plan Valquiria. El papel de Von Boeselager fue el de suministrar los explosivos. Ese día, Von Stauffenberg logró colocar una poderosa bomba a menos de un par de metros del Führer y se retiró. Sin embargo, uno de los presentes se tropezó con el maletín que portaba el artefacto y lo colocó detrás de las gruesas patas de la mesa donde se apoyaba Hitler. La bomba explotó y mató a cuatro personas e hirió levemente al dictador alemán.
Esta conjura ha sido llevada al cine con el nombre de Valkiria, con Tom Cruise encarnando el papel de Von Stauffenberg.
Esa no era la primera vez que Von Boeselager participaba en una conjura para matar a Hitler. Desde 1943 formaba parte del círculo de militares alemanes que quería acabar con la vida del dictador y, de hecho, ya ese año participó en un primer plan de atentado, que asimismo fracasó al no estallar las dos bombas que se habían dispuesto junto al avión del Führer.
El País Semanal difunde la siguiente entrevista.
Philipp von Boeselager/ Jacinto Antón, entrevista
“Matar a Hitler era una cuestión de honor”
Publicado en El País Semanl, 11/05/2008;
En 1944 conspiró para matarlo. A sus 90 años, este antiguo oficial de la Wehrmacht recuerda los días de la Operación Valquiria
Conoció a Hitler y no le impresionó “para nada”.
En 1944 conspiró para matarlo. A sus 90 años, este antiguo oficial de la Wehrmacht recuerda los días de la Operación Valquiria.
Dos águilas sobrevuelan la torre blanca del castillo de Kreuzberg. Es imposible no pensar en los altivos y audaces tiranicidas Georg y Philipp von Boeselager, los dos hermanos oficiales de la Wehrmacht que, héroes ambos de guerra, trataron de asesinar a Hitler y se implicaron en la conjura que condujo al atentado frustrado del 20 de julio de 1944, el mayor intento por liquidar al líder nazi. Georg von Boeselager, as de la caballería alemana, murió ese mismo año en acción contra los rusos. Pero Philipp, apenas dos años menor, sobrevivió de manera casi milagrosa no sólo a la II Guerra Mundial –durante la que se jugó ampliamente el tipo: cinco heridas–, sino a la terrible, despiadada y ciega venganza de Adolf Hitler. También ha resistido al tiempo: es, con sus 90 años, el único superviviente del grupo de conjurados militares que desató la Operación Valquiria, y cuya figura emblemática, su mano ejecutora, era el coronel Claus von Stauffenberg, el hombre que puso la bomba en la guarida del lobo nazi y al que va a encarnar en el cine Tom Cruise. El conde Philipp von Boeselager (Heimerzheim, Renania, 1917) vive aquí, en Kreuzberg (Monte de la Cruz), una pequeña población entre bosques a media hora de Bonn en coche, al pie del castillo que es propiedad de su familia desde 1825 y en el que actualmente reside su hijo. La casa del viejo militar no destaca externamente de las demás del pueblo, excepto en que el orgulloso lema de la familia está inscrito en la fachada: “Etiam si omnes Ego non” (“Aunque los demás [lo hagan o consientan], yo no”). Ante la puerta hay un viejo Mercedes color Afrika Korps y sobre el techo de pizarra se mueve una veleta de hierro en forma de jabalí embistiendo. Von Boeselager, del que se publica ahora en España una biografía centrada en la época de la conspiración (Queríamos matar a Hitler, escrita por Florence y Jerôme Fehrenbach, editorial Ariel), recibe en un amplio y distinguido salón. Sobre una mesa, entre las fotos de familia, la de un cardenal saludando al papa Benedicto XVI. El viejo combatiente viste con patricia elegancia y exhibe la obsequiosa amabilidad de quien está acostumbrado a mandar. Los ojos que una vez se clavaron con odio sobre Hitler son de un azul turbio, y destacan bajo unas cejas en forma de acento circunflejo en un rostro descolgado que sugiere poderosamente un noble, longevo y venerable búho. Von Boeselager responde a todas las preguntas con paciencia, sin humor ni sentimentalismo.
-Como ayudante de campo del mariscal Kluge desde 1942, conoció usted personalmente a Hitler. ¿Cómo era? -
-Le vi varias veces. No soy objetivo al hablar de él. Normalmente era en el marco de las reuniones con Kluge en el Estado Mayor del Grupo de Ejércitos Centro, en Rusia, en las que solía haber fuerte controversia. Hitler quería un ataque y Kluge no, y viceversa. Yo conocía los argumentos del mariscal, estaba a su favor.
-¿Pero no le impresionó Hitler?
-Para nada. Era imponente el poder que le rodeaba, eso sí; con los guardaespaldas de las SS a su alrededor, uno se sentía pequeño. Su habilidad para la manipulación, de la que tuve muchas muestras, demuestra que psicológicamente era muy inteligente, astuto. Pero me resultaba profundamente antipático.
-¿Diría que Hitler tenía carisma?
-Para mí, no. Yo no lo sentí. Pero ya era escéptico. Hitler no había respetado el concordato con la Iglesia, y los nazis habían asesinado a mi primo Von Ketteler en Viena: la Gestapo le ahogó en una bañera tras el Anschluss. Además, me había enterado de que las SS hacían cosas gravísimas. Al principio eran sospechas, pero luego, en la primavera de 1942, encontré en uno de los mensajes que debía resumir para el mariscal una frase que me intrigó. Era del obergruppenführer SS Erich von dem Bach-Zelewski, y tenía que ver con una acción en la retaguardia. Mencionaba “tratamiento especial para cinco cíngaros”.
-Tratamiento especial.
-Se lo dije al mariscal. Al cabo de unos días, Kluge tuvo una entrevista con él; yo estaba presente y lo escuché todo. Le preguntó qué significaba la expresión. “¿Eso? Que los fusilamos”. “¿Tras un juicio?”, continuó el mariscal. “¡Claro que no! ¡A todos los judíos y cíngaros que cogemos los liquidamos!”.
-No fue la única revelación que tuvo del exterminio sistemático, del genocidio.
-Un amigo oficial compartió una cabina de tren con gente de la SD y los oyó alardear, ebrios, del asesinato de 250.000 judíos. Y Von Tresckow lo sabía por el general Oster, de la Abwehr, la inteligencia militar, que estaba en contacto con Arthur Nebe, general de las SS y jefe de la Kripo, la policía criminal. A través de ellos nos enteramos de los campos de exterminio; de cosas muy concretas como los trenes hacia el este, el gas…
-¿Ese conocimiento fue decisivo para que decidieran matar a Hitler?
-Así es. Instigó a la resistencia. Fue un gran shock para mí. Uno no se podía imaginar que teníamos un gobierno de criminales. Quizá algún ministro corrupto o tonto, pero aquello…
El general Henning von Tresckow, al que usted venera y que se suicidó con una granada tras el fracaso del complot del 20 de julio, fue el gran orquestador del grupo de resistencia de ustedes, el alma de la conspiración. Von Tresckow era un gran hombre, un patriota, un soldado y un cristiano. Desde 1938 tenía claro que había que detener a Hitler. A partir de 1942 organizó diversos complots en el seno del Grupo de Ejércitos Centro, en Rusia, para matar a Hitler; todos fallaron por una causa u otra, hasta el 20 de julio.
-A partir de un momento, ya no era una cuestión política, sino moral.
-Exacto, solamente moral, había que evitar que siguiera muriendo gente. La guerra estaba perdida, nada iba a cambiar la exigencia de rendición incondicional de los aliados, Alemania iba a ser irremediablemente reducida y ocupada. Íbamos a hacer el atentado por acabar con los crímenes, por amor a la patria y por el honor de oficiales. Era una cuestión de honor. Pensábamos que, aunque fracasáramos, al menos demostraríamos al mundo que había alemanes dispuestos a morir contra un régimen indigno. En el futuro, eso sería tenido en cuenta de algún modo. Von Tresckow hablaba de la intercesión de Abraham por Sodoma ante Yahvé: “¿Y si se hallasen allí diez justos?”. “Por los diez no la destruiría”.
-Era un sacrificio, pues.
-Un autosacrificio.
-¿No tenía miedo?
-Me preocupaban las consecuencias para mi familia. No tanto la muerte.
-¿No tenía dudas? Asesinar a sangre fría al jefe del Estado, al que como oficial le había prestado juramento de fidelidad.
-Millones de compatriotas y de soldados creían en Adolf Hitler, ¿tenía yo más razón que ellos? Sí, la tenía. Eso estaba claro. El juramento…, no representaba nada para mí. Yo sabía que era un compromiso bilateral y que Hitler no había respetado su parte. Pero siempre es duro matar a alguien de cerca, no en un acto de guerra, asesinarlo. Primero se pensó en usar pistolas, durante una visita de Hitler al frente ruso. Algunos oficiales de Estado Mayor y de caballería, entre ellos mi hermano y yo, nos levantaríamos a una señal y dispararíamos a la vez. Había que tirar a la cara, porque Hitler llevaba siempre un fino chaleco antibalas y la gorra reforzada con metal. Finalmente se canceló el plan.
-Hubo varios intentos fallidos y luego usted consiguió aquellos explosivos.
-Sí, había tenido acceso a material tomado a los ingleses; eran mejores, porque los detonadores eran muy silenciosos. Mi hermano me dio orden de proporcionar a Von Stauffenberg una maleta con explosivos.
-¿Usó finalmente el coronel los suyos en el atentado del 20 de julio? Hay cierta controversia al respecto.
-Sí, es bastante seguro que eran los míos.
-¿Cuál era su papel en la Operación Valquiria?
-Debía mover mi unidad de caballería, seis escuadrones, desde el frente hasta un punto a 200 kilómetros atrás, donde dejaríamos los caballos, montaríamos en camiones, nos desplazaríamos hasta un aeródromo en Polonia y volaríamos a Berlín Tempelhof para unirnos al golpe. Nuestra misión allí era ocupar los cuarteles 1 y 2 de las SS.
-Un golpe de caballería, suena romántico.
-¿Romántico dice? No mucho. Era una de las pocas unidades disponibles y que podíamos mover, porque la caballería tenía cierta flexibilidad de movimientos para cubrir la retaguardia; eso nos permitió ir hacia occidente sin despertar demasiadas sospechas. Fueron 36 horas a caballo, a toda marcha.
-Al fracasar el atentado y el ‘coup d’état consiguiente’…
Sólo debíamos volar si el atentado era un éxito. Al enterarnos de que Hitler seguía vivo, dimos la vuelta y regresamos. Pero, claro, yo estaba convencido de que nuestra cabalgada no podía haber pasado inadvertida.
-Pero tuvo suerte.
-Nadie me denunció. Los compañeros a los que torturó la Gestapo tampoco revelaron mi nombre.
-Sin embargo, vivió usted un calvario hasta el final de la guerra.
-Estaba convencido de que me detendrían y acabaría colgado. Todo el mundo sabía que mi hermano y yo éramos amigos de Von Tresckow, que yo había hecho esa marcha y contramarcha. Tiempo antes, cuando solía volar en las avionetas Cigüeña sobre el frente, el mariscal Kluge me dio una cápsula de cianuro, por si me cogían los rusos. A partir de entonces la llevé siempre en el bolsillo superior de la guerrera. Desde el atentado del 20 de julio dejé siempre abierto el botón del bolsillo. Cada día pensaba que sería el último.
-Hasta el final de la guerra no se deshizo de la cápsula.
-Sí, fue el 9 de mayo tras atravesar el Moura, al sur de Graz, cuando con mi regimiento cubríamos la retirada de todo el cuerpo de caballería. Detuve mi montura junto al pretil del puente y arrojé el veneno al río. Luego hice volar el puente. Nos rendimos a los ingleses y en julio regresé a casa, con la pistola al cinto y mis dos caballos, que me acompañaban desde 1939.
-No sé qué es más raro, que sobreviviera usted o los caballos.
-Uno de los dos era Moritz, mi semiárabe. Olía a los rusos por sus cigarrillos, muy fuertes, apestosos. No le gustaban y relinchaba así.
El conde imita extraordinariamente la voz del équido, el efecto es asombroso. Por un momento, no encuentro qué decir.
-¿Sigue montando?
-No, tengo mal las rodillas, de la guerra.
-¿Si lo echo en falta?
-Bastante suerte tengo ya de estar vivo.
-Así que volvió con la pistola, con la que debía haberle pegado un tiro a Hitler aquel día en Rusia. Bueno, finalmente se lo pegó él mismo. ¿Conserva sus otras cosas de la guerra, su uniforme?
-El uniforme…, estará por ahí.
-Usted ganó la Cruz de Caballero. ¿Cómo fue?
-Me hirieron, pero me quedé con mis soldados. Destruí algunos tanques y se mantuvo la posición.
-Vaya, dicho así, hasta parece fácil. ¿Siente nostalgia del ejército?
-Todos esos amigos que han caído, los del 20 de julio, y los de mi regimiento. Muchos buenos oficiales. Ayer vinieron a verme dos de los supervivientes de mi unidad.
-¿Se sintió criticado por haber participado en la conspiración?
-Durante mucho tiempo no se supo. Además, después de la guerra, toda la época nazi era tabú. Aquí en el pueblo todos nos arremangamos para la reconstrucción. Nadie preguntaba qué había hecho el otro. Era como si la historia hubiese acabado en 1930. Es la generación de ahora la que pregunta, los nietos.
-¿No ha tenido problemas con las asociaciones de excombatientes?
-No.
-¿Amenazas?
-Sí, y calumnias. Los neonazis. Llevo veinte años dando conferencias sobre mi experiencia personal: cómo me hice soldado, cómo pasé a la resistencia. Para advertir a los jóvenes. A veces aparece gente que me ataca, provocadores.
-¿Siente miedo?
-No forma parte de mi personalidad tener miedo.
-En sus memorias habla mucho de su pasión por la caza, el urogallo y tal.
-He cazado toda mi vida. Me entusiasmaba cazar lobos.
-Pues no consiguieron cazar al más peligroso.
¿Cómo era Von Stauffenberg?
-Lo vi varias veces, pero hablamos muy poco. Estaba prohibido contactar entre nosotros si no era estrictamente necesario para los planes. A Von Stauffenberg le admiro por su valor. No reunía las condiciones físicas para encargarse del atentado: sólo tenía una mano y únicamente con tres dedos. En esas circunstancias, armar la bomba era muy complicado. Así, vea.
El conde Von Boeselager reproduce los movimientos del tullido Von Stauffenberg con los explosivos aquella mañana del 20 de julio de 1944 en la Wolfschanze. Resulta estremecedor verle montar la bomba con una sola mano. Por un momento contengo el aliento pensando que si hace un gesto equivocado vamos a volar por los aires. ¡Con todas las porcelanas que hay en el salón! Atornilla el detonador. Acaba. La bomba está lista.
-Von Stauffenberg falló.
-Tuvo que actuar de forma precipitada. Usó sólo una bomba, en vez de las dos que tenía, y como yo había recomendado. Con las prisas no sólo no montó la segunda bomba, sino que ni siquiera se la llevó. De haberlo hecho, de haber explotado las dos bombas, nadie hubiera sobrevivido en la habitación de la reunión con Hitler.
-Todo el plan se aguantaba un poco por los pelos, si me permite que se lo diga. No es que me guste citar a Goebbels, pero no iba errado al tacharles de aficionados.
-Tiene razón. Von Stauffenberg tenía que entrar la bomba, montarla, dejarla junto a Hitler, salir de allí y volar a Berlín, porque era fundamental para activar Valquiria. Quizá fue una locura planearlo así, pero no parecía haber otra opción.
-Debía de ser un tipo impresionante Von Stauffenberg.
-Un oficial excelente.
-Y bien colocado, con acceso al cuartel general del Führer en Rastenburg, la Wolfschance, gracias a su puesto de jefe de Estado Mayor del ejército de reserva.
-Ésa era la clave. Muy pocos oficiales llegaban tan cerca de Hitler. Y Von Stauffenberg tuvo el valor de hacerlo, de intentar matarle.
-La mayoría de ustedes, el grupo de conspiradores militares, eran aristócratas. ‘Von’ por aquí, ‘von’ por allá. Parece que los nazis, con su brutalidad y grosería, les inspiraban un disgusto especial.
-Había pocos gentlemen entre ellos. Eran proletariado. ¡Si hubiera visto a Hitler comer! Con los codos en la mesa e inclinado sobre el plato.
Philipp von Boeselager imita grotescamente a Hitler comiendo. Lo hace con verdadero desprecio. La imagen es realmente desagradable, aunque a uno se le ocurre que había motivos más relevantes para descalificar al líder nazi que por sus maneras de mesa.
-¿Qué piensa de la nueva película sobre la conspiración, ‘Operación Valquiria’?
-Me alegro de que por primera vez se hable de la resistencia alemana en los países anglosajones. Hasta los años cincuenta no lo permitieron, para que no se pensara que las condiciones de paz deberían haberse arreglado de otra manera.
-¿Qué le parece lo de Tom Cruise como Von Stauffenberg?
-Dicen que es un actor excelente. Espero que se esfuerce al hacer de Von Stauffenberg y que no haga propaganda de su secta.
-¿Vio la película alemana sobre la conjura que dirigió Jo Baier en 2004, y en la que el papel de Von Stauffenberg lo hacía Sebastian Koch?
-Era mediocre. Pero hay que reconocer que la situación es muy difícil de representar.
-¿Qué opina de la revisión que se ha hecho en los últimos años del papel real de la Wehrmacht en el genocidio?
-Libros como ‘La Wehrmacht’, de Wolfranm Wette [Crítica], y la exposición inaugurada en Hamburgo en 1995 ‘Guerra de exterminio. Crímenes de la Wehrmacht entre 1941 y 1945’, han derrumbado el mito de un ejército limpio. La mayoría de los soldados no sabía de los crímenes. Estaban en el frente y los asesinatos se cometían detrás. De seis millones de soldados, sin duda algunos cometieron crímenes. Pero en general fueron las SS y las unidades de policía.
-¿Cómo veían ustedes a las Waffen-SS?
-Al principio eran 40.000; al final, 950.000. Muchos jóvenes fueron a parar allí atraídos por la propaganda, los uniformes, las armas…, sin tener ni idea de la ideología SS. ¿Qué le puedo decir? Que los 40.000 originales eran sin duda unos puercos.
He visto dos águilas sobrevolando el castillo. En la torre ha anidado un halcón.
-Me han hecho pensar en usted y su hermano.
-Éramos como gemelos. Fue terrible para mí cuando murió, el 29 de agosto de 1944.
-Era un personaje romántico.
-No tenía nada de romántico mi hermano.
-¿No?
-Era un héroe que dirigía cargas de caballería desarmado. Era un ídolo para todo el ejército, es cierto lo de ese ataque en el que se olvidó de coger su pistola. Y siempre iba con la gorra de oficial, pese a la orden que obligaba a llevar el casco de acero en combate. Los dos lo hacíamos, así nuestros soldados siempre podían identificarnos y ver dónde estábamos. Éramos los únicos en el ejército sin casco.
-¿Conoció al mariscal Rommel?
-Lo vi una sola vez. A nivel político no tenía ninguna importancia.
-Pues Hitler le hizo suicidarse.
-Sí.
-No se puede decir que hable de él con mucho cariño.
-No, la mayoría de los generales fracasaron a nivel político, y yo he aprendido que un oficial tiene unas responsabilidades que no se limitan sólo a lo militar. Von Tresckow trató de unir a los mariscales para deponer a Hitler y no lo consiguió.
-¿No fue Von Manstein el que soltó aquello de “los mariscales de campo prusianos no se amotinan”?
-“De política no entendemos”, decían. Era algo increíble.
-Lo del lema familiar, ¿se puede leer retrospectivamente a la luz de su participación en la conjura?
-Siempre ha sido así, “tenéis que pensar de forma independiente”.
-¿Eso no es poco alemán?
-No, no lo creo. Tengo toda una serie de familiares que han actuado de acuerdo con ello. Lo otro es más común, por supuesto, y más fácil.
-Es usted el último de los conjurados. ¿No es eso una carga?
-Sí, una responsabilidad enorme. Trato continuamente de explicar lo que hicimos y por qué a los jóvenes. Es muy cansado. Pero es mi deber.
Philipp von Boeselager ha perdido fuelle. Asegura poder seguir todo lo que haga falta, pero hace una hora ya –llevamos dos y media– que una asistenta ha entrado y ha dicho textualmente: “La señora llama a comer”, y el quejido de su estómago le traiciona. Antes de marcharme aprovecho para darle el soldadito de plomo, un húsar, que le he traído de regalo –siempre es bueno quedar bien con los ex oficiales de caballería de la Wehrmacht, especialmente los que valoran las buenas maneras–. Lo coloca en la repisa de la chimenea y entonces veo la vieja foto. “Es mi regimiento, el 15 º de Caballería de Paderborn, desfilando en Berlín el año 1938. Georg está al mando y yo en la primera fila”. Percibo una nota de melancolía en la voz del viejo jinete, o quizá es hambre. Le miro ahí de pie tratando de reflejarse en la fotografía de esa hueste, esa Reiterverband, que cabalga hacia un destino de sangre y pólvora, y el estrépito de los cascos de los caballos, la fanfarria de las cinchas y las armas, inunda la habitación toda en este acerado día en Renania. Es difícil sentir afinidad con este seco, marcial y estirado retoño de la más rancia nobleza teutona que disfruta la violencia de la caza, parece incapaz de soltar una lágrima y pronuncia con reverencia la palabra Wehrmacht. Pero Philipp von Boeselager, como el resto de los brave few del 20 de julio, tuvo los redaños de empeñar su vida y su nombre para acabar con el mayor monstruo de la historia. Así que es inevitable que, si bien no simpatía, despierte al menos admiración y respeto. Igual que las lejanas águilas que, al salir, siguen clavadas en el cielo como dos bellas y crueles insignias.

Israel

Israel: un viejo nuevo Estado/Marek Halter es pintor y novelista francés de origen polaco. Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia
Publicado en EL PAIS; 12/05/2008;
¿Qué? ¿El aniversario del nacimiento de Israel, dice usted? ¡Es el aniversario de la declaración de independencia, joven! Israel nació aquí hace más de 3.000 años..." Así se dirigió a mí David Ben Gurion, el hombre que, el 14 de mayo de 1948, ante una muchedumbre alborozada en Tel Aviv, proclamó el establecimiento del Estado de Israel.
Nos conocimos en mayo de 1970. Shimon Peres me había organizado una cita con él en su casa de Sdei Boker, en el desierto del Neguev. Yo era joven y estaba emocionado. Para mí, Ben Gurion era el padre del Estado judío. Su comentario me hizo reflexionar. Es verdad que Israel debía su existencia, sobre todo, a la presencia ininterrumpida de judíos en la región desde que, hace 4.000 años, Abraham compró unos terrenos próximos a Hebrón al hitita Efron, hijo de Cohar. A veces minoritarios, a veces mayoritarios, los judíos han alimentado con su sangre las colinas y los valles de Judea a lo largo de toda la historia.
Es evidente que la Shoah, la destrucción de un tercio del pueblo judío durante la Segunda Guerra Mundial, influyó en el voto de la ONU cuando decidió, en 1947, partir esta tierra en dos Estados: israelí y palestino. La mala conciencia existe, pero no es determinante en la creación del Estado de Israel. Sin embargo, ésa es una idea extendida tanto entre los judíos como entre los no judíos. Para los judíos mantener vivo el recuerdo de la Shoah parece el más sólido de los escudos. Para algunos no judíos, la Shoah es la justificación moral de un Estado que, en el fondo, no consideran moral.
Ghassan Kanafani, poeta palestino y portavoz del FPLP, me dijo un día en Beirut, en presencia del escritor Amin Maalouf: "Las matanzas de judíos son terribles, pero no son culpa nuestra. Occidente dio nuestra tierra a los judíos en compensación". Yo le respondí: "Si hubiera que compensar con una parcela de tierra cada una de los seis millones de vidas judías destruidas, no bastaría toda Arabia Saudí, ni siquiera América, para pagar esa deuda aterradora". Quedamos en vernos otra vez para continuar el debate.
Kanafani, asesinado con un coche bomba, murió sin haber comprendido que Israel, como estructura estatal, existía ya en los años veinte, mucho antes de la declaración de independencia. Mucho antes de la publicación de Mein Kampf de Hitler. Mucho antes de la Shoah.
La Agencia Judía para Palestina, el Gobierno de un Estado en gestación cuya dirección asumió David Ben Gurion en 1935, nació poco después de la Primera Guerra Mundial, cuando los otomanos derrotados abandonaron la región y los británicos la ocuparon. El Parlamento de losJudíos de Palestina fue democráticamente elegido en cuatro ocasiones entre 1920 y 1944. La todopoderosa central sindical, la Histadrut, nació en 1920. Nadie había oído hablar todavía del nazismo. La Kupat Holim, la seguridad social, vio la luz ese mismo año. También en 1920 se creó el Ejército de Israel, la Haganah, la organización de defensa. Los principales diarios israelíes se remontan a 1919, empezando por Haaretz. La Universidad Hebrea de Jerusalén se inauguró en 1925, en el Monte Scopus, y el Instituto de Investigación Weizmann, en Rehovot, en 1934. En cuanto al Technion, la escuela politécnica de Haifa, se construyó en 1914, mucho antes de la declaración de Balfour, el lord inglés que, en 1917, prometió a los judíos un hogar nacional en Palestina.
Yasir Arafat me expresó con frecuencia su admiración por aquel Estado antes del Estado. Soñaba con hacer lo mismo por los palestinos. Estaba orgulloso de que se le llamara el Viejo como a Ben Gurion. Reconozcamos que trató de seguir el ejemplo. ¿Por qué no llegó hasta el final? Dos días antes de que muriera asesinado Isaac Rabin, nos reunimos él, su mujer Lea, Clara Halter y yo en Hertzlia, donde al primer ministro le gustaba refugiarse los días de shabbat "para reflexionar". "Vas a ver pronto a tu amigo Arafat, ¿verdad?", me preguntó de repente. "Recuérdale que, sin una verdadera administración, no podrá formar un Estado. Dile que necesita organizar su sociedad, motivar a la gente. Si no, lo harán otros y él perderá el poder".
Fui por primera vez a Israel en 1951. Si no hubiera sido por este pudor enfermizo que siempre he padecido, habría besado la tierra polvorienta como lo hizo en el siglo XII el poeta Yehuda Halevy, recién llegado de Córdoba, y como lo hizo la mayor parte de los que desembarcaron conmigo. En 1970 conocí a Ben Gurion. Tras charlar en el Neguev, me propuso que le acompañase a Tel Aviv. Una vez allí, tras seguir el borde del mar a lo largo de las casas de estilo Bauhaus diseñadas en su mayor parte antes de la Primera Guerra Mundial, el coche se paró en un semáforo. De pronto, salió de las sombras una joven que se inclinó hacia mí por la ventanilla. Era morena, bastante guapa, con unos senos bonitos; olía a avellana. ¿Dou kimst? ¿Vienes?, me preguntó en yiddish. Tardé un segundo en comprender que se trataba de una prostituta y que me estaba invitando a ir con ella. Pero lo hacía en yiddish, la lengua de mi madre, y eso me trastornó. Mi emoción hizo reír a Ben Gurion. Todavía se reía cuando el coche llegó a su destino. "Ves", me dijo con orgullo, "por fin somos un país normal". Y añadió: "Como todos los países".
Israel es una democracia. La oposición es activa y la prensa es libre. Pero Israel, en contra de lo que deseaba Ben Gurion, no es aún un Estado completamente normal. Es, que yo sepa, el único Estado reconocido cuya propia existencia está contestada, pese al lugar que ocupa en el concierto de naciones. Es decir, quienes reivindican la falta de normalidad no son los habitantes de Israel, sino quienes desean aniquilarlo.
¿Se puede hablar de Israel sin hablar de los palestinos? Es difícil. Como los hermanos siameses cuyos cuerpos no están aún separados, palestinos e israelíes aparecen siempre juntos en las pantallas de nuestros televisores. ¿De cuándo data su reivindicación nacional? En la época de Lawrence de Arabia, durante la Primera Guerra Mundial, todavía se llamaban a sí mismos, en su mayoría, sirios. Tomaron conciencia de su particularidad frente al nacionalismo judío. Todavía en 1938, en su libro The Arab awakening (El despertar árabe), el palestino George Antonius, uno de los principales ideólogos de la causa árabe e interlocutor privilegiado de Ben Gurion, escribía: "La cuestión primordial para nosotros, árabes de Siria y de Palestina, es la unidad de Siria hasta el Sinaí. Todos formamos un solo país".
También en este sentido hay que reconocer que Yasir Arafat fue uno de los primeros en comprender la importancia de separar la cuestión palestina de la reivindicación panárabe. Y si lo entendió fue porque su modelo, desde la Universidad de El Cairo hasta la Mokata de Ramala, era Israel. ¿Por qué no tuvo éxito? Quizá porque no supo adaptar el modelo israelí a la realidad palestina. Quizá también porque Israel, que le servía de modelo, no lo entendió a tiempo.
En estos 60 años de existencia, el Estado de Israel ha conseguido milagros. ¿Estará el futuro a la altura de su historia? ¿Puede ignorar la demanda de los que tiene enfrente? Ben Gurion, como siempre adelantado a los acontecimientos, pidió ya en 1967 que los israelíes dejaran los territorios conquistados en la Guerra de los Seis Días.
¿Qué representan 60 años en el curso de la Historia? Dos o tres líneas en los manuales escolares. ¿Qué representan en la existencia de un ser humano? Una vida entera..

El reportaje de Maite Rico sobre las FARC

REPORTAJE: Los secretos de la guerrilla colombiana / y 3
La guerrilla que pasó a ser mafia
Los documentos de Raúl Reyes reflejan la descomposición interna de las FARC
MAITE RICO (ENVIADA ESPECIAL), reportera.
Publicado en EL PAIS; - Botogá - 12/05/2008;
Álvaro Agudelo ha pasado la mitad de sus 32 años en las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Como su padre, campesino del Tolima que en los años cincuenta se unió a las guerrillas liberales ante la sangrienta ofensiva conservadora. De la autodefensa se pasó a la lucha armada bajo la bandera del marxismo-leninismo. La retórica se mantiene intacta, pero la praxis ha cambiado. Las FARC se han convertido en un cartel del narcotráfico. Los coches bomba y los secuestros los han colocado en las listas de grupos terroristas. "Yo estaba convencido de que luchaba por un pueblo subyugado", dice Álvaro, hoy desmovilizado. "Pero ha habido una enorme degradación".
Los 11.000 documentos hallados en tres ordenadores del número dos de las FARC, Raúl Reyes, muerto en un ataque colombiano contra su campamento en Ecuador, reflejan ese envilecimiento. Resulta significativo, por ejemplo, que "las unidades guerrilleras y milicianas" del Bloque Oriental propongan "la superación del maltrato a la población civil" en un mensaje al Secretariado, el máximo órgano de las FARC, el 15 de enero de 2007.
Las poblaciones rurales, corrobora Álvaro, sufren matanzas, reclutamiento de menores o los estragos de las minas. Las FARC encabezan la lista mundial de los sembradores de estos explosivos, y no parecen dispuestos a renunciar al título. En un correo del 21 de agosto de 2007, Pedro Antonio Marín, alias Marulanda o Tirofijo, el jefe de la guerrilla, anuncia que van a "incrementar los minados" ante los "buenos resultados en el Bloque Oriental".
La opinión que tienen las FARC del derecho internacional humanitario queda clara en las conclusiones de su comisión internacional, el 14 de marzo de 2003: "Nuestra concepción de lucha política revolucionaria guiada por los principios del marxismo leninismo (...) desconoce las legislaciones de los opresores nacionales y extranjeros".
Esos principios no les impiden, sin embargo, aliarse con los grupos paramilitares en el negocio del narcotráfico. Un mensaje enviado el pasado enero por Rodrigo Londoño, alias Timochenko, da cuenta de los contactos establecidos en el Bajo Cauca con "la gente de Macaco", un jefe paramilitar que acaba de ser extraditado a Estados Unidos.
El lenguaje empleado se aproxima a veces a la jerga de los capos. "Siguen dando buenos resultados los negocios con los interesados en la Maracachafa [cocaína]", cuenta Raúl Reyes el 5 de enero de 2007. "Son los grandes. Expresan voluntad de contribuir con la Organización a cambio de hacer sus negocios (...) y que les consigamos los productos de su interés".
Tampoco hay reparos en buscar alianzas con grupos criminales extranjeros para cometer secuestros, como consta en la propuesta que la comisión internacional envía a Reyes el 14 de marzo de 2003. Se trata, dicen, de "realizar alguna retención de significación en el exterior. La idea es que la Comisión Internacional pare las antenas sobre esto y, claro, organizar el trabajo de tal forma que no haya posibilidades de vincular a las FARC". Acto seguido sugieren "trabajar" con unos secuestradores mexicanos. "La parte que nos correspondería es la negociación y cambiar el dinero que paguen".
Seis meses más tarde, en un informe de septiembre de 2003, Reyes anunciaba: "Osvaldo, jefe del Partido Patria Libre [de Paraguay] informa de 300.000 dólares nuestros en su poder, cobrados en un rescate en trabajo conjunto FARC-PL. (...) En Paraguay existen buenas condiciones para trabajos financieros conjuntos".
Y el propio Reyes no duda en sugerir este método cuando dos miembros del salvadoreño Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional le piden ayuda para su campaña en 2003. "Podemos plantearles que ellos hagan inteligencia sobre un objetivo económico de 10 o 20 millones de dólares en Panamá para hacerlo en conjunto y partir las utilidades en partes iguales".
La descomposición permea en las filas guerrilleras. Se dan casos de fugas con el botín, como el que comunica Jorge Briceño, alias Mono Jojoy, el 20 de septiembre de 2001. Los comandantes "Edwin y Julián se robaron medio millón de dólares (...) del secuestro de Novartis". [Las FARC secuestraron en 2000 a dos ejecutivos de la farmacéutica suiza]. El Mono anuncia que van a investigar a los guerrilleros. "A los que salgan comprometidos les daremos pistola". Y después informa de 18 "concejos [sic] de guerra a personal infiltrado. Todos salieron fusilados".
Los mensajes hallados en los ordenadores, cuya autenticidad está cotejando Interpol, desenmascaran también el doble lenguaje de los dirigentes de las FARC ante la opinión pública. Es ilustrativo el debate para encubrir el asesinato, el 18 de junio de 2007, de 11 diputados que tenían secuestrados. En uno de los mensajes, Tirofijo, que firma como J. E., sugiere decir que el guardián desertó con los rehenes, "y en su persecución por una compañía en medio del combate cayeron todos". Eso, o sostener "que una fuerza desconocida asaltó el campamento". Más adelante, Iván Márquez, otro miembro del Secretariado, se congratula por la forma en la que se ha manejado el asunto, de suerte que "incluso la OEA [Organización de Estados Americanos]" ha creído que hubo un intercambio de disparos.
La misma táctica intentaron con el fiasco de la Operación Emmanuel, el pasado enero. Las FARC se habían comprometido a entregar al presidente venezolano, Hugo Chávez, a las rehenes Consuelo Perdomo, Clara Rojas y a su hijo Emmanuel, nacido en cautividad. Pero el niño había sido separado de su madre a los pocos meses de nacer y había acabado en un orfanato.
El 30 de diciembre, al ser informado de la situación, Ivan Márquez escribe: "Procedemos a desmontar lo montado unilateralmente por nuestros amigos venezolanos", a quienes explicará "personalmente la situación". "Creo que todo esto es comprensible", añade, y sugiere un comunicado que él mismo escribe, en forma de carta a Chávez: "Los intensos operativos militares [colombianos] desplegados en la zona nos impiden por ahora entregarle a usted a Clara Rojas, Emmanuel y Perdomo como era nuestro deseo".

Chávez en ¡Aló Presidente!

El Tiempo On line, Mayo 11 de 2008;
Chávez acusó a Colombia de querer generar una guerra con Venezuela apoyado por paramilitares y E.U.
"Alerto al pueblo venezolano, a la Fuerza Armada, acerca de la intención del gobierno de Colombia de provocarnos", dijo el presidente venezolano durante una larga emisión de Aló Presidente.
Según Chávez, los presuntos intentos de desestabilización vendrán desde los estados Zulia y Táchira, fronterizos con Colombia.
Precisamente desde el estado Zulia, el gobernante reiteró sus denuncias sobre supuestos planes de secesión de este rico estado petrolero cuyo gobernador es el líder opositor Manuel Rosales, al que derrotó en las presidenciales del 2006.
En opinión de Chávez, detrás de estos presuntos planes está la mano del gobierno de Estados Unidos, al que acusó también de dirigir una campaña contra él para vincularle con las Farc
También calificó de "rancia oligarquía de la extrema derecha, paramilitar y narcopolítica" al Gobierno de Colombia, a quien retó a presentar pruebas sobre bombardeo exigidas por Ecuador.
Rechazo a computador de Raúl Reyes
"Está demostrado que asesinaron a varias personas (durante el bombardeo) (...) ¿Por qué no entregarían el cadáver de 'Raúl Reyes' su familia? (...). Reto al Gobierno de Colombia a que presente una sola prueba. "No documentos ¡imbéciles! Pruebas", reclamó Chávez, al referirse a la computadora del jefe de la guerrilla colombiana Farc, abatido el 1 de marzo por fuerzas militares colombianas en territorio ecuatoriano, y en la cual habría documentos que lo vinculan con ese grupo insurgente."
La computadora de 'Raúl Reyes' "es como para montar una obra de teatro de humor. Esa computadora da para todo", dijo el mandatario durante su programa dominical '¡Aló presidente!'.
De esta manera, el presidente Hugo Chávez desestimó la autenticidad de los archivos contenidos en el ordenador que le fue incautado al abatido jefe de las Farc.
"Creo que el gobierno de Colombia sí está en serios problemas, porque allí están los asesinados (del campamento guerrillero). Allí están las pruebas de la invasión a Ecuador, de las mentiras del presidente Uribe", prosiguió y dijo que el computador de 'Reyes' se llama 'George W.-Uribe".
"Colombia no tiene la tecnología en su fuerza aérea para ese bombardeo", dijo Chávez, asegurando que para esa operación debió contar con la ayuda de Estados Unidos.
"Ahora, la Interpol prepara un show. Pero es el gobierno de Estados Unidos utilizando a la Interpol y al gobierno de Colombia, lamentablemente", dijo Chávez.
Asegura que hay plan para asesinarlo
Por otra parte, aseguró que desde Colombia enviaron 200 paramilitares para matarlo. "Presidente Uribe piense muy bien hasta dónde es capaz de llegar usted. Le hago un llamado a la reflexión públicamente a nombre de los gobiernos de Suramérica".
Agregó que "Uribe es muy peligroso, fue amigo del (capo del nacotráfico) Pablo Escobar Gaviria", dijo el presidente venezolano, al señalar que "hay muchos libros" que lo demuestran. E.U. y Colombia y buscan cualquier excusa para eliminar a Chávez, aseguró el presidente de Venezuela.
Al insistir en que el caso del ordenador de 'Reyes' forma parte de "un plan del imperio", el presidente venezolano anticipó que "la Interpol va a decir que revisaron las computadoras y no hubo ninguna manipulación".
"¿Cómo que no hubo manipulación? Manipulación significa trabajar con las manos, y ¿cómo metieron toda esa información?", preguntó.
"Es una ridiculez, pero hay que ponerle cuidado a la ridiculez. Porque así como (el presidente estadounidense George W.) Bush inventó las armas de destrucción masiva (en Irak), ahora otra computadora dice que estamos apoyando el terrorismo, que le damos dinero y armas a las Farc, buscando la excusa para eliminar a Chávez", agregó.
Según el diario estadounidense 'The Wall Street Journal', funcionarios de inteligencia estadounidenses consideran verdaderos los archivos hallados en el computador de 'Reyes', que relacionan al mandatario con las Farc.
Esos archivos describen reuniones entre comandantes de la guerrilla y autoridades de Venezuela, incluyendo al propio Chávez, según la denuncia del diario en base a la revisión de más de 100 documentos.
Además, el diario español 'El País' comenzó a publicar el sábado una serie de artículos, que asegura se basan en los documentos de la computadora de 'Reyes' y, según los cuales, Venezuela trató de dar armamento a las Farc a través de Belarús.
Más críticas al presidente Uribe
"Uribe es un irresponsable, un tremendo irresponsable, no sé cómo es presidente de un país. Es un embustero, un manipulador", añadió al tiempo que llamó la atención sobre la perpretación paramilitar en el Congreso colombiano. "En cualquier país verdaderamente democrático ese país ya hubiera caído", dijo.
También aseguró que el presidente Uribe ha perdido toda la credibilidad en E.U., en Suramérica y en Europa. De esta manera argumentó la no aprobación del TLC de Colombia con el país norteamericano. "Yo creo que ni Bush le cree las mentiras. (...). Se está quedando sin el chivo y sin el mecate".
"Hubiéramos querido retomar las buenas relaciones con el gobierno de Colombia, pero así cómo. Un gobierno que se presta a que el imperio agreda al pueblo que llaman hermano", señaló el mandatario.
"Es difícil. Razón tiene el presidente (ecuatoriano, Rafael) Correa que no ha restablecido relaciones (con Colombia), a pesar de la buena señal de lo que ocurrió en Santo Domingo", en la cumbre del Grupo de Río, luego de que fuerzas militares colombianas abatieron el 1 de marzo en territorio ecuatoriano a 'Reyes', número dos de las Farc.
"El gobierno de Colombia ha seguido atropellando la verdad e irrespetando a Ecuador y a su presidente", aseveró Chávez.
Pero dejó claro que no se afectarán las relaciones comerciales entre ambos países y que si bien con Uribe "no merece la pena tener relaciones", el comercio entre ambos países "puede seguir su camino".
Chávez se anticipa a resultados de la Interpol
Una vez se conocieron las declaraciones del presidente Chávez, algunos sectores políticos hicieron un llamado a la mesura para evitar unevos deterioros en las relaciones entre ambos países.
Esa fue la posición del senador Juan Fernando Cristo, del Partido Liberal, al afirmar que Wel manejo del contenido de los computadores sin duda alguna es inevitable que genere una controversia. Creo que Chávez se está anticipando a los resultados de los dictámenes de la Interpol".La senadora Marta Lucía Ramírez coincidió con esa apreciación al manifestar que "lo que está haciendo el presidente Chávez es atacar a Colombia porque prevé que esta semana se entregue el informe de Interpol sobre los computadores y quiere anticiparse deslegitimándolos.
Con información de agencia AFP y EFE.
Publicado en El Nuevo Herld on line, 12/05/2008;
Chávez: aviones estadounidenses atacaron campamento de las FARC
Por SANDRA SIERRA
The Associated Press
CARACAS --El presidente Hugo Chávez aseguró el domingo que fue tecnología estadounidense y no colombiana la que atacó el campamento de Raúl Reyes, segundo de las FARC en Ecuador y alertó a la milicia venezolana ante una posible guerra provocada por el gobierno colombiano.
"Estamos seguros, los que sabemos de armas y de tecnología militar, que ese ataque fue conducido por fuerzas norteamericanas... Colombia no tiene, la tecnología ni su fuerza aérea, para bombardear con esa precisión quirúrgica en la selva de madrugada", dijo mandatario durante la transmisión de su programa Aló, Presidente.
Según Chávez "el gobierno de Colombia es capaz de provocar una guerra para tratar de justificar la intervención de los Estados Unidos...", dijo, "Alerto pues, al pueblo venezolano, alerto a la fuerza armada venezolana".
Minutos antes el jefe de estado había negado la autenticidad de los documentos supuestamente extraídos de la computadora Reyes, según los cuales su gobierno financiaría y apoyaría a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC.
"Lo que ellos quieran lo van a sacar de ahí, es una ridiculez", dijo el mandatario con respecto al mencionado computador que, de acuerdo a las versiones del gobierno colombiano, resultó intacto del bombardeo con el cual eliminaron a Reyes en Ecuador a principios de marzo.
Chávez responsabilizó de nuevo al "imperio", como él llama al gobierno de los Estados Unidos, de orquestar todo este plan del computador, junto con el gobierno de colombiano de Alvaro Uribe, para justificar los ataques contra Venezuela.
"Es un plan del imperio, yo lo vuelvo a denunciar", dijo y citó el ataque de EEUU al depuesto líder iraquí Sadam Hussein.
"Ahora buscaron otra computadora para decir que en Venezuela estamos apoyando el terrorismo... buscando cualquier excusa para eliminar a Chávez, de cualquier manera", apuntó.
El gobernante retó al gobierno de Colombia a que le presentase "una sola prueba" física de sus lazos con las FARC y desmintió las acusaciones del ministro de defensa colombiano, Juan Manuel Santos, sobre la permanencia de un jefe guerrillero de las FARC en Venezuela al abrigo del gobierno venezolano.
Para Chávez, Uribe es "irresponsable, embustero y manipulador", y por ello "ha perdido credibilidad" tanto en Europa como en América Latina al entorpecer los procesos de negociación para liberar a los rehenes en poder de las FARC.
El jefe de estado venezolano también lamentó que aún no se puedan restablecer cordiales relaciones con el gobierno colombiano porque éste "se presta al juego del imperio para agredir a países hermanos como Venezuela y Ecuador".
Sin embargo aclaró que no se alterarán los negocios con el país vecino, uno de sus principales socios comerciales. "La economía es otra cosa, el comercio entre los pueblos, entre las empresas, pero relaciones personales, ¿para que?", dijo.
Las fricciones entre ambos gobiernos se agravaron luego de la operación militar colombiana que irrumpió sin permiso en territorio ecuatoriano el 1 de marzo y, con bombardeo aéreo y terrestre mataron a 25 personas, incluyendo Reyes, cuatro mexicanos y a un ecuatoriano.
El gobierno colombiano pidió excusas por la intromisión, no obstante el presidente ecuatoriano mantiene cortadas las relaciones diplomáticas, algo que respaldó Chávez.
Inmediatamente después de la operación, Colombia aseguró que la computadora personal de Reyes, sobrevivió al ataque y de ahí han extraído documentos que indicaban lazos estrechos entre las FARC y los gobiernos izquierdistas de Venezuela y Ecuador.
El material extraído describe, por encima de todo, un proyecto estratégico conjunto, y parece avalar las aseveraciones del gobierno colombiano de que Chávez ofreció el año pasado a las FARC un préstamo de por lo menos 250 millones de dólares.
Hasta la fecha suman casi 11.000 documentos que, según funcionarios colombianos fueron encontrados en las tres computadoras, dos discos externos y tres tarjetas de memoria.
Desestima Chávez documentos que lo vinculan a las FARC
Niega el presidente de Venezuela la autenticidad de los documentos supuestamente extraídos de la computadora de 'Raúl Reyes', según los cuales su gobierno financiaría y apoyaría al grupo guerrillero
Agencia AP El Universal, Caracas Domingo 11 de mayo de 2008 14:59 horas.
El presidente Hugo Chávez negó el domingo la autenticidad de los documentos supuestamente extraídos de la computadora del segundo de las FARC, Raúl Reyes, según los cuales su gobierno financiaría y apoyaría al grupo guerrillero.
''Lo que ellos quieran lo van a sacar de ahí, es una ridiculez'', dijo el mandatario con respecto al computador personal que, de acuerdo a las versiones del gobierno colombiano, resultó intacto del bombardeo con el cual eliminaron a Reyes en Ecuador en marzo.
Durante la transmisión de su programa Aló, Presidente, Chávez acusó de nuevo al ''imperio'', como él llama al gobierno de los Estados Unidos, de orquestar todo este plan del computador, junto con el gobierno de colombiano de Álvaro Uribe, para justificar los ataques contra Venezuela.
''Es un plan del imperio, yo lo vuelvo a denunciar'', dijo, y citó el ataque de Estados Unidos a Sadam Hussein, ''ahora buscaron otra computadora para decir que en Venezuela estamos apoyando el terrorismo... buscando cualquier excusa para eliminar a Chávez, de cualquier manera'', apuntó.
El jefe de estado venezolano también lamentó que aún no se puedan restablecer cordiales relaciones con el gobierno colombiano porque éste ''se presta al juego del imperio para agredir a países hermanos como Venezuela y Ecuador''.
Tales fricciones se agravaron luego de la operación militar colombiana que irrumpió sin permiso en territorio ecuatoriano el 1 de marzo y, con bombardeo aéreo y terrestre mataron a 25 personas, incluyendo Reyes, cuatro mexicanos y a un ecuatoriano.
El gobierno colombiano pidió excusas por la intromisión, no obstante el presidente ecuatoriano mantiene cortada las relaciones diplomáticas, algo que respaldó Chávez.
Inmediatamente después de la operación, Colombia aseguró que tres computadoras, incluyendo la personal de Reyes, sobrevivieron al ataque y de ahí han extraído documentos que indicaban lazos estrechos entre las FARC y los gobiernos izquierdistas de Venezuela y Ecuador.
El material extraído describe, por encima de todo, un proyecto estratégico conjunto, y parecen avalar las aseveraciones del gobierno colombiano de que Chávez ofreció el año pasado a las FARC un préstamo de por lo menos 250 millones de dólares.
Hasta la fecha suman casi 11 mil documentos que, según funcionarios colombianos fueron encontrados en las tres computadoras, dos discos externos y tres tarjetas de memoria. fml

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