28 jul 2009

Discurso del Presidente Felipe Calderón

El Presidente Calderón en la Ceremonia del Sesquicentenario de las Leyes de Reforma
Martes, 28 de Julio de 2009 Discurso
Señor Ministro Sergio Valls Hernández, representante de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Señor Senador Gustavo Enrique Madero Muñoz, Presidente de la Comisión Permanente del Congreso y de la Mesa Directiva del Senado de la República.
Señor Diputado César Duarte Jáquez, Presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados.
Señoras y señores legisladores, distinguidos integrantes del presídium, mexicanas y mexicanos:
Hoy, quienes representamos a la vida orgánica de la Nación y del poder público, nos hemos reunido en Palacio Nacional, el corazón político de México y, precisamente en este recinto que albergó la deliberación de la Constitución Liberal de 1857, para rendir un sentido homenaje a la generación que hace 150 años impulsó la Reforma Liberal en nuestro país.
Al entrar en su era independiente, México arrastró consigo muchas instituciones coloniales que le impedían avanzar hacia una mayor integración entre los mexicanos; avanzar hacia la modernidad y hacia el progreso.
A mediados del Siglo XIX, una nueva generación de grandes hombres se percató de que, como Nación, necesitábamos forzosamente romper esas cadenas ancestrales y construir el México nuevo.
Hoy recordamos a Valentín Gómez Farías, a León Guzmán, a Ignacio Ramírez, a Francisco Zarco, a Ignacio Manuel Altamirano, a Ignacio Vallarta, a Santos Degollado, a Miguel y Sebastián Lerdo de Tejada, a José María Lafragua, a Melchor Ocampo, a don Benito Juárez, a muchos otros mexicanos más, quienes arriesgando su vida y padeciendo persecuciones y exilio transformaron a México y lo insertaron como una Nación más libre, igualitaria y democrática en el concierto de naciones, fieles al ideario liberal que profesaron.
En este recinto, en el que se debatió y firmó la Constitución de 1857, que consagró las Garantías Individuales en la Ley Suprema, precisamente conforme a los derechos de cada quien, el Constituyente estableció con gran sabiduría las principales libertades de los mexicanos.
Esas libertades, señoras y señores, hoy siguen vigentes y son patrimonio nacional. La libertad de manifestación de las ideas y de imprenta, asegurando el derecho de escribir y de publicar.
Puedo asegurar que hoy México es una de las naciones con mayor libertad de expresión de ideas y de comunicación, sin restricción alguna.
La libertad de tránsito sin la necesidad de documento alguno que ampare a la persona.
El principio de igualdad de los mexicanos ante la ley y la abolición de privilegios por títulos nobiliarios.
La prohibición de leyes privativas o tribunales especiales para que todos los mexicanos fuésemos tratados con equidad al ser juzgados por leyes generales, imparciales y objetivas.
La garantía de legalidad y seguridad jurídica, destacando el principio de apego a la ley de no retroactividad de la misma, y la garantía de no ser molestado en la persona o bienes, sino por orden escrita, fundada y motivada de la autoridad competente.
O la libertad de que todo acusado dentro de un juicio criminal tenga derecho a saber las causas de su proceso, conocer a sus acusadores, ser escuchado en el juicio y contar con un defensor, y en caso de carecerlo éste ser proporcionado por el Estado.
La prohibición de la tortura o de cualquier pena excesiva o infamante que atentase contra la integridad humana.
Las libertades de trabajo y de libre ejercicio de la profesión.
La libertad de comercio dentro del territorio de la República por el bien de los monopolios y aboliendo las barreras que se dieran con el pretexto de proteger la industria, entre otros.
Estas libertades iniciaron, precisamente, en la Reforma Liberal, hoy Sesquicentenario.
Con gran sabiduría Octavio Paz señaló que a través de la Generación de 1857, la Nación mexicana se fundaría sobre un principio distinto al jerárquico que animaba a la Colonia, y éste es la igualdad ante la ley de todos los mexicanos, en tanto que seres humanos, en tanto que seres de razón.
Y dos años después, precisamente en julio de 1859, el Presidente Benito Juárez concluiría este impulso liberal al promulgar en Veracruz las Leyes de Reforma, a través de las cuales se estableció la libertad de culto, se separó a la Iglesia del Estado mexicano y se fortaleció además a éste institucionalmente con funciones que antes no tenía, como el Registro Civil que se estableció, precisamente, un día como hoy hace 150 años.
Esta ley expedida por Juárez dio inicio, precisamente, a la garantía de la personalidad y de la identidad individual que acompaña al derecho mexicano hasta hoy.
Y en homenaje a tan singular hecho conmemorado, precisamente, un 28 de julio, hoy anuncio que en cumplimiento de las disposiciones constitucionales y legales, el Gobierno a mi cargo expedirá, en este mismo año, la primera Cédula de Identidad Ciudadana, con el propósito de expedírsela a todos los mexicanos en el transcurso de esta Administración y completarla hacia el final de la misma.
La Cédula de Identidad Ciudadana contará con la plena identidad biométrica de cada mexicana y de cada mexicano; será una garantía legal y práctica de la identidad y de la personalidad jurídica consagrada por la Legislación Liberal del Registro Civil, instaurada hace 150 años por Benito Juárez, y permitirá, a cada mexicana y a cada mexicano, tener precisamente una garantía de la unicidad y de la distinción plena que cada persona tiene respecto de los demás.
Don Benito Juárez señalaba sobre la Reforma Liberal que lo más importante que contiene es la independencia absoluta del poder civil y la libertad religiosa, y también afirmaba: Libertad, libertad en todo y para todos es nuestro programa y hemos de llevarlo a cabo.
Hoy debemos repetir esta misma consigna juarista que caracterizó e inspiró precisamente los derechos liberales. Libertad en todo y para todos es nuestro programa y lo hemos de llevar a cabo.
Con la Constitución del 57, con las Leyes de Reforma que hoy conmemoramos, se consolidaron las libertades de los ciudadanos y se fortaleció al Estado mexicano en tanto garante de tales derechos.
Hoy, siglo y medio después, nuestra generación es legataria de aquellos grandes liberales que impulsaron aquel movimiento.
Nosotros tenemos ahora el deber de consolidar las garantías individuales, consolidar la igualdad de los mexicanos ante la ley y avanzar hacia la igualdad en la práctica a través de la igualdad de oportunidades.
Nos corresponde defender esas mismas libertades frente a los enemigos de la Patria que en tiempo presente buscan, a través de actos criminales y violatorios, precisamente de la libertad de cada quien, restringir los derechos que nos legó la Generación del 57.
El monopolio de la fuerza corresponde, precisamente, al Estado mexicano, y a ello le permite y le obliga a aplicar la ley sin distingos; la existencia de otros elementos de facto que pretendan disputar al Estado este carácter exclusivo o imponer leyes distintas a las leyes de los mexicanos, es precisamente la pretensión de negar el Estado de Derecho.
Y por ello, al igual que lo hizo la generación de los liberales del 57, requerimos reforzar nuestro andamiaje institucional, a fin de que el Estado mexicano sea capaz de enfrentar y, con éxito, este tipo de desafíos.
Los tres Poderes de la Unión, hoy presentes, requerimos trabajar en conjunto para garantizar la seguridad y la legalidad de los mexicanos en un marco de corresponsabilidad. Es también nuestra obligación trabajar en el desarrollo de las leyes que promuevan un crecimiento más dinámico de nuestra economía, así como las que propicien una distribución más equitativa del ingreso entre las distintas regiones y entre los mexicanos.
Señoras y señores:
En este mismo recinto, precisamente, Francisco Zarco dijo que el Congreso Constituyente de 1857 estimó como base de toda prosperidad, de todo engrandecimiento, la unidad nacional y, por tanto, se empeñó en que las instituciones fuesen un vínculo de fraternidad, un medio seguro de llegar a estables armonías, como él mismo señalara.
Hoy más que nunca, el Estado mexicano requiere la armonía de sus Poderes: del Ejecutivo, del Legislativo y del Judicial para que juntos salvaguardemos las libertades de los ciudadanos y pongamos, precisamente, un alto a los enemigos de la paz, de la ley, del orden y de las instituciones.
Con unidad y patriotismo habremos de construir el México de libertad y progreso por el que luchó toda una generación de liberales. Somos millones más los mexicanos que queremos un México de leyes, un México de paz y de justicia, un México de orden.
Por eso, orgullosos de nuestro pasado seguiremos construyendo instituciones para el futuro, orgullosos de conmemorar hoy la creación del Registro Civil en nuestro país hace exactamente 150 años, hoy iniciamos la construcción de la Cédula de Identidad Ciudadana consagrada y, desde hace tiempo, en nuestra Legislación.
Ese es nuestro empeño y tributo en el cumplimiento al legado de los liberales: hacer de cada una de las instituciones, que estuvieron contenidas en las Leyes de Reforma, una nueva proyección que haga a México más fuerte, más ordenado, más prospero, más justo, más libre.
Por ello, habremos de luchar con entereza, convicción y determinación para asegurar que en nuestra Patria prevalezcan las garantías y las libertades que los mexicanos nos hemos dado a través de nuestras leyes.
Qué viva la Reforma Liberal y qué viva México.
Muchas gracias
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