1 feb 2010

Medina Mora

Columna Estrictamente Personal/ Raymundo Riva Palacio
El embajador traidor
Ejecentral.com, 1 de febrero de 2010
Doce de 31 políticos que fueron arrestados en Michoacán a un mes antes de las elecciones federales el año pasado, recuperaron su libertad. El juez los liberó, “con las reservas de ley”, por no encontrar pruebas suficientes que respaldaran la acusación que formaban parte de la red de protección de La Familia Michoacana. Una vez más, un caso de la PGR sobre narcotráfico, se cae. El responsable de haberlos metidos a la cárcel injustamente está muy lejos para rendir cuentas, a nueve mil kilómetros, despachando como embajador en Londres. Es Eduardo Medina Mora, el procurador general que traicionó a la ley y a sus jefes, salió impune.
Cuando Medina Mora arrestó a funcionarios del gobierno de Leonel Godoy y a presidentes municipales michoacanos, el PRD protestó. Afirmó que era un montaje político para lastimar al partido y favorecer al PAN en las elecciones venideras. El procurador respondió que la PGR contaba con suficiente evidencia para acusarlos de asociación delictuosa y delitos contra la salud, tras haberlos investigado ocho meses. Pero cuando los detuvo, y los arraigó por 90 días, para fincarles cargos, lo que dijo a muchos que esa investigación no era lo que Medina Mora aseguraba.
Entre las condenas del PRD surgió la voz de Cuauhtémoc Cárdenas, quien dijo: “Pensando que puede haber condiciones similares en otros lugares, (por lo que) uno puede pensar por el momento que hay un ingrediente político-electoral”. Cárdenas tenía razón. El gobierno federal quería ir también tras el PRI, pero cuando le pidieron a Medina Mora que actuara contra los gobiernos de Tamaulipas, Durango, Chihuahua y Nuevo León, no procedió. Argumentó que no se iba a prestar a tal despropósito. Su doble rasero tenía una razón.
Medina Mora no actuó en contra de priistas porque un gobernador de ese partido lo convenció de ello. Si rechazaba las instrucciones, él le garantizaba que en 2012, cuando el PRI regresara al poder, tendría inmunidad política y trabajo. Es decir, le ofreció un salvavidas a la represión calderonista, y el compromiso de que se olvidaría todo el desaseo que hizo al frente de la PGR al politizar la justicia sin pudor o freno alguno, durante la primera parte del sexenio de Felipe Calderón.
El gobierno no sabía de este acuerdo cuando lo designó el Presidente embajador en el Reino Unido. No se sabe si lo sabría después, cuando ya era muy tarde para retirarle el nombramiento, pero en las preparaciones del viaje, la Secretaría de Relaciones Exteriores –donde la canciller Patricia Espinosa es muy amiga de él-, le negó todas las plazas de confianza que había solicitado. Medina Mora fue tan castigado por el gobierno en su salida a Londres, que ni siquiera le autorizaron una escolta, como debía haber procedido por haber sido el procurador general de la guerra contra el narcotráfico.
Medina Mora, que tiene una enorme cachaza, ha continuado su vida política, más alejado de los panistas que de los priistas. La Embajada de México en Londres ha abierto sus puertas a un insigne priista que suele ir a tomar café –por la mañana, no el té por la tarde- de manera regular con él. Se trata del ex presidente Carlos Salinas, que vive en Londres –sus hijos más pequeños estudian ahí-, y que viene cada dos meses a México. Salinas no sólo va a conversar sobre la agenda mexicana, de la cual busca estar muy al tanto, sino para el cabildeo empresarial.
Salinas, de acuerdo con personas que conocen su trabajo, está involucrado con empresas británicas que quieren invertir en México –el Reino Unido es el tercer inversionista más importante-, y a las que les presta servicio, tanto para facilitar sus trámites, como para transferirles conocimiento –know how- y abrirles las puertas. El ex presidente no había tenido mejor aliado en Londres, hasta que llegó Medina Mora, a quien conoce previamente, y con quien lo unen vasos comunicantes e intereses comunes con, por ejemplo, Televisa. En él encontró la puerta abierta para un cabildero de lujo, por parte de otro experimentado cabildero.
Medina Mora debe sentirse bastante arropado por los priistas. Tiene el apoyo de gobernadores que son viejos amigos, como el del estado de México, Enrique Peña Nieto, o de poderosos dirigentes, como el senador Manlio Fabio Beltrones. Ahora procura la cercanía de Salinas –con quien tenía contacto desde México-, y su trabajo en México como publirrelacionista le da un blindaje mediático ante la opinión pública.
Qué debe saber Medina Mora de los más altos funcionarios federales, es un enigma porque no lo tocan. Su traición al partido en el poder, y al Presidente en particular el año pasado, fue una consecuencia más de su relación con ese grupo. Desde que arrancó la precampaña presidencial en 2005, el equipo cercano de Calderón lo consideraba un traidor. Medina Mora nunca estuvo del lado de Calderón, sino que se la jugó con el ex secretario de Gobernación Santiago Creel. Perdió pero no cayó.
Buscó repetir en el gobierno de Calderón como secretario de Seguridad Pública, cargo que ocupó en la última parte del sexenio de Vicente Fox, pero durante los problemas que tuvo el equipo de transición calderonista para integrar el gabinete de Seguridad, Medina Mora se salvó. Aunque la cartera de Seguridad Pública nunca iba a ser para él, se quedó en la PGR porque el abogado Julio Esponda, muy cercano a la primera dama Margarita Zavala, no pudo darle la vuelta a los conflictos de interés derivados de sus relaciones con los ministerios públicos federales.
Medina Mora entró por la puerta de atrás al gabinete y ni así aprendió. Jugó a favor de la entonces secretaria de Educación, Josefina Vázquez Mota, y en contra del ex secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño. Cuando se alargaba el placet británico a su nombramiento, dejó correr la voz que el Presidente parecía estar arrepintiéndose de que saliera del gabinete. Hasta el final jugó a espaldas del calderonismo. El michoacanazo fue su responsabilidad, pero la factura va para el gobierno. Es un embajador tolerado, jugando del lado del enemigo.

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