22 dic 2009

Morelos y El Barbas

Beltrán compró a la policía: Adame
Francisco Reséndiz y Justino Miranda
Enviado y corresponsal
El Universal, Martes 22 de diciembre de 2009
Reprueba uso de “ejecutores”; según testigos, se acordaron con el capo
CUERNAVACA, Mor.— El gobernador Marco Antonio Adame aceptó que el crimen organizado infiltró cuerpos policiacos locales, pero rechazó que su administración haya pactado con el cártel de los Beltrán Leyva para que sus sicarios “limpiaran” la delincuencia en la entidad.
El mandatario mencionó que tenía evidencias del avance y penetración del grupo delictivo en varios estados que forman una región, donde está incluido Morelos, pero desconocía que el capo Arturo Beltrán Leyva El Barbas, se hubiera instalado en una céntrica zona de Cuernavaca, donde tenía como vecinos a políticos locales.
En entrevista, Adame, de extracción panista, dijo que la movilidad que tenía el narcotraficante no se realizaba con la facilidad que se cree: “Dependía de todo un sistema de inteligencia, contrainteligencia y de comunicación cobijado con recursos económicos ilimitados”, señaló.
“Tienen mecanismos sofisticados y prestanombres para encubrir sus operaciones”, agregó.
El gobernador reconoció que no fueron informados del operativo: “No tenían por qué hacerlo, sería una ingenuidad por tratarse de una investigación con estándares internacionales y nacionales y porque forma parte del enfoque donde todo queda a cargo de un solo cuerpo del Estado mexicano”.
En la conversación, Adame expresó que hay una depuración sistemática de los cuerpos policiacos que ha permitido, junto con el gobierno federal, identificar a los miembros de corporaciones de seguridad que fueron corrompidos por la delincuencia organizada para iniciarles procesos judiciales.
Dijo que Morelos no ha estado exento de corrupción en policías municipales. Consideró que los ayuntamientos son “un eslabón y un blanco apetecible para el crimen organizado”.
EL UNIVERSAL publicó ayer una investigación de la Procuraduría General de la República, en la que testigos afirman que el cártel de los Beltrán Leyva habilitó comandos ejecutores para limpiar de criminales a Morelos, como parte de un pacto con elementos estatales.
El Ejecutivo local descartó dicho pacto: “Cualquier posición frente a la delincuencia organizada está marcada por la posición pública, institucional y legal que hemos asumido invariablemente”.
Ayer en Michoacán, el presidente Felipe Calderón Hinojosa calificó de enemigos de la Patria al narcotráfico y al crimen organizado. “En su combate no habrá tregua ni cuartel, para que el Estado de derecho prevalezca sobre la acción violenta, arbitraria y cobarde de los criminales”, dijo en Morelia.
Sobre la muerte de Beltrán, reiteró que se trata de un golpe a una de las organizaciones más peligrosas de México y América, producto “de un meticuloso trabajo de inteligencia”.
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Beltrán tenía su grupo de “limpieza” en Morelos

Francisco Reséndiz Enviado
El Universal, Lunes 21 de diciembre de 2009
Un comando de sicarios ejecutaba a robacoches y secuestradores
CUERNAVACA, Mor.— El pacto criminal entre el cártel de los Beltrán Leyva y las policías estatal y municipal incluía una “operación de limpieza” de toda la delincuencia común para “no calentar” la entidad y facilitar el tráfico y distribución de drogas, así como la libertad de movimiento de los líderes de la organización.
Un comando de sicarios de los Beltrán Leyva era el encargado de ubicar, junto con los halcones (vigilantes), a los ladrones, secuestradores, violadores, robacoches y asaltacasas y comercios, y quienes no se ajustaban a las órdenes de la organización de suspender sus actividades delincuenciales eran ejecutados.
Averiguaciones de la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO) muestran que incluso el comando encargado de la “operación de limpieza” logró abatir el robo de vehículos en Cuernavaca, cuyo promedio semanal era de alrededor de 30 y 40 automóviles.
En el expediente PGR/SIEDO/UEIDICS/-166/2009 existen testimonios de miembros de la organización criminal que señalan que a cambio de la protección al cártel de los Beltrán Leyva un grupo de la organización tenía la orden de terminar con los rateros, los robacoches, los secuestradores y los violadores.
En este “pacto” entre autoridades y el grupo de narcotraficantes se establecía —según declaraciones de policías detenidos en operaciones contra el narcotráfico— que era importante hacer sentir a Morelos como un estado seguro, ante la presencia de la clase política nacional, y un lugar de reunión del empresariado y del turismo nacional e internacional.
Las reglas del cártel
Los testimonios que permitieron a las autoridades militares y federales ubicar a más de 40 policías municipales y estatales que participaban en la red de protección oficial al cártel de los Beltrán Leyva, sirvieron también para localizar las casas de seguridad utilizadas como resguardo de sicarios, inmuebles que también funcionaban como centros de detención de miembros de la delincuencia a los que eran llevados por los comandos de limpieza para advertirles que debían cesar sus actividades. La desobediencia a las reglas del cártel se pagaba con la muerte.
En el último año aparecieron en los municipios controlados por los Beltrán Leyva cuerpos de personas ejecutadas y a las que se les dejaban mensajes como: “ésto les pasa a los rateros”, “por no respetar las reglas”, “por violador”, entre otros mensajes de advertencia a delincuentes comunes.
Hasta el día que fueron ejecutados los hermanos Mario y Alberto Pineda, conocidos como El MP y El Borrado, respectivamente, ellos eran los encargados de las labores de limpieza que efectuaba el comando de sicarios del cártel de los Beltrán Leyva, según lo detallan las declaraciones recabadas por las autoridades federales.
Ahora, con la captura de Jesús Basilio Araujo, El Pollo, quien había sustituido a los hermanos Pineda, quedó acéfala la dirección y mando de este comando, lo mismo que del resto de los sicarios que operaban en la entidad. Según las investigaciones de las autoridades, se conocen varios apodos de quienes podrían asumir esta tarea, entre ellos se menciona a un hombre que se identifica como El Sacristán.
La labor de limpieza se realizaba al mismo tiempo que el cártel de los Beltrán Leyva compraba informantes en las fuerzas militares y diversas corporaciones policiales, con sueldos que iban desde los 2 mil dólares, a fin de garantizar la operación de su empresa en la región.
El sistema de seguridad
El sistema de protección del capo del cártel de los hermanos Beltrán Leyva incluía informantes dentro del Ejército, las policías municipal y ministerial, así como sicarios designados bajo la clave de Zafiros y Halcones que recorrían en vehículos o en taxis toda la ciudad.
Los informantes avisaban a la banda de la existencia de operativos de inteligencia que despliegan soldados en la entidad, lo mismo de los puntos y sitios donde se colocan puestos de revisión o retenes. En el expediente no se señala ningún nombre de esos supuestos “contactos”.
La información, a la que tuvo acceso EL UNIVERSAL, hace notar que el comando del capo abatido el pasado miércoles contaba con claves para que en caso de ser detenidos se dieran a elementos policiales para que los dejaran seguir su camino.
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Columna Detrás de la Noticia/Ricardo Rocha
El UNiversal,
El extraño caso del Jefe de Jefes
No es que a uno nada le guste. Ni que sea un opositor sistemático a todo lo que venga del gobierno. Tampoco se trata de abominar los colores blanquiazules. Pero la verdad, la verdad, a mí la muerte a balazos de Arturo Beltrán Leyva me genera muchas más dudas que certezas.
Por supuesto que hay que reconocer que siempre serán un gran acierto las acciones exitosas en contra del crimen organizado. Pero es igualmente válido cuestionar el grado de éxito de esta en particular: para empezar, ¿se trataba de capturar vivo al capo sinaloense o de silenciarlo? ¿Por qué cien marinos de élite comenzaron a disparar a las cinco de la tarde cuando tenían cercado el edificio desde las 12 del día? ¿No era más fácil aguantar hasta que se rindieran, detenerlos e interrogarlos para extraerles información valiosísima? O se trataba de matarlos de cualquier manera. Y si es así, ¿por qué? ¿Algo tendría que ver el hecho de que los Beltrán Leyva fueron quienes sembraron narcomantas en buena parte del país exigiendo una guerra más democrática al gobierno? Es decir, que combatiera por igual a los cárteles y dejara —como hizo Fox— de proteger a Joaquín El Chapo Guzmán. ¿Valió la pena pagar el precio de la sospecha?
Y no sólo eso. Hay preguntas fundamentales que son todavía más peliagudas e inquietantes. ¿Por qué rayos el operativo lo llevó a cabo la Marina? ¿Qué hacían sus fuerzas especiales de policías a 240 kilómetros de la costa más cercana? Por qué las versiones contradictorias y excluyentes: de la propia Armada, de que ellos llevaban meses con la indagatoria; de la DEA, señalando que es “el resultado de la cooperación y el intercambio de información entre autoridades estadounidenses y nuestros valientes socios mexicanos”; finalmente, la versión de la PGR de que el operativo se debió a denuncias anónimas. Por cierto ¿a quién le reprocha el procurador Chávez Chávez cuando dice que “el Estado mexicano nunca ha perseguido ni va a perseguir a los delincuentes para matarlos, porque esa no es su función, sino la de cumplir con el estado de derecho”? ¿Entonces no se cumplió aquí con el estado de derecho? Más aún, qué papel jugaron, o de plano no jugaron y por qué, el Ejército y la propia PGR, que venían ocupándose de estos asuntos. ¿A tal grado llega la desconfianza entre estas instituciones? ¿A ese nivel están penetradas unas y otras por el narco? ¿Es la Marina el último reducto confiable? ¿La nueva guardia pretoriana de Felipe Calderón?
¿Es verdad —como asegura Ricardo Ravelo en Proceso— que el mismo día de la balacera Arturo Beltrán esperaba a comer en su departamento a un invitado tan especial como el general Leopoldo Díaz Pérez, jefe de la Zona Militar 24 con sede en Cuernavaca? A ver, si nos atenemos a las cabezas recientes de EL UNIVERSAL, la cosa está de escalofrío: “Militares y policías protegen a El Barbas (también Jefe de Jefes). Y es que resulta que la Armada tuvo que desarticular cuatro anillos de seguridad que protegían a Arturo Beltrán Leyva, cuyo sistema de resguardo incluía elementos del Ejército, policías municipales, estatales y ministeriales y una vasta red de informantes. Todo lo cual consta en un expediente de la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada a cargo de la PGR. ¿Está claro? Por lo pronto, a mí me parece que además de la guerra contra el narco, hay otra guerra interna en el gobierno por encuentros, desencuentros y favores que pagan cuantiosísimamente los diversos cárteles del crimen organizado.
Otra: “Beltrán edificó un imperio en Morelos” en la que explica que el capo era señor y dador de vida y muerte en al menos 15 de los 33 municipios del estado, que controlaba a su antojo. A través de ellos armó un importante corredor de tráfico de drogas, para lo que corrompió hasta la médula a jefes y agentes policiacos.
Y uno se pregunta ¿por qué en el panista estado de Morelos? ¿Por qué desde el anterior gobierno de Sergio Estrada Cajigal los barones de la droga están tan a gusto ahí? ¿Alguien en los dos gobiernos federales recientes investigó en serio aquella afirmación que incluso involucraba pasionalmente al susodicho gobernador con Nadia Esparragoza Gastélum, hija del legendario narcotraficante Juan José Esparragoza, alias El Azul?
Finalmente, ¿es posible admitir que en una operación de esta naturaleza se trate de una ocurrencia chistosa la que zangoloteen el cadáver de un lado a otro, le bajen los pantalones para pintarle un número 3 en los calzones y luego lo cubran de billetes y joyas? ¿Es un hecho a propósito? ¿Un mensaje?
Así que, felicitaciones al gobierno, pero nos debe muchas explicaciones.


22 de diciembre de 2009

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