Columna Razones/Jorge Fernández Menéndez
Las mentiras de Castro
Excélsior, 13 de mayo de 2009;
¿Alguien podría pensar que las autoridades de EU, si hubieran sabido que México estaba ocultando una epidemia, iban a exponer a Obama aquí?
Nos asombramos de cómo han actuado China, Ecuador, Cuba, Argentina y Singapur, ante la epidemia de influenza. La verdad, no tendríamos por qué hacerlo: actuaron según saben, como gobiernos y gobernantes en mayor o menor medida autoritarios. China y Cuba son dictaduras con más de medio siglo en el poder. Muchos están fascinados con la capacidad de crecimiento chino: olvidan que vienen de una pobreza absoluta y ese crecimiento es a despecho de las más elementales libertades individuales y la preservación del entorno: se parece mucho más al capitalismo salvaje del siglo XIX, sin las incipientes democracias de entonces. Ese modelo es inaplicable en un país como México.
Cuba intenta ahora hacer lo mismo con mucho menos éxito que China, por causas políticas, demográficas y geográficas, pero también porque ahí sigue Fidel. China no hubiera podido dar la vuelta de tuerca que realizó con Mao en el poder, pues hubiera sido imposible. Fidel, enfermo, relegado, sigue siendo un factor de poder en Cuba y Raúl se ha tenido que doblegar a los dictados del hermano mayor, aunque preferiría seguir una vía más cercana a la china. Pero Fidel está pensando en la historia. Quiere ser recordado como el hombre que impulsó, aunque todas, incluida la suya hayan terminado en el fracaso, la revolución, no la democracia en AL. Quiere ser recordado, abrazado a sus impresentables discípulos contemporáneos, sin llegar a un acuerdo con Obama para normalizar relaciones.
Cuba fue el primer país en el mundo que, unas horas después de que México anunció la existencia del virus que ahora conocemos como A H1N1, cerró las fronteras y los vuelos con nuestro país: no había razón ni recomendación de la OMS para ello. Argentina fue el segundo y hay quien dice que siguiendo la información que Cristina Kirchner recibió de La Habana, medida que se mantiene porque a su esposo, el ¿ex? presidente Néstor, con algo más que un gen autoritario del viejo peronismo, no le gustó que lo criticaran. Y porque el problema real en Argentina es la epidemia de dengue que azota a vastas zonas, ahí sí con un número desconocido de víctimas. Luego vendrían, por sus respectivas razones, China, Ecuador y otros países.
Ahora Fidel justifica la medida atacando en una forma absurda, falsa, mentirosa, a México. Dice “que qué quería Calderón que hiciera Cuba” ante la epidemia, y porque México “ocultó los datos de la enfermedad para no poner en peligro la visita de Barack Obama” el 16 y el 17 de abril. Sencillamente, es una mentira que no se sostiene con un solo dato. Los casos cero de la enfermedad no se sabe exactamente a cuándo se remontan, ni siquiera si se dieron originalmente en México, quizás en el DF, como se publicó ayer, San Diego o incluso en Canadá. Sólo se sabía que, como en otras partes del mundo, había un brote de influenza no estacional, fuera de tiempo. Luego de la primera muerte que se dio por una neumonía demasiado atípica (de neumonía atípica mueren miles de personas al año en México y en cualquier país), se enviaron muestras del tejido de esa víctima (una mujer oaxaqueña) a laboratorios de Canadá y al Centro de Control de Enfermedades de Atlanta, en Estados Unidos. Ese Centro, y la información está documentada, descubrió que se trataba de un virus no conocido de influenza, ahora llamado A H1N1, la noche del 16 de abril, cuando se estaba realizando la cena con Obama en el Museo de Antropología, o sea, cuando estaba concluyendo la visita. La alarma se envió desde Atlanta el 23 de abril, cuando se vio que por el mismo virus se habían producido otras muertes: hacía una semana que Obama había dejado México. Ese día, sin contar con más información, el gobierno cubano cerró sus fronteras.
Entonces, que no mienta el señor Castro. No se ocultó ninguna información y Cuba el único peligro que corría era el de una población azotada por dos huracanes y el dengue, que presume de su sistema de salud, pero ya no lo puede mantener, no permite visitas de organismos de derechos humanos ni de organismos sanitarios para verificar qué medidas se están tomando. La mejor demostración de la mentira de Castro es que el descubrimiento del virus se dio en Atlanta: ¿alguien podría pensar que las autoridades estadunidenses y, en este caso, el Homeland Security y el Servicio Secreto, si hubieran tenido esa información, si hubieran sabido que México estaba ocultando una epidemia que obligaba a cerrar fronteras, hubieran expuesto a Obama aquí? No lo hicieron porque no tenían la información, no había datos ocultos ni en México ni en Estados Unidos. Cuando la tuvieron, actuando con mucha más lógica, el gobierno estadunidense no cerró sus fronteras. Se sabía ya cuál era el virus, cómo reaccionaba y cómo se curaba la enfermedad: según decía la OMS, cerrar fronteras no era necesario.
No creo que Fidel esté chocheando, sino actuando según su lógica. No quiere vivir en un mundo abierto. Su dictadura ha permanecido incólume porque no ha cedido ni un resquicio de libertades en estos años, al mismo tiempo que se difundía ese artículo de Castro el gobierno estaba cerrando aún más la posibilidad de acceder a internet y tampoco lo quieren ahora que se los ha ofrecido Obama. En el mundo diplomático había temor ante la visita del presidente a Cuba: que no ocurriera como con Michelle Bachelet, la presidenta chilena, que al terminar la gira por la isla fue “despedida” por Castro con un artículo durísimo al comparar ese gobierno con las derechas dictatoriales. Y lo mismo ha sucedido con otros visitantes. Castro se adelantó: no quiere mejorar la relación ni con México ni con Estados Unidos ni con nadie que no se considere un hijo de su revolución. Y en un México preelectoral, él ya tiene su candidato, como lo tuvo en 2006. Se apellida López.
Nos asombramos de cómo han actuado China, Ecuador, Cuba, Argentina y Singapur, ante la epidemia de influenza. La verdad, no tendríamos por qué hacerlo: actuaron según saben, como gobiernos y gobernantes en mayor o menor medida autoritarios. China y Cuba son dictaduras con más de medio siglo en el poder. Muchos están fascinados con la capacidad de crecimiento chino: olvidan que vienen de una pobreza absoluta y ese crecimiento es a despecho de las más elementales libertades individuales y la preservación del entorno: se parece mucho más al capitalismo salvaje del siglo XIX, sin las incipientes democracias de entonces. Ese modelo es inaplicable en un país como México.
Cuba intenta ahora hacer lo mismo con mucho menos éxito que China, por causas políticas, demográficas y geográficas, pero también porque ahí sigue Fidel. China no hubiera podido dar la vuelta de tuerca que realizó con Mao en el poder, pues hubiera sido imposible. Fidel, enfermo, relegado, sigue siendo un factor de poder en Cuba y Raúl se ha tenido que doblegar a los dictados del hermano mayor, aunque preferiría seguir una vía más cercana a la china. Pero Fidel está pensando en la historia. Quiere ser recordado como el hombre que impulsó, aunque todas, incluida la suya hayan terminado en el fracaso, la revolución, no la democracia en AL. Quiere ser recordado, abrazado a sus impresentables discípulos contemporáneos, sin llegar a un acuerdo con Obama para normalizar relaciones.
Cuba fue el primer país en el mundo que, unas horas después de que México anunció la existencia del virus que ahora conocemos como A H1N1, cerró las fronteras y los vuelos con nuestro país: no había razón ni recomendación de la OMS para ello. Argentina fue el segundo y hay quien dice que siguiendo la información que Cristina Kirchner recibió de La Habana, medida que se mantiene porque a su esposo, el ¿ex? presidente Néstor, con algo más que un gen autoritario del viejo peronismo, no le gustó que lo criticaran. Y porque el problema real en Argentina es la epidemia de dengue que azota a vastas zonas, ahí sí con un número desconocido de víctimas. Luego vendrían, por sus respectivas razones, China, Ecuador y otros países.
Ahora Fidel justifica la medida atacando en una forma absurda, falsa, mentirosa, a México. Dice “que qué quería Calderón que hiciera Cuba” ante la epidemia, y porque México “ocultó los datos de la enfermedad para no poner en peligro la visita de Barack Obama” el 16 y el 17 de abril. Sencillamente, es una mentira que no se sostiene con un solo dato. Los casos cero de la enfermedad no se sabe exactamente a cuándo se remontan, ni siquiera si se dieron originalmente en México, quizás en el DF, como se publicó ayer, San Diego o incluso en Canadá. Sólo se sabía que, como en otras partes del mundo, había un brote de influenza no estacional, fuera de tiempo. Luego de la primera muerte que se dio por una neumonía demasiado atípica (de neumonía atípica mueren miles de personas al año en México y en cualquier país), se enviaron muestras del tejido de esa víctima (una mujer oaxaqueña) a laboratorios de Canadá y al Centro de Control de Enfermedades de Atlanta, en Estados Unidos. Ese Centro, y la información está documentada, descubrió que se trataba de un virus no conocido de influenza, ahora llamado A H1N1, la noche del 16 de abril, cuando se estaba realizando la cena con Obama en el Museo de Antropología, o sea, cuando estaba concluyendo la visita. La alarma se envió desde Atlanta el 23 de abril, cuando se vio que por el mismo virus se habían producido otras muertes: hacía una semana que Obama había dejado México. Ese día, sin contar con más información, el gobierno cubano cerró sus fronteras.
Entonces, que no mienta el señor Castro. No se ocultó ninguna información y Cuba el único peligro que corría era el de una población azotada por dos huracanes y el dengue, que presume de su sistema de salud, pero ya no lo puede mantener, no permite visitas de organismos de derechos humanos ni de organismos sanitarios para verificar qué medidas se están tomando. La mejor demostración de la mentira de Castro es que el descubrimiento del virus se dio en Atlanta: ¿alguien podría pensar que las autoridades estadunidenses y, en este caso, el Homeland Security y el Servicio Secreto, si hubieran tenido esa información, si hubieran sabido que México estaba ocultando una epidemia que obligaba a cerrar fronteras, hubieran expuesto a Obama aquí? No lo hicieron porque no tenían la información, no había datos ocultos ni en México ni en Estados Unidos. Cuando la tuvieron, actuando con mucha más lógica, el gobierno estadunidense no cerró sus fronteras. Se sabía ya cuál era el virus, cómo reaccionaba y cómo se curaba la enfermedad: según decía la OMS, cerrar fronteras no era necesario.
No creo que Fidel esté chocheando, sino actuando según su lógica. No quiere vivir en un mundo abierto. Su dictadura ha permanecido incólume porque no ha cedido ni un resquicio de libertades en estos años, al mismo tiempo que se difundía ese artículo de Castro el gobierno estaba cerrando aún más la posibilidad de acceder a internet y tampoco lo quieren ahora que se los ha ofrecido Obama. En el mundo diplomático había temor ante la visita del presidente a Cuba: que no ocurriera como con Michelle Bachelet, la presidenta chilena, que al terminar la gira por la isla fue “despedida” por Castro con un artículo durísimo al comparar ese gobierno con las derechas dictatoriales. Y lo mismo ha sucedido con otros visitantes. Castro se adelantó: no quiere mejorar la relación ni con México ni con Estados Unidos ni con nadie que no se considere un hijo de su revolución. Y en un México preelectoral, él ya tiene su candidato, como lo tuvo en 2006. Se apellida López.
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