5 feb 2009

Oscar Andrés Rodríguez

Gilberto Hernández García entrevista al Cardenal Oscar Andrés Rodríguez Maradiaga, arzobispo primado de Honduras y cardenal de Tegucigalpa.
MÉXICO, jueves 5 de febrero de 2009 (ZENIT.org-El Observador).-
Luego de su participación en el VI Encuentro Mundial de las Familias (EFM), celebrado en México, el mes de enero pasado
-Usted tiene un panorama amplio sobre las cuestiones sociales y sobre su repercusión en la familia. En este sentido, ¿cuál es la problemática que más preocupa a la Iglesia hoy en día?
-La familia misma; ella es el punto principal, la opción más importante de la vida del ser humano; por consiguiente, entra en las preocupaciones que tenemos: cómo hacer para que las personas cada vez más se preparen para esta opción de vida. Todas las cosas grandes se preparan, no se improvisan, pero muchas veces la opción más grande de la vida que es el amor y la familia se improvisan de una manera espantosa. A veces tenemos familias que comienzan por un error y no por una opción en libertad. Preparar esta opción de vida es tal vez el objetivo más grande de toda evangelización y de la pastoral familiar.
-¿Qué opina del evidente proceso de pobreza y desigualdad que sufre América Latina y que en muchos casos frena el desarrollo integral de las familias?
-En el Encuentro Mundial de las Familias, un especialista en economía nos planteaba las consecuencias que tiene la falta de familia para el desarrollo económico, para la misma pobreza. Con estudios y estadísticas se nos demostró que la salud física y la mental, es mucho mejor en familias constituidas que en familias monoparentales o desintegradas. La pobreza es mucho peor en familias desintegradas que en las integradas. Así se enfocaron distintos aspectos; por ejemplo, en la educación superior, y los obstáculos cuando hay padres divorciados. Son aspectos que muy poco enfoca la prensa y vale la pena concentrarse en esto.
Se habla del papel educativo de la familia, algunos lo reducen a la educación escolar. Aquí se enfocó lo que significa la educación moral en la familia, la educación espiritual, los aspectos económicos y el testimonio del padre de familia, cuando en medio de las vicisitudes de la vida es capaz de acompañar con heroísmo a la familia. Estas son riquezas inexploradas y que vale la pena darlas a conocer, porque hay personas que sufren y al conocer estos testimonios se sienten fortalecidos.
La pobreza es una realidad que va creciendo en nuestros países en lugar de disminuir. Ahora tenemos esta crisis financiera tan grande y se prevé que va a tener muchas más consecuencias.
-Algunos dicen que los países pobres lo son porque no regulan la natalidad. Muchos gobernantes enfocan sus baterías contra la pobreza con políticas de control natal...
-Estas políticas de control natal son en realidad de eliminación de la natalidad. Contemplan sólo una de las perspectivas. Se piensa que somos pobres porque tenemos mucha población y eso es un sofisma. La población es necesaria para que haya desarrollo económico; hay un país en América Latina que fue el primero ya en la década de los cincuenta al aplicar reducciones de natalidad, ¿qué ha sucedido en ese país? No puede crecer y, por consiguiente, no tiene consumidores para que haya empresas prósperas, todo tienen que importarlo de otros grandes países y tienen apenas una economía de subsistencia, no un desarrollo, tal cual debería ser.
La Iglesia habla claramente de la paternidad y maternidad responsable; la transmisión de la vida es una gran responsabilidad de los padres no es producto de cualquier desorden; es una grande responsabilidad. Así como también los gobiernos tienen la grave responsabilidad de procurar el bien común de todos los ciudadanos, y si hay ciudadanos que deberían ser privilegiados, deberían ser los pobres y no los que más tienen. Y esto es el motivo por el cual la Iglesia, que es Madre, insiste profundamente en su Doctrina Social que la familia no es como un elemento que no entra dentro de la problemática social.
En la Doctrina Social de la Iglesia un capítulo muy importante es la familia, porque en ella se toca muy de cerca a todo lo
que se refiere a la problemática social. La Iglesia ha hecho siempre el llamado a los gobiernos a preocuparse también por las familias pobres.
-¿Qué opinión le merece la idea de que la Iglesia sólo privilegia a los ricos?
-Cardenal Rodríguez Maradiaga: Quien así se refiere desconoce la vida de la Iglesia. En primer lugar la Iglesia no se reduce a la jerarquía; cada bautizado es Iglesia. Si vemos todos los desarrollos pastorales en el continente nos damos cuenta que la Iglesia ha hecho la opción preferencial por los pobres.
En México hay un caso único en nuestro continente: hombres de empresas y personas de muchos recursos sostienen el Instituto Mexicano de Doctrina Social (IMDOSOC), que educa al pueblo precisamente por la convicción que tiene que una de las mejores manera de aliviar la pobreza es a través de la educación; el IMDOSOC ha venido dando becas a estudiantes de países pobres, incluida cuba, que han venido a México con becas completas, para profundizar en el estudio de la doctrina social de la Iglesia; de modo que no se puede generalizar ese juicio. El que examina la vida de la Iglesia comprende que la opción preferencial por los pobres no es poesía sino que es realidad.
A veces se critica la moral católica porque se opone al uso de preservativos como una solución para el problema del VIH-SIDA, pues quiero decirle que el 27 por ciento de todas las obras que hay en el mundo a favor de los pacientes con esta enfermedad es de la Iglesia católica y recibe apenas el 2 por ciento del Fondo Global para ayuda a los pacientes de VIH-SIDA. Si entramos a programas de construcción de vivienda, nos damos cuenta de lo que significa cuando en ocasiones de catástrofes, hablo como presidente de Caritas Internationalis, la institución más respetada en opción preferencial por los pobres.
Fuente: Agencia Zenit

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